Un adiós a mi hermana Nidia

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Por caprichos de la vida, pude conocer personalmente a mi hermana Nidia ya de viejo en Miami. Siempre lamenté ese tiempo perdido, porque desde el primer minuto en que nos abrazamos y hablamos, constatamos un cariño y una cercanía, como si nos hubiéramos visto el día anterior, como si hubiéramos hecho una típica vida de hermanos. Es increíble cómo nos hemos querido en este tiempo, quizás para recuperar los años anteriores y quizás porque sabíamos que no nos quedaba tanto ya. Pues hace pocas horas falleció Nidia Pelayo, mi querida hermana.

Por lo creyente que fue, no me sorprendió que escogiera el domingo de resurrección para irse en paz.
Solo dos cosas me consuelan. Una, que sus hijos, nietos y demás familiares cercanos siempre la complacieron en todo y la tenían como la reina que era. Y dos, que me dejó a mi queridísima sobrina Edith, un ser extraordinario, que ella misma formó.
Mi hermana,, donde quiera que estés, mi amor por ti.

 

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