Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

Hola, adultas o adultos (porque esto no es para niños ni niñas). Este es un espacio para ustedes -ya sean jóvenes y jóvanas o muy mayores y mayoras-, pero sólo con una condición que tengan un alma infantil, porque el humor que -lamentable y felizmente-, hago, es blanco, lúdico, infantilón, absurdo, aunque de vez en cuando paso por la ironía y la sátira.

Ojo, el menú de "Pelayaserías" es variado y cada sección es extensa. Por ello los invito a entrar en uno y recorrerlo hasta el final antes de "clickear" en otro, a no ser que no les de gracia, claro (si es así, no me lo digan, por favor). 

En fin, sean ustedes bienvenidos(as) y ojalá disfruten. 

Gracias por su risita.

Fábula No. 11

a2a.jpgFábula de la oveja, el perro y la flema

Leíase un diario un oveja inglesa de fina raza. Estábase sentada en la terraza de su distinguido Club. A sus pies della, su amigo della, un perro de caza, descansábase en aquesta brumosa tarde británica.

De repente, pasóse una gato ordinario corriéndose por delante de ambos ellos. Transcurridos cinco minutos exactos, el perro de caza incorpórase con cierta perézeza, levantose una pata delantera y otra trasera, dejándolo su lomo de él bien horizontal y formando una sola línea con la cabeza y la estirada cola de él.

-¡Jau! –ladrose en tono gravose, en dirección al ya desaparecido animal callejero.

Después de un rato, desdibujole la posición, diose cuatro vueltas en el lugar y echose de nuevo a los pies (o patas) de su amiga de él.

Diez minutos más tarde, la distinguida oveja inglesa bájase el diario, apartose su monóculo del ojo izquierdo della, mira a su amigo della, y con su característica flema della, bala:

-Cálmate, Woolf, estáis muy bravo hoy, querido...

 

 

Moraleja:

Más vale diario en mano que cien gatos corriendo. En la vida, ser impetuoso es una enfermedad. La flema es el mejor jarabe.

 

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El Chiste (No. 6) "Los de tontos"

tontos.jpgLos tontos en los chistes cambian de nombres, pero en el fondo y en la superficie son los mismos personajes. ¿Sabía usted que los tontos...?

-Para muchos latinoamericanos son los gallegos.

-Para los españoles son los leperos (de Lepe, un Municipio de Andalucía).

-Para los colombianos son los pastusos (de Pasto, un Municipio del Departamento de Nariño).

-Para los costarricenses son los nicaragüenses.

-Para los estadounidenses son los polacos, italianos y portugueses.

-Para los cubanos son los pinareños (de Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba).

-Para los canadienses son los newfies (de la provincia de Terranova).

-Para los mexicanos son los yucatecos (de la Península de Yucatán).

-Para los nigerianos son los hausas (pueblo saheliano del norte de Nigeria y sureste de Níger).

-Para los ingleses son los irlandeses.

-Para los franceses son los suizos.

-Para los galeses son los belgas.

Del listado anterior se desprenden dos cosas tan obvias como interesantes:

1-Que los pueblos que piensan que otros pueblos son tontos, están esparcidos por todo el Planeta, sean sociedades muy pobres o muy ricas; sean de raza azul o verde, tengan educación y cultura o sean ignorantes. En otras palabras, no es que exista un pueblo tonto en algún sitio, es la necesidad de los seres humanos de tener unos tontos como modelos para sus burlas.

2-Los pueblos tontos, de los cuales se cuentan ese tipo de chistes, siempre viven en el borde geográfico, o en el económico, o en el lingüístico de la sociedad o cultura de los pueblos inteligentes.  Para los inteligentes, los tontos siempre viven en países con algún tipo de relación competitiva, o viven en zonas bien delimitadas y fácilmente distinguibles de ellos, o viven en pequeñas comunidades acotadas, o en áreas rurales, o en la periferia de su nación, o simplemente son inmigrantes. Es decir, como no hay evidencias de que los tontos sean tontos, los inteligentes inventan o se convencen de que los tontos viven en lugares estúpidos, tienen conductas estúpidas, razonan de manera estúpida, hacen trabajos estúpidos, etcétera, y así los encuentran risibles. Y ríen con esa risa de alivio, porque no son ellos los tontos, o el mundo no se fija en sus tonterías porque para eso están los tontos aquellos. O ríen con esa risa de triunfo, porque “ganaron “ esa competencia en la vida. O ríen con esa risa de superioridad por sentirse muy por encima de “esos seres inferiores”, esos pobres tontos inferiores.

Otro punto curioso: los tontos pueden aprender sobre los inteligentes, pero los inteligentes siguen ignorantes de los tontos discriminados y marginados por ellos.

¿Por qué sucede eso? Porque a los inteligentes no les interesa realmente quiénes son, cómo viven, cómo actúan y piensan esos pueblos que etiquetaron como tontos. A los creadores y contadores de ese tipo de chistessólo ven a esos pueblos tontos como versiones cómicamente estúpidas de ellos mismos. Claro, me refiero a los que tienen consciencia de lo que hacen, porque la mayoría de los que repiten los chistes de tontos ni se cuestionan lo que dicen, ni el trasfondo conceptual, lamentablemente.

Es de común acuerdo entre los estudiosos del humor de todas las épocas que el humor es social. Tiene una fortísima connotación social.

Por tal motivo, dependiendo de su contexto, el humor puede ser correctivo (con el objetivo de ridiculizar a uno o unos dentro de un mismo grupo para que aprendan, tomen consciencia, rectifiquen y mejoren). Pero el humortambién puede ser defensivo (destinado a proteger a uno o unos de un mismo grupo, del ridículo que venga “de afuera”).  O puede ser ambos al mismo tiempo.

Cuando un miembro de un mismo grupo cuenta un chiste sobre su misma etnia, nacionalidad, religión, o su misma cultura, abre la puerta a la comunicación dentro del grupo, invitando a los miembros a examinar sus actitudes, sus conductas, su modo de pensar o razonar. 

Pero si son afuerinos los que hacen el mismo chiste anterior, el efecto es el opuesto. Los extraños tienen poco poder para producir un cambio interno, el efecto entonces es estereotipar al grupo.

Por eso los judíos pueden hacer chistes burlones sobre judíos. Pero si los dice un no judío, puede parecer hasta una ofensa. O los irlandeses de ellos mismos, o los pastusos de los pastusos, y así con todos.

Y lo peor es cuando discriminamos por tontos a otros seres humanos como nosotros.

Entre otras cosas porque sabemos, repito, que esas afirmaciones no son ciertas y sólo sirven para sentirnos aliviados, triunfalistas y superiores con nuestras risas. Es decir, aquí cabe perfectamente el refrán: “dime de qué presumes y te diré de lo que careces”.

Entonces, ¿para qué burlarnos de otros por nuestras proyecciones? ¿Por qué calumniarlos, insultarlos por gusto, ya que ni siquiera tenemos pruebas de que son realmente tontos y ni siquiera los conocemos bien? Es que en cada grupo de seres humanos siempre existen gente muy inteligente, gente “normal” y gente tonta, que nunca se mantienen inteligentes, “normales” o tontos habitualmente a lo largo de la vida. Porque sólo son así de forma circunstancial. Todos somos así. Entonces, ¿por qué reírnos con sarcasmos y escarnios (formas límites del humor) de otras personas que son como uno?

Claro, alguien me puede decir que los chistes de tontos son graciosísimos. Y le respondo, ¡por supuesto! ¡Sigamos creándolos, contándolos! Pero entonces es preferible usar pueblos, grupos, o comunidades fantásticas.

Yo propongo los atlantes (recibo propuestas).

En mi juventud se denominaban atlantes a  los tontos de los chistes y me hacían reír de la misma manera que los actuales con intenciones discriminatorias. ¿Por qué? Porque en el fondo, uno se ríe de sus propias estupideces.

Quizás un día nos despertamos y un país, sector o comunidad vecina nos bautizó –sin comerlo ni beberlo-, como tontos también, debido a sus carencias como ya vimos. Ahí veremos en carne propia lo que ahora le hacemos a otros.

¿Están de acuerdo conmigo? ¿O soy muy tonto al decir todo esto?

 

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Fábula No. 10

a3a.jpegFábula del pato, el cerdo y el campesino

Caminábase el señyor Alepriste, campesino de pura cepa, por la vereda del sol, lo que producíale una ejtrema traspiración. Veníase de alimentar a sus animalexos en sus corrales de él. Empero para comer desta noche toda su familia de él, Alepriste traíase un pato blanco de brillantes plumas baxo su brazo siniestro.

Y quando pasábase por la puerta de la hostería, escuchose em el lugar la voz de un parroquiano: “¡Hey! ¿Que ha dónde vais con dese cerdo?”. Emtonces, el señyor Aleprista virólose e y le contestólole: “Non, buen hombre, ¡questo es un pato!”. Y la misma voz respondiólole : “¡Callaos usted, que estoy hablándole al pato!

 

Moraleja:

Dime con quién andas y te diré ¡animal! El cerdo, aunque se vista de señor, cerdo se queda. No todo lo que brilla es pato. El que nace para cerdo del cielo le caen los chiqueros.

 

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Fábula No. 9

a4a.jpegFábula del inteligente perro de maese Juan

Alardeábase maese Juan em la plaza principal de su villorio de él, della inteligencia de su perro de él. Y em eso estábase, rodeado de villanos e y villancicos, quando el señyor Luis acercósele y le dijo: “Apuéstole a su merced que vuestro perro de usted será incapaz de ir hasta el puesto de frutas de doña Ximena, comprar un par de manzanas e y traerlas”. “¡Por las barbas de los Reyes Magos! ¿Qué decís?, respondió maese Juan asombrado, “¡Eso es coser y cantar para mi genial can, hombre de dios! ¡Entregadle usted el dinero constante e y sonante u e y verá lo que dígole a usted!”, agregolo con el pecho hinchádolo. El señyor Luis, sacóse de un bolsita de tela varias monedas u y dióselas al can, el qual salióse disparadose, perdiéndoseles de la vysta entre la multitud.

Empero resultóse que ha la hora e y tanto de espera. El señyor Luis preguntole ha maese Juan: “¿non cree que ya pasose tiempo suficiente como para que hubiésese regresado su perro de usted?”. “Ansí es”, contestóle la hombre e y añadióle: “Dígamele usted una cosa, syñor Luis, ¿quánto dinero usted diole ha mi perro mío?”. “Unos tres maravedíes”, respondiosele el señyor Luis. “¡Por las capas rotas de los Reyes Magros! ¡Quándo le han dado tanto dinero al degenerado ese, vase al circo ha ver a el mujer barbuda, al gato con dos cabezas y desas cosas y non vase hasta el finale!”, por eso la demora..

 

Moraleja:

El dinero no hace al perro. Unas monedas no compran la felicidad, pero quizás unos millones sí. Casi nunca el dinero justo es bueno. Dinero que suena en bolsillo, se lo lleva la cuenta de la corriente eléctrica.

 

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El Chiste (No. 5) "Cómo contarlos mejor"

chiste_1.jpgAnte todo, si usted tiene intención de convertirse en un contador de chistes, en un chistoso o chistosa (a partir de aquí, para ahorrar tiempo y espacio, sólo usaré el masculino para representar ambos géneros), ya sea aficionado o profesional, el primer consejo que le doy es básico, fundamental: ¡consuma muchos chistes! Es decir, lea lo más que pueda libros de este género, o pase horas y horas en Internet buscándolos y disfrutándolos. Mire o escuche hasta el cansancio a los chistosos profesionales en discos, radio y televisión, y también en videos en Internet, como ya dije.

Después, le aconsejo analizarse bien. Es decir, conocerse mejor: si es muy extrovertido, si es histriónico para hablar, si habla rápido, si tiene algún problema de dicción, o si es tímido, si le da pánico escénico, si la gente se ríeo no con sus ocurrencias en la vida cotidiana, etcétera. A partir de ahí, ver qué mejorar, qué subrayar, que eliminar, qué superar…

En este punto le recomiendo que vea el listado de chistes que recopiló y que le hicieron reír mucho, separe los que podría contar según sus características personales, su personalidad; en otras palabras, lo que ya estudió en el punto anterior. Así irá formando el estilo de los chistes de su repertorio que lo identificarán.

Ahora apréndase bien, pero muy bien, los chistes de memoria y practique contarlos ante el espejo o frente a la persona de su mayor confianza, que no lo pueda engañar al darle su opinión, ni para bien ni para mal.

Estudie cómo contar esos chistes. Dónde enfatizar con la voz o la expresión facial, donde hacer el gesto más conveniente, en cuál momento poner una miradita graciosa, si le va a poner voces distintas a sus personajes o ubicarlos en el espacio para que el público vea claramente quién de ellos habla si usted usa su misma voz, analizar si está sobreactuando o actuando muy plano, etcétera.

Observe todo a su alrededor: en la calle, en su trabajo, en fiestas o donde sea, cómo se expresa la gente; qué gestos hacen cuando dicen tal cosa o tal otra; cómo reaccionan ante tal situación o tal otra; sus tic nerviosos, sus mañas, sus formas de caminar, sus errores de pronunciación, de bostezar, de llorar, de gritar. En fin, fijarse bien en todo lo que hacen, porque de esa cantera podría usted tomar elementos para diseñar los personajes de sus chistes, exagerando o modificando cositas para hacerlos más cómicos.

Obviamente, hacer lo mismo del punto anterior cuando ve teatro, televisión o cine, recogiendo ya el trabajo de los comediantes, de los chistososprofesionales. No tiene que imitarlos, solo analizar por qué hicieron esto o aquello.

Ya ante el público, le aconsejo que jamás comience a contar un chistediciendo: “¡este chiste es buenísimo!”, o algo parecido. Porque está elevando las expectativas del público y lo más probable entonces es que su chiste no lo encuentren tan bueno, como ya esperaban que estaría.

También es fatal comenzar con lo contrario, me refiero a decir: “¡este chistees malo!”, porque aunque usted no lo crea, el público le cree y de inmediato toma una posición de que van a escuchar algo pésimo y así pueden llegar a sentirlo, se convencen de que es malo, sea como sea la calidad del chistesuyo.

Ojo: aprovecho aquí para aclarar algo. Casi en el 100% de los casos (no me gusta ser absolutista), los chistes no son malos. Si el público no se ríe, puede ser que haya ocurrido lo siguiente: el contador del chiste hizo algo mal; el chiste no era el mejor para ese público; la gente no lo entendió por algún motivo, ya sea cultural, de información, de sonido, o algo así; o el ánimo del público en ese momento no estaba para chistes, etcétera, etcétera. Entonces no se le puede echar la culpa al chiste. Máxime, cuando sabemos que ese mismo chiste -antes o después-, funciona con otro público distinto. Así que lo ideal entonces es evitar por todos los medios que el chiste no funcione y eso se consigue haciendo correctamente todo lo que aquí indico, más la experiencia que le dará el oficio, claro.

Recomendaciones importantes:

a) Que el chiste sea breve (eso es esencial).

b) Si hizo reír con el primer chiste, siéntase mejor de los nervios, que va bien. Si no lo logró, enseguida busque otro tipo de chistes para ir tanteando.

c) No se ría al decir el chiste, eso estorba la comprensión de lo que está contando y puede dar la impresión de que está presionando para que se rían.

d) Hable normal, natural, serio y mirándole a los ojos al público, cuando no necesite actuar.

e) Haga una pausa antes del remate final, sólo un segundo, más o menos, porque es malo también si le da mucho tiempo. Eso se va mejorando con las veces que lo cuenta para ir calibrando.

f) No se le ocurra repetir chistes y si escucha que la gente se lo sabe, tenga preparado un giro para enseguida cortar ese y contar otro.

g) Jamás explique un chiste. Es lo peor que le puede pasar, porque reiránmenos si comienza el supuesto análisis y usted quedará como incapaz, como un aficionado patético.

Estudie al público. Averigüe -si puede-, sus gustos, sus ánimos, sus características locales y demás información necesaria. Pregunte antes de subir a escena y obsérvelos antes de actuar. ¿Por qué? Porque tiene que saber que si va a contar chistes a unos pacientes de traumatología en un hospital, no puede aparecerse ahí con chistes sobre cojos, mancos, etcétera, ¿No? Bueno, puse el ejemplo muy obvio. Aquí va otro: no puede contar chistes sobre accidentes, cuando en ese lugar ocurrió uno grave unos días atrás. O no puede contar chistes blancos en un lugar donde casi todo el público está borracho y son las 12 de la noche. En fin, podría poner mil ejemplos.

Como comediante, he sido testigo también de reacciones en el público que me han afectado. Por ejemplo, en una ciudad la gente que asistió al teatro no reía con nuestras gracias. Entonces “bajamos el nivel”, pensando lógicamente que no entendían, ya que no dudábamos de los chistes que ya habían sido probado felizmente en otros públicos. Al terminar la función se nos acercaron varios asistentes y nos felicitaron por lo bueno del espectáculo, aunque pensaban que en un momento “bajamos de nivel”.

Es que sucede un fenómeno en un público reunido y más si se conocen por ser de pueblos pequeños o cosas así. Nadie quiere ser el primero en reír en voz alta, “por las apariencias” y entonces todos disfrutan, pero aguantando la risa sonora que siempre nos llega al escenario. El efecto contrario es si están calladitos y uno de ellos comienza a reír a carcajadas, el resto enseguida va tras él, por lo que acabo de comentar y porque la risa es muy contagiosa.

También he sido testigo, en este caso agradablemente-, de públicos que no solamente ríen, sino que también aplauden el chiste, aún con el problema que produce detener la función descarada o disimuladamente, esperando que terminen de aplaudir para continuar con nuestros textos. 

Amigo o amiga, el carpintero, el político, el científico, el pescador, el campesino, etcétera, tienen algo en común con el chistoso: les puede irle mal en su trabajo. Pueden fracasar. Quizás cuando por primera vez cuente un chiste, no consiga hacer reír, a pesar de seguir estas recomendaciones. Eso les puede pasar a todos los seres humanos. No se deprima, no se acobarde. Estudie bien qué sucedió y no lo repita en la segunda oportunidad. Como dijo Winston Churchill: “El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”.

Fíjese que al practicar como dice este artículo, puede ir desde convertirse en un gran animador de sobremesas o de reuniones y fiestas, hasta un buen cuentachistes en lo artístico. Pero si no desea lograr ese cambio, por lo menos será más simpático en el hogar y habrá un mejoramiento de su sentido del humor que lo beneficiará en la calidad de vida a usted mismo.

Le informo, nunca me he dedicado profesionalmente a contar chistes. No me siento cómodo. Prefiero actuarlos dentro del pellejo de personajes; es decir, me agrada más ser comediante. Eso sí, disfruto mucho como público en los show de los cuentachistes y de los colegas del stand up comedy. Aunque confieso que lo que más me llena es crear los chistes.

En fin, practique todo lo leído hasta aquí y compruebe que puede hacerlo, aunque no le digo que es fácil y así, de paso, valorara a los colegas profesionales.

Gracias y que le vaya estupendo como chistoso.

 

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Fábula No. 8

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Fábula de la tortuga risueña.

Reuneose en la selva todos los animales ha contar chistes con un juego ejtremo. Si alguno non ríase del chiste, ahorcábanle de inmediato. Emtonces la señyor xirafa cuenta uno e todos riéronle el chiste de él, menos el señyora tortuga. Ansí, la señyor xirafa es la primer que púsose el muerto. Acto seguydo, la señyor  zorro cuéntale un chiste ha los presentes e y deste provócale grandes carcaxadas al auditórium, menos a el señyora tortuga que non riósele e y la zorrósela fue sacrificádola.  Empero quando el señyorita hipopótama íbase ha contar el suyo della, el señyora tortuga empezole a reír syn parar. “¿De qué os rieis, señyora tortuga?”, preguntole el león. “Es que ahora entendí el chiste del xirafa”, explicole la quelonio.

 

Moraleja:

El que ríe último, jode a alguien. A mal entendedor, con pocos teatros basta. Si vas a morir, que sea de risa. Cuando el mal es de sufrir, no hay risa que valga.

 

 
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Fábula No. 7

aa2a.jpegFábula del hombre y el león

Cierto dya em una selva, un señyor dióse ha correr al ver ha un león persiguiéndolo ha él. Quando al animal teníalo encima, el señyor arrodíllósele ha dios y rezole pidiéndole queste león se convirtiérasele em cristiano.

E y emtonces sucediose el milagro: la fiera dexó de correr e púsose ha rezar tambyén, rogándole a dios ansí: “Dios mío, bendice deste alimento que me voy a comer en deste momento”.  

Moraleja:

Cuando se tiene verdadera fe, no falta el alimento. Cuando le pidas algo a tu dios, cerciórate de que entendió. Cuando el mal es de comer, no valen leones verdes. Si naciste para alimento, del cielo te cae el aliño.

 

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El Chiste (No. 4) "¿Quién inventa los chistes?"

creador-chiste.jpgMe refiero en esta reflexión a los tradiciones chistes orales, escritos, que cuentan una breve historia o situación.

Comencemos a descubrir ciertas teorías entonces. Por ejemplo, algunas mentes brillantes han intentado desentrañar el enigma de quién inventa los chistes populares, anónimos, como es el caso del escritor ruso de ciencia ficción Isaac Asimov, quien en el cuento “El chistoso” atribuye la autoría de estas bromas a una potencia extraterrestre.

Otra tesis la propuso la revista humorística española “El Jueves” , sugiriendo que los inventaba una sociedad secreta.

El mencionado ya Sigmund Freud, dijo al respecto: “se los inventa la gente”, así de sencillo y sorprendente, ya que uno esperaba una genialidad más complicada de ese señor.

“Hay personas más ocurrentes que otra, pero el chiste, por lo general, es un proceso de elaboración colectiva en el que intervienen muchas manos”, asegura el filólogo español Juan José Prat.

En realidad, muchos de los chistes que conocemos los ha inventado la humanidad en su conjunto: egipcios, griegos, romanos y otros pueblos. Quizás la gracia en bruto inicial, que dio lugar al chiste, probablemente surgió de una persona en concreto en una época determinada, y en su desarrollo posterior intervinieron miles de chistosos anónimos que lo pulieron y enriquecieron.

Partiendo de lo anterior, existen teorías que señalan que los chistes se originan en sitios donde trabaja mucha gente, por ejemplo, en grandes fábricas, en trabajos físicos en el campo, etcétera, y son creados por personas que desempeñan trabajos manuales y repetitivos, que les permiten dedicar los mejores años de su vida a maquinar ocurrencias agudas. (No estoy muy seguro. Creo que también a un ser solitario, medio ocioso en su casa, en una playa, en una cueva o donde sea, se le puede ocurrir esa gracia que circulará después cuando la cuente).

Otra teoría es que se crean en los bares o en las cárceles. Pero siempre donde la gente pasa muchas horas junta y, sobre todo, entre amigos. (Insisto, es una posibilidad, pero no creo que la única.)

Cabe mencionar al profesor de Psicología Positiva, máster en Antropología por la Universidad de Oxford y cofundador de “Humor Positivo”, el español Eduardo Jáuregui, quien afirma que en realidad sólo hay 27 chistes, el resto son variaciones. “Hay chistes que llevan contando desde hace cientos de años y que se adaptan a cada época”, afirma.

Nunca he estudiado esa materia tan profundamente, pero sí conozco esos chistes que se adaptan a épocas y lugares diversos, como él dice. Por ejemplo, cuando llegué a vivir a Chile, me contaban chistes del triste período de la dictadura de Pinochet, como éste: ¿Por qué los policías siempre andan en rondas de tres? Porque uno de ellos sabe leer, el otro escribir, y el tercero vigila a esos dos peligrosos intelectuales... Pues una variante del mismo chistela escuché en Cuba, mucho antes de oírlo en Chile, cuando comenzaron a pulular en La Habana los policías llegados -o traídos- de la zona oriental del país. Pero en ese caso iban de a dos. Uno sabía leer y escribir y el otro cuidaba al intelectual. Y curiosamente, tiempo después, leí que ese mismo chiste se contaba en Rumanía durante el régimen de Ceausescu.

“El chiste popular, oral, es la gracia anónima, la vena humorística que corre secretamente por la entraña social, y la riega y vivifica con su ingenioespontáneo” Ángel Marsá en La Risa del Mundo, Antología del HumorUniversal (Editorial Janés, España, 1947).

Para mí, existen dos clases de chistes inventados.

1) Los que lo crea una persona anónima y con el paso del tiempo otros lo pulen.

2) Los inventados “de autor”, creados para libros, guiones de TV y radio, para caricaturas, para Internet, etcétera. Claro, muchos de los chistes de autor, con el paso del tiempo y en el boca a boca, pierden la autoría y se vuelven anónimos, como los anteriores.

En este punto no puedo evadir un aspecto importante para mí: el plagio de los chistes de autor.

Una anécdota: cuando Virulo, humorista y director del Conjunto Nacional de Espectáculos de Cuba (CNE), nos invitó a compartir con Les Luthiers en la Sala Atril, la medianoche después de una actuación de los maestros argentinos en La Habana, estallamos de alegría. Recuerdo que ellos interpretaron informalmente varios números ante unas cien personalidades invitadas. Al terminar, Virulo se nos acercó y nos pidió que subiéramos al escenario.

Imagínese, después de nuestros ídolos, ¿qué podían hacer ahí unos principiantes provincianos? El nerviosismo nos consumía, porque nos batíamos entre hacer un papelazo y el orgullo de haber compartido escenario con ellos. Entonces se nos ocurrió algo: Aramís Quintero y yo escribimos una nota humorística en un rincón de la Sala a toda velocidad, y se la dimos al actor chileno Jorge Guerra, miembro del CNE para que la leyera. Nosotros estaríamos observando la reacción de los seis “lesluthiersianos” y si se reían, actuábamos, si no se reían, no. Virulo aceptó y Guerra leyó. Se rieron y actuamos.

La anécdota en sí ocurre después de nuestra actuación y de las felicitacionesde Les Luthiers. Nos repartimos a conversar por la Sala entonces con todos sus miembros, por esa necesidad de conocer, aprender. Entonces, me puse a dialogar informalmente con Marcos Mundstock y en un momento le pregunté si le había gustado el chiste “tal” que usamos en la nota leída previamente por Guerra. Y ese gran profesional me respondió que ese chiste lo habían usado ellos en un espectáculo hacía años. Yo quedé paralizado, pensando que ellos podrían creer que nosotros los habíamos plagiado (a pesar de que hacía menos de un año que conocíamos a ese grupo y sólo algunos números y ningún espectáculo completo). Le pedí disculpas de manera torpe y me contestó algo que nunca olvidé: “¡no, no te preocupes, a cualquier boludo se le ocurre el mismo chiste!”

Quedé de nuevo confundido. ¿Me ha dicho boludo? Pero por su sonrisa y desenfado me di cuenta de que era una broma y me explicó su opinión al respecto. Más tarde mi experiencia en el oficio le dio la razón, porque es cierto que a cualquiera se le puede ocurrir la misma idea.

El humorista argentino-español Darío Adanti, publicó un artículo muy interesante y simpático. Aquí lo dejo con un par de fragmentos de ese texto:

“Quiero denunciar aquí que el señor Joaquín Salvador Lavado, alias Quino, me ha estado robando mis mejores chistes durante décadas. Y no hablo de su célebre Mafalda, no, hablo de sus chistes recopilados en cualquiera de sus veinte libros publicados de humor gráfico.

Cada vez que se me ocurre un chiste soberbio, aquel que convertirá toda mi obra anterior en meros errores, busco en sus 20 libros de humor gráfico y descubro que dicho chiste ya fue hecho, y de forma mucho más fina y certera, por el mentado señor Quino. Así que aquí dejo asentada esta denuncia. Quizá mañana la justicia tome en cuenta los postulados de la física cuántica y el hecho de que el tal Quino los haya hecho en tiempos anteriores no le sirva como coartada para librarse de ser condenado por plagiar lo mejor de mi obra jamás realizada”.

Muy ingenioso, ¿no es cierto? Pues si cito esos párrafos aquí, es por lo que comentaba sobre ese punto polémico siempre entre los creadores en general y entre los humoristas en particular.

Muchas veces hemos escuchado o leído un chiste, o lo hemos visto dibujado o actuado y nos hemos preguntado “¿este chiste yo lo conocía o era uno parecido?”. Sin embargo, parece original, ya que está firmado por un creador o supuesto autor.

A veces los creadores de humor no tienen escrúpulos y toman un chistepopular, anónimo, y lo hacen suyo, sin señalar que es una recopilación –algo muy válido y necesario también.

Y están los que se aprenden un chiste que hizo o creó alguien y lo cuenta, escribe o dibuja por ahí, como si fuera de su propia cosecha.

Pero también nos encontramos a los que toman el chiste que les llega por cualquier vía y le hacen una mínima variación, como para justificar el plagio, diciendo que es una coincidencia porque “se parecen, pero no son iguales”.

Y sucede que algunos “chistosos” no se apropian descaradamente de la autoría del chiste de otro, pero tampoco dan el crédito del verdadero autor y dejan pasar el asunto y el que piense que es de él, que lo piense, “¡pero que conste que yo nunca dije que era mío!”.

Claro, hay veces que la mente te traiciona. Uno ve un chiste que le gustó y pasa el tiempo y de repente te viene la idea de ese chiste como si fuera original. O también pasa que uno duda si tu idea es original o ya la vio o escuchó; en fin, todo se le enreda en la cabeza.

Conclusión:

* Hay que crear siempre, y tratar de ser original, sin pensar que alguien inventó el chiste antes. “Ya casi todo está inventado”, dicen algunos.

* Hay que ser respetuoso y dar crédito si el chiste es de otro. Me molesta mucho esos que copian con gran frescura mis chistes en Internet y lo reproducen así, sin más ni más, creyéndose con derecho a usar mi creación como si fuera patrimonio de todos. Y ojo, me encanta que se difunda mi obra, que la copien y reproduzcan, pero por favor, que me den crédito, porque logran el mismo efecto y a mí me estimula más continuar creando.

* No hay que plagiar. Y no sólo porque no es honesto hacerlo, sino también porque más tarde o temprano te pillan y tu obra se verá muy dañada, porque pondrán en duda el resto de tus creaciones.

En fin, me uno al humorista autor de los párrafos que mencioné: cuando me llega un chiste buenísimo, la primera sensación y pensamiento es, “¡por qué no se me ocurrió a mí!”. Pero como no fue así, mi deber es estar agradecido de las genialidades de esos grandes creadores de humor y admirarlos, honrarlos y respetarlos siempre, mientras me esfuerzo por ser cada día mejor en mi creación.

* Y termino dirigiéndome a todos los lectores, sean inventores de chistes o no: si les llega un chiste anónimo o de autor a través de un dibujo, una historia que leyeron o escucharon, etc., disfrútenlo y conviértase en agente transmisor.

Muchos no tienen ni idea de lo importante que son para el ser humano.

(Mi próximo artículo en este especaio tratará sobre cómo crear un chiste, así que si no lo es ya, pronto podrá ser un respetado autor).

 

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Fábula No. 6

acan_0.jpegFábula del perro mascota y el perro callejero

Detúvose una perro vagabundo em un desierta esquina de una pueblo, para rascarse con violencia la panza, 

usando movimientos rápidos con su pata trasera de él, tratando de echar las malditas garrapatas, cuando mírase 

pasar a su amigo de él, un fermoso y cuidadoso perro coolie el qual vivíase en la callese principal.

-¡Teneís usted buenos y a provechables dyas, maese coolie! –salúdolo el vagabúndolo.

-Lo propio, don vago, amigo myo –respondióle la linajuda mascota-. ¿Y? Por sus frecuentes movimientos parece que no os enciende la moto de usted, ¿no es ansí?

-Lo que sucede es que tiénenme loco questas garrapatas –explicóle el perro callejérole, deteniendo su pata trasera de él-. ¡Oyga! ¡Face tiempo que no veíasele por estas calles! 

-¡Es que desde que mys dueños compraron el árbol de Navidad tengo el baño myo en la propia cassa!

 

 

Moraleja:

A que a buen árbol se arrima, orina. No siempre que se reúnen muchos perros es el Festival de Cannes. Todos los perros se conocen de atrás, por ello siempre se huelen ahí.

 

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Fábula No. 5

aaba.jpegFábula del gato y el loro

Penetróse el truhán gato en casa axena e de madrugada, con la único obxetivo de hurtar algo para calmar su profunda hambre de él. Estando a punto de llegar a el cocina y em plena oscuridad, de repente se escucha un mysteriosa voz la qual le dice: 

 -¡¡Jesús te está mirandooo!!

Entonces el gato sinverguenza asústase, siéntose con miedo, muévesele sus bigotes de él y detiénese. Una minuto más tarde, como viese que no ocurrióse nada más, presígnase como buen creyente e continúase su andar sigiloso de él. Pero de nuevo aquest voz reverbera en la fabitación, y repítele a él:

-¡¡Jesús te está mirandooo!!

El gato malandrín, con las pelos erizados de terror al verse a él descubierto em plena delincuencia, reúnese valor, préndele la luz e búscase con su mirada de él en todas direcciones. Ansí, descúbrese que la voz proveníase de un loro que estábase en su jaula de él, en un rincón deste salón. 

 -¡Qué susto dísteme! –sonrióse aliviado el pillo felino, saboreándose de antemano el banquete que daríase con aquest ave-. ¿Cómo os llamaís, pajarraco?

 -Me llaman Moisés –respondióle el loro.

-Pero Moisés es un nombre muy extraño para bautizar a un loro -coméntale el gato malhechor, deslizándose facia él.

 A lo que enseguidase el loro respondióle:

-Más extraño aún es el nombre de “Jesús” que pusiéronle al doberman que está ahí, mirándole a usted…

 

 

Moraleja: 

Confía en tu voz interior, aunque ésta sólo te repita: “carehuevo”, “carehuevo”… Si en la vida, la luz de la sabiduría no te ilumina, usa una linterna o un fósforo… En la vida, la imagen de un doberman hacia ti vale más que mil palabras.

 

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