El humor y literatura infantil (No. 7). Los diálogos

pepito7_0.jpgDentro de muchas situaciones aparecen los diálogos. Incluso hay diálogos que pueden ser una situación. Son muy fáciles de leer, por lo que no es ningún trabajo darse cuenta si en ellos el autor ha canalizado correctamente su creación humorística. Por ser tan fáciles de leer, son muy apetecidos por los lectores infantiles.

Son varias las alternativas para introducir la comicidad en ellos.

Los diálogos son conversaciones, ideas y opiniones que intercambian entre sí dos o más personajes en una historia, no importa si son reales o imaginarios, humanos o son animales o cosas.

¿Cómo está presente el humor en los diálogos literarios? Pues con chistes y juegos de palabras, pero también con exageraciones, de forma absurda, disparatada, con enredos, y otras alternativas. Claro, siempre resaltando las características de los personajes.

A continuación, dos ejemplos de diálogos cómicos en textos literarios.

El primero extraído del libro El secreto de la Cueva Negra, de Alfaguara Infantil, escrito con el amigo y colega Betán. Aquí se puede ver claramente una conversación en que aparecen constantes equívocos y un recurso muy usado en el humor llamado: “Al pie de la letra”; es decir, entender las palabras o las frases por su significado literal, aunque sean dicha con otro sentido bien distinto.

“-¡Parece que los tipos esos pasaron por aquí!- solo atinó a decir Canarito, señalando el patio.

-¡Esto está malo!

-Sí, pero con una limpieza mejora.

-¡Me refiero a que cada vez esto se pone peor! -afirmó El Pato con algo de miedo-. Vamos a llevar a Centella para la casa y darle la mala noticia al señor Águila. ¡Cómo se va a poner ese hombre!

-¡Espérate! ¿Por qué no damos una vuelta por los alrededores y vemos si hay algún pájaro de los de aquí dando vueltas?

-¿Dando vueltas? ¿Tú crees que los marearon con alguna bebida alcohólica?

-¡No! Digo que quizás se quedó alguno volando en círculos por aquí…”

El segundo ejemplo está sacado del libro Los diálocos de Pepito de la Editorial Alfaguara Infantil, donde el protagonista principal es el diálogo loco, disparatado. Por ello el juego de palabras en el título, donde se fusionan las palabras “diálogos” y “loco”. Al final del libro hay un capítulo especial donde se enseña a los lectores a crear uno de estos diálocos, a partir de varios chistes recopilados de la literatura oral infantil.

A continuación, uno de los diálogos, donde encontrará juegos de palabras, ironías, exageraciones, burlas y chistes, enlazados por un simple hilo conductor para formar un cuento breve.

“-Oye, Pepito, he venido a darte las gracias por lo que dijiste de mí.

-¿Que hablé bien de ti?

-Sí, le dijiste a Gretel que yo era el más veloz de todos, ¿no?

-¡Ah, no! Parece que hubo un malentendido. Yo no dije que eras “un as corriendo”. Dije que eras “un asco riendo”, que es otra cosa.

-¡¿Qué?! ¡Pues entonces he venido a hacerte tragar tus palabras!

-¿Ah? ¿Y esa violencia, Juanito?

-¡Es que no voy a permitir lo que dijiste!

-Mira, Juanito, cálmate. Todo se puede resolver dialogando.

-Sí, tú lo dices porque yo soy más fuerte y no te conviene pelear…. ¡Porque eres un fideo amorfo en dos patas!

-¿Ah, y tú? ¡Que eres más débil que un hilo de coser después de un año a la intemperie!

-¿Yo? ¡Si yo tengo el cuerpo de un atleta!

-Pues mejor devuélveselo. Le estás haciendo perder la forma.

-¡Búrlate! Pero no puedes tapar el sol con un dedo. ¡Toca mis músculos! ¡Mira! ¡Son como papas!

-¡Ah, sí! Como puré de papas, querrás decir. ¡Si tú nunca has ejercitado esos musculitos, Juanito!

-¡Mira quién habla! ¿Y cuándo tú has hecho ejercicios? ¿Cuándo tú has ido a un gimnasio? ¿Eh?

-Yo fui una vez y nunca más iré. Lo único que hicieron fue ponerme a reflexionar.

-¿A reflexionar?

-Sí. Me hicieron hacer flexiones repetidas veces y me fui. Además, me di cuenta que a mí no me hace falta hacer ejercicios, porque soy fuerte por naturaleza.

-¡No me hagas reír, Pepito! ¿Tú, fuerte?

-¡Yo, sí! Con decirte que yo puedo levantar un elefante con una sola mano.

-¡No te creo!

-¡Ah, no! Muy bien, tráeme un elefante que tenga una sola mano y te muestro…”

 

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