Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

Carta de apoyo por represión a humorista

fer_1.jpegEste texto está dirigido a los que me han preguntado por qué aparece mi nombre encabezando una lista de firmantes de una carta pública dirigida al gobierno de Cuba, en apoyo del humorista Jorge Fernández Era, que esta condenado a prisión domiciliaria por publicar en Internet su humor satírico literario. Sobre por qué encabezo la lista, no lo sé. Enrisco, mi amigo y colega que me hizo llegar la carta para firmarla, bromeó cuando se lo pregunté. Pero eso no es lo importante.

Todos saben que me dedico a estudiar el humor, el universo completo del humor, incluyendo por supuesto, a los humoristas y a promover las obras y sus creadores. Unas cuantas veces he firmado cartas de protestas y solidaridad cuando he visto causas justas. Mejor dicho, cuando he visto injusticias que se han cometido contra mis colegas del gremio. Me refiero a humoristas censurados, castigados, reprimidos en varias partes del mundo y de diferentes colores políticos y distintas ideologías.

Me da igual las razones que tengan los victimarios. A los humoristas no se les censuran, no se les encarcelan, no se les castigan, no se les reprimen, no se les persiguen, por ejercer libremente su profesión; o por un chiste que no les gusta, no les conviene. La sátira es contra el poderoso, contra todo tipo de autoridad, si no hace bien las cosas. Es imprescindible que exista la sátira. Sin ella no hay sociedad sana.

He seguido el caso de Fernández Era y no tengo dudas de que es injusto lo que han hecho con él. Como amigo y colega de tantos años, por interno le di mi apoyo desde el inicio. Pero sentí que era un deber ético firmar esta carta pública, incluso ayudar en su divulgación.

Ya me han criticado cuando promuevo obras de humoristas a favor del gobierno de Cuba y los entrevisto. Y me han criticado cuando he hecho lo mismo con humoristas de posiciones totalmente contrarias. Me da igual esas críticas, porque si mi intención es hacer historia del humor, de promover el humor, no puedo discriminar, aunque por dentro (sin demostrarlo, digo), me repugne a veces la situación.

Si alguien tiene que hacer la historia del humor cubano, por ejemplo, tiene que darle el valor que se merece a Guillermo Álvarez Guedes y a Antonio Prohías, declarados opositores al gobierno cubano, como también a Alberto Luberta y a Enrique Núñez Rodríguez, abiertos militantes de la causa oficialista. ¿Alguno de ellos es mejor o peor humorista por tener su ideología? No es mi trabajo evaluar personas, ni sus gustos ni opiniones, sino evaluar las obras de los creadores de humor.

Por lo tanto, en mi carácter de amigo, le di mi apoyo a Fernández Era a nivel personal. Todos saben cómo pienso. Por algo soy también chileno hace más de 30 años. Pero firmé esa carta pública en mi carácter de humorista y estudioso y promotor del humor, con el objetivo de que el gobierno cubano recapacite y eche atrás la injusta medida.

Es un orgullo tener mi firma ahí, al lado de grandes humoristas cubanos y no cubanos que piensan lo mismo que yo.

Ojo, toda esta explicación no es para justificar lo que hice, ni mucho menos. Solo le respondo a mensajes de amigos que incluso no son cubanos y desconocen los sucesos y han querido saber (y un par de mensajes con tufito a enjuiciamientos de pasada).

Para ver la carta y laas firmas, aquí (ojo, cada día aumenta esa lista).

Mis fotomontajes en el Melaíto. Junio 2023.

mela_0.jpegMi sección fija "El rincón de Pelayo", correspondiente a junio, en la publicación humorística cubana "Melaíto". En esta ocasión se agrega la caricatura que me hizo el colega Cabrera. Mil gracias, Cabrera, mil gracias Martirena y a todo su equipo (Osval, Linares, Roland, Javier, etc.).

Recomiendo este libro

libris.jpegMuestro aquí el último libro de mi buen amigo y extraordinario humorista literario, el español Enrique Gallud Jardiel. Este es el link en amazon para los que deseen adquirirlo:
Se trata de una recopilación (otra más) de reseñas que él ha escrito sobre diferentes libros y que califica de excelentes. Tengo la suerte de estar en esa lista dos veces: con mis libros "Destinos sin tinos (crónicas de viajes" y "Teoría Humor Sapiens". Por supuesto, estoy agradecidísimo Enrique. Me honras.

Censura al humor

vida-brian-654x368.jpegNo hace mucho comenté aquí sobre el desastre que están haciendo al cambiar los libros de Roald Dahl, porque un grupo de fanáticos con poder no les gustó algunos pasajes, algunas frases. Ya sabíamos de destrucción de monumentos y prohibiciones de películas y libros (me enteré también de vetos a obras de Mark Twain), pero en estos días ha sucedido algo que me aterra. Una de las mejores películas humorística de la historia del cine "La vida de Brian" del grupo inglés Monty Phyton ha sido llevada al teatro, precisamente por John Gleese, coguionista y actor del filme y miembro de grupo. Pues la obra ha sido censurada por un diálogo que aparecía en la película, y que ahora unos desquiciados radicales lo encuentran políticamente incorrecto. Mi espanto se basa en que si los prestigiosos y justipreciados Monty Phyton se pliegan a la dictadura de esas minorías dementes, maniáticas e irreflexivas, entonces sí creo que el humor está perdido.

 

Artículo sobre la obra de mi hijo Alex

captura_de_pantalla_2023-05-22_a_las_21.43.01.pngEn la publicación española Mundiario, acaba de salir este artículo de Francisco Puñal, dedicado a la obra de mi hijo Alex.
¡Me encantó! Gracias, Puñal.
Este es el link de la publicación:
https://www.mundiario.com/articulo/cultura/alex-pelayo-ramos-vocacion-artistica/20230522194418269808.html

Colaborador estable de la publicación humorística cubana "Melaíto"

pag6.jpgLa publicación humorística cubana "Melaíto", me da la bienvenida oficial como colaborador estable con mis fotomontajes humorísticos en "La esquina de Pelayo".
Gracias a mi amigo y colega Martirena y a todo su equipo (Osval, Linares, Roland, Javier, etc., y en especial a mi querido Pedro Méndez).

 

Reseña del libro: "Correspondencia intelectual"

correspondencia_inteletual.jpgCarta 1

 

Señor Enrique Gallud Jardiel.

Ante todo, me disculpo porque le escribo con cierta dificulltad, ya que mi dedo índice izquierdo está afectado por un uñero (vulgarmente llamado onicocriptosis), y como ese dedo viene siendo la mitad de mi capacidad tecleadora, eso explica el por qué usted -en este momento-, esté leyendo mi mensaje a la mitad de la velocidad acostumbrada.

Dicho lo anterior, le cuento en pocas líneas ( _____  _____  _____ _____ ) que acabo de leer su último libro “Correspondecía intelectual”, escrito con el señor Roberto Vivero y publicado por Ápeiron Ediciones.

Y además de darles mis parabienes, deseo preguntarle si me permite hacerle una breve reseña.

Queda de usted, sin nada más que agredir.

P.P.

 

Carta 2

 

Señor Enrique Gallud.

No me ha contestado. Eso habla bien de usted, porque es feo contestarle a una persona mayor. Sin embargo, como esperaba su respuesta y no llegó, asumo la máxima “El que calla otorga” y comienzo con mi reseña.

Le juro que me pareció muy original el hilo conductor escogido: el de solicitarle usted algo al señor Vivero. Y cito:

 

Señor Vivero: ardo en deseos de ser intelectual y, por más que me esfuerzo —y llevo años haciéndolo— no acabo de conseguirlo (…) "Ya de pequeñito, cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, yo decía: «¡Inteletual!». Y hasta me compré una trenca y una barba postiza (le estoy hablando de los años sesenta).

Estimado, con el planteamiento de ese conflicto ya el lector comienza a vislumbrar por dónde vienen los tiros. Y con la respuesta que le envía el señor Vivero, queda claro el tono absurdo del libro y “disparatezco” o “disparatesco” (no recuerdo bien). Y cigo sitando (o viceversa):

¡Hombre, Henrique! ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo está tu mujer? ¿Y tu amante? ¿Y qué tal tus nueve hijas, ya han hecho la mili? Por cierto, ¿quién demonios es usted? ¿Quién le ha dado mi dirección? ¿Quién inventó la bicicleta?”

 

Confieso que desde las primeras líneas sabía que me encantaría vuestro libro. Y

voy a esperar un poco más a ver si llega su e-mail, antes de comentar otras cosillas.

Le pido y le pido lo anterior, a pesar a que me des-pido ahora.

P.P.

 

Carta 3

 

Señor Enrique.

No digo que usted “brilla por su asusencia”, porque me asquea ese clisé (aunque también me molesta no escribir cliché, pero lo hice porque no puedo evitar cierto snobismo; incluso también me fastidia no escribir esnobismo, pero eso se justifica porque soy algo cursi). En fin, para que no quede por mí, continúo reseñando su libro.

Le confieso que desde las “Cartas persas” de Montesquieu, no había leído una obra del género epistolario tan hilarante. Debo informarle que ese género me fascina. He escrito “El cartero en llamas dos veces”, “Los señores Ortega y Gasset”, y “Dos epistoleros cubanos se afrentan en duelo nacional”, con mis amigos y colegas Pible, Rudy y Triana, respectivamente.

Y otra cosa: en mis libros o los que escribían las cartas eran personajes ficticios o era los propios autores. Pero ustedes crearon una variante: utilizan sus verdaderos nombres, sin embargo son personajes ficticios. Me gustó ese detalle.

Bueno, solo me resta decir que me reí y sonreí varias veces en cada página. También que disfruté enormenmente ese alarde de culturización del humor.

Como siempre, querido amigo, quedo satisfecho y complacidísimo con leerte, extendiendo el halago al señor Roberto Vivero, que no lo conocía y me atrapó su tremendo sentido del humor. Felicítalo de mi parte.

Ya estoy finalizando la reseña y no llega su carta (no me gusta decir epístola, porque me recuerda la pistola, ni misiva, porque me recuerda el misil, aunque igual estoy oliendo cierta belicosidad en su ausencia.

Sin nada más, sin más nada, nada más sin, nada sin más, más nada sin y más sin nada.

PP

 

Carta 4.

 

Señor.

Extraigo este párrafo de su libro, salido de su pluma:

 

Hay muchos libros que no leo porque no se lo merecen, otros que no leo por no perder el tiempo y otros que no leo para reírme cuando escribo una reseña sobre ellos sin tener la más mínima idea de lo que dicen. Y cuando los autores me agradecen la reseña u otros me la elogian, me río aún más, como usted podrá suponer. Voy ya por el tercer libro publicado de reseñas de obras que quemé nada más recibirlas y que recensioné sin echarles ni la más superficial ojeada.

 

Leer esa confesión suya me preocupa, porque me ha reseñado varios de mis libros, algo que yo también hago feliz con sus libros en reciprocidad.

Espero que ese no sea el caso; sin embargo, al ver que no me responde y que ya le he enviado 4 cartas, me inclino (sin caerme) a pensar mal de usted.

Es más, ya me dejó de gustar su libro.

Me despido con el ceño fruncido, los labios apretados y los brazos cruzados.

P.P.

 

Carta 5

 

Queridísimo Enrique Gallud Jardiel.

Retiro todo lo dicho.

Mi Gmail estaba trabado y no se habían enviado ninguna de mis cartas.

Por favor, tache o borre mis exabruptos.

No crea eso de que no me gustaba su libro. Al parecer, “lo sacaron de contexto”.

¡Un abrazo grande y muchos éxitos!

 

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