Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
Retruécano No. 7

Carta a Santa No. 9
Señor Santa Claus, Papá Noel, Viejto Pascuero o como te llames:
Este año quiero los mejores juegos electrónicos que se hayan inventado, entradas gratis en primera fila para ver al Barsa contra el Real Madrid,
y al Maimi Heat contra los Knicks de New York. Además, quiero la bici más cara, más patines, skate y una tabla de surf profesional.
Te pido también un millón de dólares para algunos planes que tengo de ir con todo mi curso a Disney y cientos de monedas más para comprar 20 kilos de papas fritas, helados, etcétera.
Quizás te parezca algo exagerado mi pedido, pero no me importa. ¡Me lo tienes que traer todo! Incluso alégrate que no pida más, porque no soy avaricioso.
Y si por alguna casualidad no te viene a la mente por qué pido esto, aquí te refresco la memoria.
¿Te acuerdas el año pasado que entraste a la casa por la chimenea? ¿Y no recuerdas que mi mamá por el ruido que hiciste salió a ver qué pasaba
y al verte ahí todo sucio de hollín quiso sacarte el traje para lavártelo y tú te acercaste a ella y le diste un beso en la boca,
acostándola en la alfombra después para jugar de manos? ¿No recuerdas nada todavía?
¡Qué lástima, porque te informo que esa noche me desperté también y los pillé juntos!
Así que ya sabes, o me traes todo lo que te pido, ¡o se lo cuento todo a mi papá!
Juanito Duarte
3ro. Básico C.
Escuela No. 75. República de Costa Rica.
Carta a Santa No. 8
Mi estimadísimo Santa Claus:
No sabes lo que representa para mí tu figura y lo importante para mí que es la llegada de este día donde te escribo
y te dejo en el calcetín mi carta. Es demasiado hermoso. Incluso te confieso que apenas dormiré sabiendo que te puedes aparecer en cualquier momento.
Me comen los nervios de la emoción.
Ya sé que no me he portado tan bien este año. Aunque para mis 16 años tampoco me calificaría como un niño malo, ni mucho menos.
Quizás tú magnifiques mis leves faltas, porque eres muy severo, rígido, porque así son las reglas, yo entiendo.
Por eso y pensando bien todo lo anterior, este año he decidido pedirte algo ligero; es decir, algo irrelevante,
para que de esa manera te sintieras mejor contigo mismo al evaluar mi comportamiento,
que según tus parámetros quizás fue de regular para malo, aún sabiendo que para mí no es así. ¿Qué te parece?
Te pido algo pequeño y tu conciencia lo aprueba, porque es proporcional, ¿no?
Claro, está la posibilidad de que me niegues el pedido. Sería algo bastante increíble, pero ya sabemos cómo eres con tus cosas.
Te das cuenta que si me haces eso me dolerá mucho, me produciría un trauma y hasta no dudo que caiga en depresión.
Para qué estamos con cosas, me haces eso y creo que hasta dejaré de pensar que existes, así de fuerte será mi impresión, en serio.
Es más, ¿sabes algo?, mejor no te pido nada. No sé si tienes la capacidad de saber lo que te iba a pedir, sin embargo, en estos momentos ya me da igual.
¡Me importa tres pepinos que me traigas algo o no! Fíjate, yo nunca pensé que un día me oiría decir esto, pero creo que es lo que te mereces:
¡Métete lo que te iba a pedir por donde te quepa! ¡Gordo apestoso! ¡Quién carajo te va a creer que vienes en trineo por el aire!
¡Puf! ¡Y que puedes hacerte chico y pasar por debajo de la puerta! ¡Hay que ser un tarado seso hueco para tragarse esa mentira descarada!
¡Es más, si algún día te veo aparecer por mi casa, huye, porque te voy a sacar a patadas por la chimenea para arriba! ¡Bola roja de manteca con obesidad mórbida!
¡Qué ganas tengo de que en vez de que seas tú, sean mis padres a los que les tenga que escribir esta carta todos los años!
Pedro Pan.
Carta a Santa No. 7