Pelayaserías - El blog de Pepe Pelayo
Concierto lector
Libros de Pepe Pelayo

Hamor y Umor. Cuentos

pero_0.jpgBreve escena de uno de los cuentos de mi último libro "Hamor y Umor". La persona que se motive a leerlo, lo puede hallar en amazon.com

 

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Asesinos

azratem-el-asesino-de-asesinos-d_nq_np_538015-mlm25204729001_122016-f.jpgParece que soy masoquista, porque continúo leyendo los titulares de las noticias en Google (ya dejé de ver los noticieros de TV, a no ser que busque algo porque piensa sea importante o interesante).
Y debe ser por ello que una y otra vez vuelvo a reflexionar sobre los asesinos, torturadores, violentistas, violadores, pedófilos, narcos, asaltantes, corruptos, etc., que cada día nos enteramos que son más y más (no sé si siempre fue así y ahora por la globalización de las comunicaciones hay más información, o porque esta época es más fértil para que “salgan del closet” tantos y tantos seres humanos inhumanos).

Cuentos serios de bufones #2

descarga_1_36.jpegÉrase una vez un bufón, hace poquísimos años y en un lugar muy cercano, que salió del Palacio a recorrer la Villa.

Se le había ocurrido caminar sin detenerse, regalándoles una sonrisa a cada uno de los aldeanos, campesinos, guardias, mercaderes o quien fuese que se le cruzara por delante. 

Todos, amablemente, se lo agradecían. Sin embargo, unos pasos más allá del encuentro, muchos guardaban la risa en el bolsillo. Otros la dejaban provisionalmente en un sitio, y después se olvidaban de ella. Hasta hubo varios que la estrujaron y la lanzaron lejos.

Cuentos serios de bufones #1

220px-william_merritt_chase_keying_up.jpgÉrase una vez un bufón, hace poquísimos años y en un lugar muy cercano, que salió una mañana bien temprano de Palacio, porque se había hartado de intentar hacer reír al Rey y a su Corte día tras día, sin éxito alguno.

En la calle, algunos pobladores de aquella Villa se dirigían a sus quehaceres cotidianos, bien serios, ensimismados, taciturnos. El bufón entonces los saludaba con una serie de cómicas genuflexiones, pero no obtenía ninguna reacción de la gente. Tocaba en las casas y cuando le abrían les hacía a todos morisquetas, acrobacias y pantomimas graciosísimas y les contaba cuanto chiste se sabía, pero los villanos se mantenían sin mover un músculo de sus caras.

El bufón entonces no pudo más y se rindió. “Esta Villa está gravemente hechizada”, se dijo y decidió marcharse y vivir lo más lejos posible, en un lugar donde no fuera difícil sacar risas, su razón de ser.

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