"El que no salte es..."

lauzan-elquenosalteespaco2.jpgHe sido testigo de esas apasionadas iniciativas. Po ejemplo, “El que no salte es yankee” o “El que no salte es chavista”. Y he tenido que arriesgarme a que me acribillen o me ofendan, porque no he saltado. Y lo no le he hecho porque –pensé-, ¿por qué razón si no salto se puede interpretar que “soy” del otro bando? Es que ni soy yankee ni soy chavista, ¿por qué entonces me obligan a hacerlo?
¿Pero hacia dónde intento llevar esta reflexión? A que estamos viviendo tiempos de fundamentalismos, fanatismos.
Me he enterado de que en Miami si no apoyas a Trump, eres comunista. Y he visto que en Chile si votaste “rechazo” eres lo peor de lo peor como ser humano.
La gente está viviendo con la mascarilla puesta en los ojos y no en la boca.
Y si dices algo al respecto en el mejor de los casos te califican de cobarde o amarillo, y que no se puede estar “a mitad de camino”, si es que no te agreden físicamente.
En política, ni la extrema izquierda ni la extrema derecha desean que hayan matices. Evidentemente, eso es fascismo.
Pero sucede en todo. Los fanáticos religiosos quieren llegar al poder y obligar a los que no tienen el mismo credo a que vivan sometidos a sus creencias. Miren el caso de los salvajes yihaidistas que asesinan a mansalva solo porque somos “infieles”. O también observen el aumento del racismo, la xenobobia, el clasismo y el nacionalismo en todo el mundo.
Y sucede también, por ejemplo, con las super feministas, que ya no luchan por la justicia e igualdad de derechos de la mujer, si no que le declararon la guerra a todos los hombres, sean estos machistas o no. O los hinchas de equipos deportivos, etc., etc. Sin contar esos fundamentalistas “defensores sociales”, que todo lo quieren resolver con violencia y desean imponerle su ideología a la mayoría a base de quemas, saqueos, destrucción y terror en definitiva.
Esa gente extremista está tan enferma que se vuelven rocas intransigentes, bloqueando el camino del bienestar, de la feliz convivencia, de la civilización, del desarrollo.
Y lo peor de estas personas obcecadas, intolerables y radicales -que están viviendo sus momentos de gloria en estos tiempos-, es su malévola inteligencia para lavarles el cerebro al resto del mundo.
Espero que no me ataquen por esta reflexión. De antemano les informo que no pienso discutir con ninguno de ellos porque es inútil, ya que no manejan argumentos sustanciales para un provechoso debate de ideas.
Y cierro con el título, ahora completo: “El que no salte… es porque no le da la gana y tiene derecho a no hacerlo, porque es una persona libre”.
 
Nota: El chiste gráfico es de mi amigo Lauzán.
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