Recordando al gran Daniel Rabinovich

da1.jpegUn día como hoy, pero del 2015, falleció mi entrañable amigo Daniel Rabinovich. Todavía me parece mentira.

Voy a copiar y pegar aquí lo que escribí al año de su muerte.

Un año ya, Daniel Rabinovich. Un año lleva ya el Humor viviendo sin ti. Es para no creer. Por suerte más de una vez te lo dije, cara a cara, con o sin vino de por medio y hasta por correo electrónico; así que decírtelo ahora en público no me parece tanta indiscreción, ¿verdad? Sin embargo, me da cierto pudor de todas maneras. Pero ¡al carajo!, decidí contarlo cada vez que pueda en tu memoria y eso es más importante que mis vergüenzas y vacilaciones. Aquí va...

Daniel, una de las cosas más importante que me ha pasado en mi vida profesional fue haber tenido la posibilidad de coincidir en el tiempo con el grupo más cómico del mundo, según mi opinión. Fue haber visto actuar en vivo a ese grupo. Fue haber sido presentado a los miembros de ese grupo. Pero subí la parada: fue haber actuado para ese grupo y que los integrantes de ese grupo me hayan felicitado (y a todo mi grupo, claro). Y fue, para colmo de los colmos, haber comenzado esa vez una relación de ¡colega a colega! con el más cómico del grupo más cómico del mundo. ¡Una relación contigo, Daniel ¡Como para no creer! ¡Que mi ídolo me dedicara su atención y su tiempo! Recuerdo que siempre te reías y te burlabas cuando te lo confesé (y cada vez que te lo repetía). Pero eso no se quedó ahí, Daniel, lo sabes. Tuve el privilegio, el honor, el orgullo y la suerte de que pasara algo más increíble, al mezclarse mi vida profesional y personal: ¡mi ídolo se convirtió en mi amigo. En un amigo de verdad. Me permitiste pasar de Daniel a Neneco. Y me pusiste en un aprieto, amigo mío, porque tuve que aprender a verte como una persona querible y una persona formando parte de mi vida particular, cuando siempre te había visto como mi personaje favorito en lo profesional, mi modelo a seguir. Pero tú me enseñaste, compadre, con tu sencillez, tu humildad, tu ternura y tu honestidad. 

Dime si no soy un tipo afortunado. Si embargo esa rareza de ser amigo de verdad de mi ídolo profesional, duró poco. ¿30 años de conocernos y como 20 de amistad real? Es muy poco tiempo para tanto que nos faltó conversar, compartir comidas y vinos, hacernos pajas mentales, confesarnos secretos y hasta pensar en proyectos. 

Perdona que a un año de tu partida yo haya hablado más de lo que significabas para mí y del vacío que me dejaste. Sé que la mayoría del mundo que te conoció hoy hablará de tus cualidades artísticas, humorísticas, etcétera. Y seguro que mucho lo harán mejor que yo. Quizás en otro aniversario lo intente. Pero hoy, en el primero, quise darme el gusto de hacer público lo que por suerte te dije en más de una oportunidad: gracias, hermano, por hacerme reír y llorar. Reír por admirarte tanto y llorar por quererte tanto.

 

Nota: Primera foto en mi casa, ¿recuerdas? Segunda foto en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, donde presentaste el libro que publicamos Rudy y yo y tú escribiste el prólogo. Ese día me hiciste reír mucho, a pesar de mis nervios y emoción. Nunca terminaré de darte las gracias, Neneco.

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