Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

Publicado el libro "La Metahumorfosis"

ameta.jpgAcaba de publicarse mi libro No. 59: "La Metahumorfosis. Vivencias y reflexiones de un humorista". El texto de contraportada dice:

Las “vivencias” no son más que las experiencias de un profesional al crear humor literario, gráfico, escénico y audiovisual, además de incursionar en la aplicación del humor a la vida en diferentes campos como la salud, el hábito lector, la pedagogía, el mundo laboral, etcétera. Se trata de su proceso creativo, el aprendizaje de los distintos lenguajes artísticos, sus éxitos y frustraciones. Y las “reflexiones”, no son más que artículos ensayísticos, conjeturas y análisis que van surgiendo a través del recorrido por sus vivencias y que el autor considera conceptos dudosos o muy importantes para continuar entendiendo su evolución como humorista; o sea, su metahumorfosis.

Nota 1: Recuerdo que estos libros de y sobre humor para adultos -que se están publicando uno o dos al mes-, estaban escritos desde hace años, en esos tiempos en que sólo me dedicaba a los libros de humor infantil. Pero ahora decidí desempolvarlos.

Nota 2: Se puede adquieir en:

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Morir por la patria no es vivir

achi.jpgAnoche reflexioné sobre lo siguiente, a propósito de una película que vi y una noticia que leí.
En Cuba una vez me pidieron “voluntariamente” que fuera a combatir en Angola y obviamente no fui. No acepté a pesar del miedo a lo que te pudiera pasar, porque no era mi guerra. Entonces, si me pidieran ahora que fuera a defender a mi Chilito, porque un país vecino lo ataca, también diría que no.

Las guerras son evitables y sólo les beneficia a unos pocos (políticos, militares, empresarios, etc.). Y los que ponen los muertos son los soldados.
Pero además, a mí no me dice nada ni la bandera, ni el escudo, ni el himno, ni ningún otro símbolo de esos. Y sobre todo, no creo en el concepto de patria. Patria, para mí, es mi casa, mi familia, mi trabajo, mis amigos y todas las personas éticamente buenas que me rodean, las conozca o no.

Ahora, amigos, quiero que se hagan la pregunta que yo me hice. Si te llaman a una guerra, ¿sabes que te arriesgas a morir? ¿Estás dispuesto a dar la única vida que tienes para defender a compatriotas asesinos, delincuentes, violadores, narcos, mafiosos, criminales, pedófilos, corruptos, traidores, abusadores, encapuchados, violentistas, policías que hacen mal uso de la fuerza, ambiciosos, oportunistas, inescrupulosos y un larguísimo etcétera? Yo no.
Pero el que quiera poner el muerto y convertirse en mártir, que lo haga. Enhorabuena.
El que desea cumplir con ese sentimiento que le enseñaron desde niño de que la patria es lo más grande que hay, que lo haga. Enhorabuena.
El que quiera ser héroe o mártir porque su país, su sociedad, su pueblo, necesita una revolución, que lo sea. Enhorabuena
Y ojo, no digo que hay que presionar, hacer campañas, protestar, para que tengamos una mejor calidad de vida, para que haya justicia social, etc., ¿pero con violencia, yendo a una guerra civil, destruyendo? No, no voy a poner el muerto, ni física ni emocionalmente.

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Matar a Woody Allen, según Elvira Lindo

almaestro.jpgLa gran escritora española, Elvira Lindo, escribió este texto para El País, el cual tituló "Matar a Woddy Allen", ese maestro de maestros de humoristas. Copio fragmentadamente ese artículo aquí, porque coincido con ella en los miedos que nos produce esta época irracional de odios, resentimientos, extremismos, violencia y agresividad que estamos viviendo. Y miedo por el humor también, que se ve amenazado por los desenfrenados dictadores minoritarios, pero que pueden arrastrar con ellos a las mayorías incautas, como sabemos.

"Un amigo que anda escribiendo sobre lo distópico me confesó esta semana que siente como que esa distopía que ocupaba sus horas de estudio le ha alcanzado. Lo comparto. La sensación de que en este momento es el futuro el que nos pisa los talones y nos obliga a andar con la lengua fuera, huyendo de todos aquellos temores que nos inculcaron desde Orwell hasta el terrorista antitecnológico Unabomber.
Hoy la furia es la expresión con más prestigio de todo el catálogo de sentimientos. Si lo que se defiende no se expresa con furia aparece como desinflado, fofo. Es una especie de virus del comportamiento tan contagioso como el de Wuhan. Infectados por esa enfermedad social de la furia, los empleados americanos de la editorial Hachette salieron a la calle para protestar por la publicación de las memorias de Woody Allen, "A Propos of Nothing". Parece no importar que la justicia haya desestimado dos veces la culpabilidad del director en los abusos que le achaca su hija. No basta con que actores y actrices hayan renegado públicamente de él cuando hasta antes de ayer se rendían babosamente a sus pies; no resulta suficiente castigo el que ya no se estrenen las películas en su país, o que se haya convertido en un apestado social en esa ciudad que en parte inventó. Hay que matarlo. Se trata de la damnatio memoriae que se practicaba en la Antigua Roma con los considerados enemigos del Estado, aunque allí, al menos, se esperaba a que el condenado falleciera para borrar todo aquello que lo recordara.
Hachette se retracta y decide no publicar las memorias de Woody Allen. Colaboran, pues, en borrar las huellas de Allen de su país como se desinfecta un virus muy contagioso. Hay tantas razones hoy para estar asustada, tantas, que destinar la furia a matar a Woody Allen es un síntoma distópico en sí".

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Humor y taoísmo en libro "La divina gracia"

adivo_1.jpgComo siempre aclaro, no soy religioso, por lo tanto, sólo me identificaría con parte de la filosofía taoísta. Esto es para que lo lean todos mis amigos (les conviene), pero en especial me gustaría que lo leyeran varios colegas que viven la actual moda de hacer un humor ácido, agresivo, humillante y soberbio. A ellos quiero explicarles que el humor es mucho más que eso. Por suerte, demasiado más del humor que hacen y defienden.
Este texto y muchos más, lo pueden encontrar en mi libro "La divina gracia", que pueden encontrar en https://www.amazon.com/Pepe…/e/B085DC4BL2/ref=ntt_dp_epwbk_0

Se trata de unos párrafos del libro “El Misterioso Mundo Taoísta”, escrito por Karma Yeshe Yiatso (Antonio Vicente Sierra de Cárdenas) y Yikten Gompo. Disfruten:

”El taoísmo no es antiactivista, no tiene fanáticos ni militantes. Se ríe de las personas que creen tener todas las respuestas, se burla de los que organizan y manipulan a los demás para su propio beneficio.
Hay una sutil burla hacia la ignorancia de los hombres que se creen muy inteligentes, y lo único que logran es poner en su contra las Leyes del Universo. Este es el motivo por el cual el taoísta se ríe debido a que muchos no respetan en su ignorancia las leyes del cosmo y de la armonía.
El humor taoísta no es cínico ni malicioso, es inocente como la risa incontenible de un niño, cuando observa que su amiguito no encuentra su juguete escondido.
De todas formas es mejor reírse de la ignorancia humana antes que amargarse, envenenarse o llenarse de odio debido a ella.
Aquel que no respeta la armonía espiritual del universo es digno de ser burlado con una risa compasiva, porque suele creer que es muy astuto escupiendo al cielo, olvidando que el escupitajo le caerá en pleno rostro. Este es el humor taoísta. Todos nosotros hemos reído al contemplar en la vida y en la televisión hasta donde llega la locura y el absurdo de muchos seres humanos, y en esos momentos, hemos disfrutado del humor taoísta sin darnos cuenta.
Posiblemente, el adorno humorístico de eterna sonrisa presente en todos los taoístas, proviene de su comprensión tácita de que las cosas de esta vida no tienen tanta importancia, que ninguna preocupación merece la pena, que la pesadez del alma siempre es seria, mientras que la ligereza del espíritu siempre es alegre”.

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Cuentos serios de bufones #12

images_20.jpegÉrase una vez, hace poquísimo tiempo y en un lugar muy cercano, un bufón saliendo del Castillo a pasear y despejar su mente, cuando fue alcanzado por un famoso pintor.

—Necesito un favor tuyo –le pidió el artista.

—Por supuesto, dime –respondió el cómico.

—Hace falta que vayas a casa de una dama a la que recién le hice un retrato. Ella tiene algo extraño, porque no ríe con nada. Creo que está demasiado deprimida.

—Yo me encargo, Maestro, no se preocupe.

Desde ese día el bufón se hizo amigo de la mujer y comenzó a visitarla a diario para conocerla bien. A los poco días ya sabía que su pésimo ánimo era por una tremenda decepción amorosa que había tenido y aún sufría mucho por tal motivo.

Entonces le empezó a contar chistes sobre el tema, poniéndose él como protagonista de situaciones similares a la de ella, riéndose de sí mismo. Su nueva amiga fue comprendiendo que al reírse de sus problemas, éstos iban disminuyendo su importancia. Y aunque no se atrevía a reír aún, de buena gana recibía al bufón y sus constantes gracias.
Hasta que llegó el día en que su rostro fue marcándose con una mínima sonrisa, casi imperceptible, al escuchar un chiste muy cómico sobre exactamente lo que le sucedió a ella. El bufón se dio cuenta de paso que había dado y continuó sin parar con sus gracias. Entonces su amiga comenzó a ponerse seria como siempre, pero ahora alternaba por momentos con esa media sonrisa en sus labios.
Y aquella tarde, en plena sesión del cómico, fueron interrumpidos por un griterío en la puerta. Era el gran pintor que llegaba corriendo con expresión de mucha extrañeza.

—¡Bufón! ¡Bufón!

—¿Qué sucede, Maestro?

—Estaba preparando una mezcla para darle unos toques al paisaje detrás del retrato que le hice a ella –soltó de un tirón el artista, señalando a la mujer—, cuando de pronto me fijo… ¡y en el lienzo, apareció una sonrisita en su rostro que yo no había pintado!

Al escuchar aquello, ella volvió a dibujar en su cara la enigmática sonrisa y el bufón imitó con complicidad a su amiga Gioconda.

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