Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
A veces y siempre

Los superserios

Mi prólogo al libro sobre grupo Onondivepa. 30 años de humor

Discusión bizantina
Un amigo me dice que para qué menciono a tal humorista, porque es un comunista (castrista, chavista) de mierda. Y otro me dice que para que hablo de tal otro humorista, porque es un reaccionario (conservador, Trumpista) de mierda.
¿Quién tiene la razón? Quizás uno de ellos, quizás ambos, quizás ninguno.
¿Hay que separar el artista de la persona? ¿O evaluarlo como un todo? Esa es la disyuntiva difícil que se nos presenta.
¿Cuál es mi posición? Bueno, si el humorista tiene una obra de calidad, tengo que hablar de él como artista y hablar de su obra, aunque se me revuelva el estómago sabiendo que en lo personal es un HP, a pesar de que esté a favor de una dictadura asesina (valga la redundancia), de una ideología macabra.
Pero entonces, ¿por qué tengo que pasar ese mal rato al considerar ese humorista en mis trabajos?
Porque yo critico a los regímenes totalitarios que prohíben, eliminan, censuran y borran de la historia a los artistas que piensan distinto a ellos. Entonces, si yo también desconozco y elimino a esos humoristas, siendo un estudioso del humor, un historiador del humor, ¿no estoy haciendo los mismo que esos dictadores? ¿Con qué moral haría mi trabajo?
Este es un dilema antiguo, lo sé. Pero creo que la solución es respetar el criterio de cada persona.
Sólo se hace evidente la violación ética si además de hablar con justicia de la obra del artista, hablo de su persona. Y peor, si hablo de él sin tomar partido.
Por ejemplo, no soporto a Silvio Rodríguez como ser humano. Tiene muy “manchado su expediente”, para mí. Jamás pagaría una entrada para verlo, ni compraría uno de sus discos. Sin embargo, canto “El unicornio azul” en un guitarreo y me gustan escuchar casi todas sus canciones románticas.
Otros ejemplos, conozco a muchos que disfrutan de la música de Richard Strauss, aun sabiendo que fue nombrado por Hitler Presidente de la Cámara de Música del III Reich. Y sé de muchos que no piensan en el compositor nazi Carl Orff, cuando escuchan y tararean “Carmina Burana”.
Sin dudas, hay demasiados ejemplos de ambos extremos ideológicos, lamentablemente. Si fuéramos a limitarnos a disfrutar las obras de los artistas que piensen como nosotros, estuviéramos limitándonos los placeres estéticos nosotros mismos.
Claro, a estar alertas siempre para no confundir los roles no vaya a ser que, sin darnos cuenta, de repente estemos apoyando a una abominable persona, que por injusticia divina es artista.
¿Coinciden conmigo o me van a eliminar, prohibir, censurar?
Día de los Inocentes
En la Antigua Roma a la risa se la invocaba mediante fiestas auspiciadas por el Estado. Una de ellas fue la “Hilaria” (alegría) que se celebraba cada 25 de marzo para festejar el equinoccio de primavera, y se caracterizaba por los juegos y bromas, De ahí que la palabra hilaridad sea, en castellano, sinónimo de risa y algazara.
Una de las más antiguas festividades de ese tono que se celebra es el Día de los Inocentes que se celebra el 28 de diciembre.
¿De dónde salió eso? Pues la Iglesia Católica escogió esa fecha para conmemorar la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén (Judea), ordenada por el rey Herodes I el Grande, con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. Esa anécdota la cuenta el evangelista Mateo en el Nuevo Testamento.
¿Pero cómo se puede celebrar con bromas, chistes y risas un hecho tan cruel? Cosas de los curas, dirán algunos.
Pues unos cuantos lo explican diciendo que en la Edad Media, la celebración se fue fusionando con un rito pagano conocido como la "fiesta de los locos" y que era celebrado en los días comprendidos entre Navidad y Año Nuevo.
La fiesta se llamaba “Obispo de los locos” en España; “Episcopus puerorum” y “Abbas stultorum” en Francia; “Obispo dei pazzi” en Venecia; “Boy bishop” en Inglaterra, y así, según cada país.
Aunque sólo en España habría terminado asociada a las inocentadas que celebramos el 28 del presente (y en toda Hispanoamérica, obvio), mientras que en el resto de los países europeos la tradición se celebra el primer día de abril, por relacionarla con la llegada de la primavera.
La conmemoración del Día de los Santos Inocentes se expandió a casi todo el mundo. En varias regiones las personas suelen disfrazarse, hacer danzas tradicionales y también hacer bromas a la gente que estén más descuidados, pocos atentos a la celebración, o son tontos graves que no ríen nunca.
Ante todo, confieso que me encanta el concepto. Obvio que hace muchos años que no hago ese tipo de “bromitas”, entre otras razones porque las hago casi todos los días. Pero si uno se fija, esas “gracias” la hacen con mayor frecuencia los niños, adolescentes y muchos viejos. ¿Por qué? Quizás porque son bromas, engaños y burlillas muy inocentes (como se nombra el Día). Porque ríen los victimarios, los testigos –cómplices o no-, y ¡hasta las víctimas! Por eso es que esas bromas y mofas no son dañinas, no producen risas negativas. Qué bien, ¿no es cierto? Claro, es una tradición algo en decadencia, lamentablemente, porque no son muchos los que la practican. Pero de todas formas es importante que subsista todavía. Y más que se celebre aún en medio del deterioro de la educación, de lo formativo (no me refiero a lo instructivo), en todos nuestros países; cuando el famoso “bulling” se celebra casi todos los días del año escolar. “Bulling” que es un nuevo tipo de matanza que permiten, por ignorancia o torpeza, muchos Herodes (directores, profesores, padres, autoridades en general).
Entonces mi propuesta es: ¿por qué no se crean más “Días” donde el protagonista sea el buen humor en cada centro educacional?
Por ejemplo: El Día de la Risa, El Día de la Alegría, El Día de la Broma Infantil, El Día del Juego, El Día de la Diversión, y hasta el Día de la Lectura Humorística.
Quizás con el tiempo el populacho convierta esos “Días” en tradiciones nacionales y -¿por qué no?- Latinoamericanas y después se las exportamos a Europa y E.U., como ellos nos hicieron con Papá Noel, Hallowen, etc. Un justo intercambio, ¿no creen?
A continuación, un ejemplo de broma para este Día. La saqué de mi libro “En las garras de Los Mataperros”. La escena transcurre en Varadero, Cuba y la protagonizan Ricky, un niño chileno-cubano y su primo, el joven chileno Dante.
El libro pertenece a la saga de historias de esos dos personajes, los otros son: “El chupacabras de Pirque” y “El hombre lobo de Quilicura”.
Aquí va:
-¡Dante! –gritó Ricky, acercándose a su primo-. ¿Quieres tomar algo?
-¡Oye, sí! –respondió el joven-. Me tomaría un vaso de jugo bien helado.
-¡Yo te lo traigo! ¡Espérame aquí!
El chiquillo fue hasta la barra de la cafetería y regresó con un vaso de jugo sobre un plato.
-Gracias, primo.
Dante tomó el plato con su mano izquierda y con la otra bebió del vaso.
-Tienes una cosita pegada en la frente –le dijo Ricky, mientras le quitaba el plato de su mano.
Dante, con su mano izquierda libre, se la pasó por la frente.
-Se corrió para la mejilla –añadió el niño.
El joven obedeció y se pasó la mano por esa parte de su cara.
-Ahora la tienes en la punta de la nariz.
De nuevo el intento de la mano de Dante para quitarse aquello.
-Debajo del labio.
-¡Ya basta, Ricky! ¡Ahí se quede ahí!
-Bueno…
Dante devolvió el vaso a su primo y siguió trotando.
Al poco rato, el joven llegó muy preocupado donde Ricky, que disfrutaba de la sombra de su palmera.
-¡Oye! ¡Hay algo raro en el ambiente!
-¿Qué sucede?
-¡Todos los que pasan por mi lado se quedan mirándome! –explicó Dante-. ¡Me miran y se ríen!
-¡Qué extraño!
-¡Mírame, Ricky! ¿No ves nada raro?
-Puede ser, pero mírate tú mismo en el espejo de la cafetería.
-Bueno…
El joven se dirigió al local. Ricky lo siguió con la vista y no pudo aguantar una explosión de risa cuando su primo se vio la cara manchada de negro.
El niño le había pedido al barman que le humeara el plato por debajo, así cuando Dante lo sostuvo, su mano se tiznó y él mismo, al quitarse “la cosita” por toda la cara, se había convertido en un ridículo guerrero apache, motivo por el cual la gente lo miraba y reía.
De lejos Dante amenazó a su primo con el puño y fue a asearse al baño.
-¡Inocente! –le gritó Ricky-. ¡Es el día de los inocentes!