
Descubrí al grupo La seña del humor de Matanzas una tarde de domingo de finales de los 80 en un espectáculo en el teatro Karl Marx. Había oído hablar de ellos con muy buenas críticas, pero como dice el viejo refrán, nada hay como ver, para creer.
Quedé atrapado en su novedosa forma de hacer humor, sin negar nuestro costumbrismo y el vernáculo de siempre. Poco tiempo después me hice miembro del grupo literario y teatral Nos y otros y esa acción, además de convertirse en uno de los puntos de giros más importantes de mi vida, me llevó a formar parte del Movimiento de Jóvenes Humoristas y por carambola conocer de cerca a los integrantes del afamado grupo de marras. Pero aquella tarde, en que los vi por primera vez, no podría imaginar que en el futuro me uniría una gran amistad con muchos de ellos.
¿Quién me iba a decir a mí, que sería amigo, o más, como un hermano, de ese «tipo loco» que arrastraba la marímbola de un lado a otro del escenario, en aquel popular y antológico número musical de la Seña? Hablo de Moisés Rodríguez, fundador, junto al siempre director del grupo José Pelayo Pérez. Pepe Pelayo, colega que admiro por su extensa y profunda obra y con quien hablo, vía internet, varias veces a la semana compartiendo diversas reflexiones, artículos, noticias, chismes… todo relacionado con el humor.