Por favor, no envidiemos la inteligencia de los que ganan premios Nobel, ni la de los que pueden recitar de memoria la Biblia. Porque la mejor inteligencia es la de la persona que sabe tomar buenas decisiones, disfrutar la vida, tener un sentido del humor desarrollado, respetarse tanto a sí mismo como a los demás y tener la capacidad de ser feliz a pesar de las circunstancias.
Recuerdo esos años en mi ciudad natal de Matanzas, Cuba, cuando cursaba la Enseñanza Media, preuniversitaria, en que se ponían de moda ciertos autores entre varios de mis compañeros y nos sumergíamos en La Biblioteca Provincial a bucear entre aquellos enormes estantes para encontrar el libro de turno e intercambiarlo después por otro. Muchos escritores pasaron por esas “modas”, como Williams Somerset Maughan, Stefan Zweing, Charles Dickens, etcétera. Pero hubo uno en especial que me impactó mucho: Enrique Jardiel Poncela. Tan es así que me “acusan” con frecuencia de que mi forma de escribir recuerda bastante a la de ese humorista literario español. Por supuesto, tomo siempre esos comentarios como elogios.
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