Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
En rigor humortis: "¿Humor o Sátira?"
“El humor es un látigo con cascabeles en la punta”. Me han bombardeado con esa cita del escritor y pensador cubano José Martí, desde que me dedico al humor.
El texto continúa: “…al tiempo que divierte y regocija, arremete contra la chapucería y lo mal hecho, resulta un termómetro para tantear la temperatura de la sociedad”.
Estoy de acuerdo, pero muchos loros repetidores de dicha frase dan por sentado que es la definición de humor. Falso.
Martí se refería a la sátira, que es una modalidad dentro del universo del humor. Por lo tanto, amigos, es obvio que existen varias formas de humor.
Por ejemplo, cuéntenle este chiste a unos niños:
-¿Qué le dijo un pato a otro pato?
-¡Estamos empatados!
Por experiencia, nunca he visto a un niño que no se ría. Claro, unos más y otros menos. Pero el chiste funciona casi 100% siempre. Y eso es humor. ¿Dónde está el “látigo”? También puedo copiar aquí mil chistes blancos para adultos. Mil juegos de palabras inocentes o no tanto. Y es humor, amigos.
Para mí, la definición de sátira es (ver humorsapiens.com): “Burla que implica un juicio crítico más o menos elaborado. Es por tanto una burla de contenido especialmente rico en ideas o conceptos, cualquiera que sea la forma y el lenguaje en que se exprese”.
Por lo tanto, insisto, a eso se refería el Apóstol Cubano con su frase.
"La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta ese humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos".
Nos dice el Premio Nobel de Literatura, el teatrista italiano Darío Fo. Y estamos de acuerdo.
La sátira es fundamental para el ser humano, para el ser social. Ese tipo de humor nos hace pensar, nos abre los ojos ante lo mal hecho.
Pero eso no significa que el humor llamado “blanco” no nos haga pensar también. Incluso se dice que el “blanco” es el humor más difícil de hacer. Según mi criterio, no existe un humor mejor que otro. Ni ese blanco, ni el negro, ni el absurdo, ni la sátira,
ni la ironía, etc. Mientras estén dentro del concepto “paraguas” del humor, todos son importantes, necesarios, beneficiosos.
Pero muchos humoristas no se dan cuenta de esto y le asignan la definición de sátira al humor, generalizando. Y me duele, porque confunden al público.
Y me refiero anteriormente a los humoristas profesionales, serios y bien intencionados, porque los mediocres ni siquiera defienden la sátira, solo enarbolan las banderas de la burla agresiva, ácida, humillante, ofensiva y salpicada de vulgaridades. Y esa burla ya no es humor, aunque saquen aplausos y risas. Pero está de moda, lamentablemente.
"Los más imperfectos son los más burlones, pues deseando ver a todos los demás tan desgraciados como ellos, se divierten mucho con los males que les ocurren y los juzgan merecedores de ellos". Esa cita es del filósofo francés René Descartes, que sentía lo mismo que yo. Y añado otro de sus pensamientos:
"La irrisión y la mofa es una especie de alegría mezclada con odio que procede de nuestra percepción de algún pequeño mal en alguna persona a la que consideramos merecedora de aquellas".
Y recuerdo ahora esta otra cita:
"A menudo la burla es pobreza de espíritu".
Eso lo dijo, el escritor francés Jean de La Bruyère.
Y agrego para redondear, esta máxima de Cicerón, el gran filósofo, orador y escritor romano:
"Hay dos maneras de hacer humor: una incivil, petulante, malévola, obscena; otra elegante, cortés, ingeniosa y jovial".
Conclusión, me encantaría, amigos, que cuando lean o escuchen “el humor es…”, no lo acepten tan fácil. Porque es muy probable que tengamos que decirnos: “Bueno, ese es el significado de humor, pero de ese tipo de humor”.
Cuestiónenlo todo, incluyendo lo que han leído hasta aquí.
"El que no salte es..."


Mi libro "Breve historia del humor"
Gente mía, acabo de alcanzar una de mis metas en la vida (¡antes de que fuera tarde!). Llevaba unos cuantos años investigando, recopilando y elaborando este libro y ya salió publicado.
Se trata de mi "Breve historia del humor". Los diseños e ilustraciones son, obviamente,de mi hijo Alex. Y la alegría es mayor, porque tuve el honor de que aceptara escribir el prólogo el prestigioso especialista de humor, historiador, productor y autor de innumerables libros, el portugués Osvaldo Macedo de Sousa, hombre que respeto, admiro y aprecio muchísimo.
Estas son las palabras de él que aparecen en la contraportada de mi libro:
"Pepe Pelayo es un ser enciclopédico, con un trasfondo cultural y humorístico extraordinario, como se muestra en este libro, que bien podría ser bautizado como Breve Enciclopedia de la Historia del Humor, porque aquí hay un poquito de todo el conocimiento que existe sobre este género cómico-filosófico. Él es una mente que transforma el pensamiento multiforme de la humanidad. A lo largo de los años, ha logrado recopilar, y estudiar claramente cada concepto, cada significado, enfrentándonos con nuestra ignorancia, con nuestros pensamientos lógicos e ilógicos de realidad experiencial. Es un humorista, pero sobre todo un escritor/guionista que, en lugar de fabular, mitificar, deconstruye la realidad absurda en sonrisas. Viajar por las páginas de este libro de reseñas, de apuntes, es experimentar, en la brevedad de las palabras, toda esta riqueza de definiciones y conceptos, toda la historia del humor".
¿Qué puedo decir si no agradecerle a él, a Alex y a la vida?
El libro aparece a la venta aquí:
https://www.amazon.com/dp/B08LNG9T3K?ref_=pe_3052080_397514860
En rigor humortis: "Sobre el humor actual"
1- El humorista puede hacer un humor básico, sin mucha elaboración artística, solo para producir una elemental carcajada.
2- El humorista puede hacer un humor llamado “blanco”, “inteligente”, que es el más difícil de hacer, que busca la sonrisa y la risa, pero no solo eso, sino también abrir mentes y elevar el espíritu.
3- El humorista puede hacer un humor crítico, satírico, contra lo mal hecho, contra las malas autoridades (da igual sin son derecha o de izquierda), para hacer pensar a los consumidores y que se den cuenta de lo criticado.
Esas tres formas de hacer humor son necesarias. Y ninguna está por encima de la otra. Por lo tanto, no se puede definir el humor a partir de una de ellas, porque deja fuera a las otras y eso es un error grave.
Y otra cosa es…
A- El humorista del punto “1”, pero haciendo el humor burdamente, con mal gusto.
B- El humorista del punto “2”, pero haciendo el humor burdamente, con mal gusto, de manera vulgar y/ con poca elaboración artística.
C- El humorista del punto “3”, pero haciendo el humor donde todo es burla agresiva, ácida, ofensiva, humillante, que se base en el odio, que dirija su resentimiento hacia una persona y no hacia un defecto general, de una dañina conducta humana o situación social, etc., y que sea vulgar, claro.
Pues actualmente los malos humoristas tratan de confundir, promoviendo definiciones de humor que sólo les conviene a ellos. Casi siempre son los humoristas “C”. Y son los más peligrosos porque han ganado poder en estos tiempos, a base oportunismo mediático, acciones amenazantes y manipulando al público con definiciones y conceptos increíbles, por pertenecer a ciertas minorías dictatoriales.
¿Mi miedo? Están logrando desplazar, censurar, amordazar y hasta castigar el humor que no hacen.
En fin –para mí, repito-, están venciendo las fuerzas oscuras del totalitarismo, el odio, el populismo y han legado ya al campo de la creación ¿humorística?
¿Cómo se resuelve el problema? No lo sé. Pero yo, ni por edad, ni por principios de vida y sentido común, soy ni seré líder. Solamente me limito a que los amigos en mis redes sociales me lean y estén al tanto del triste y grave asunto que en estos tiempos decadentes estamos viviendo.
Expongo en seminario sobre la comedia. Bogotá

Otro cuento serio de bufones
Ahora que está de moda censurar el humor para satisfacer la dictadura de algunas minorías fanáticas, sale en mi sección quincenal de la publicación española mundiario.com, un cuento de bufón sobre el tema. Copio aquí el cuento...
Érase una vez, hace más o menos equis años y en un lugar en Google Maps, el bufón Jiribillo feliz y realizado de tanto hacer reír al Rey y sus Corte en los palacios, como a los habitantes de las aldeas del Reino, con su forma inteligente de hacer humor.
Pero su vida cambió cuando cierto día el Rey lo llamó a solas.
—Jiribillo, acabo de recibir a una delegación de sacerdotes, donde me piden que no hagas más chistes sobre ellos, ni sobre la iglesia. Me argumentaron que si el vulgo se ríe de la religión, después no temerán a dios, no obedecerán y se irán al infierno. Los entendí y ya ordené un bando donde prohíbo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
Al bufón le dolió, porque nunca hacia humor para ofender a la iglesia, aunque sí le gustaba criticar los mal hecho por la Inquisición, la corrupción de algunos obispos, etc.. Pero tuvo que acatar, por supuesto.
Al otro día el Rey lo volvió llamar en privado.
—Jiribillo, hoy tuve una audiencia con los Caballeros de la Corte, porque al enterarse del bando que ordené, también exigen que no hagas chistes sobre ellos, porque si el vulgo se ríe de sus autoridades, no los respetarán y no podrán gobernar bien. Los entendí y ordené un bando donde prohíbo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mi súbditos.
El bufón se molestó, porque también dejaría de hacer su sátira a lo mal hecho por muchos de esos Caballeros, sus abusos de poder y otras cosas. Pero no dijo nada, por supuesto. Sólo acatar.
Al mediodía siguiente de nuevo el Rey lo llamó en solitario.
—Jiribillo, acabo de salir de una reunión con los altos mandos militares. Me pidieron que dejes de hacer también chistes sobre ellos, porque si el vulgo se ríe de la casta militar, nunca podrán imponer el orden, ni obedecerán cuando los enrolen en sus filas, etc.. Yo los entendí, ya que eso puede pasar. Entonces ordené un bando donde prohíbo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
El bufón no sólo se enojó, sino también se entristeció. Cada vez se le achicaba más el campo para hacer su humor satírico. Pero no le quedó más remedio que acatar.
Esa tarde el Rey lo llamó a sus aposentos con urgencia.
—Jiribillo, los señores del gremio de los mercaderes vinieron a rogarme que dejaras de hacer chistes sobre ellos. Arguyeron que si el vulgo se ríe de ellos, no respetarán el comercio, el valor del dinero, el pago del diezmo, entre otras cosas. Les encontré razón, así que ordené un bando donde prohíbo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
El bufón ni siquiera habló. Salió disparado a caminar para desahogar su ira, pero al final tuvo que acatar, como siempre.
Cuarenta y ocho horas después, el Rey una vez más lo llamó a solas.
—Jiribillo, he tenido unas cuantas audiencias. Los médicos con sus enfermos, las damas de la Corte, las mujeres del pueblo, las prostitutas, los jueces, los campesinos, los niños y las nodrizas, los criadores de animales, los artistas, los brujos y brujas, los magos, ¡hasta los borrachos y los amantes infieles! ¡Todos! Me pidieron que no hagas más chistes sobre ellos. Y argumentaron muy bien, te confieso. Así que he ordenado un bando donde prohíbo todo tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
El bufón quedó paralizado, boquiabierto. Incluso se sintió enfermo. Ya no podía hacer sátira, tampoco ni siquiera humor blanco. Pero no había nada que hacer.
En poco tiempo, en todo el Reino se formaban largas filas de cortesanos en los palacios y de pobladores en las plazas de las aldeas, para que Jiribillo, el bufón, les hiciera cosquillas. Una nueva necesidad que surgió debido a lo aplastante de la vida en esos lugares
Y desde esa época, los nacidos y criados en ese Reino se les distingue por su pequeño cerebro y su alma simplona.