Envejecer con humor. Entrevista Osvaldo Macedo de Sousa
Para 2023 decidí abordar un tema muy incómodo, no solo para los políticos, sino también para mí y para ti: el envejecimiento. ¿Por qué? Porque ya estoy entre los considerados ancianos y porque pronto me retiraré de mi profesión. No, este no tiene nada que ver con lo que hago en el área del humor. Me pareció interesante hacer una introspección, antes de adentrarnos en la realidad de este universo, a través del humor. ¿Cómo? Dando voz a los filósofos cotidianos, a los seres maravillosos que nos alegran el día con sonrisas, sarcasmos, risas, lágrimas de revuelta... de los dibujantes más antiguos del planeta.
Sé que es una idea utópica poder encontrar a los dibujantes más antiguos del planeta y entrevistarlos a todos (es decir, artistas mayores de 70 años), pero al menos lo intenté, entre mis contactos generados por estos cuarenta años de actividad como productor y promotor de eventos de humor gráfico. Por supuesto, otra de las utopías es pensar que los mayores quieren hablar de sus dolencias, de la conciencia de la edad y del paso del tiempo, cuando quieren olvidar todo eso, pensando que siguen siendo jóvenes irreverentes sin la pesadilla de todos aquellos problemas inherentes al paso de los años. Finalmente, también puede ser una utopía pedir a los que prefieren hablar a través de la línea del dibujo que me hablen a través de las letras escritas en una entrevista. Sí, mi principal objetivo es, además de los dibujos, que son importantes para estos artistas, poder conversar con estos filósofos de la realidad cotidiana sobre lo que significa ser mayor y superar la edad con humor.
No soy dibujante, profesionalmente soy cantante lírico y paralelamente soy historiador del arte, que en las últimas cuatro décadas ha tratado de escribir la historia y las historias del humor gráfico, además de producir Salones, Festivales, exposiciones que dan a conocer este noble arte del humor gráfico (ya he realizado más de quinientos eventos y publicado más de doscientas publicaciones). Mi seudónimo es Humorgrafe (no es una organización, porque estoy solo bajo ese nombre de «Productor»), y es bajo ese nombre que muchos artistas me conocen.
En este momento puedo decir que no ha sido fácil porque hubo artistas que se negaron a mirarse en el espejo del tiempo y, en su amargura, dijeron enseguida que no querían responder. Otros no quisieron responder a la entrevista, pero enviaron dibujos. Las ancianas anhelan las sonrisas de los demás, pero a veces nos niegan la suya... son efectos del tiempo y de los estados de ánimo de cada uno. Por otro lado, hubo jóvenes que al enterarse del tema enseguida quisieron participar y dar su punto de vista, a pesar de no estar en la franja de edad del proyecto, que de todas formas agradezco el entusiasmo y apoyo para mi proyecto.
La idea es hacer un trabajo más profundo de confrontar las distintas entrevistas, poner las respuestas, de las preguntas que eran iguales para todos, una al lado de la otra y de ahí sacar un panorama más completo, pero mientras tanto lo publicaremos, aquí en Humor Sapiens, entrevistas individuales, una a una con la esperanza de que los artistas mayores se inspiren al verlos y también me envíen sus opiniones (a humorgrafe.oms@gmail.com)
Para empezar, nada como ponerle la voz al artista de la casa, ese maravilloso viejo que no se anda con rodeos y se burla de sí mismo y de los demás – Pepe Pelayo
¿El humorista también envejece?
Con el envejecimiento del ser humano vemos el deterioro físico, el desgaste, la pérdida de energía, etc. y por otro lado vemos, a las vez, la acumulación de experiencias.
Dentro de los seres humanos están los seres creadores (en cualquier disciplina) y en éstos, al envejecer, de alguna manera ven afectados su creatividad (para bien o para mal), su inspiración y/o motivación, su imaginación quizás, etc..
Dentro de los seres creadores, tenemos a los artistas, que al envejecer se les afecta su percepción, su sensibilidad quizás, su expresividad, su forma de comunicar, sus prioridades, etc.
Pero creo que mejor nos concentramos en un tipo de artista: el humorista, el objetivo de estas reflexiones.
Ser humano > creador > artista > humorista.
Resumen: llegamos al envejecimiento del humorista, con la mochila repleta de las afectaciones por envejecer como ser humano, como creador y como artista. Pero en esa mochila no nos detendremos.
Entonces, ¿qué le sucede al humorista con el paso del tiempo?
No creo que haya una regla única.
Existen humoristas que nacieron con el don de crear chistes, de imaginarse situaciones cómicas, etc., pero jamás les interesó “en serio“ su profesión. Por lo que hicieron humor toda la vida como un trabajo para sobrevivir y ojalá darse lujos. Entonces, cuando les llega el momento de jubilar, llenos de júbilo abandonan el humor y se lanzan a “descansar“ (sea lo sea que signifique eso).
Y existen humoristas que aunque amen o no su profesión, están obligados a seguir haciendo humor sin retirarse, por problemas en su bolsillo. Pero ese es otro punto.
Entonces, existen humoristas que aman su trabajo creativo, que están convencidos de la importancia de hacer reír y sonreír a sus prójimos y de hacerlos pensar además de divertirlos. Estos no se jubilarán nunca. Mientras sus cuerpos y sus mentes les funcione, continuarán haciendo humor.
Claro, lo quieran o no, se verán afectados. ¿Cómo?
-A lo mejor comienzan a valorar más la teoría que respalda su profesión de humorista.
-Ahora seleccionan más los contenidos de sus obras humorísticas; es decir, satisfacen más sus gustos e intereses.
-Puede que no abran tanto sus mentes como para asimilar lo nuevo, o por lo menos tenerlo en cuenta, a la hora de reírse de algunos temas.
-Quizás no posean ya el mismo espíritu y fuerza para crear nuevos proyectos o emprender nuevos caminos a explorar, a experimentar.
-Es posible que piensan más ahora en las consecuencias de un chiste, de un mensaje. Es posible que tengan más en cuenta los límites del humor.
-Pueden repetirse sin darse cuenta.
-A lo mejor le llegan a sus cabezas pensamientos que antes no venían como: ¿vale la pena lo que he hecho?, ¿trascenderé?, ¿me merezco un homenaje?, ¿no dejaré huellas ni legado?, ¿he marcado alguna diferencia en el humor?, ¿los colegas me admiran y respetan?, ¿el público echará de menos mi obra cuando ya no esté?, etc.
Bueno, existe la posibilidad que a un humorista le suceda uno de esos puntos anteriores, o varios de ellos, o todos.
Aunque también quizás se vean afectados por otras puntos no descritos aquí. Pero repito, no tengamos en cuenta “la mochila“ con las afectaciones “normales“ de la edad, como la pérdida de habilidad física o disminución de la lucidez, por ejemplo.
Dicho todo lo anterior, ya puedo clasificarme entre los seres humanos dedicados a la creación, al arte y específicamente al humor.
Y formo parte de los humoristas que aman su profesión, de esos que se retiran solo cuando los obligue el deterioro físico o mental.
Pero, ¿qué ocurre en mi caso que valga la pena destacar?
Lo expresaré a través de una reflexión que hice al recibir recién un homenaje por mis 40 años de humorista:
¿Me merecía ese homenaje? Yo siempre digo y repito que estoy convencido de que no soy el mejor (ni mucho menos), actor cómico, escritor, guionista, director escénico, videasta, fotomontajista, estudioso del humor, etc. Yo respeto mucho esas profesiones y sé que para ser un Maestro en ellas, hay que dedicarse todo una vida a practicarla y tener un excepcional talento..
Pero yo sí considero que soy un humorista bueno, “normalmente” bueno. Y que he aprendido el lenguaje de todas esas manifestaciones artísticas, aunque sea mínimamente, para canalizar mi creación humorística.
Entonces, mi mayor éxito, mi mayor orgullo, es ser un creador de humor multifacético de un buen nivel. Partiendo de ahí, sí creo que me lo merezco, porque son pocos los que son “normalmente” buenos humoristas, que pueden crear como escritor, guionista, comediante, gráfico, etc., y aportar en el campo teórico al mismo tiempo.
¿Qué siento entonces al recibir este homenaje? Mi ego celebra, festina, disfruta, pero internamente. Porque “padezco” de la obsesiva limitación de tener que controlarlo para no demostrar ser prepotente, “sobrado”, autosuficiente, soberbio, orgulloso, divo, etc. porque me deprimo enseguida si me pillo cayendo en eso.
Pero el goce interno es tan intenso que vale la pena dejarse llevar “sin que nadie me vea”.
No obstante, uno no vive para que le hagan un reconocimiento, le den un premio o le hagan un homenaje. Sin embargo, en el fondo uno lo quiere, lo anhela, porque es un estímulo, sin dudas. Y a veces que no te lo den duele mucho, porque hasta uno se puede convencer de que no es tan bueno en lo que hace.
Claro, si no llegan, hay que tener una convicción fuerte para continuar creando y no dejarse deprimir. Creo que darse cuenta de eso, también es un premio que te da la vida.
En fin, voy a seguir creando, porque este homenaje no es una meta. Además, espero no morirme por ahora.
¿El envejecimiento también daña la visión filosófica del humor, haciéndolo avinagrado?
Puede ser, pero en mi caso no es así. No sé si influye que le he dedicado parte de mis estudios y parte de mi trabajo “en terreno“ a cómo aplicar el humor en la vida, los beneficios que otorga, etc. Y eso haya incidido en mi forma de crear el humor. Pero mi obra es mayoritariamente de humor blanco, lúdico, sin dejar de hacer pensar, aunque a veces es satírico, irónico, incluso sarcástico, pero siempre positivo, constructivo.
Eso no significa que en lo interno en ocasiones sea muy escéptico o negativo ante la conducta del ser humano actual. Pero evito reflejarlo en mi obra.
Creo que uno debe aceptar la vejez y adaptarse a esa nueva etapa, con sus pro y sus contra. Si logra eso, no tiene que “avinagrarse“ por llegar a esa alta edad.
Yo me imagino que tu pregunta se refiera más a los colegas que han tenido agrias o tristes experiencias en sus vidas y/o sus carreras. Ahí sí, es lógico que su visión humorística sea avinagrada, pero no necesariamente, insisto, veo que sea a causa de la vejez misma.
Con la edad, con el peso de haber vivido, existido, criticado repetidamente… ¿la mirada se vuelve más satírica o irónica?
De nuevo respondo que puede ser. Incluso en muchos pienso que es lógico que sea así. Por ejemplo, un humorista joven ha hecho sátira política, con el afán de mejorar la sociedad, de hacer pensar a su público de ciertos defectos, de hacerlo ver que con su crítica algo cambiará en el futuro. Y lo sigue haciendo. De pronto llega a viejo y se da cuenta que nada o poco ha cambiado. No le queda más remedio entonces de escoger mejor sus dianas, de volverse más incisivo, porque ya no le queda mucho futuro como antes.
Por eso digo que es lógico que muchos humoristas se vuelvan más satíricos, irónicos, críticos ácidos.
Por supuesto, hay grandes diferencias en la sociedad, en los países, en las influencias geopolíticas y esto siempre influye en la visión del artista, por lo que es redundante preguntar si hay diferencias entre su estado de ánimo cuando comenzó y ahora, pero puede explicar ¿cuáles son las diferencias?
Los humoristas que se dedican al humor blanco (hagan pensar o no), al humor universal, no creo que varíen mucho, porque los defectos del ser humano, sean de la sociedad que sean, de los países que sean, siempre son los mismos.
Entonces hablaríamos de los colegas que hacen humor político o social. Pero no de los que hacen humor contra derechas o contra izquierdas, porque es lo mismo también. El común denominador es hacer crítica a la mala autoridad, a la corrupción, y a todas las malas yerbas que produce el poder, sea este del color político-ideológico que sea.
Así, como ya dije anteriormente, el humorista puede cambiar ante la frustración de que nada o poco cambia, a pesar de sus dardos humorísticos.
Puede cambiar también por la sabiduría adquirida. Ya entendió que criticar solo que subió el precio del tomate, o que ahora las listas de espera para operarse son más extensas, o que el transporte público es un desastre, etc., no vale la pena. Entendió que su humor crítico debe ser contra las autoridades que hacen mal su trabajo y provocan el aumento del precio del tomate, mayores tiempos para operarse, o que los buses pasan cada dos horas como mínimo.
Y fíjate lo curioso de esto. Quizás esa crítica a la mala autoridad, desde algo tan específico y local, le puede servir igual al que vive en otra sociedad, otro país. Eso me lleva a pensar en la importancia de lo universal.
Muchos esperan que un comediante sea una persona alegre y divertida. Con la edad, ¿siguen pidiendo lo mismo o aceptan que también pueden hacer vinagre? ¿O un cómico ha sido siempre un avinagrado como dispensador de sonrisas cómplices?
No se me ocurre ninguna explicación para que los profesionales del humor tiendan a deprimirse más que el resto de los seres humanos, o estén más propensos a avinagrarse con el paso del tiempo.
Alguien podría argumentar que al hacer reír tanto se insensibilizan con la risa y la alegría, pero no hay ningún estudio que avale ese teoría. O que su fuente de creatividad es la tragedia que convierte en humor y al estar tanto expuesto al drama, lo arrastra a su vida. Pienso que esas cosas les podría ocurrir a algún humorista por sus características de personalidad, de formación, pero no por su condición de humorista.
En lo que sí estoy de acuerdo es que los humoristas nos hemos ganado la fama de ser “serios” cuando no estamos creando o comunicando humor. Eso sí lo he escuchado mucho.
Pero es fácil de explicar. La gente tiene altas expectativas de reír al toparse con un humorista “en la vida real”. Pero no se dan cuenta de que somos seres humanos como ellos y tenemos nuestras responsabilidades, preocupaciones y deberes y derechos como todos. Y no siempre uno está dispuesto a hacer reír al prójimo. Sería inhumano si así fuera siempre. No somos cascabeles, ni hazmereires a perpetuidad, ni esclavos de la diversión, ni de estar animando, o amenizando la vida todo el santo día.
Pero además, ser humorista no es sinónimo de risa. Yo, por ejemplo, soy más de sonrisa que de risa. Desde mis inicios profesionales me ha gustado hacer humor no vulgar, no simplón, y eso te obliga a cuidar la forma, por lo que me interesa no conseguir la risa fácil del público contagiada por mi propia risa, prefiero que se rían o sonrían con mi creación. Tampoco me gusta reírme en escena como explicitándole al público que estoy diciendo algo gracioso. Eso no significa que me ría adrede cuando haga falta. Y fuera del ámbito artístico, he sido un “florón”, un “centro de mesa”, un “payasito” cuando he querido. Pero nada de lo anterior significa que tajantemente soy “serio” como humorista, ni que como tal debo estar siempre dispuesto a hacer reír. Y menos de viejo.
En resumen, no hace falta ser humorista para deprimirse. Todos los seres humanos somos propensos a caer en ese pozo. Claro, sin dudas, ver un humorista viejo que no fue inteligente para vivir, que no fue sabio para vivir, y por ellos destila vinagre, es más chocante, ¿no es cierto?
¿Qué es más difícil de aceptar a medida que envejeces? ¿Se necesita más esfuerzo para mantener el estado de ánimo todos los días, o ya no es una fortaleza, sino una debilidad? ¿Te sientes envejecido? ¿Qué es para ti la vejez?
Creo que parte de la respuestas a estas preguntas ya las he contestado. Pero veamos.
A mí me ha costado aceptar que el tipo que veo en el espejo sea el mismo de antes. Ojo, no se trata de vanidad. Me refiero a que le veo un parecido a mi abuelo a esta edad, a mi padre a esta edad. Y cuando tenían esta edad yo los miraba y los encontraba ancianos, débiles, acabados, dignos de lástima, “pobrecitos“. Y pienso que ahora soy yo el que les provoca eso a mis hijos y nietos. Es fuerte.
Otra cosa difícil de aceptar es tener que vivir con achaques todos los días. Y no hablo de enfermedades. Me refiero a que hoy amaneces doliéndote el pelo, mañana una uña, etc. Incomodidades que antes no tenías. Y son pequeñas molestias, nada graves, pero dificultan la vida, incluso afecta la creación. Y pueden hacer que pierdas tu estado de ánimo lúdico ese día o parte de ese día. Estado de ánimo que determina la estimulación de tu sentido del humor y la creación humorística.
Sí, se necesita más esfuerzo para mantener ese estado de ánimo lúdico, alegre, optimista y positivo siempre. Entonces para algunos será una fortaleza y para otros una debilidad. Yo me conozco, (o creo conocerme), y tengo desarrollado, engrasado, un mecanismo para vencer las adversidades e instalarme con comodidad a crear humor. Por supuesto, a veces la “desgracia“ es tan fuerte que no puedo con ella y me resigno a esperar que pase.
Para mí la vejez, aunque parezca clisé, es aceptar la vejez. Uno de mis mejores amigos, Pedraza Ginori, compuso una canción muy popular en Cuba que dice: “Joven ha de ser quien lo quiera ser“. La parafraseo entonces: “Viejo ha se ser quien lo quiera ser“. En otras palabras, si aceptas que eres viejo, aceptas entonces que ya estás disminuido, que vas “en picada“, “descendiendo la curva“, que eres un desvalido, que te deben tener lástima, que cada vez sirves para menos cosas, que ya te queda poco tiempo para dejar esta vida, etc., etc.
Por supuesto, tienes que aceptar que pasó el tiempo y que tu cuerpo se quedó atrás comparado con tu mente. Tu cuerpo envejeció, como envejece un auto, una herramienta, un edificio, una mascota. Ya se te ven muchas arrugas, carnes sueltas, demasiados lunares en la piel, pelo blanco, tienes menos fuerzas en tus brazos y piernas, tienes menos energía, tu actividad sexual disminuyó alarmantemente, debes tomar pastillas de por vida por enfermedades crónicas, tu orine huele pésimo, etc., etc. Eso le pasó a tu cuerpo. Pero, ¿revisaste tu mente? Se te ocurren chistes como antes?, ¿sigues mirándole el lado cómico a las cosas?, ¿continúas riéndote de ti?, ¿disfrutas igual tu trabajo?, ¿mantienes tu capacidad de aprender, de curiosear, de observar?, etc. Entonces tu mente no ha envejecido. Solo tu cuerpo. Así que sigue con tu vida creativa y efectiva como antes, sin preocuparte de la vejez como algo catastrófico.
Yo me impuse esa filosofía. No sé si es la mejor, pero hasta ahora me hace bien.
Al mirar al pasado, ¿es importante mantener vivos los momentos más humorísticos, relegando las tragedias al olvido o tienen más fuerza y destruyen los mejores momentos de la vida?
Yo no sé si soy demasiado “frío“, insensible, pero evito las tragedias, ya sean antiguas o actuales. Por ejemplo, fallece un ser querido, me duele, lloro, sufro, pero por poco tiempo. Enseguida hago un esfuerzo para separarme del conflicto y pensar en otra cosa (casi siempre me pongo a crear). No significa que cambie la emoción negativa por una positiva. No me pongo alegre, no celebro, ni mucho menos. Solo que pienso en otra cosa. Y sigo queriendo a la persona fallecida y sigo recordándola. Pero recordándola en momentos alegres de su vida. Sigo la filosofía de vivir el duelo, pero no el sufrimiento. El sufrimiento es dañino, el dolor no.
Y así hago con todas las desgracias que llegan a mi vida. Porque las desgracias llegan de todas maneras, vivas como vivas. La cuestión es que si vives siempre con predominio de emociones negativas (tristeza, enojo, estrés, etc.), vives algo hundido, por debajo de la “línea de flotación“. Entonces llega la desgracia de turno y te hundes mucho más, pudiendo llegar incluso a zonas tan oscuras como para agarrar una depresión crónica, y exagerando, hasta el suicidio mismo.
Sin embargo, si vives habitualmente con predominio de emociones positivas (alegría, optimismo, etc.), cuando llega la desgracia y te hunde, te dejará cerca de la “línea de flotación“ y te será mucho más fácil recuperarte y “levantar cabeza“. Esta imagen refleja bastante el concepto de que la felicidad se logra viviendo positivamente entre desgracia y desgracia.
¿Es más fácil mirar la vejez de los demás que tu propia "decadencia" física?
Sí, sucede a menudo. Supongo que es porque uno inconscientemente no quiere verse viejo y se convence de eso. También que uno se ve poco. Ve más a los demás. Cuántas veces no comentamos en confianza “qué viejo está fulano, está como si le hubieran pasado mil años por encima“, “¿viste cómo se le olvidan las cosas?“, “está muy mal, el pobre“. Y lo que uno no sabe es que ese fulano está diciendo lo mismo de uno, porque te percibe de igual manera que uno lo percibe a él. Es un tema para comedia.
¿Qué le preocupa más, la falta de memoria o los problemas físicos?
Me preocupa más perder lucidez, memoria. Puedo estar en silla de ruedas, o inmóvil en una cama, etc., pero si no puedo pensar, crear, estoy a favor de la eutanasia ahí mismo.
Cuando haces humor como afición, en el retiro sigue siendo un escape. Si eres profesional desde hace décadas, la jubilación, en principio, es finalmente descansar, pero con humor, ¿no echas de menos este ejercicio constante de mirar la vida al revés? ¿Se abandona por completo o se convierte en un pasatiempo de entretenimiento?
Ya respondí de alguna manera eso. Soy un profesional del humor y crearé humor y lo estudiaré hasta el final de mi capacidad intelectual. El humor para mí es mi profesión, mi hobby, es una actitud ante vida. Imposible abandonarlo.
¿Cómo fue la adaptación a las nuevas tecnologías? La velocidad del cambio ha sido vertiginosa, lo que por un lado ha facilitado ciertos trámites técnicos, también ha complicado a los que no les gustaba el cambio. ¿Cómo te pasó a ti? ¿Sigues prefiriendo las técnicas clásicas?
Pasé de escribir guiones y cuentos en una máquina de escribir en Cuba, a escribirlos en Chile cuando emigré, en un teclado de computador. Tuve que aprender a manejar el procesador de texto. Al principio me daba ese miedo a lo desconocido, a “meter la pata“, a si aprieto algo que no es y provoco un desastre. Después aprendí a imprimir, mandar un fax, etc. Llegó la telefonía móvil, pero no me gustó. No porque me desagradara en sí misma, sino por el pésimo manejo que hacían y hacen los seres humanos con ese aparato. Entonces llegaron las laptops y las tablets, me hice adicto. Me encanta navegar y buscar todo en Google. Llegaron las páginas web y las redes sociales. Con el apoyo de mis hijos, sobre todo de Alex, el menor, abrí una página para existir, porque me di cuenta de que el que no exista en el ciberespacio, no existe en la vida. O por lo menos existe poco. A esa altura comencé a crear fotomontajes humorísticos en Photoshop. Tuve que aprender a usarlo. Fundamos humorspaiens.com y soy editor de contenidos, por lo que tuve que estudiar cómo actualizarla. Y también creé el Boletín mensual de esa pagina. Más he tenido que aprender a grabar y editar videos, colocar efectos de audio e imagen y finalmente subirlo a YouTube y demás plataformas. En fin, a diferencia de muchos de misma edad, fui siempre consciente de que tenía que sumergirme en esa ola tecnológica, o la creatividad, se limitaría. Y para qué hablar del “marketing“.
Para mí, si quería seguir creando y que mis obras las conocieran más personas, estaba obligado a entregarme a la tecnología. No me arrepiento.
Básicamente, son muchos años de testigo de cambios en la sociedad, en el comportamiento político y social, además de los técnicos, es decir, no solo eres parte de la historia sino también cronista de esa misma historia. ¿Qué más ha cambiado? ¿Cómo ves esta evolución, principalmente en la actividad del dibujante (comediante)?
No estoy muy seguro de nada. ¿Realmente vi cambios en la sociedad, en el comportamiento político y social? ¿Soy un cronista de mi época creando mayoritariamente humor blanco? Quizás sí, pero no lo tengo claro. Lo que sí puedo darte una opinión muy personal de lo que creo que ha cambiado y que podría generar mucha polémica. Aunque no tengo la intención de debatir nada, por supuesto, solo dejártelo escrito aquí y ver si te sirve para algo en tus reflexiones.
Pienso que el ser humano ha ido involucionando en muchas cosas. Se puede ver en las artes. Se impone el mal gusto y el simplismo en todo. Por ejemplo, en las artes visuales ya se valora más el meme que la caricatura. El grafiti se valora más que la tira cómica. Y me refiero a los malos memes y los malos grafitis, que son los que nos invaden. En la música mira el reguetón y la llamada música urbana en general, por ponerte ejemplos. En el humor lo palpamos en el stand up comedy. Ojo, no estoy en contra del formato, de la modalidad y menos de los grandes exponentes. Estoy hasta el último pelo de la avalancha de supuestos comediantes diciendo groserías, vulgaridades, o haciendo un humor agresivo, o dando discursos políticos en escena. Pero es un deterioro en todo. Mira la política. Ya son escasos los políticos cultos, bien preparados. La mayoría son improvisados, ineptos, sin vocación pública y la mayoría son populistas, que solo les interesa el poder. No digo que antes no fuera así, pero proporcionalmente es abismal la diferencia. Prueba irrefutable es que están llegando a gobernar por todas partes extremistas de izquierdas y de derechas. Investiga dónde quedaron los ideales.
¡Para qué hablar de la educación! La mayoría de los jóvenes que estudian, según las estadísticas, no comprenden lo que leen. Las universidades hace rato que dejaron de ser aquellos centros del saber donde se aprendía de todo. Un médico sabía de filosofía y un ingeniero de historia y letras. Pasaron a ser centros de especialización primero, formando personas exitistas y competitivas, más que seres pensantes y cultos. Dije primero, porque ahora las universidades son centros de formación de ideologías políticas. Ahora es más importante graduarse de militante.
Y así, la decadencia es en todo orden de cosas.
Entonces te digo que el ser humano ha cambiado, para mal, pero lo ha hecho. Me siento testigo. Pero como soy optimista de raza, confío en que estamos viviendo un ciclo y en algún momento todo se revertirá y ganará la cordura, la mesura, el sentido común, el buen gusto, la espiritualidad.
Y termino diciendo que habrán humoristas, de la modalidad que sea, que serán fieles a su época y reflejarán en sus obras las mismas mediocridades. Pero, por suerte, si es buen humorista, impondrá su talento, su ingenio, su visión, que es la razón de ser de esta profesión y seguirá luchando con su humor crítico, pensante, inteligente, contra este mundo en decadencia y aportará, sin dudas, a que llegue el nuevo ciclo.
Las tecnologías cambian, el humor es el mismo, pero la sociedad ha cambiado y ha puesto otras trabas más complicadas a la libertad del humor. ¿Hay tanta o más libertad creativa hoy que antes? La corrección política, más las susceptibilidades idiotas de pequeños grupos, tribus, clubes, partidos… ¿no hizo más presente la censura en las obras publicadas?
Sin duda alguna. Los arribos al poder de tantos populistas, totalitarios, tiranos y tiranozuelos, extremistas de izquierda y de derecha, ha provocado que aumente la censura en este mundo. Por otro lado, al hacerse más crudo el sistema de mercado, ha provocado que aumente la censura en los medios privados. Y por otra parte, creció el nacionalismo, el racismo, la xenofobia, etc. Y todo eso ha provocado más presión para censurar. Y por último, el aumento de las dictaduras de las minorías ha hecho que lo políticamente correcto infestara toda la sociedad. Por lo tanto, cada vez tenemos menos espacios para hacer humor.
En un libro que publiqué con el humorista gráfico Ángel Boligán, titulado “Historias de bufones“ donde yo aportaba relatos de bufones y él caricaturas de esos personajes (que eran historias en sí mismas), aparece un cuento donde un rey le dice a su bufón que le prohibía hacer chistes sobre la iglesia y los curas, porque el cardenal se quejó de que si alguien se ríe de esos chistes, no tomarían en serio a dios, le perderían el miedo, rechazarían la doctrina y demás. Al otro día se enteraron los cortesanos y fueron a exigirle al rey que también prohibieran los chistes contra ellos, porque de lo contrario, el pueblo no los obedecería. Al otro día fueron los soldados, al otro los mercaderes, y siguieron otros sectores, terminando con el mismo reclamo los borrachos, las brujas, los ladrones, etc. Llegó un momento en que el bufón se puso a dar turno para hacerle cosquillas a su público, porque se le prohibió todo tipo de temas para hacer humor.
Pues esa exageración ya está en vías de hacerse realidad. Ya se han prohibido películas, libros, programas de TV y radio, etc., incluso de épocas antiguas, porque ciertas minorías han protestado. Y como las autoridades necesitan votos, más que justicia, complacen.
Otro ejemplo más de lo que decía en el punto anterior de la involución de estos tiempos.
¿Cómo ve la sociedad en la que vives a las personas mayores?
Igual como en unos cuantos países occidentales. En general, somos una carga, un estorbo, para los más jóvenes. Casi siempre las pensiones son bajas por lo que el problema económico es grave para los viejos en países subdesarrollados mayormente.
En el Oriente he visto que es algo distinto. Hay una costumbre ancestral de que hay que ocuparse de los viejos. Los viejos son más sabios y hay que agradecerles que dedicaron sus vidas a criarlos a los hijos. Por lo tanto, los hijos tienen que tratarlos bien y así esperan que a ellos los traten cuando lleguen a esas edades.
No sé quién tiene la razón, aunque parezca evidente. Por ejemplo, si yo tuviera necesidad, feliz me iría a un asilo de ancianos,. Hay muchos prejuicios en Occidente al respecto. Se cree que es un abandono familiar llevar a un viejo al asilo.
Por supuesto, yo prefiero ser independiente y autoabastecerme, pero si no se puede, que la familia, o el Estado me asegure un asilo con un mínimo de calidad de vida. No lo veo denigrante.
En cuanto a la creación y a los humoristas en particular, he sentido que se respeta la trayectoria, la experiencia. Me refiero a los colegas, porque a los que dan trabajo les cuesta valorarnos.
¿Es diferente en el entorno de dibujos animados?
No creo. En mi experiencia no hay diferencias en ninguna modalidad.
¿Qué es para ti el humor y cuál es su importancia en la sociedad?
Para mí el humor es la expresión de lo cómico. No existe humor sin conllevar en sí lo cómico. Eso garantiza que exista risa, sonrisa y hasta “sonrisa interior“.
Pero el humor es muy complejo y va desde donde lo cómico está presente en un 100%, lo que significa que se hace solo reír a carcajadas, hasta donde el % de lo cómico es muy bajo. Por ejemplo, que se produzca solo sonrisa interior, y el resto del humor esté lleno de un mensaje para hacer reflexionar, para elevar el espíritu, etc.
Pero si desaparece lo cómico, repito, deja de haber humor.
La importancia del humor es vital para el ser humano.
Te resumo aquí mis estudios sobre el tema:
¿Te has preguntado por qué, en todas las culturas y países, los fotógrafos dicen “sonrían”, antes de captar el instante en su cámara? Obvio que el ser humano desea trascender con una sonrisa en la boca. Parece que intuimos es importante. Todos actúan diciendo: “Si vamos a guardar un recuerdo, que sea alegre y feliz, ¿no?”.
El humor, la diversión, la alegría son fundamentales e influyentes para el ser humano. Lo han demostrado muchos experimentos científicos en el campo de la neurología.
El humor y la creación artística se ubican en el hemisferio cerebral derecho. En el hemisferio izquierdo, se sitúa el razonamiento lógico y mecánico. Pero recientemente se ha descubierto que en la experiencia del humor interviene la totalidad del cerebro.
El humor carece de propósito biológico, pero sí tiene uno psicológico: el placer y el alivio de tensiones que causa la respuesta física ante algo cómico o humorístico. Eso lo estudió Freud, basándose en las teorías de Herbert Spencer, el filósofo inglés.
El humor tiene otros efectos psicológicos al parecer secundarios, pero importantes: la risa nos ayuda a pensar creativamente. El Dr. William Fry asegura que la creatividad y el humor son semejantes, porque se relacionan con la unión de dos elementos sin evidente conexión, y con la creación de un vínculo.
El humor también mejora nuestro ánimo mediante la sociabilidad con los demás. Compartir risas y chistes sobre un problema común, une, nos da sentido de pertenencia y cohesión social. El compartir humor y risas crea un vínculo entre las personas; es como decir: “los dos vemos, entendemos y disfrutamos esto”. Cuando le sonreímos a un desconocido, se acepta como una muestra de buena voluntad.
El humor nos ayuda a luchar con lo impensable: nuestra calidad de mortales. Según Osho: “Cuando olvidas la risa, siempre olvidas canciones, olvidas la danza. Olvidas la risa y olvidarás el amor. La gente toma todo tan seriamente que están agobiados. Para mí la risa es tan sagrada como la oración.”
El humor es una actitud, una manera de mirar la vida que abarca todo: lo serio y lo cómico.
El humor invita a la moderación, a la madurez emocional y atenúa el pensamiento obsesivo, la rigidez y los extremismos.
¿Es la demencia senil una variante del humor absurdo?
Se puede hacer humor absurdo con ciertas situaciones producidas por la demencia senil. Esa es la única relación que le veo a ambos conceptos.
¿Cree que el humor puede ayudar a las personas a aceptar mejor el envejecimiento y contribuir al optimismo cotidiano del decaimiento físico?
En la actualidad, se gasta más en técnicas y medicamentos como la silicona para los senos y el viagra para los penes, que en la cura del Alzheimer. Eso significa que pronto todos los ancianos del mundo tendrán los senos erguidos y los penes viriles, pero no se acordarán para qué se usan”.
Con este chiste que me contaron hace un tiempo, comienzo mi respuesta sobre el humor, y la aceptación o no de las arrugas y las canas.
Empiezo por casa… A veces estoy actuando para niños, donde el humor es más básico, obvio, y hay que apoyarse en aumentar ciertos tonos de voz, o en exagerar una emoción, o un movimiento. Siento entonces que a mis más 70 años estoy haciendo el ridículo (en el significado popular de la palabra), y aunque me cuide de no sobreactuar mucho, o de no payasear por gusto, me invaden esos miedos.
En otras pocas ocasiones, actuando para adultos, o simplemente impartiendo una charla, un curso, también me ha sucedido lo mismo y siempre me pregunto: “¿no estaré ya muy viejo para estas cosas? ¿Por qué no me dedico sólo a escribir humor?” Y siempre me respondo: “si te dejas llevar por ese pensamiento, entonces sí ya eres un viejo de edad y de mente”. Y como demente soy, me alejo como un loco de la idea y trato de seguir joven de espíritu.
Pero me alejo de mi caso y cito ahora un correo electrónico que me llegó a través de mi páginas pepepelayo.com:
Estimado PP:
Recién te conozco a través de tu página web. Veo que sos un cultor del humorismo y latinoamericano por donde se te mire. Soy casi un sexagenario, con sentido del humor y ando buscando formarme en escritura humorística, en mejorar mi comicidad, etc. Busco canalizar con técnicas lo que ya es una vivencia personal, reconocida por los que me conocen y disfrutarla por los que trabajan conmigo. Deseo formarme, hacer cursos: como hacer chistes, como crear humoradas, como crear guiones humorísticos... tengo tiempo... me estoy preparando para la jubilación.. Un abrazo.
De más está decir que me emocionó este señor con su mensaje. Por supuesto que he hecho lo que está a mi alcance para asesorarlo y estimularlo para que continúe con esa idea, con esos proyectos de vida tan hermosos.
Pero también su correo me hizo pensar y me provocó una reflexión, porque sentí que era importante el hecho de que a los 70 años, esté yo en estos trajines del humor y lo que es más relevante, ¡que este nuevo amigo y nuevo colega esté interesado a estas alturas en aprender técnicas, etc., para crear humor de forma más profesional!
Me gustaría preguntar: ¿a mayor edad mayor desarrollo del sentido del humor? Si la respuesta es positiva, ¿será porque la vejez es tan jodida que hay que llevarla con humor obligatoriamente? ¿Será porque a mayor edad se ha visto más y la vida no es tan grave y trascendental como se veía de joven? Me viene a la mente la frase de Elbert Hubart que dijo: "No se tome nunca la vida demasiado en serio: de cualquier modo no saldrá usted vivo de ella".
Pero si la respuesta es negativa; es decir, si no hay relación directa entre el sentido del humor y la vejez, entonces dependerá todo de cómo se llega a esa edad, si con el sentido del humor desarrollado o no (cosa que uno pudo hacer en la niñez, en la juventud, o en la madurez).
Si nos convertimos en “tata”, o “nono”, o “zeide”, o abuelo, o como en mi caso “Pepe”, como me dicen mis nietos, sin humor y sin risas, es obvio que la vida nos reservará interminables días aburridos, nostálgicos, tristes, sintiéndonos inútiles, desechados, frustrados, etc., y con tremendas ganas de que llegue el final rápido.
Por tanto, la pregunta es: ¿cuál es la diferencia si tenemos el sentido del humor desarrollado y estimulado al arribar a la tercera edad? ¿Nos sentiremos iguales o distintos a no tenerlo?
Ante todo, sirve lo que ya científicamente sabemos sobre la importancia del humor y la risa para la salud, donde está demostrado que el humor es beneficioso para muchas enfermedades físicas y mentales, así que solo por ello, es excelente que los adultos mayores practiquen la risoterapia, o los métodos de crecimiento personal a través del humor.
Desde el punto de vista filosófico, casi todas las opiniones del mundo están de acuerdo en que el placer es nuestro fin en la vida, por lo cual utilizamos distintos medios para obtenerlo, y como el humor es uno de los grandes “productores” de placer (el placer humorístico es casi idéntico al placer estético y al lúdico, fíjense si es necesario sentirlo), entonces es obvio que debemos tener el sentido del humor desarrollado de viejo.
Además, a esta edad, uno de los pensamientos más recurrente es cómo enfrentar a la cercana muerte. Por lo tanto, el humor y la risa son la medicina ideal para ese seguro final, para llegar a él sin miedos, porque somos capaces de burlarnos de nosotros mismos y hasta del asunto supuestamente más grave: la muerte. Y al reírnos de ella ya no nos provoca susto, ¿no?
Está demostrado también que entre las cualidades comunes de las personas más longevas que se han estudiado, está su sentido del humor. En otras palabras, con el humor y la risa incorporados se vive más. Y vale la pena vivir más, si se hace con placer, ¿no es cierto?, porque de lo contrario, sin disfrutar la vida, mejor dejarla rápido.
Pero lo anterior se me hace “curioso” y me motiva a reflexionar un poco más. Veamos: llego a la edad en que se acerca mi muerte y desarrollo entonces mi sentido del humor para enfrentarla, pero a la vez, mi sentido del humor hace que se aleje la muerte, al hacerme más longevo; es decir, me hace más fuerte para cuando llegue y a la vez me aleja de ese momento, ¿qué más puedo pedir, si además en lo que llega la muerte me hace la vida más placentera y sana como ya vimos? No tengo dónde perderme: ¡hay que vivir consumiendo más humor y creando más humor! Incluso me asombra que los gobiernos y nuestras sociedades en general no se den cuenta de esto y no implementen planes para capacitar, para hacer crecer a los adultos mayores estimulándoles y desarrollándoles su sentido del humor, por lo decisivo que eso es en esta etapa de la vida.
¿Alguna recomendación para "los abuelitos" en casa?
Recientemente vi en Netflix un film original de su plataforma que lleva por nombre The last laugh, o para la audiencia en español, La última carcajada, que narra la vida de un comediante y su mánager quienes se reencuentran después de 50 años y deciden retomar su carrera artística e irse de gira dejando el hogar de ancianos donde se conocieron.
La película es bastante entretenida y hasta sentimental en cierto punto - sin ahondar demasiado en las sensibilidades-, pero lo más importante es que ilustra algo de lo que normalmente no se habla demasiado, o más bien se ha dejado de lado: el humor en los adultos mayores.
Pocas veces vemos un comediante de la edad del protagonista de la película. De hecho, si tuviéramos que nombrar a los que conocemos probablemente nos alcanzarían los dedos. Y si no estás empapado del mundo de la comedia, quizá con una sola mano bastaría.
Sin embargo, la edad y el humor no son conceptos opuestos, aunque muchas veces los ancianos tengan cierta reputación de gruñones, pero eso no es justo para todos la generalización, en situaciones donde la personalidad es el factor más importante y decisivo.
Si tienes en casa una persona mayor, el humor podría ser una excelente solución a muchos de los problemas que pueda estar enfrentando. Además, si esa persona quiere seguir siendo activa y produciendo, este listado seguro te vendrá muy bien.
El humor y la risa tiene múltiples beneficios para la calidad de vida de las personas mayores y por qué no, también de los que estamos a su alrededor, a continuación nombraremos algunos:
Cuando una persona se ríe (a carcajadas) libera endorfinas en su cerebro, lo cual tiene efectos sobre el dolor y también influye en la secreción de la serotonina. En otras palabras, la risa tiene efectos colaterales que ocurren no solo cuando nos estamos riendo, sino luego de ello.
La aplicación del humor en la vida cotidiana hace que disminuya el estrés y que la calidad del sueño sea mejor, lo que favorece el organismo tanto física, como emocionalmente.
La risa estimula el sistema digestivo y aumenta la flora intestinal. Es cierto que el estreñimiento no es causa de risa, pero mientras más nos riamos, más lo alejamos.
Al reírse no solamente ejercitas los músculos de la cara, también los abdominales, miembros superiores y mientras más fuerte y larga es la carcajada, más músculos se verán involucrados.
El humor en la gente mayor también los conecta con las personas alrededor de ellos. Es cierto que muchas veces eso va en la personalidad, pero también hay maneras de introducir este elemento de forma voluntaria y donde todas las partes participen.
Algunas pueden ser: Conoce cuál es el tipo de humor que le agrada a la(s) persona(s) de la tercera edad que viven contigo. Podrías descubrir que algunos son de risa incluso más fácil que el adulto promedio. Prueba con distintas películas o comediantes, al presentárselos incluso podrías concederle un nuevo hobby que ni sabía que le gustaba antes de conocer.
En las plataformas de las que gozamos en la actualidad como Netflix o Amazon Prime puedes encontrar una buena recopilación de stand up comedy con diferentes comediantes y tipos de humor. Incluso hay unos muy recientes que seguramente podrían disfrutar o al menos, darles una oportunidad:
"Relatable", de Ellen Degeneres, quien narra cómo puede seguir siendo "relacionable" a sus 60 años.
Como no todo es sentarse frente a la televisión y reírse (leer sería un recurso ideal, pero a muchos ancianos les cuesta leer), otra recomendación es el yoga de la risa. Esta es una actividad que cada vez va ganando más adeptos alrededor del mundo. Se trata de reuniones en las cuales se realizan ejercicios de relajación y sesiones de carcajadas que caen bien para personas de cualquier edad.
Con respecto al yoga de la risa puedes elegir entre dos opciones: talleres, los cuales son aislados y te dan las herramientas para que puedas obtener los beneficios de la risoterapia, o unirte a un grupo de los que se reúnen semanalmente en algún parque o salón para hacer yoga de la risa. Ambos son recomendables y dependerá tanto de ti como de la disponibilidad de lo que se elija.
No te tomes todo tan exageradamente en serio. Una de las mejores maneras de enseñar cosas a otros es a través del ejemplo y si de verdad quieres introducir el humor en la vida de la gente mayor que mejor manera de hacerlo que tomándote las cosas de manera más relajada y sin tanto estrés.
¿Puede el deterioro mental ser contrarrestado por la creatividad humorística? Es decir, si son 12 anécdotas, el resto ya son variaciones en la Biblia, ¿hay una tendencia con la edad a recuperar viejas ideas, tratando de hacer nuevas variaciones, tratando de mejorarlas? ¿Es importante reciclar en el humor?
Para mí, todo es válido; es decir, si te funciona reciclar una ideas que desarrollaste hace tiempo, hazlo; si te funciona crear algo nuevo, hazlo.
Sin dudas, todas las actividades creativas son ejercicios para mantener en forma “la musculatura“ de tu cerebro. Pero en especial, la creación humorística aporta otros plus (que ya he mencionado), que la hace ideal para la vejez.
En la vejez, ¿qué es más divertido para jugar o advertir a los demás? ¿Problemas físicos, mentales, sociales o políticos?
Realmente, todos los temas son iguales en cuanto a tratarlos con fines humorísticos. En mi experiencia, funciona casi siempre mejor, el burlarse de uno mismo, sobre todo si uno mismo es viejo.
¿Es más fácil, o más difícil, que una persona mayor mire el futuro con humor?
Lo importante, primero, es que piense que hay futuro aun. Después, enfocar con humor ese futuro, es ideal.
Pero respondiendo en firme: es difícil que la persona vieja acepte que está vieja, acepte que el futuro existe todavía y acepte verlo con humor. Sobre todo con personas que no tienen desarrollado su sentido del humor como dios manda, o que vienen arrastrando un trauma, una tragedia.
Claro, si logramos convencerlos de la importancia del humor para aplicarlo en lo que le queda de existencia, su vida cambiará de inmediato. Por tal motivo, no podemos rendirnos en esa batalla. Nuestros ancianos se merecen nuestro sacrificio para que los guiemos a mejorar su calidad de vida.
¿Te asusta la muerte o es morirse de risa la mejor manera de cerrar este ciclo? ¿Está preocupado por el futuro de su trabajo después de que se haya ido?
Realmente la muerte no me asusta. Quizás me asusta más que me lleve con mucho dolor físico, pérdida de lucidez y memoria y que sea en un período largo. Me asusta que nadie me ayude con la eutanasia si eso sucede. Y me asusta también ver morir a mis seres más queridos antes de irme yo. Para todo lo demás, estoy preparado. Y el haber aplicado el humor en mi vida me da garantía de que me iré en una mejor condición mental.
Sobre el futuro de mi obra, no tengo idea. Puede que con las distinciones que he recibido, quizás con esos homenajes a mi trayectoria que me han hecho, ayude a que en el futuro la gente la consuma al enterarse de que existí. Y eso para mí es importante, que mi obra siga existiendo. Pero también te digo, que si no es así, no me arrepiento de mi creación. La disfruté mucho y hasta he tenido la dicha de que en el pasado y en el presente hay gente que la consumió y la consume y los ha hecho reír y pensar. Con eso basta.
Además, lo que pase en el futuro no se sabe. Y al estar muerto tampoco lo sabré.
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