Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

Entrevisto a Luis Pescetti, humorista argentino

luis_0.jpeg

"El humor es una celebración de la vida”

Luis Pescetti es un creador “todo terreno”, “multimedia”. Escribe libros para niños y para adultos, compone canciones infantiles y para adultos, es cantante y guitarrista, escribe poesía para niños y para adultos; es profesor, guía de juegos, actor, y mil cosas más, lo mismo en clave de humor (creo que la mayoría de su obra), pero también incursiona en “lo serio” y de forma excelente, por cierto. Para los que no lo sepan, su cosecha de premios, distinciones y reconocimientos, tanto en su país como a nivel internacional es enorme e impresionante.

Lo conocí en Cuba en los años 80, cuando visitó la Isla. Quedé maravillado al verlo en sus presentaciones. Me refiero a su “ángel” (vis cómica), su sentido del humor, su buen gusto, su sentido lúdico, su dominio del público y versatilidad. Tuve la suerte de actuar en teatro con él (con mi grupo La Seña del Humor) y de compartir en privado. Nos fuimos haciendo amigos, pero terminó su gira por Cuba y al no existir correos electrónicos ni redes sociales en esa época, nos perdimos la pista. Pero al residir yo en Chile nos volvimos a encontrar y ahí sí nuestra amistad se afianzó y en estos momentos podemos decir que somos grandes amigos, de esos difíciles de conseguir en la vida. Y la amistad, obviamente, hizo que ambos conociéramos hasta los detalles de nuestras carreras en el humor. Tanto en Chile, como en México y Argentina hemos compartido micrófonos y escenarios. Por ello me es difícil hacer este “diáloco”. ¿Qué preguntarle que no sepa? Entonces me decidí por intentar satisfacer ciertos puntos que le puede interesar a la mayoría de nuestros “humornautas” y no sólo a los colegas. Esperemos que así sea.

PELAYO: Luis, tienes una trayectoria envidiable dentro del humor, así que comienzo preguntándote sobre cómo fuiste dándote cuenta de que tu trabajo iba por esa cuerda, ¿de muy niño?, ¿ya de profesional?, ¿alguien te señaló el camino?

PESCETTI: De niño me recuerdo caminando en las siestas por el pueblo y jugando a que respondía entrevistas; pero no tenía idea del camino. En la adolescencia empecé a hacer comics y escribir poemas, y supongo que todo estalló con fuerza con el parte aguas de conocer la “Gramática de la fantasía” de Gianni Rodari, con él empecé a entrenar como gimnasta, en desarrollar mi creatividad. Tuve muchos buenos aliados, pero no una carrera académica, más bien una larga búsqueda personal.

PELAYO: Rodari es lo máximo, sí, y seguro que otros influyeron en tu formación aún sin darte cuenta. Pero si no hubieras tenido ese talento innato, y no hubieras hecho consciencia de la importancia de superarte desde todo punto de vista, de esforzarte, de aprender siempre, de experimentar, de arriesgarte a pesar de las pasajeras dificultades, etcétera, no hubieras llegado a donde has llegado. Pero dime, ¿cómo ves la diferencia entre el humor que hacías en tus inicios y el que haces en la actualidad? Me refiero a que si crees que ha evolucionado mucho, o te cambiaste definitivamente para otro.

PESCETTI: Más ácido y más ingenuo al mismo tiempo, era mi humor inicial. Más ingenuo porque ensayaba con todo lo que tenía a mano y descubría, y más ácido porque me permitía una crudeza que ahora ya ni siento. Fue la época de la dictadura en Argentina, y el tiempo que siguió. El humor era realmente una forma muy potente de expresión, humana y ciudadana.

PELAYO: Soy testigo de la evolución de tu humor, desde los años 90 del siglo pasado hasta el que haces actualmente y te confieso que veo diferencias, claro, pero de verdad que me encanta en ambos momentos; es decir, que no creo que sea mucha la diferencia entre ambos extremos (no me refiero a elaboración artística o a madurez, hablo del tipo de humor, del exquisito humor que haces). Y también, como dije al inicio, he sido testigo de verte actuando para miles de personas en un mismo escenario en tres países distintos y siempre me ha impresionado el manejo excelente del público que demuestras en escena. Por eso te pregunto: si has triunfado en presentaciones en vivo con públicos tan distintos como el argentino, el cubano, el mexicano, el español y otros, ¿significa que te preparas específicamente para cada lugar? ¿Tienes que adaptar tu humor para cada público?

PESCETTI: No me preparo, salvo saber si hay alguna palabra que puede dar lugar a un mal entendido. Creo que hay dos razones en lo que contás: la primera es que la infancia es más universal, en sus códigos, sus problemas, la paternidad tiene necesidades, temores y alegrías muy semejantes entre esos países. La educación también, va por derroteros parecidos y por lo tanto por logros y torpezas parecidas, y ahí uno se cuela.

Y la otra razón, no menos importante, es que lo que conociste es el destilado de muchos años de actuar en pequeño, a la sombra, lugares desconocidos. Hubo cientos y cientos de shows en los que iba encontrando mi propia voz, que en mi caso coincide con jugar con una gran audiencia, casi como si estuviera en una relación uno a uno.

PELAYO: Y a lo que dices agrego: y la universalidad de tu humor, de tu obra, porque calas al ser humano en general, viva donde viva y tenga la formación y cultura que tenga. Por eso tus triunfos. Es increíble ese momento de éxito ante tantos público, ¿no es cierto? A propósito, ¿puedes describir tus estados de ánimos antes, durante y después de una gran presentación? a) A unas horas de subir a escena. b) A unos minutos de subir a escena. c) Entrando a escena. d) Si ves que el público ríe desde el inicio. e) Si ves que el púbico está algo difícil. f) Al recibir los aplausos finales. g) Cuando sales del lugar de la presentación y dejas atrás la experiencia vivida.

PESCETTI: Depende si el lugar es nuevo o muy conocido, si sé que las localidades están agotadas hace días o estamos al límite. Pero si está todo bien, subo a escena como quien sigue, casi, mucha naturalidad. Paso de estar en el camerino al show. Si no, nervios.
Si ríen desde el inicio es como entrar en un estado de juego, en el que puedo interrumpir el guión, avanzar, cambiar, juego con el show mismo. Si no: me apego mucho más al guión, lo mismo si están difíciles.

Con los aplausos finales, siempre me siento muy agradecido, es una suerte ese momento y muchas veces lo dedico a mis viejos. También como si cargara el tanque para el Luis que carga con la cotidiana: llévate esto, acuérdate de esto. Y salir y dejar atrás, siempre tiene algo de implosión, de cierto vacío, a menos que nos vayamos con la banda a compartir y comentar. Un poco por eso me inventé los largos momentos de firmar y saludar. Para ir aterrizando.

PELAYO: Y sé de las largas filas pidiéndote el autógrafo, la dedicatoria al libro o al disco, o una simple apretón de mano, o el intercambio de una frase, o una selfie. Entonces, amigo mío, como el humorista multifacético, triunfador, laureado y popular que eres, ¿cómo manejas la fama?

PESCETTI: Pelayo, me causa gracia esa pregunta, pues no lo vivo tan así. Me la paso chambeando diario, y buscando la canción o el libro que sigue con hambre casi intacta. Y, en todo caso, eso es lo que más cuido: que no se llene la barriga de desgana.

PELAYO: Sabía tu respuesta como casi todas las demás, como señalé en la introducción, pero es algo interesante de saber para muchos. Claro, no contaba con tu timidez y modestia en este punto. Pero créeme que me refería a algo más allá del algo farandulezco o superficial. Cambiemos entonces a otro aspecto que por lo menos a mí me importa mucho: ¿te sientes más cómodo haciendo humor infantil o humor para adultos?

PESCETTI: Sin duda el infantil, eso además que, si te fijas, casi no hay humor para adultos ahora en escena o en pantallas, sólo quedó el modelo de sitcom americano, o series que son comedias, pero no más. Para adultos me siento muy feliz haciendo estos recitales de poesía y canciones o música.

PELAYO: Toda la razón, yo también pienso que el humor para adultos está pasando por un momento que no es de mi agrado. Entonces, en esa misma onda: cuál prefieres crear, ¿el humor literario, el musical, el escénico o el audiovisual?

PESCETTI: Literario y musical. El audiovisual me es ajeno, soy un invitado, y el de escenario: ocurre, en la interacción con el público.

PELAYO: Mencioné el audiovisual porque has creado bastante para radio y televisión, pero es cierto que mayoritariamente pones en función de esos lenguajes lo que haces en los demás. Bueno, en fin de cuentas, todo es humor, ¿no? Y eso me lleva a lo siguiente: sin buscar la definición académica, ¿qué es el humor para ti, según tu larga y fructífera experiencia?

PESCETTI: Una celebración de la vida, de la alegría de vivir. Es como bailar porque estás contento: hacés humor porque estás lleno, gozoso de vitalidad.

PELAYO: Buenísima definición de humor. Pero me iré a algo más formal, porque no puedo dejar de preguntarte un tema muy de “moda”: ¿cuáles son los límites del humor, según tu opinión. ¿Uno se puede reír de todo en la vida y específicamente en el arte?

PESCETTI: Te puedes reír de todo, si no te importa ser un bruto o torpe éticamente, de todo. Pero a ti y a mí nos importa, y mucho. Entonces mi límite está en la relación de autoridad o de poder. Yo puedo hacer un chiste hacia alguien que tiene más autoridad o poder que yo, y es mi manera legítima de expresión, etcétera; pero hacia alguien que tiene menos poder o autoridad, no; porque eso sería abuso. Haz de cuenta si yo soy natural de un país, y me burlo de inmigrantes que pasan dificultades, es un abuso de poder, se hace con humor, o el humor es la herramienta, pero es eso.

PELAYO: Estamos de acuerdo, pero referido al humor como burla, como crítica, como sátira, obvio. Para ir terminando, ¿qué te gustaría hacer o lograr dentro del arte humorístico que no hayas hecho o logrado aún?

PESCETTI: Paradójica mi respuesta, pero sí: un programa de televisión, de lo mismo que hago, el humor sobre convivir en familia; pero también de humor y filosofía para niños.

 

Y estoy seguro que lo harás. Y no me lo perdería por nada del mundo. Bueno, Luis, ha sido un placerazo como siempre que hablamos “en serio” y más de algo tan serio como el humor. 

Gracias mil por tu escasísimo tiempo y tu esfuerzo por complacerme. Seguimos como siempre.

Un abrazo enorme.

 

Web de Pescetti

 

Boletín Humor Sapiens de mayo / 2021

unnamed.jpeg

Recién ha salido el Boletín Humor Sapiens correspondiente al mes de mayo, con una entrevista a Luis Pescetti, reconocidísimo humorista literario, musical y escénico argentino; el ya acostumbrado artículo de la serie "Humores del mundo. Mundo de los humores" del historiador, curador, escritor, promotor y especialista de humor gráfico, el portugués Osvaldo Macedo de Sousa; Salón de la Fama con el humorista gráfico español Adrián de Almoguera; una investigación científica sobre el humor...

Y las acostumbradas secciones: "Hitos de la Historia del Humor", "Citas célebres", "Eventos teóricos publicados en el mes", Homenajes Póstumos y mucho más.

firma3_14.jpg

 

En rigor humortis: "Una cala superficial e incompleta sobre el humor, la risa y las religiones. Parte I."

captura_de_pantalla_2021-04-22_a_las_12.32.38_a.m.pngSe dice que con el Cristianismo, el mundo pasó a ser un lugar de sufrimiento. Y ese concepto duró varios siglos. Para ilustrar esto, nada mejor que mencionar las citas que pude conseguir en la Biblia:

1. “El necio, cuando ríe, lo hace a carcajadas, mas el hombre sensato apenas si sonríe”. Eclesiastés 21:20.

2. “Porque como crepitar de espinos bajo la olla, así es la risa del necio. Y también esto es vanidad”. Eclesiastés 7:6.

3. “A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?”. Eclesiastés 2:2.

4. “Mejor es la tristeza que la risa, porque cuando el rostro está triste el corazón puede estar contento”. Eclesiastés 7:3.

5. ”Afligíos, lamentad y llorad; que vuestra risa se torne en llanto y vuestro gozo en tristeza”. Santiago 4:9.

Una aclaración. Muchos pensadores también han definido al humor, como un estado de ánimo (“estoy de buen humor” o “estoy de mal humor”). Es algo que se viene arrastrando de la antigua teoría de los cuatro humores corporales. Desde ese punto de vista, tenemos que humor es cuando sentimos un placer, una emoción positiva, ya sea el placer del resultado del ejercicio del sentido del humor, o ya sea la alegría, el alivio, el triunfo, etcétera. Esto es importante aclararlo, porque muchas veces vemos usada la palabra alegría, felicidad, bienestar y otros sinónimos en los textos religiosos. Y en realidad no se trata de la misma emoción que conocemos y usamos comúnmente nosotros; como esa alegría que sentimos al ver un hijo recuperarse de una enfermedad, o cómo nos ponemos al sacarnos un premio en la lotería, o lo que sentimos cuando nos suben el sueldo, etcétera; sino que se trata de un estado espiritual que brinda eso que llaman la paz, la cercanía a Dios, la armonía, la pureza y otros estados parecidos. Y eso nos puede llegar a confundir al analizar este tema.

Terminemos con la Biblia entonces. Un ejemplo de lo anterior: "Un corazón alegre es como una buena medicina, pero un espíritu deprimido seca los huesos". Proverbios 17:22.

Como se ve, puede que al leer ese versículo, entendamos que se refiere a la risa beneficiosa como fuente de salud. Sin embargo, cabe también la interpretación de que si uno debe tener el corazón rebosante de la "alegría" de estar con Dios, porque de lo contrario se deprimirá hasta los huesos con la frialdad y la oscuridad que produce estar alejado de Él. Es decir, tiene doble interpretación, así que cada uno tenga la suya, ¿no es cierto?

Pero sigamos en el Cristianismo, ahora en el nunca bien ponderado Medioevo. Ahí hubo una gran polémica. Muchos aseguraban que en los Evangelios no se indicaba que Jesucristo hubiera reído. Entonces hubo gente como San Luis, Rey de Francia, que resolvió el debate del modo más ingenioso: no reía los viernes. (¡En serio!). Otros se acomodaron a las definiciones entre risa natural (la permitida) y risa maliciosa (la prohibida).

¡Qué tiempos! ¿Qué me dicen de esto?: Las ideas sobre la interpretación de la risa en las Santas Escrituras fueron recogidas por clérigos como, entre otros, Efrén de Siria (306-373), quien escribió en contra de las risas de los monjes. También Crisóstomo (347-407), uno de los grandes teólogos, según la Iglesia Ortodoxa Griega, declaró a su vez que las burlas y la risa no provenían de Dios, sino del pueblo, y condenó a los arrianistas (corriente que no creía en la Santa Trinidad), por haber incorporado al oficio religioso el canto, la gesticulación y la risa.

Y miren lo que decía una “Taciturna”, que no era más que un capítulo de las “Reglas Monásticas” del siglo V: “La forma más terrible y obscena de romper el silencio es la risa, si el silencio es virtud existencial y fundamental de la vida monástica, la risa es gravísima violación”.

En el siglo VI, San Benito dijo lo siguiente en sus “Regula Magistri”: “Cuando la risa está por estallar hay que prevenir, como sea, que se exprese. O sea que entre todas las formas malignas de expresión, la risa es la peor”.

Es que la Edad Media fue la más tétrica época para el humor y la risa. Por suerte, los religiosos se dieron cuenta de la necesidad de que el populacho entrara “desahogado” al recogimiento de cuaresma y patrocinó el carnaval. Así el pueblo se divertía desaforadamente por unos días, soltando todos su miedos, amarguras y dolores del año en gran fiesta, con abundantes comestibles y bebestibles, con comedias, farsas, parodias, sátiras, burlas, bromas, bailes y cantos paganos; es decir, con una enorme carcajada que los dejaba relajados y mansitos, como deseaban los curas ver a su rebaño. Pero en el resto del tiempo se reprimía mucho la risa. Claro, si surgía una carcajada perturbadora fuera de los permitidos días de carnestolendas, ahí funcionaba la grave, seria, solemne y Santa Inquisición.

Otro personaje para ilustrar esa época: el Arcipreste de Hita (1284-1351), que fue un raro ejemplo de presbítero español, ya que desbordaba gracia y picardía. Pero Gil de Albornoz, obispo de Toledo, lo mandó a la cárcel por eso.

Pero ni saliendo de esos tiempos oscuros y tenebrosos cambió la cosa. Miren esta curiosidad: Saint-Foix, escritor francés del siglo XVIII, aseguró que la secta anabaptistas, hermanos de Moravia (corriente cristiana que considera inválido el bautismo infantil), sentían un horror profundo por el derramamiento de sangre, sin embargo, ejecutaban a sus hermanos condenados, haciéndolos reír mediante cosquillas, hasta provocarles la muerte”. (Para morirse de risa, ¿no es cierto?).

Y más para acá, fíjense en esto: el Papa Pío V promulgó un decreto contra la risa “sin moderación” en la Iglesia, en 1852. San Carlos Borromeo y otros representantes de la contrarreforma lo confirmaron.

Quizás sea por todo lo anterior que muchos como yo, nos divierte ver artesanías donde aparecen frailes con caras de bonachón y con las narices rojas, abrazando barriles de vino; o disfrutamos curas simpáticos, bromistas y sin mucho dogmatismo que digamos, en libros y películas. Recuerdo ahora al “Pequeño Juan”, de la banda de Robín Hood.

Pero continué buscando informaciones ya en tiempos actuales, sobre todo en Internet, a la caza de noticias, comentarios, nuevas investigaciones, etcétera. Y de pronto, me encontré con esta impactante noticia de marzo del 2015:

“Si los religiosos vivimos el encuentro con Jesús, no necesitamos hacer risoterapia", dijo el claretiano Luis Ángel de las Heras, presidente de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER). El religioso ha descrito el estilo propio de la vida consagrada en base a la coherencia, la verdad y la simplicidad, y ha pedido a las comunidades de religiosos "no forzar la alegría" al considerar que "la alegría perfecta es consecuencia de un encuentro personal con Jesús". Esta ha sido una de sus aportaciones en la asamblea de la Unión de Religiosos de Cataluña que se ha celebrado este miércoles en el Seminario Conciliar de Barcelona”.

Sin dudas, todos somos libres de pensar y decir lo que sea. Pero en mi opinión, esta manera de pensar es la base del fundamentalismo religioso.

Es obvio que ese señor no quiere nada con el estado de ánimo positivo que produce el humor y la risa sana natural. ¡Qué daño le hacen al mundo estos señores! Los mismos que nos amargaron la vida cuando éramos chicos con aquello de “la risa abunda en boca de tontos”.

Muchos me han dicho, y también he leído, que hay sectores protestantes que tienen prohibido divertirse como cualquier mortal. Dicen que ni siquiera se permiten escuchar música. Quizás sea un mito.

Yo asistí de niño a las escuelas dominicales. Festivas jornadas me decían. Recuerdo que jugábamos todo el tiempo a ver quién encontraba primero tal cita en la Biblia, cantábamos temas acompañados de rítmicas palmadas como “Satanás no podrá vencer”, etcétera.

Y terminando ya con los cristianos, me topé sorprendido con esto: un nuevo fenómeno religioso llamado “El Avivamiento de la Risa”, “La Risa Santa”, “Borrachera Espiritual” o “Bendición de Toronto” (por la iglesia de la Viña en Toronto, Canadá, uno de los primeros lugares en donde se propagó).

Parece mentira, pero el grado de popularidad que ha alcanzado en Inglaterra, Canadá y Estados Unidos es como realmente un “avivamiento”. Dicen que sólo son experiencias hinduistas muy al estilo de la Nueva Era, disfrazadas de cristianismo. Pero debo ubicarla aquí, más, sabiendo que este fenómeno religioso lo creó un predicador cristiano sudafricano, Rodney Howard-Browne.  

El “Avivamiento de la Risa” consiste en que las personas que participan en un culto religioso, de repente irrumpen en carcajadas y risas incontrolables sin razón aparente alguna. Dicha experiencia puede ocurrir en cualquier momento de la reunión, durante el mensaje o los cantos, y frecuentemente a la orden del líder que está al frente o al imponerle individualmente a alguien las manos.

Es una risa intensa, con brotes histéricos de irrefrenables carcajadas. La duración de las mismas puede variar desde algunos minutos hasta horas. Hay personas que pueden estar riendo así días enteros.

La experiencia se atribuye a que Dios toca en forma especial a los participantes como una manifestación del Espíritu Santo. Incluso a esas personas que participan en esos cultos se les convence de que son una especie de élite escogida por Dios para tener gran éxito y poder.

Pero sin dudas, nada tiene que ver con el humor y tampoco con el proceso cómico. Está más cerca de un ejercicio de risoterapia, hecho con demasiado entusiasmo. La diferencia es que aquí esa risa se provoca con otra intención. Es evidente -como ya vimos-, que existen muchos tipos de risas que no están relacionadas con el humor. Esta es una de ellas. ¿Es un risa sana o beneficiosa? Espero que sí, por el bien de esas personas que la practican, aunque realmente no lo sé, pero me inclino a pensar que a la larga no.

Yo respeto todos los credos, por supuesto, pero a todas esas personas de fe cristiana que han sido y son responsables de esta historia tan negativa hacia al humor y la risa sana, sin importar su rango de autoridad en su Institución, no las respeto porque le han hecho y le hacen mucho daño a la Humanidad.

Sin embargo, respeto muchísimo a esos hombres de fe (no puedo poner ejemplos de mujeres de fe. No conozco ninguna relevante que pueda relacionar con este tema. Bueno, sabemos que los religiosos también tienen esa debilidad conocida como "Club de Toby"), decía antes del paréntesis que admiro y respeto a esos hombres de fe, más inteligentes, sabios y sensibles que el resto, que saben valorar el humor y la risa. Vaya aquí algunos ejemplos.

En el siglo XIX, está el danés Kierkegaard (1853-1855), el cual abordó el estudio de la ironía como precursora del conocimiento interior de carácter religioso. Para él, la ironía es la fase existencial que precede a la fe. Y sitúa el origen de lo cómico en la incongruencia (¡gran avance conceptual!).

Menciono también al filósofo, escritor y sacerdote anglicano Allan Watts (1915-1973), el cual decía que cada mañana, al levantarse, se miraba al espejo y practicaba unos minutos de sonoras carcajadas. Seguramente esto le ayudaba a no implicarse demasiado en sus tareas y a burlarse de los aspectos más sombríos de su propia mente. (¡Maravilloso pensador!).

Y por si fuera poco, ya no solo se cambió la visión maldita de la risa y el humor. En el siglo pasado tenemos al contemporáneo estadounidense Peter Berger, que dijo: “Lo cómico es la visión del mundo más seria que existe”. Berger, de inclinación religiosa y quizás influido por el pensamiento de Kierkegaard, a quien cita numerosas veces en su sustancioso libro “La risa redentora” (Editorial Kairós, España, 1999), sostiene que lo cómico es una promesa humana de redención, y que la fe religiosa es la intuición de que se cumplirá dicha promesa.

Cierro estas líneas con algo curioso y también positivo.

Resulta que en 1515, nació en Italia Felipe Neri. Fue un hombre tan noble, solidario y alegre, que le dijeron hasta su juventud “Felipín, el bueno”. Por lo que leí, le dedicó su vida a los pobres, a los enfermos, a enseñarle a los niños y, por supuesto, a rezar y rezar. Poco tiempo después de su muerte lo canonizaron. Lo menciono, porque dicen que era muy simpático, chistoso, a veces hacía de payaso, donde llegaba todo era alegría y fiesta, como maestro  -sin saberlo, obvio-, practicaba la pedagogía del humor. Por todo lo anterior, San Felipe Neri se ha convertido en el patrono de los humoristas.

Desde aquí un enorme agradecimiento a este Santo por proteger (son tan pocos los que lo hacen), a los humoristas creyentes y espero que a los que no también (para eso hablé bien de él, por si acaso).

 

firma3_18.jpg

Páginas