Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
En rigor humortis: "Sobre el humor actual"
1- El humorista puede hacer un humor básico, sin mucha elaboración artística, solo para producir una elemental carcajada.
2- El humorista puede hacer un humor llamado “blanco”, “inteligente”, que es el más difícil de hacer, que busca la sonrisa y la risa, pero no solo eso, sino también abrir mentes y elevar el espíritu.
3- El humorista puede hacer un humor crítico, satírico, contra lo mal hecho, contra las malas autoridades (da igual sin son derecha o de izquierda), para hacer pensar a los consumidores y que se den cuenta de lo criticado.
Esas tres formas de hacer humor son necesarias. Y ninguna está por encima de la otra. Por lo tanto, no se puede definir el humor a partir de una de ellas, porque deja fuera a las otras y eso es un error grave.
Y otra cosa es…
A- El humorista del punto “1”, pero haciendo el humor burdamente, con mal gusto.
B- El humorista del punto “2”, pero haciendo el humor burdamente, con mal gusto, de manera vulgar y/ con poca elaboración artística.
C- El humorista del punto “3”, pero haciendo el humor donde todo es burla agresiva, ácida, ofensiva, humillante, que se base en el odio, que dirija su resentimiento hacia una persona y no hacia un defecto general, de una dañina conducta humana o situación social, etc., y que sea vulgar, claro.
Pues actualmente los malos humoristas tratan de confundir, promoviendo definiciones de humor que sólo les conviene a ellos. Casi siempre son los humoristas “C”. Y son los más peligrosos porque han ganado poder en estos tiempos, a base oportunismo mediático, acciones amenazantes y manipulando al público con definiciones y conceptos increíbles, por pertenecer a ciertas minorías dictatoriales.
¿Mi miedo? Están logrando desplazar, censurar, amordazar y hasta castigar el humor que no hacen.
En fin –para mí, repito-, están venciendo las fuerzas oscuras del totalitarismo, el odio, el populismo y han legado ya al campo de la creación ¿humorística?
¿Cómo se resuelve el problema? No lo sé. Pero yo, ni por edad, ni por principios de vida y sentido común, soy ni seré líder. Solamente me limito a que los amigos en mis redes sociales me lean y estén al tanto del triste y grave asunto que en estos tiempos decadentes estamos viviendo.
Expongo en seminario sobre la comedia. Bogotá

Otro cuento serio de bufones
Ahora que está de moda censurar el humor para satisfacer la dictadura de algunas minorías fanáticas, sale en mi sección quincenal de la publicación española mundiario.com, un cuento de bufón sobre el tema. Copio aquí el cuento...
Érase una vez, hace más o menos equis años y en un lugar en Google Maps, el bufón Jiribillo feliz y realizado de tanto hacer reír al Rey y sus Corte en los palacios, como a los habitantes de las aldeas del Reino, con su forma inteligente de hacer humor.
Pero su vida cambió cuando cierto día el Rey lo llamó a solas.
—Jiribillo, acabo de recibir a una delegación de sacerdotes, donde me piden que no hagas más chistes sobre ellos, ni sobre la iglesia. Me argumentaron que si el vulgo se ríe de la religión, después no temerán a dios, no obedecerán y se irán al infierno. Los entendí y ya ordené un bando donde prohíbo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
Al bufón le dolió, porque nunca hacia humor para ofender a la iglesia, aunque sí le gustaba criticar los mal hecho por la Inquisición, la corrupción de algunos obispos, etc.. Pero tuvo que acatar, por supuesto.
Al otro día el Rey lo volvió llamar en privado.
—Jiribillo, hoy tuve una audiencia con los Caballeros de la Corte, porque al enterarse del bando que ordené, también exigen que no hagas chistes sobre ellos, porque si el vulgo se ríe de sus autoridades, no los respetarán y no podrán gobernar bien. Los entendí y ordené un bando donde prohíbo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mi súbditos.
El bufón se molestó, porque también dejaría de hacer su sátira a lo mal hecho por muchos de esos Caballeros, sus abusos de poder y otras cosas. Pero no dijo nada, por supuesto. Sólo acatar.
Al mediodía siguiente de nuevo el Rey lo llamó en solitario.
—Jiribillo, acabo de salir de una reunión con los altos mandos militares. Me pidieron que dejes de hacer también chistes sobre ellos, porque si el vulgo se ríe de la casta militar, nunca podrán imponer el orden, ni obedecerán cuando los enrolen en sus filas, etc.. Yo los entendí, ya que eso puede pasar. Entonces ordené un bando donde prohíbo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
El bufón no sólo se enojó, sino también se entristeció. Cada vez se le achicaba más el campo para hacer su humor satírico. Pero no le quedó más remedio que acatar.
Esa tarde el Rey lo llamó a sus aposentos con urgencia.
—Jiribillo, los señores del gremio de los mercaderes vinieron a rogarme que dejaras de hacer chistes sobre ellos. Arguyeron que si el vulgo se ríe de ellos, no respetarán el comercio, el valor del dinero, el pago del diezmo, entre otras cosas. Les encontré razón, así que ordené un bando donde prohíbo ese tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
El bufón ni siquiera habló. Salió disparado a caminar para desahogar su ira, pero al final tuvo que acatar, como siempre.
Cuarenta y ocho horas después, el Rey una vez más lo llamó a solas.
—Jiribillo, he tenido unas cuantas audiencias. Los médicos con sus enfermos, las damas de la Corte, las mujeres del pueblo, las prostitutas, los jueces, los campesinos, los niños y las nodrizas, los criadores de animales, los artistas, los brujos y brujas, los magos, ¡hasta los borrachos y los amantes infieles! ¡Todos! Me pidieron que no hagas más chistes sobre ellos. Y argumentaron muy bien, te confieso. Así que he ordenado un bando donde prohíbo todo tipo de chistes y no solo a ti, sino a todos mis súbditos.
El bufón quedó paralizado, boquiabierto. Incluso se sintió enfermo. Ya no podía hacer sátira, tampoco ni siquiera humor blanco. Pero no había nada que hacer.
En poco tiempo, en todo el Reino se formaban largas filas de cortesanos en los palacios y de pobladores en las plazas de las aldeas, para que Jiribillo, el bufón, les hiciera cosquillas. Una nueva necesidad que surgió debido a lo aplastante de la vida en esos lugares
Y desde esa época, los nacidos y criados en ese Reino se les distingue por su pequeño cerebro y su alma simplona.
Mi opinión: A 5 años de la partida de Daniel

Ahora siento pena de nuevo.
Solo compartiré con ustedes, amigos míos, algo que me caló hondo y que sucedió hace 5 años y unos días.
Una mañana suena el teléfono y era él. Me dice que ya no puede seguir respondiéndome mis correos, que los últimos él se lo dictaba a su hija desde la cama para contestármelos y a continuación me cuenta cómo se resquebrajaba su salud. Me quedé congelado. Entendí que se estaba despidiendo. Fue muy fuerte. No lo podía creer. Como tengo por costumbre, evado los malos pensamientos para no sufrir antes de tiempo. Y aunque de vez en cuando me llegaban esas nubes oscuras a mi mente, no fue hasta el día 21 agosto del 2015 que se me produjo el total impacto emocional al enterarme de su muerte.
Estábamos en la Universidad de Córdova, en su querida Argentina precisamente, y acababa yo de exponer en un Seminario Internacional sobre Teoría del Humor en el que estaba invitado, cuando llegó la noticia. Interrumpí entonces la ponencia de una colega, les informé a los presentes de lo ocurrido y pedí un minuto de silencio. Pensé que era el mejor homenaje en ese instante, que se recordara su memoria, su legado, en el silencio de los estudiosos del humor, en el mismo campo donde él había pasado a la Historia.
Gracias, Daniel, por tu talento descomunal y tu extraordinario valor humano.

Boletín Humor Sapiens de agosto / 2020
Salió ya nuestro Boletín Humor Sapiens correspondiente al mes de agosto. Y además de Homenajes a humoristas, noticias, curiosidades, efemérides, hitos de la Historia del humor, etc., etc.. Pero eso no es todo. Hicimos lo mismo que pintar la casa, cambiar los muebles, comprar otros adornos y hasta ampliarla con nuevos espacios. Es decir, la remodelamos un poco. ¡Y pronto abriremos nuevas secciones!
Pongo el grito en el cielo
Pongo "el grito" en el cielo, porque me espantan, me horrorizan, me aterran, los seres humanos que ven que están repletas las terapias intensivas, que ven que muere la gente (da igual si son 100 o 1000) y sigan en su inconsciencia de no usar mascarillas, de no respetar las distancias sociales, no obedecer todas las medidas. A causa de esas irresponsabilidades y de las malas decisiones de ciertas autoridades, esta pandemia no termina. Ya se están viendo los rebrotes en varios lugares "normales".
No quisiera que esos irreflexivos e ignorantes muriesen ni mucho menos, pero sí que agarren el virus y pasen un susto.