Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
Interesantísima investigación
Un humorista en escena, o a través de una caricatura, hace una gracia sobre la corrupción que se le descubrió a un determinado político y enseguida la gente capta el chiste, ríe y hasta aplaude.
Sucede también cuando el humorista (escénico, gráfico, etc.) hace una gracia sobre el sexo. La gente ríe de inmediato. Y más si lo hace con obscenidades, vulgaridades, groserías. Éxito seguro.
Y está bien. Es una forma de hacer humor, tan respetable como cualquier otra. Es más, desde que los cavernícolas contaban chistes, ese ha sido, es y será el humor más popular. ¿Por qué? Bueno, unos dicen que es más fácil porque se necesita pensar menos. Es más “básico”. Otros afirman que es porque tocar públicamente temas tabú siempre nos produce soltar tensiones, inhibiciones, ya que desde niño nos prohíben burlarnos de alguien y más de una autoridad, o mencionar algo pornográfico, escatológico, o cualquier palabra “fea”.
Resumiendo, es material fácil para el éxito de los humoristas.
Pero ojo, el humor descrito anteriormente no es el satírico, crítico, elaborado artísticamente. Ni tampoco quiere decir que no se hagan chistes con “malas palabras”. Sólo se pide que sea todo justificado.
Ahora bien, otra cosa es crear el llamado humor blanco, que no es el humor tonto, burdo, básico. Para mí el humor blanco es el más elaborado, desde el que nos hace sonreír placenteramente, hasta el que nos hace reír y también pensar, el que nos eleva el espíritu.
Para mí es el humor más “inteligente”. Se le dice inteligente, porque hay que poseer ingenio para crearlo. Pero también lo es, porque le hace sentir al consumidor que es inteligente al decodificar lo que el humorista inteligente elaboró.
¿A qué viene esta reflexión?
Acabo de leer sobre una investigación que se hizo en Inglaterra, dirigida por la científica británica y experta en comedia, la Dra. Helen Pilcher. Ella hizo su estudio con más de 2,000 británicos.
Pues el resultado dio que el 67% se ríen de chistes que no entienden. Lo hacen para “encajar” en la sociedad, para caer bien, para que se tenga una imagen positiva de ellos.
¡Y el 56% admitió haber vuelto a contar el chiste sin entender aún el significado!
Amigos, que eso suceda en Europa, en un país donde se supone que existe una buena educación, una tradición cultural enorme y específicamente con tremenda fama de tener un sentido del humor muy fino, es sorprendente. ¡Qué dejaremos para nosotros, los latinoamericanos!
El estudio encontró que a 6 de cada 10 encuestados les gustaba pensar que eran ingeniosos, a pesar de que 7 de cada 10 a menudo necesitaban que les explicaran un chiste.
En las conclusiones de la investigación aparece que los chistes basados en conceptos desconocidos y juegos de palabras fueron los más difíciles de entender.
Me encantó enterarme de este estudio, porque reafirma lo que siempre he defendido: el humor blanco es el más difícil de crear, es el que como consumidores nos hace sentir más inteligentes.
Y también demuestra lo tonto que somos los seres humanos, al preocuparnos tanto “de qué dirán”. Amigos, si no entendemos un chiste lo decimos y ya, ¿qué puede pasar?
Bueno, otra variante de la tontería humana es la otra respuesta que dan cuando no entienden un chiste: decir que es malo, aburrido (fome). Por ello es que le dan tan mala fama al humor inteligente, apoyados por los humoristas mediocres que buscan la risa fácil.
¿Qué hay que hacer entonces para conseguir entender más chistes “inteligentes”.
No es necesario ir a la universidad. Simplemente observar más lo que sucede a nuestro alrededor, estar actualizado, ser más curiosos, buscar las respuestas cuando no entendemos algo, cuestionarlo todo. Y algo que ayuda muchísimo: lea lo más que pueda y consuma la mayor cantidad de arte que pueda… ¡Y no se tome tan en serio la vida!
Una historia no autorizada e incompleta
Hace mucho tiempo, una persona (no recuerdo su sexo) convencida de que sabía de formas, colores, texturas, combinaciones, etc., decidió trabajar con telas. Por supuesto, pensó en vestidos de mujeres porque ahí necesitaría más “tela por donde cortar”.
Y diseñó su primer vestido. Estaba feliz.
Pero cuando se lo puso de prueba a una mujer de su familia, aquello no lucía bien. No era igual la caída de la tela en la percha (perchero o gancho).
Entonces se dijo: “O espero que inventen una tela que aumente y disminuya según recorra el cuerpo de las mujeres, o diseño para mujeres que tengan poquísimos pechos, nada de traseros y muslos del mismo grosor que las piernas. Así mis telas caerán perfectas por la ley de gravedad, como si estuvieran colgadas en las perchas”.
Y así lo hizo. Se buscó mujeres sin tetas y sin culo (y altas mejor para ver bien la “caída” de las telas).
Entonces invirtió mucho en marketing y vendió esa imagen de tabla de planchar como mujer perfecta. Inventó el oficio de modelo de pasarela, donde esas mujeres no necesitan tener talento para que sean consideradas “artistas de la moda” (solo las inteligentes o estudiaban mientras desfilaban, o invertían en otro negocio, para asegurarse un vida mejor cuando envejecieran o engordaran).
A esa altura, ya los vestidos que diseñaba esa persona para esas delgadísimas jóvenes, casi no los vendía, porque eran más caros que comprarse 100 vestidos lindos en cualquier tienda normal.
Y llegaron los problemas de bulimia y anorexia, porque las adolescentes tomaban de modelo a esas modelos esqueléticas “para triunfar” en la vida. Es decir, soñaban con vivir con mucho dinero, sin estudiar ni trabajar y casarse con personajes públicos como deportistas, políticos, cantantes, etc., no importa si eran malas personas, lo importante es que fueran públicos y de buen vivir.
En fin, un desastre.
La cosa se fue complicando. La competencia cada vez se hizo más dura. Llegó la corrupción a ese ambiente, incluso hasta asesinaron a un colega. Fue terrible porque el negocio iba en picada.
Y para resolver tantos líos, esa persona pensó y pensó. Y de pronto se le ocurrió hacer vestidos y desfiles para mujeres gordas y/o mujeres viejas, incluso “de pueblo”. La demagogia y el populismo nunca fallan. Y le empezó a ir bien, porque así tenia cubierto todos los flancos.
Y en eso está. No siendo la persona exitosa de hace unos años, pero se mantiene.
(Continuará…)
Nota: Para ilustrar la influencia de esta persona tan emprendedora, subo aquí algunas fotos de mujeres, que quizás inconscientemente, obedecen los dictámenes del protagonista de esta historia. Porque de lo contrario no me explico por qué ellas creen que la mejor pose para verse sexy es pararse levemente de lado a la cámara y ponerse la mano en la cintura. Para mí, otro triunfo desafortunado de esta persona innovadora.
Nota 2: Amigos, la más bella creación del universo es la mujer. La mayoría del mundillo que se mueve alrededor de ella, con el supuesto objetivo de embellecerla aún más, no vale la pena. Es mi opinión, como historiador no autorizado.
Reflexionando sobre la violencia


