Reflexión autobiográfica (no autorizada)
Hoy estaba trabajando como jurado para escoger el ganador del Premio Internacional Humor Sapiens 2025, y de repente mis pensamientos tomaron otro camino. Me pregunté entonces: ¿quién soy yo para decidir quién gana o no gana un premio internacional? Y amplié la pregunta; es decir, la extendí a toda mi vida: ¿quién soy yo?
Pasando revista: conozco bien a Eros, al amor filial, sé bastante sobre la amistad (tengo innumerables amigos y hasta buenos e íntimos). He sentido el placer mundano y divino de viajar mucho, comer rico y variado, leer, aprender y descubrir. He saboreado el inmenso regocijo que produce materializar ideas en varias modalidades artísticas. He sentido el goce y la fortuna de trabajar casi toda mi vida en lo que me gusta (crear, estudiar y promover el humor). ¡Y encima me pagaron y me pagan por eso! Aún más, soy dichoso de que me hayan distinguido en mi país natal, en mi país adoptivo e incluso a nivel internacional.
Por suerte y con toda intención, hice mucho por no ser pobre y no hice nada por ser rico. En mi filosofía de vida, ser pobre o rico es algo muy extremo, porque uno debe dedicar su precioso tiempo a salir de la pobreza o a mantener su riqueza, por lo tanto, queda poco para ti. Me encanta el dinero, pero solo para sentirme tranquilo y seguro, haciendo lo que me agrada hacer y darme mis gustillos, aunque no haya muchos lujos a mi alrededor.
Por otro lado, también he sentido el dolor, la tristeza. He visto fallecer a mis padres, mis hermanas, a grandes amigos, a colegas y otros familiares. He estado a punto de morir en dos ocasiones. He visto en peligro de muerte a un hijo (y eso es peor que todo lo mencionado aquí).
¿Frustraciones y malo ratos? Obvio que sí. No me dejaron estudiar lo que quería (aunque después no importó), he tenido que vivir donde no quería, no he tenido una camisa que ponerme de jovencito para ir a una fiesta, me he separado de buenas parejas, me han negado trabajos que deseaba, he tenido que vivir obligado separado de mis hijos por dos años, etc. Y como a casi todos, me angustia la miseria, la guerra, la violencia, la represión, la ignorancia, etc..
Me las doy de buena persona, con defectos y virtudes, por supuesto. Acepto a los que no coincidan conmigo en lo ideológico (religión o política). Excepto a los que han hecho daño. No guardo odio, pero tampoco perdono fácil.
En fin, he vivido con intensidad mis casi 73 años. Quizás me falte un día de vida o quizás viva otros 20 años. Si existo mucho más, mejor, porque me encanta vivir. Para mí, la vida es un regalo precioso (si uno está lúcido y no es una carga para nadie).
Me arrepiento de muchas cosas, pero de nada importante.
Aclaración: no estoy ni enfermo ni deprimido. Al contrario. En general, estoy contento y satisfecho. Y feliz a ratos, como llega la felicidad en la vida. Si me quejo, soy un desagradecido.
Este ha sido, sin dudas, un recuento de vejez, que se repetirá cada vez con mayor frecuencia, supongo.
En este punto mis pensamientos regresaron por donde se fueron y seguí decidiendo como jurado sin resquemor.
Gracias por soportar mis tonterías.


Añadir nuevo comentario