Entrevista a Virulo, gran humorista cubano

 

Publico este texto aquí, en mi página, porque el reconocido humorista cubano, Virulo, menciona a mi Grupo, La Seña del Humor de Matanzas y a mi persona, recordando la Historia del humor cubano en los años 80 y 90. Y lo que declara cumple con mi objetivo de que no se olvide el aporte de La Seña al humor cubano en esa época, algo que muchos ya están olvidando. Y lo que es peor, algunos están hasta ningueando todo lo que sucedió en esos años ochenta, ante la mirada indiferente de algunos protagonistas. Algo aún más incomprensible. 

 

EL HUMOR DEBE SER HECHO CON ESPÍRITU Y CULTURA

 

Fragmentos de la entrevista a Alejandro García, Virulo publicada en Cubarte por la periodista Susana Mendez Muñoz.

 

¿Cuándo se funda el Centro Nacional de Promoción del Humor?

 

En el año 1990, aunque el decreto legal está fechado en 1994, por un problema burocrático. La etapa fundacional se correspondió con una época de oro del humor en Cuba, donde había un movimiento importante no solo en La Habana; recordemos a La seña del humor, La leña del humor, Lengua viva, Onondivepa y otras agrupaciones.

 

El Centro se venía gestando desde el 85, un año importante, al igual que el 86, en que se realiza el primer evento Miramar, donde participan todos los grupos humorísticos jóvenes.

 

Estas fueron las primeras acciones que hicieron que después en el 90 Armando Hart Dávalos, entonces Ministro de Cultura, nos entregara el cine-teatro Acapulco para que fuera la sede del Centro Nacional de Promoción del Humor.

 

Hart siempre tuvo una gran cercanía con nosotros, y sentía un gran respeto por el humor inteligente, él fue el primer dirigente en este país que habló del artista como ser individual, él define que la cultura la hacen personas con nombres y apellidos y crea las bases del Ministerio de Cultura.

 

¿Podría narrarme el momento en que el doctor Hart le da el mandato de la creación del Centro?

 

No fue un mandato; yo le dije: “Ministro tenemos una gran cantidad de jóvenes que hacen humor, los hemos presentado en las dos ediciones del evento Miramar, pero es necesario tener un lugar que funcione como un Centro de Promoción del Humor”, y él aprobó la idea.

 

El Acapulco era una buena sede, porque tenía Galería de Arte, una salita de video donde poníamos películas humorísticas, dos saloncitos donde se tomaba té y se hacían reuniones de intelectuales y humoristas y bueno, el escenario con buenas condiciones para los espectáculos.

 

¿Cuáles fueron las primeras acciones del CNPH?

 

El Centro se funda con la realización del Primer Encuentro Internacional del Humor, con sede en el Acapulco y en el Carlos Marx, al que asiste el Presidente de Sociocultur de México, Florentino Castro, y viene Andrés Bustamante “el Guiriguiri”, que es hoy el humorista más importante de México. Participan también Leo Maslíah, Rudy Chernicoff, el gran humorista Roberto Fontanarrosa, Luis Pescetti, Cecilia Roseto, y Aníbal Nazoa —hermano de Aquiles Nazoa, el gran poeta de Venezuela—, que luego escribió para el Conjunto Nacional de Espectáculos un monólogo del espectáculo Estamos en el aire.

 

¿Cómo funcionaba el Centro Nacional de Promoción del Humor?

 

Funcionaba con una programación de películas humorísticas de alto nivel, con las exposiciones de artes plásticas, y con los espectáculos humorísticos en las noches.

 

Por otra parte, dedicamos muchos esfuerzos a profesionalizar a los humoristas jóvenes a través del Conjunto Nacional de Espectáculos.

 

Organizamos también un segundo Festival Internacional del Humor, y hacíamos además encuentros teóricos donde se discutía, se intercambiaban ideas, porque yo siempre he tenido el convencimiento de que el humor es un hecho intelectual que debe “llamar a la inteligencia de las personas y no acudir a los monstruos que tiene la gente por dentro”.

 

Estas son palabras de Carlos Ruiz de la Tejera, él siempre decía que tenemos que hacer un humor que acuda a lo mejor de la gente, a fomentar la inteligencia y la sensibilidad y no apelar a chistes de violencia, de burla, de bajo nivel cultural y humano; la espiritualidad tiene que estar presente en el humor que hagamos y eso era lo fundamental que tenía el CNPH cuando lo creamos y por eso la gente que vivió esa etapa lo recuerda con cariño.

 

Héctor Zumbado atendía la parte de literatura, Ajubel las artes plásticas, Carlos Ruiz lo relativo a las artes escénicas y yo dirigía el tinglado.

 

El Centro tenía la responsabilidad de mantener un espectáculo de nivel y de calidad para el gran público que podía asistir al Acapulco, y la función de preservar lo mejor del humor cubano.

 

¿Cómo lograban cumplir la función de preservar lo mejor del humor cubano?

 

Teníamos un consejo de gente de alto nivel artístico, entre ellos Carlos Ruíz de la Tejera, Ajubel, Jorge Guerra, Pelayo; éramos un grupo chiquito, pero con una alta exigencia para tratar de que se presentara lo mejor posible y además dábamos atención a cada grupo. Creo que en el Centro la gente creció mucho en lo espiritual y en lo artístico.

 

¿Cómo abordaba el humor de las décadas del 80 y el 90 la crítica social?

 

Era una crítica social profunda, por ejemplo cuando se hizo El bateus de Amadeus, se criticaba cómo los directivos de la cultura pueden terminar por ahogarla; criticábamos además las evaluaciones famosas aquellas con las que le daban a los artistas A, B o C, lo cual nunca entendí.

 

Habían cuestiones de fondo con las que nos metíamos, pero cuando íbamos a hacer una obra como esta, nos pasábamos horas de conversaciones para crear los guiones, porque una de las cosas más peligrosas del humor es que puedes acabar diciendo cosas que no quieres decir, por eso hace falta discutir, dialogar y llegar a conclusiones.

 

¿Durante qué tiempo usted dirigió el Centro Nacional de Promoción del Humor?

 

Durante dos años; cuando me voy, se queda un triunvirato al frente, formado por Carlos Ruíz de la Tejera, Pelayo y Osvaldo Doimeadiós, que es el que finalmente se queda al frente como director.

 

¿Cuál es en su opinión la gran diferencia entre el Centro Nacional de Promoción del Humor que fundó en el año 90 y el Centro Promotor del Humor que funciona en la actualidad?

 

El hecho de haberse convertido en una Empresa y que dejara de ser una entidad cultural, como fue concebido originalmente. Como Empresa se abrió una puerta a un grupo de personas que no son ni actores, ni humoristas, y que encontraron un camino para hacer dinero y finalmente la situación de hoy es que los humoristas de más alto nivel del país tienen que hacer un trabajo de segunda para poder presentarse, porque no tienen dónde mostrar su trabajo de primera.

 

El Centro se convirtió en una entidad productora de dinero que responde a la pirámide invertida de la economía cubana, en la cual la gente que tiene más dinero es la que tiene menos nivel cultural y por tanto las exigencias en lo artístico son menores y empieza a florecer un humor simplón —en contra del cual no estoy—, pero que podría sobrevivir en cualquier empresa y no en una institución creada para preservar lo mejor de la manifestación.

 

Esta decisión me atrevo a decir que tuvo que ver con las realidades económicas del país y la necesidad de ser rentable dentro del sistema de la cultura, pero el error fue “abrir el banderín” y no mantener la lucha por seguir exigiendo una calidad artística, una conceptualización en el humor y velar por su contenido espiritual.

 

Es muy difícil comparar, porque luego vino el “período especial”, una época en la que se perdieron pautas, valores y rumbos, no solo en el Centro sino en la sociedad; la nuestra era una etapa en la que la gente no se preocupaba por el dinero ni por la economía, estábamos imbuidos en el crecimiento intelectual y lo que la gente buscaba era una compensación espiritual, a partir de que lo básico estaba cubierto por un lado, y porque también había menos ambiciones y diferencias; ahora estamos viviendo una etapa de diferencias sociales, claramente definibles y visibles y la gente marca el éxito por lo económico y no por lo intelectual, ni lo espiritual.

 

Hay un chiste buenísimo que ilustra esta cruda realidad: “En una barra hay un hombre borracho contándole a todos los presentes que él tiene cuatro almendrones que alquila, que en su casa además hacen pizzas y que tiene tremendo ´baro´. Cuando se va, el camarero le aclara a los clientes que este hombre realmente es físico nuclear, pero que cuando se mete tres tragos le dan delirios de grandeza”.

 

Y es así; los jóvenes, que en mi época querían todos ser universitarios, ahora muchos quieren ser camareros, boteros y “bisneros”. Y quiero que sepas que esto sucede a nivel mundial; en otros países los jóvenes toman el camino del narcotráfico para alcanzar mucho dinero y rápido. Eso es lo que yo estoy viendo con los jóvenes mexicanos en las universidades; antes, cuando yo esperaba para empezar mi concierto escuchaban canciones de Silvio y de Serrat, ahora se oyen Narcocorridos.

 

¿Qué necesita en su opinión el humor en Cuba?

 

Estamos necesitados de humoristas espirituales e inteligentes. Creo que lo que más daño le ha hecho al humor en Cuba es dejar a un lado su espiritualidad.

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