Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

Día de los Inocentes

dia-inocentes-cara-loca-sombrero-broma-primavera_24911-52875.jpgEn la Antigua Roma a la risa se la invocaba mediante fiestas auspiciadas por el Estado. Una de ellas fue la “Hilaria” (alegría) que se celebraba cada 25 de marzo para festejar el equinoccio de primavera, y se caracterizaba por los juegos y bromas, De ahí que la palabra hilaridad sea, en castellano, sinónimo de risa y algazara.
Actualmente tenemos el Día de la Risa, el Día del Humorista, etc. Pero uno de las más antiguas festividades en esta temática, es el Día de los Inocentes que se celebra el 28 de diciembre.
¿De dónde salió eso? Pues la Iglesia Católica escogió esa fecha para conmemorar la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén (Judea), ordenada por el rey Herodes I el Grande, con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. Esa anécdota la cuenta el evangelista Mateo en el Nuevo Testamento.

¿Pero cómo se puede celebrar con bromas, chistes y risas un hecho tan cruel? Cosas de los curas, dirán algunos.
Pues unos cuantos lo explican diciendo que en la Edad Media, la celebración se fue fusionando con un rito pagano conocido como la "fiesta de los locos" y que era celebrado en los días comprendidos entre Navidad y Año Nuevo.
La fiesta se llamaba “Obispo de los locos” en España; “Episcopus puerorum” y “Abbas stultorum” en Francia; “Obispo dei pazzi” en Venecia; “Boy bishop” en Inglaterra, y así, según cada país.
Aunque sólo en España habría terminado asociada a las inocentadas que celebramos el 28 del presente (y en toda Hispanoamérica, obvio), mientras que en el resto de los países europeos la tradición se celebra el primer día de abril, por relacionarla con la llegada de la primavera.
La conmemoración del Día de los Santos Inocentes se expandió a casi todo el mundo. En varias regiones las personas suelen disfrazarse, hacer danzas tradicionales y también hacer bromas a la gente que estén más descuidados, pocos atentos a la celebración, o son tontos graves que no ríen nunca.

A continuación, un ejemplo de broma para este Día. La saqué del libro de Betán y mío “En las garras de Los Mataperros”. La escena trascurre en Varadero, Cuba y la protagonizan Ricky, un niño chileno-cubano y su primo, el joven chileno Dante.
El libro pertenece a la saga de historias de esos dos personajes, como también “El chupacabras de Pirque” y “El hombre lobo de Quilicura”. 
Aquí va:

-¡Dante! –gritó Ricky, acercándose a su primo-. ¿Quieres tomar algo?
-¡Oye, sí! –respondió el joven-. Me tomaría un vaso de jugo bien helado.
-¡Yo te lo traigo! ¡Espérame aquí!
El chiquillo fue hasta la barra de la cafetería y regresó con un vaso de jugo sobre un plato. 
-Gracias, primo.
Dante tomó el plato con su mano izquierda y con la otra bebió del vaso.
-Tienes una cosita pegada en la frente –le dijo Ricky, mientras le quitaba el plato de su mano.
Dante, con su mano izquierda libre, se la pasó por la frente.
-Se corrió para la mejilla –añadió el niño.
El joven obedeció y se pasó la mano por esa parte de su cara.
-Ahora la tienes en la punta de la nariz.
De nuevo el intento de la mano de Dante para quitarse aquello.
-Debajo del labio.
-¡Ya basta, Ricky! ¡Que se quede ahí!
-Bueno…
Dante devolvió el vaso a su primo y siguió trotando.
Al poco rato, el joven llegó muy preocupado donde Ricky, que disfrutaba de la sombra de su palmera.
-¡Oye! ¡Hay algo raro en el ambiente!
-¿Qué sucede?
-¡Todos los que pasan por mi lado se quedan mirándome! –explicó Dante-. ¡Me miran y se ríen!
-¡Qué extraño!
-¡Mírame, Ricky! ¿No ves nada raro?
-Puede ser, pero mírate tú mismo en el espejo de la cafetería.
-Bueno… 
El joven se dirigió al local. Ricky lo siguió con la vista y no pudo aguantar una explosión de risa cuando su primo se vio la cara manchada de negro.
El niño le había pedido al barman que le humeara el plato por debajo, así cuando Dante lo sostuvo, su mano se tiznó y él mismo, al quitarse “la cosita” por toda la cara, se había convertido en un ridículo guerrero apache, motivo por el cual la gente lo miraba y reía.
De lejos Dante amenazó a su primo con el puño y fue a asearse al baño.
-¡Inocente! –le gritó Ricky-. ¡Es el día de los inocentes!

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Cuentos serios de bufones #8

buf.jpegÉrase una vez, hace poquísimos años y en un lugar muy cercano, en la plaza principal de una Villa, comenzaron a reunirse muy temprano en la mañana varios campesinos con sus azadones y perros de pastoreo. También llegaron artesanos, sastres, carpinteros, modistas, cocineras, criados y hasta ermitaños venidos de los cuatros vientos.

A media mañana se le unió a la plebe gigantones con sus pesadas armaduras y escudos, con mallas metálicas de protección.
Casi al mediodía, arribaron a la plaza, con sus aires refinados, los duques, condes, marqueses y barones, todos con sus esposas y otros caballeros y damas, miembros de la selecta Corte.

De pronto, hizo su entrada a pie el Rey y muchos pajes, nobles, guerreros, cardenales y hasta lacayos fueron a su encuentro, palmeándole la espalda.

Fue el momento de más desorden en aquel lugar.
Pero de repente, se escuchó el sonido de tres tamborileros por una esquina de la plaza y todos callaron. Entonces, como un torbellino de movimientos y colores, aparecieron decenas de hombres en zancos, mezclados con tragafuegos, malabaristas, actores, músicos, mimos, cantantes y bailarines, confundiéndose con los allí reunidos.
Unos minutos después, la algarabía fue interrumpida por una aguda, larga y estruendosa fanfarria que hizo enmudecer a todos.
En ese instante se vio llegar la Carroza Real, tirada por seis caballos blancos.
Ahí se vio correr con celeridad al Rey hacia el vehículo para abrir la portezuela, con una rodilla en el suelo y la cabeza gacha.
Del interior de la Carroza Real bajó majestuosamente un hombre pequeño y feo, vestido a rombos y colores vivos, con sombrero de tres picos terminados en cascabeles. Cascabeles que también sonaban en sus puntiagudos zapatones.
Después del impresionante silencio, la bienvenida fue otra profunda genuflexión del Monarca, con su otra mano aún en la portezuela, seguido de la reverencia de todos en la plaza.
-¡No! ¡No! ¡Les he dicho que no tienen que inclinarse nunca más! –los regañó el bufón, antes de descender del último peldaño de la Carroza y enredarse con sus zapatones –nunca se supo si fue adrede o no-, para caer ridícula y aparatosamente frente a la muchedumbre.
Después de unos segundos de sorpresa, susto y duda, una carcajada brotó de las gargantas de aquella masa compacta. Una carcajada tan estruendosa, que se escuchó hasta en veinte Reinos a la redonda… Y que aún se deja oír ante cualquier sumisión en el Planeta.

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Más sobre "Breve diccionario del humor"

abdc.jpgEstoy muy contento. Mi amigo y colega Francisco Puñal, colaborador semanal de la publicación española virtual mundiario.com, que tiene más de un millón de lectores, me informó que su artículo, el que habla sobre el lanzamiento de mi "Breve diccionario del humor", fue el quinto más leído de 2019 entre sus tantas colaboraciones.
Gracias a ti, Paco, gracias a mundiario y gracias a los lectores.

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Racismo y xenofobia

discriminacion-racismo-y-xenofobia-on-line.jpgPara mí, el racismo y la xenofobia –entre otras mala yerbas-, es fruto de la ignorancia. Cuando veas a una persona odiar a otra porque el color de su piel no es el de ella, o su nacionalidad no es la de ella,  estamos ante la presencia de un total ignorante, aunque se haya leído mil libros o haya visitado mil museos. Se puede ser ignorante y culto a la vez. Porque conceptos como razonamiento, ética, etc., no corren por el mismo carril del saber quién es el director de tal película, en cual género escribe tal autor, o quién descubrió tal invento, o qué sucedió en 1879, etc., etc. No es lo mismo ser sabio que ser culto. Culto puede –o pudo -, ser algún dictador que conocemos, un asesino que conocemos.

Así como también se puede ser al mismo tiempo un neurocirujano, ganador del Premio Nobel y Gran Maestro de Ajedrez y ser además un ignorante para la vida, por ejemplo: nadie lo ama, tiene problemas con los hijos, todo el dinero que gana lo pierde, le hace daño a sus amigos porque es avaricioso, tacaño, o envidioso, o celoso, etc., ¿no es cierto? Son las inteligencias distintas que hay que tener y que no todo el mundo tiene en conjunto muchas veces.

En fin, los ignorantes, como los opuestos a los sabios, son entonces los racistas y xenófobos.

No entienden que nacer en este país, a dos metros de la frontera del país vecino, no le hace distinto al que nació cuatro metros más allá y su nacionalidad por eso sea otra. Y en el caso de las razas sucede lo mismo. He visto que un blanco se casa con una indígena y le ha salido un hijo con las facciones de un blanco y entonces todos lo tratan como de raza blanca y no es discriminado. Pero después le nace un hermano más inclinado a las facciones indígenas y no lo tratan como blanco como al hermano, y lo discriminan. ¿Y no es la misma sangre? ¿Qué los hace distintos?

Lo que argumentan esos ignorantes es que tal grupo étnico, o los ciudadanos de tal país, tienen características que no comparten y desprecian.

Como son ignorantes no se dan cuenta de que cada ser humano, individualmente, es diferente. Dentro de los blancos, los negros, los indígenas, los chinos, los indios, etc., o los chilenos, los cubanos, los estadounidenses, los rusos, los franceses, etc., encontramos personas buenas, personas malas y personas regulares. No se puede ser absolutista y decir que los argentinos son petulantes, por ejemplo, cuando sabemos que existen millones de argentinos que no lo son. O que los chilenos son chaqueteros, o que cubanos son buenos nada más que para bailar y para el sexo (ojalá), o que los nórdicos son fríos, o que los franceses son pesados, o que los chinos son pacientes, o que los indígenas son taimados, o que a los negros no les gusta trabajar, etc. Eso no es cierto. Son mitos que se forman con características superficiales que alguien destacó por el actuar de unos cuantos y por carencias de ellos mismos.

Nadie es mejor que nadie ni por el color de la piel, ni por lo que dice el pasaporte, ni por tener dinero, ni por tener un árbol genealógico diferente, ni por vivir en tal o más cual barrio, ni porque uno es de izquierda y el otro de derecha, ni que una sea mujer y el otro hombre, ni que uno sea gay y el otro hetero, ni por haber estudiado en tal o más cual universidad, ni por haber estudiado o no, ni siquiera que uno sea sabio y el otro ignorante.

Eso no quiere decir que todos somos iguales. Eso es imposible, y sería un horror. Pero todos tenemos que tener las mismas oportunidades, los mismos derechos y los mismos deberes. A partir de ahí que vengan las diferencias.

Lo demás es odio que nace de la ignorancia.

No sé si todo lo dicho aquí es cierto, pero es mi opinión.

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Cuentos serios de bufones #7

bufo_0.jpg“Érase una vez, hace poquísimo tiempo y en un lugar muy cercano, un buen bufón que hacía divertir siempre a aquella Villa. Salía de su labor ordinaria en Palacio y se subía en el anfiteatro a un costado de la plaza principal y compartía con todos los villanos su repertorio. Eso al Soberano no le agradaba. Quería el bufón sólo para él. Además, decía que se le pegaban ciertos chistes anti monárquicos bastante peligrosos para él y su Corte. Quizás por eso, un día los guardias de palacio llevaron de madrugada y en silencio al bufón hasta el anfiteatro. Tuvieron que amenazarlo mucho, porque no paraba de reír y tenían orden de no despertar a nadie en la Villa.

Después, llamaron a un Mago. Pero no a uno cualquiera. Se consiguieron al más poderoso por su manejo y dominio de la Magia Negra. Obligaron al bufón a entrar a una caja, de esas que se usan en los espectáculos de magia y entonces el Mago, dando varios pases, hizo desaparecer la caja con el bufón adentro.
Cuando los habitantes de aquella Villa se enteraron de lo sucedido (todo en este mundo se sabe siempre), fueron hasta el anfiteatro y al escuchar las risas del bufón, sin saber de dónde provenían, desarmaron el escenario y destruyeron a continuación todo el anfiteatro. Jamás apareció el bufón, aunque siguieron oyéndose sus risas. Cavaron profundamente en el sitio, revisaron cada centímetro de tierra a un kilómetro a la redonda, pero tuvieron que rendirse ante lo imposible de la búsqueda.
Desde esos días, nunca nadie ha vuelto a saber del bufón. Incluso las autoridades prohibieron el paso por ese sector, para que no se escuchara la risa del pobre hombre. Por último, el Soberano mandó a sembrar pinos y abedules en el lugar.
Ha pasado mucho tiempo de aquello. Aquel bosque se taló entero. Después construyeron ahí mismo una iglesia, pero en pocos años un terremoto la destruyó totalmente. Después erigieron en ese mismo sitio un Museo del Ejército Real; sin embargo, duró poco por traslado a la Capital.
Actualmente es un bonito parque.
Lo más extraño de esta historia son los comentarios de muchas personas que pasan por ese parque, donde afirman que escuchan, exactamente en el centro del parque, unas risas bien claritas y contagiosas (sobre todo de madrugada), pero nadie puede asegurar de dónde vienen.
Si usted pasa por ahí algún día, estoy seguro de que escuchará también la risa. Y ahí se acordará de este cuento serio de bufones.

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Cuentos serios de bufones #6

bufo.jpgÉrase una vez, hace poquísimos años y en un lugar muy cercano, un negocio de lavado de ropa, orgullo de aquella Villa.

Entrando, en un primer espacio –el más limpio-, se veían colgados en perchas los elegantes trajes para caballeros, barones, marqueses, etc., y los vestidos vistosos de color negro con ribetes dorados de las damas. 

En un rincón de ese agradable salón, estaba la ropa de los niños y niñas de la nobleza.

En un segundo espacio -mucho más pequeño que el primero-, se veía un bulto en el piso formado por la ropa de los comerciantes, curas, jueces y demás distinguidos miembros de la Villa.

Y aún más atrás, se encontraba una tercera pieza -angosta y oscura-, antes de llegar al patio enorme por donde pasaba un riachuelo, lugar en que las lavanderas trabajan con sus manos. Pues en ese diminuto espacio colgaba de un clavo en la pared un camisón a colores y unos pantalones abombados. Debajo, tirados en el piso, un par de zapatones con cascabeles y al lado de éstos, un sombrero de tres picos, también con cascabeles en sus puntas. 

Lamentablemente esa noche, después de marcharse la última de las lavanderas, una vela mal apagada provocó un fuego en el salón principal. Las llamas crecieron rápidamente. Pero enseguida los vecinos, con baldes de agua del riachuelo del fondo, lograron apagarlo, no sin esfuerzo. 

Al final del siniestro, los presentes observaron boquiabiertos, cómo los trajes elegantes y vistosos estaban inservibles por el fuego y en el mejor de los casos desteñidos por el agua. Pero lo increíble fue ver que las ropas de las niñas y los niños estaban intactas. Se podían ver impecables, debajo del traje de bufón que los cubría. Éste lucía algo chamuscado, sí, pero con sus vivos colores aún.

Una sonrisa cómplice unió a los presentes.

 

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