Fábula No. 2

a000aa00aa.jpegFábula del gato jugador

Subióse un enorme gato siamés, aunque todos sabían que era hixo único, a una fuente cyrcular, de una plaza en forma de rectángulo, de un poligonal villorio. Su cola pendulábase de manera perpendicular a su cuerpo de él, dejando ejpuesto a la incisiva mirada pública un colorín e pelado ano de concéntricas circunferencias cada vez que la cola llegaba al ejtremo de ambos recorridos. Deste movimiento, casi uniforme, solo podía significar que aquest felino sentíase más félix que el Gato Feliz.

Bebióse unos cuantos centímetros cúbicos de agua e y echóse quan largo era sobre la piedra pulida por tantos traseros del murito sur de la fuente. Comenzóse emtonces a revolcarse y a miumiar una tonadilla de moda.

A pocos pasos de él, un asno, cuyo dueño dexó atado frente a la taberna para él verter algo de vyno de grano fermentado entre pecho e y espalda antes de irse ha pernoctar ha su casucha de él, para amanecer el lunes como dios manda… (pues parecióse que he usado demasiadas palabras para describiros esta escena, e y he perdido el hilo de lo que os estabais contando… ¡Ah!, ya me ha venido ha la mente), os decía que un asno vióse al gato ansí e preguntóle con malsana curiosidad:

-¿Por qué aquest notoria alegría, maese gato syn botas?

-Que conste que non uso botas para non morir con ellas puestas. Pero eso non importa ahora, porque ¡ay, mi buen amigo asno! ¡Lo que me ha sucedido es increíble! Sabéis vuestra merced que io xamás apuesto en las dominicales peleas de gallos del corral de los domínicos, ¿no es ansí?

-Ansí es –rebuznó el asno aguantando la risa, como es menester para evitar ofensa-. Usted se lo apuesta todo ha los naipes en el garyto de los dominicanos.

-Ejacto. Pues desta mañana pasé por el referido corral e a la primera apuesta la suerte se pone de mi lado e logro ganar una fortuna.

-¡Vaya! ¡Enhorabuena! –ejclamó el asno-. Oyga, pero por su contentura de usted, parece que el premio era byen gordo, ¿non?

-¿Que si sí? ¡Imagineselo! Como non tenían cómo pagármelo, ¡me diéronlo una trampa para cazar ratones, evaluada em mil maravedíes!

-¡¿Qué?! ¡Non, aquet non lo creo, maese gato!

-¿Pero por qué dudais de mí, curiósolo cuadrúpedo de carga?

-¡Porque ninguna trampilla de questas vale tanto, señor mío! ¡Imposible mil maravedíes!

-¡La que me diéronlo sí, válgame dios! ¡La prueba es que por él, ahí en la taberna, me diéronlo dos ratoncitos muertos evaluados en quinientos cada uno!

 

Moraleja:

A lo material no hay que darle tanto valor. Sin embargo, a veces otras cosas pueden dar mucho dinero también. A gato sarnoso todo son pulgas. Dinero que no has de tener, déjalo correr.

 

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