El orgullo de ser ignorante

aigno.jpegUna de las mayores muestras de la decadencia que vivimos en estos tiempos es el mal gusto, el simplismo y la vulgaridad en las artes. Pero también lo palpamos en el trato social, la desvalorización del respeto y el aplauso a la violencia. Sin embargo, hay un elemento que se destaca: el florecimiento del concepto “orgullo de ser ignorante”. Sí, cierto número de personas presumen de su ignorancia y desprecian la cultura. (Ya sé que es un tema debatido desde hace muchísimos años, hasta siglos podría decir, pero me refiero a que se ha acentuado en los últimos tiempos).

¿Para qué ser culto? ¿Para qué saber esto o aquello si uno lo busca en Google y en un segundo lo encuentra? Aprender es perder el tiempo. Esos son sus argumentos.

¡Lo que se pierden! Yo no soy un hombre culto, aunque tampoco me creo un ignorante. Pero lo poco que he aprendido y asimilado en la vida me convence de que esos que se jactan de ser ignorantes se están perdiendo de mucho.

Mencionaré tres ejemplos:

1-Un ignorante y yo vamos al cine a ver una buena película de acción. Él sale satisfecho al final, porque disfrutó de las peleas, las espectaculares persecuciones y los efectos especiales. Yo salgo satisfecho de haber disfrutado lo mismo que él, más del placer que observé en la actuación, el guion, la fotografía, la dirección, etc. Cosas que a él ni le interesa ni le preocupa.

2-Un ignorante y yo vamos en un crucero por los mares que rodean Sumatra, Borneo, Indonesia, Singapur. Él disfruta de la cerveza y la brisa. Yo disfruto lo mismo que él, pero además siento un placer en mi interior intenso, por saberme navegando en las mismas aguas que atravesaba Sandokan, en todas sus aventuras leídas en mi niñez-adolescencia en los libros de Emilio Salgari. Y aunque son personajes ficticios, en mi mente existieron, desarrollando mi imaginación. Esa emoción él no la tendrá jamás.

3-Él se vanagloria de no saber quién es Napoleón, ni de su última batalla, ni de contra quiénes luchó y perdió dando un giro a la historia. No le importa saber nada de eso. Por tal motivo, si un día asistió a un espectáculo de mi grupo La Seña del Humor de Matanzas no se rió al escuchar el chiste: “A Napoleón los ingleses les cortaron el agua y al lú… Hecho mundialmente conocido como Waterlú…”. Perdió de reírse como sí lo hizo el teatro repleto a su lado. No le encontró la gracia por ignorante.

Por todo eso me pregunto: ¿de qué se jactan esas personas? Uno conoce de ignorantes que por fatalismos en esta vida no pudieron cultivarse y se les respeta. Conoce ignorantes que tienen conciencia de que lo son y se callan y hacen esfuerzos siempre por aprender. Pero eso de presumir de su ignorancia es una gran muestra de la miseria humana. Y lo peor, existen los “ideólogos” que los estimulan para poder manipularlos a su antojo.

Todo eso lo vemos con mayor frecuencia en estos tiempos.

Esperemos que no dure mucho esta vergüenza.

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