Vestigios # 17

luz_0.jpgFotos, notas, videos, recortes de diarios, imágenes, todo sirve para no olvidar los gratísimos momentos, hechos, anécdotas, personajes, impresiones y experiencias que he vivido haciendo camino en el humor... Definición de "vestigio": "Señal o huella que queda de algo o de alguien que ha pasado o que ha desaparecido".

 

A los pocos meses de llegar a Chile conocí a la actriz, guionista de radio, cine y televisión y directora teatral, Luz Croxato.

Enseguida me cautivó. Es una de las personas más inteligente que conozco. Es servicial, amable, sensible y de gran ética. No dudé en hacerme su amigo.

Coincidimos en varios espacios televisivos, pero donde más y mejor compartimos fue cuando actuamos en la película “En busca del falo de oro”, del fallecido director chileno-ruso Sebastián Alarcón. Aclaro: a pesar del título se trata de una comedia para toda la familia. Y junto al buenísimo comediante ruso Sergei Gazarov, Luz y yo la co-protagonizamos. Grabamos en Chile y en Rusia. Confieso que yo había ya incursionado en el cine, pero en breves escenas, nunca había desarrollado tanto un personaje. Y tuve la suerte de contar con Luz, la cual me ayudó muchísimo con sus consejos.

El mejor recuerdo que tengo con ella es lo bien que la pasamos en Moscú haciendo la película. Era agosto de 1992 y se efectuaban los Juegos Olímpicos en Barcelona. Me viene a la mente haber comprado una caja de cervezas, después de la grabación, e irnos corriendo al hotel de Mosfilm y pasarnos una larga noche disfrutando las Olimpíadas. Sin contar lo que nos reímos con los traductores y sobre todo con Gazarov que era comiquísimo.

También recuerdo haber grabado en el Desierto de Atacama. Una tarde-noche nos sentamos a cenar con el equipo de técnicos rusos en una larga mesa en el jardín del hostal y la sobremesa (¡con tremendísimo frío!), fue beber una línea de vodka de una vez, en rondas cada cinco minutos. Lo único que me acuerdo es amanecer vestido en mi cama del hostal, sin saber cómo llegué ahí. Y tuve la vergüenza de aceptar que Luz aguantó aquello mil veces mejor que yo (no sé si se botaba el vodka en vez de tomárselo, que lo confiese aquí si lee esto).

En la foto estamos los tres, en una escena onírica donde éramos angelitos y nos colgaron así en el estudio, a considerable altura, y teníamos que “volar”. Una escena incómoda, pero divertida.

En fin, que a esta chilena linda por fuera y por dentro la quiero mucho y me honra con su amistad. ¡No te me apagues nunca, mi querida Luz!

 

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