(Enviado por un suizo, antes de que se suicidara por no vender sus relojes. Los vendía carísimos, por aquello de que "el tiempo es dinero")
Suizo:
¿Qué le dijo el reloj de pulsera a la muñeca del brazo?
Mis lectores:
¿Qué le dijooooo?
Suizo:
¡Te llegó tu hora, nena!
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