Singapur: una Isla rodeada de costas y costes.

2018061413210312510.jpgUn país ideal para juntarse a conversar. Un lugar para Un y Trump.

Ya estaba casualmente en Singapur como turista, cuando me entero de que los presidentes escogieron esta Isla para reunirse. Esperando ese día histórico me puse a aprender norcoreano del norte. Por ejemplo, supe que Kim Jung-Un se llama así, porque “Jong” significa “uno” y “Un” significa “dos”, entonces él es “dos + uno”; es decir, el tercero de la dinastía. Su padre era Kim Jong-Il. Entonces tenemos que “jong” significa “uno”, como ya dije, e “Il” significa “uno” también (quizás en números primos o romanos, no sé). Por lo tanto, era “uno + uno”, por ello era el segundo, obvio. Y por último tenemos al abuelo Kim Il-sung, donde “Il” ya vimos que es “uno” y “sung” no es un número; es lo que en inglés se denomina “zoom” y en este casi es zoom in, porque es para agigantar que él era el número “uno”, el primero de la nepocracia norcoreana. Fue difícil el aprendizaje, pero improductivo. Por otro lado, también aprendí que Trump se llama Donald, pero no por el Pato Donald, como muchos creen, sino por el pariente de éste, Tío Rico Mc Pato. Otro dato intrascendente si se quiere, pero no por ello trivial.

Lo único realmente sustancial era la oportunidad de entrevistarlos. Así que me preparé. Empezando: ¿por qué Singapur? Me respondí: No se puede negar que este país tiene edificios con diseños futuristas, que es muy limpio y moderna, tecnologizado, con transporte público supereficiente, que no se ve pobreza; en fin, un lugar físico intachable para el encuentro de dos personas que viven al más alto nivel del mundo mundial.

Claro, yo disfruto más el barrio indio, el barrio árabe y el barrio chino de esta isla-ciudad-país. A propósito, es algo extraño ver un barrio chino cuando más del 90% de los singapurenses son de origen chino. Imagínese toda New York habitada solo por un 90% de gringos y que la actual Chinatown fuera el barrio norteamericano de la ciudad.

Decía que me gustan más esos barrios étnicos, porque los encuentro menos plásticos, fríos. Hay más vida a escala humana. Pero no me hagan caso, soy de origen humilde y a veces tengo estos abruptos sociales. Pero ya se me pasó, así que considérelo un exbrupto.

Se me olvidó mencionar que en Singapur hay un mall bien occidental cada cien metros, algo importante para los dos mandatarios según me han contado. No voy a criticar la densidad de mall en este país, porque yo me considero estar entre Bien y el Mall.

Continúo. La cosa es que pensé que como estos señores tienen sus políticas a la deriva, iban a hospedarse en el barco que está en la terraza, que une tres altos edificios. Sin embargo, no fue así y perdí la oportunidad. Corrí al hotel en que estaban y me imaginé lo difícil que sería atravesar el tumulto protestando, pero no había nadie. Me informaron que aquí prohibieron protestar hace tiempo. Si uno deseaba hacerlo, había una plaza (chica) destinada a ello, salvo que la protesta fuere contra el gobierno. Encontré que era una idea democrática maravillosa para implementar en muchos países como Venezuela, Cuba (por solo mencionar diez). Y entendí entonces otra razón más para que hayan preferido Singapur.

Claro, tenían otra cosa en común: en Singapur toda la prensa le pertenece al gobierno y sabemos que Kim es dueño de la de su país y Trump lo quisiera, según el desprecio a los periodistas que muestra.

Y, por qué no decirlo, me imagino que ambos desean importar la educación singapurense, tan elogiada en todo el universo. Hay que explicar que aquí el sistema público educacional es de excelencia. Eso se traduce en que las escuelas tienen un altísimo nivel de instrucción y exigencia (más encima casi gratis). Pero no se preocupe por los niños. Si no les da la cabeza para ser superinteligentes o superhiperestudiosos, los chicos pueden ir a colegios especiales (escuelas para “niños con otras capacidades”, para decirlo políticamente correcto), lo que les garantiza que no entrarán en las universidades (los que pueden estudian en el extranjero) y tampoco accederán a los mejores puestos de trabajo. En fin, una educación bien competitiva y exitista, como hecha para estos tiempos. Otra idea democrática a proponerle a Venezuela y Cuba (para seguir con los mismos quince ejemplos).

Bueno, debo despedirme. No me disculpo por gastar todo el espacio hablando de Singapur y no de la reunión cumbre, porque no pude hacerla.

Eso sí, me enteré de que al final intercambiaron peines, tintes, champú, etcétera, para mejorar lo más emblemático que los une y que casualmente está en la parte de afuera de sus cabezas.

 

 

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