Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

En rigor humortis Una cala superficial e incompleta sobre el Humor, la Risa y las Religiones. Parte IV

captura_de_pantalla_2021-06-16_a_las_4.24.58_p.m.pngEn esta ocasión, ya con la experiencia de haber transitado por las tres grandes religiones monoteístas (CristianismoJudaísmo e Islamismo) abordaremos el hinduismo. 

> En general, todo el hinduismo es optimista. Es panteísta y, como todo es Dios, todo es bueno y alegre.

> Vemos la teoría del "lila", palabra en sáncrito que significa “juego”, “pasatiempo”, “diversión”. Indica que el universo es sólo un juego en la mente de Dios.

> Conocemos a Krishna, la octava encarnación del dios Vishnu, que se reía de todo, para indicar que las cosas del mundo no son serias, sino sólo apariencias.

> El hinduismo es una religión rica y compleja, que abarca muchos movimientos, escuelas y denominaciones religiosas. Todas tienen una base común de dogmas, pero abrazan diferentes creencias acerca de la divinidad.

> En nuestro tema estamos obligados a mencionar una rama llamada Vállabhas. Fundada por el religioso Vallabha Acharia (1479—1531). A ellos se les considera los epicúreos de la India, debido a su doctrina en contra del sufrimiento. Es la exaltación del placer y, por ende, de lo divertido.

> Increíble: hoy en día existen en la India, templos sagrados donde se puede practicar la risa. Bueno, el creador del Yoga de la risa, el Dr. Madam Kataria es indio.

> Algunos libros hindúes hablan de la meditación con risa porque es una técnica basada en uno mismo, es un medio para conocerse interiormente que ayuda a estar más consciente del mundo.

> En la India, se promueve la meditación de la risa mística que consiste en nueve días con tres horas diarias de risa.

> Hay una creencia hindú que asegura que una hora de risa tiene efectos más beneficiosos para el cuerpo que cuatro horas de yoga.

> Osho (1931—1990), fue un filósofo, místico, orador, líder espiritual indio y fundador de un Movimiento que lleva su nombre.

> Sus enseñanzas sincréticas enfatizan la  importancia de la meditación, la consciencia, el amor, la celebración, la valentía, la creatividad ¡y el sentido del humor!. Las enseñanzas de Osho han tenido un notable impacto en el pensamiento de la nueva era, y la popularidad de ellas ha aumentado considerablemente desde su muerte. Pero ojo: Osho fue muy heterodoxo. Enseñó su visión particular, la cual no siempre es hindú.

> Para finalizar esta sección sobre el hinduísmo, veamos esta historia narrada por Osho, que me encanta. Dice así:

Me han contado sobre tres místicos hindúes. Nadie conoce sus nombres. 

Se los conocía sólo como Los Tres Santos Reidores, porque nunca hacían ninguna otra cosa, solamente reían. 

Solían ir de una ciudad a otra, pararse en el mercado y largarse una buena carcajada visceral. 

Estas tres personas eran realmente hermosas, riendo y con sus vientres agitándose. Era como un contagio, todo el mercado comenzaba a reír... 

Durante unos pocos segundos un nuevo mundo se abría. Viajaban por toda India sólo ayudando a que la gente se riera. Gente triste, gente enojada, gente codiciosa, gente celosa: todos comenzaban a reír con ellos. 

Y mucha gente captó la clave: podemos transformarnos.

Sucedió entonces, en un pueblo, que falleció uno de los tres. 

Los pobladores dijeron: "Ahora habrá problemas. Su amigo ha muerto y deben llorarlo", pero los dos estaban bailando, riendo y celebrando la muerte.

La gente del pueblo dijo: "Esto es demasiado. Estos no son modales. Cuando muere un hombre es profano reír y bailar".

Entonces, los dos hombres dijeron: "No saben lo que ha sucedido. Nosotros pensábamos quién de los tres moriría primero. Este hombre ha ganado, estamos derrotados. Nos reímos con él toda la vida, ¿cómo podríamos despedirlo de otra manera? Debemos reír, debemos disfrutar, debemos celebrar. Esta es la única despedida posible para un hombre que ha reído toda su vida. Y si no reímos, él se reirá de nosotros y pensará:  ¡Tontos! ¿De modo que de nuevo han caído en la trampa? No pensamos que esté muerto.  ¿Cómo puede morir la risa, cómo puede morir la vida?

 Luego debían incinerar el cuerpo y la gente del pueblo dijo: 

"Lo bañaremos como lo prescribe el ritual". Pero aquellos dos amigos dijeron: 

 "No, nuestro amigo ha dicho que no hagamos ningún ritual y no cambiemos su ropa ni lo bañemos. Sólo que lo pongamos como está en la pira crematoria; por lo tanto, tenemos que seguir sus instrucciones".

Y entonces, de pronto, sucedió algo muy importante. 

Cuando el cuerpo fue colocado sobre la pira, ese anciano hombre hizo su último truco.  

¡Había escondido muchos fuegos de artificio debajo de sus ropas y repentinamente hubo un espectáculo!

Entonces el pueblo entero comenzó a bailar. 

No era la muerte, era la nueva vida, una resurrección. Toda muerte abre una nueva puerta. Si cambias tu tristeza por celebración, entonces tú también serás capaz de cambiar tu muerte por resurrección. Aprende este arte mientras haya tiempo.

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Reseña del libro: "Historia cómica del libro"

historia_comica_del_libro.jpgLos lectores amantes del buen humor –como es mi caso-, hemos tenido como referente, o mejor dicho como ídolo, al español Enrique Jardiel Poncela. Lamentablemente, falleció en el año 1952 (año de mi nacimiento) y no pudimos seguir disfrutando de su talento y excepcional sentido del humor. Sin embargo, esa información quedó en el ácido ribonucleico de su estirpe. Y resurge en el inteligente y agudo poder creativo de su nieto, Enrique Gallud Jardiel.

Somos entonces muy afortunados al ser contemporáneos de este fabuloso humorista literario, heredero directo de nuestro ídolo.

Acabo de leer uno de sus últimos libros y me asombra no sólo su capacidad creativa, sino también cómo logra mantener siempre el alto nivel de elaboración, su buen gusto en su humor “culteranista”.

Después de deleitarnos con la historia, la literatura, el cine, el teatro, la filosofía, etcétera, en esta ocasión aborda el libro. La historia del libro desde el papiro egipcio, pasando por Gutenberg y hasta nuestros días. Claro, es como si fuera una historia nueva para nosotros, ya que es su versión contada con fino humor.

Pero no se queda ahí. Agrega capítulos como el de curiosidades sobre los libros, o una relato sobre una lección de Sócrates relacionada con “el pésimo invento humano que es el libro”.

Y también encontramos un capítulo donde el autor recomienda la lectura de un grupo de libros humorísticos (antiguos y actuales).

No puedo omitir en esta reseña mi profundo agradecimiento por la mención que hace de mi libro “Hamor y Umor. Cuentos”. Un honor inmerecido.

Resumiendo, nada mejor para el encierro de esta sempiterna pandemia, que la lectura divertida e instructiva de Erique Gallud Jardiel. Es muy probable que usted se contagie del lectoravirus y termine leyendo toda su obra.

Pero el lector, lectora o lectorita, que no haya leído ni un solo libro de él, merece las penas del invierno (ya sé que no es así la frase, pero no quise ser tan dramático; aunque lo pensé, lo confieso).

 

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En rigor humortis: ¿Es cierta la acuñada frase: "Es más fácil hacer llorar que hacer reír”?

captura_de_pantalla_2021-06-02_a_las_9.47.31_p.m.pngDesde hace más de doce años vengo entrevistando a humoristas gráficos, escénicos y literarios, así como a estudiosos de la teoría y aplicación del humor, con un mismo cuestionario. Mi objetivo era comparar sus respuestas en algún momento, para analizarlas y reflexionar sobra cada punto abordado y al final publicar un libro en tono ensayístico.

Por tal motivo no tenía mucho apuro. Primero entrevisté a los integrantes de mi larga lista de amigos colegas. Y éstos me iban poniendo en contacto con otros.

Para este artículo decidí no hacer ningún análisis, porque se extendería demasiado. Para que se tenga una idea de la magnitud del trabajo, hasta este momento he entrevistado a 157 colegas de 18 países.

La pregunta de ese cuestionario que escogí para la reflexión de hoy fue la que aparece en el título:

“¿Es cierta la acuñada frase: "Es más fácil hacer llorar que hacer reír”?

(Encontrarán respuestas extensas, breves, chistosas, serias, a favor, en contra y hasta algunas abstenciones).

Aquí solo copiaré las respuestas de 30 colegas, como muestra representativa. Están en orden alfabético:

> Alexis Valdés, escénico y audiovisual cubano: Sí… con pisarle el pie a cualquiera se le hace llorar. Sobre todo si tiene un uñero… Ahora, hacerle reír… ¿A alguien que tiene un uñero…?

> Amorín, gráfico brasilero: Sim. Para chorar voce só precisa de um martelo e o seu dedo… 

> Ares, gráfico cubano: Sí, no tengo dudas. Tú con solo enviarme esta entrevista ya lo lograste y para hacerme reír en el Teatro Carlos Marx tuviste que pasarte meses ensayando.

> Boligán, gráfico cubano-mexicano: Sí, sobre todo hoy en día son más los que se dedican a hacer llorar y con mucho éxito e ingeniosidad, mas creo que siempre buscamos la forma de reírnos de ellos...

> Bonil, gráfico ecuatoriano: Nunca he intentado hacer llorar, y tampoco he “procurado” hacer reír. Creo que para quien no lo lleva naturalmente cualquier posibilidad expresiva puede resultar difícil de lograr. Ahora, si me dijeran tus caricaturas “son de llorar”… no sabría si reír o llorar. Y sería harto difícil en ambos casos…

> Carlos Ruiz de la Tejera, 1933-2015, escénico cubano: Las dos cosas son difíciles. Hacer llorar es llegar a lo más sensible del alma humana, enfrentándola a las verdades que cotidianamente las mentiras tapan y hacer reír, pero que la gente ría y piensen también es difícil y tú lo sabes.​

> Cintia Bolio, gráfica mexicana: Cierta. Aunque ahora las personas que nos dedicamos al humor político sufrimos de la competencia desleal de la clase política. No sé si hacen los chistes de manera voluntaria, pues son cada día más cínicos, pero eso no se vale.

> Coco Legrand, escénico y audiovisual chileno: Sí, porque en la vida hay menos situaciones graciosas que dramáticas.

> Daniel Rabinovich, 1943-2015, escénico, musical, y literario argentino: Creo que sí... ¿Lo que se acuña, ¿no son monedas?

> Samper, literario colombiano: Por supuesto. Pero goza de menos prestigio. Parece increíble, pero la seriedad postiza y solemne sigue suscitando más admiración que el apunte oportuno.

> David Vela, gráfico español: El humor es un género complicado pero no creo que su función sea hacer reír. Se ríe con el chiste o con la actuación de un cómico, pero el humor es un concepto más amplio. Me gusta cómo le da vueltas Ramón Gómez de la Serna en su “Gravedad e importancia del humorismo”, sin llegar a una conclusión.

> Doimeadiós, escénico y audiovisual cubano: Las dos cosas son difíciles y fáciles.

> Eduardo del Llano, literario escénico y audiovisual cubano: Es cierto, es más fácil. De veras. Toma por ejemplo a los estudiantes: en cualquier aula hay un montón de chicos y chicas con problemas, pero sólo un gracioso.

> Eduardo Jáuregui, especialista español: En absoluto. Es mucho más fácil hacer reír. Basta entrar en cualquier cafetería para observarlo entre las personas reunidas en torno a las mesas. Otra cosa es hacer reír con un "chiste" enlatado o una escena de ficción. Eso requiere más arte, no sé si más o menos que el de los autores trágicos.

> Enrique Gallud Jardiel, literario y escénico español: Una gran verdad. La narración de cómo un niño murió atropellado por un camión siempre conmueve al que la escucha, por muy mal que se cuente. Una historia cómica, mal escrita o mal contada, pierde toda su gracia. Hacer reír sin burlarse de los más desafortunados o sin mezclar sexo, política o religión es dificilísimo.

> Enrisco, literario, escénico y audiovisual cubano: Depende. La lágrima difícil, la profunda, es tan difícil y rara como la risa inteligente. La sensiblería melodramática en cambio es bastante más fácil hasta que la risa boba.

> Hervi, gráfico chileno: Desde luego. Es más fácil dar una patada en el aparato reproductor de un ciudadano, que inventarle un cuento gracioso para que deje de lamentarse por la mala fortuna que tuvo porque alguien le dio una patada en su aparato reproductor.

> Horst Haitzinger, gráfico alemán: Sí, creo es cierta.

> Juan Padrón, 1947-2020, gráfico y audiovisual cubano: Creo que sí. El humor es cosa seria y se necesita, aparte de una fuerte dramaturgia, un sentido del timing, y un toque especial, como en el chiste de los presos con los chistes numerados.

> Kemchs, gráfico mexicano: Definitivamente, sí. En alguna época estuve haciendo una tira cómica llamada “Los torcidos”, en el periódico más importante de mi país, “Unomásuno”. De ahí me surgieron invitaciones para hacer pequeños guiones para radio, en los cuales estuve trabajando y realmente era sorprendente como invertía tanto tiempo en hacer guiones humorísticos y como la radio y la televisión devoraba grandes cantidades en muy pocos segundos. Después de un tiempo decidí que no era lo mío y continúe usando esos pequeños guiones para mis tiras cómicas y de esa reflexión y de mi trabajo de casi 30 años haciendo humor, me doy cuenta que es una labor ardua. Por ello pienso que es una parte difícil de trabajar.

> Luis Pescetti, literario, escénico y musical argentino: Al menos ¿intencionalmente?, la verdad que sí. Pero, de todos modos, llorar no es lo mismo que presentar una buena tragedia, y eso es muy difícil. No sé si cuando decimos ese "llorar" es igual a ese "reír".

> Marilena Nardi, gráfica italiana: Credo di sì. Personalmente, nel mio lavoro, non cerco la risata, ma neanche il pianto. Lo scopo finale è la riflessione. Se dovessi definire i miei disegni, gli ultimi in particolare, direi che sono espressione di un umorismo dolente

> Marrugat, gráfico español: Pues me temo que sí. Por ejemplo: si alguien cuenta algo luctuoso, casi todo el mundo se echa a llorar; si alguien cuenta un chiste y no tiene la gracia imprescindible, nadie rompe a reír. Sin embargo, hay personas que cuentan algo triste con tal naturalidad que es inevitable la risa. Eso le pasaba al difunto Chumy Chúmez, sin ir más lejos.

> Nani, gráfica colombiana: No. Hacer reír es tan fácil como hacer llorar, solo hay que saber hacerlo, esa es la cuestión.

> Omar Zevallos, gráfico peruano: Es sólo una frase. Ambas manifestaciones tienen orígenes diferentes y obedecen a impulsos antagónicos; aunque a veces podemos llorar de risa. Creo que hacer reír es fácil si quien lo intenta es un humorista, pues bastará una mirada o un gesto hecho con maestría para reír. Y si el humor se le agrega una buena dosis de inteligencia, mejor aún.

> Osvaldo Macedo de Sousa, especialista en humor gráfico portugués: Claro que sim.

> Ramón Fernández-Larrea, literario, escénico y audiovisual cubano: Es cierto. El ser humano tiene una natural disposición para llorar y que lo hagan verter lágrimas. Sospecho que es para que los demás lo vean. Uno llora sin comprender por qué lo hace. Para reír hay que entender de qué se ríe. Y eso cuesta trabajo.

> Rius, 1934-2017, gráfico mexicano: No me he dado cuenta, pues mi pretendida profesión es hacer reír y casi nunca me doy cuenta si lo logro o no...

> Turcios, gráfico colombiano: Creo que sí, es que para hacer llorar no hace

> Virulo, musical y escénico cubano: ¿Quién dijo esa tontería?

Voy a finalizar este artículo con mi opinión sintetizada sobre el tema, como si estuviera entrevistándome. Dije que no haría ningún análisis, pero no quiero que se piense que no tomé partido.

Según mi criterio, no existe nada fácil dentro de la creación de calidad en general. Hacer tragedia o comedia en cualquier manifestación artística es difícil y mientras más nivel de elaboración y profundidad tenga la obra, más difícil es de crear.

Lo que quizás ocurra es que como el llanto está más cerca de la emocionalidad del ser humano y el humor más cercano a la inteligencia, sea más fácil llegar al corazoncito de las grandes masas, sin contar que tener el sentido del humor bien desarrollado conlleva más dedicación, esfuerzo y tiempo que alguien que pique cebolla. 

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En rigor humortis Una cala superficial e incompleta sobre el humor, la risa y las religiones. Parte III

captura_de_pantalla_2021-05-19_a_las_11.02.30_p.m.pngYa pasamos por el Cristianismo y el Judaísmo en esta cala sobre el humor y la risa en las doctrinas religiosas. Ahora le toca el turno al Islamismo.

La posición del Islam frente al humor y la risa no difiere demasiado de las del cristianismo y el judaísmo. Por lo que estuve investigando, la risa, la diversión y las bromas son permitidas por el Islam. Claro, para los musulmanes el humor no debe insultar a nadie, no debe asustar a nadie, debe estar dentro de los límites de la tolerancia islámica; es decir, no debe ser ofensivo, no debe contener material no islámico o promover la inmoralidad y la indecencia (realmente, no entiendo qué tipo de sátira, caricatura, ironía, etcétera, se puede hacer entonces).

La religión islámica surge con la voluntad de acabar con el predominante paganismo, pero también con la degradación moral de la sociedad árabe. Por lo tanto, toda la ética musulmana se construyó en oposición a la moral entonces imperante. Así, la mesura y el autocontrol se consideró una virtud. Esto conecta con la hiperseriedad. Entonces el Islam y la seriedad se definen en contraposición a la risa, a la que se asocia con los infieles.

Dice el Corán al respecto: “¡Que rían, pues, un poco! Ya llorarán, y mucho, como retribución de lo que han cometido” (se puede leer en el primer artículo de esta serie, publicado aquí en Mundiario, que en la Biblia se dice algo parecido).

Así que si se controlan y no se dejan llevar por la risa, serían recompensados en la otra vida, paradójicamente, con la risa: “Ese día, los creyentes se reirán de los infieles”, dice el Corán.

Y observen esto: en las colecciones de hadices (que son los dichos y las conversaciones relatadas por los compañeros de Mahoma), se nos presenta a un profeta jovial y proclive a bromear.

Los musulmanes ponen como ejemplo del humor de Mahoma, la siguiente anécdota: entre las historias relatadas en los libros de Ĥadîz y Sîrah (textos sobre la vida del profeta), encontramos que Mahoma solía bromear con el hijo pequeño de un Saĥâbah (un compañero suyo), un niño llamado Abû ‘Umair quien tenía un pequeño pajarito con el que jugaba. Un día vio al niño triste, y le preguntó: "¿Por qué veo aAbû ‘Umair tan triste?" Los Saĥâbah (sus compañeros) le dijeron: “El pájaro con el que jugaba ha muerto, ¡oh, Mensajero de Allah!”. Entonces el Profeta le empezó a decir en broma suavemente: "¡Oh, Abû ‘Umair! ¿Qué le pasó al pajarito?"

Con el mayor respeto, no veo el humor por ningún lado. Ni siquiera veo un intento de bromear o de hacer sonreír. Lo siento, quizás sea un problema cultural o de traducción.

Pero al igual que ocurre con otras muchas cuestiones (y en todas las religiones sucede igual), el asunto de la risa se convirtió en objeto de interpretación por parte de teólogos y juristas musulmanes, que, a lo largo de la Edad Media, se debatieron entre su prohibición total y su relativa tolerancia, siempre que fuera comedida.

Valga como ejemplo la posición de Al-Ghazali (1058-1111), teólogo y jurista, místico y reformador religioso de origen persa, que en su obra dedicó un epígrafe titulado “El décimo mal: la broma”, donde reflexiona sobre la risa, concluyendo que “lo prohibido de la broma es excederse y entregarse a ella”. Acepta, por lo tanto, la risa moderada, la sonrisa. (¡Algo es algo!).

En tiempos actuales, no puedo pasar por alto la cantidad de creyentes de esta religión que se dedican con gran talento al humor gráfico, a pesar de las limitaciones de sus estados religiosos.

Por supuesto, voy a evitar referirme a los terroristas islámicos, porque yo creo que una de las razones que sean extremistas, salvajes y criminales es por no tener ni un ápice de sentido del humor.

En el Corán, se dice que quien hace reír al prójimo, merece el paraíso. ¿Qué piensan de eso los yihaidistas? Posiblemente se han saltado esa parte.

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Mi libro "Orión y Pipita" acaba de publicarse

portada_oyp.jpgRecién se ha publicado mi libro número 66 (47 para niños y 19 para adultos). Se titula: “Orión y Pipita. Tiras cómicas y cuentos”. Este es el texto que aparece en la contraportada:

“A las típicas siluetas que señalizan los baños públicos para damas y caballeros, el autor las bautizó como Orión y Pipita. Con ellas de protagonistas creó tiras cómicas, viñetas y cuentos, desarrollando todas las historias en las mismas puertas de los baños, creándose un micro universo fantástico e ingenioso. En este libro está presente el humor, lo mismo jugando con las formas que con los contenidos. Encontrará usted chistes, juegos de palabras, también ironías, exageraciones, alguna que otra sátira, mucho humor blanco y sobre todo abundantes absurdos”.

Esta a la venta en:

https://www.amazon.com/dp/B094ZL8VSY?ref_=pe_3052080_397514860

 

Mi opinión: A raíz de la última polémica sobre el humor escénico cubano

safe_image_3.jpegDeseo publicar este texto que escribí a raíz de la polémica de lo declarado por Virulo en un programa de TV cubano y la respuesta de Osvaldo Doimeadiós. Sentí que era justo y oportuno que diera mi visión propia de lo sucedido en el humor cubano, desde que tuve la suerte y el orgullo –en los años 80-, de dejar la ingeniería y dedicarme humildemente a crear humor.

A quien pueda interesar:

Lo que pasó con el humor en los años 80 en Cuba, fue excepcional en nuestra historia. Fue excepcional porque surgió una gran cantidad de jóvenes con inquietudes y muchas ganas de hacer un humor distinto. ¿Por qué? Según mi modesta y molesta opinión, el origen fue cuando muchos de ellos descubrieron a La Seña. Y las razones subjetivas fueron que se produjo un vacío en esos años.

En teatro -y solo en La Habana-, existían algunas obras, no instituciones con un perfil humorístico. Sin dudas se hacía humor del bueno y humor del malo, pero solo el costumbrista, el de siempre. Los programas de TV estaban en picada. Los grandes como “Detrás de la fachada” y “San Nicolás del Peladero” quizás se repetían ya un poco y se terminaron incluso. En radio solo Alegrías de sobremesa. Pero se sabe que Luberta, Nuñez Rodríguez y Carballido Rey, aun siendo grandes guionistas de humor costumbrista, no podían mantener tanto tiempo el mismo nivel, es inhumano pedirle eso. Y por último, quedaban algunos monologuistas paseándose por TV (algunos muy buenos) y los cuentachistes y comediantes menores en cabaret, etc.

Sin dudas, es imposible negar los extraordinarios cómicos cubanos de todos los tiempos. Pero también hay que aceptar que eran figuras aisladas, la inmensa mayoría dependiente de guiones y libretos para teatro o medios de comunicación y dependientes de llamados de directores y productores. Y sabemos que espacios no abundaban. Resumen, que se provocó ese vacío y había que llenarlo.

Entonces Virulo, apoyándose en Zumbado y Eduardo Rómulo y en las actuaciones de Carlos Ruiz de La Tejera, el chileno Jorge Guerra, Ana Lidia Méndez, Zulema Cruz, Tatica y bailarines, comenzaron a hacer otro tipo de humor, menos costumbrista, aunque para mi gusto, tampoco muy rupturista que digamos. 

Zumbado y la forma de sobreactuar sus textos de Carlos Ruiz, me tenían impactado aún cuando no sabía que mi camino era el humor. Y un día me amigo amigo de Aramís Quintero, un excelentísimo literato, y vemos que nos reíamos de las mismas cosas. Cosas no costumbristas, influenciados por el humor "ZAZ" de la película "¿Dónde está el piloto", que vimos un sábado por la noche en la TV, más también por nuestra formación literaria (Mark Twain, Chesterton, Jardiel Poncela, etc.) y el humor gráfico de antiguas revistas como Bohemia, terminando con el gran Dedeté, por supuesto. Y de repente  comenzamos a escribir una obra de teatro disparatada que llamamos “El Madrino”, parodiando “El Padrino”. Entonces con Aramís y Moisés Rodríguez, mi hermano desde la secundaria, que también teníamos un humor idéntico, creamos “Tubería de media pulgada” y logramos publicar durante un año, una página dominical en el suplemento cultural Yumurí del periódico Girón. Saltándome los detalles, ese fue el origen de La Seña. Pero para más casualidad, Moisés era primo de alguien que en ese momento era la pareja de Zulema Cruz y por esa vía llegamos a Virulo para mostrarle “El Madrino”. Y como ese humor no se identificaba con el perfil que Virulo quería para el Conjunto Nacional de Espectáculo, entonces salió del compromiso diciéndonos que lo actuáramos nosotros mismos.

Nace La Seña del humor para poder actuar nuestro humor. Un humor muy rupturista y que nadie hacía en esos momentos en Cuba. Y aquí hay que reconocer que Virulo nos apoyó y siempre se lo agradeceré. Y lo he hecho privada y públicamente.

Bueno, al fin debuta La Seña en el Karl Marx y esporádicamente aparece en TV. Y surgen a imagen y semejanza de la Seña decenas de grupos y solistas (no los voy a mencionar porque se me olvidaría alguno y no quiero molestar a mis queridos colegas y amigos de esa época), que también hicieron historia.

Es cierto que la mayoría eran graduados universitarios o estudiantes a punto de graduarse. ¿Qué los motivó entonces? Sin orden de relevancia: muchos se graduaban y no conseguían buenos trabajos; muchos estudiaron carreras que no eran las que querían estudiar; muchos vieron que unos descarados sin academia como los de La Seña, podían reunirse, escribir y actuar sin pretensiones de ser grandes actores, solo basados en su novedoso tipo de humor y lo vieron todo más cercano, más factible y a eso se le agrega lo ya dicho del vacío y las ganas de subirle el pelo al humor. Ojo, no a ser mejores que las grandes y respetadas figuras que nos antecedieron, insisto, pero sí hacer un humor que no se había hecho, incluso sin importar si era mejor o peor que el que había.

Se consideró "Movimiento" porque realmente era una corriente estética en el humor. Pero era mayoritariamente en el contenido, porque en la forma no éramos muy buenos, hay que reconocerlo. Ni profesionales actores ni profesionales teatristas.

A los dos o tres años de surgir La Seña y los demás, ya se había fortalecido el llamado “Movimiento del Nuevo Humor” y se sabía que en concepto de espectáculos, La Seña fue desarrollándose en guión, dirección artística, música, diseños, etc. y ya hacía verdaderos espectáculos profesionales. Pero su talón de Aquiles era la actuación del grupo, porque a nivel de individualidades teníamos a Moisés, el tipo con más vis cómica que he visto en mi vida. Un tipo que salía a escena sin hablar y ya la gente reía y aplaudía. Pero lo bueno era que Aramís y yo, que creábamos los guiones y las puestas en escena a la vez, sabíamos cómo sacarle partido a lo que podíamos hacer cada uno de nosotros y creábamos para que todos nos destacáramos. Más tarde aportó Pible que lo incorporamos al grupo.

En eso se basó el éxito de La Seña, más el tipo de humor "inteligente" que hacíamos (después explico qué significa ser inteligente en el humor para mí). Y además de La Seña, fueron tremendo aporte en cuanto a guión, los grupos “La Leña del Humor” y “Nos y Otros”. Y el grupo “Sala Manca”, con extraordinarios actores salidos del ISA, con tremendísimo sentido del humor y buen gusto, siempre en frecuencia con nosotros. No eran tan buenos guionistas (ganaron con la incorporación de Telo), pero hacían cosas impresionantes solo con una buena idea, que para otros daría para un sketch de 3 minutos, ellos con su gran actuación y puesta en escena (porque eran y son grandes teatristas), la convertían en una extensa obra de teatro.

Ah, y la otra diferencia. La Seña se posicionó a nivel nacional muy rápido con las pocas salidas en TV (no queríamos quemar repertorio, solo la hacíamos por marketing) y las giras por todos los teatros importantes de punta a cabo del país.

También debo señalar los Festivales “Melocactus matanzanus” que organizábamos en nuestros cumpleaños, donde participaban todos los humoristas del Movimiento en una competencia fraternal (Festival antecesor directo de los Aquelarres). Eran una fiesta del humor, donde participaban fuera de competencia, Virulo, la gente del Conjunto Nacional de Espectáculos y grandes figuras como Idalberto delgado, Aurorita Basnuevo y otros más. Mi eterno agradecimiento a todos ellos.

Un aparte. Dentro de esa enorme cantidad de jóvenes humoristas que “militábamos” en aquel Movimiento, existía algo también excepcional: casi cero envidia, casi cero celos. Era impresionante cómo nos tratábamos entre todos, ¡con qué camaradería!, siempre dispuestos a ayudarnos y colaborar. Eso, corríjanme si saben, no lo había visto ni antes ni después en un medio de artistas profesionales de ninguna modalidad. Para mí, eso fue tan meritorio como el novedoso humor que hacíamos.

Continúo.

Entonces, a grandes trancos para hacerlo corto, Virulo creó el Centro Promotor del Humor y Armando Hart le da el Acapulco como sede oficial (oficinas y teatro) y comienza desde ahí a dar cursos de superación actoral, de canto, etc., a los miembros que se unieron al Centro. Y a darles espacios y vitrina en el Karl Marx con espectáculos que él dirigía. Nada, que Virulo se hizo el "ministro del humor escénico cubano". Creó una comisión asesora compuesta por Carlos Ruiz, Jorge Guerra, Zumbado, Ajubel, Doimeadiós y por mí.

Y así iba todo, hasta que se fue a México a vivir. Ahí dejó el Centro a cargo de un triunvirato: Carlos Ruiz, Doimeadiós y Pepe Pelayo. Carlos y yo duramos menos de una semana y renunciamos, quedándose entonces Doime al mando –por suerte-, y aquello funcionaba muy bien a pesar de las dificultades (recuerdo con cariño también esa época con Rita Alfonso como programadora).

Pero llegó la crisis del llamado "período especial" y muchos nos fuimos del país y de los que se quedaron, sin dudas, fue Doimeadiós la figura emblemática del humor cubano. Actor cómico (y serio) de excelencia, extraordinario director artístico, con el mejor sentido del humor y más encima liderando a los humoristas escénicos del país.

Entonces un día deja el cargo Doime y se lo pasa a Iván Camejo y éste después a Kike Quiñones (éste último de una camada posterior a la mía, por eso no lo conocía, aunque somos amigos por las redes y ya hasta hemos colaborado en proyectos). Del trabajo de Iván y de Kike sólo sé lo que me dicen y sería demasiado atrevimiento mío evaluar sobre una cosa que no viví. Pero sí declaro que es positivo lo que me han dicho.

Entonces, con el siniestro Período Especial, los humoristas se vieron en la necesidad de invadir los centros nocturnos y para satisfacer ese público de tan poco nivel intelectual y mal gusto, tuvieron que bajar el nivel del humor que hacían.

Pero sé que hubo colegas que pasaron por esos lugares y lo hicieron dignamente. Y no solo eso, mantuvieron el alto nivel en los teatros a pesar de que casi era hacer arte por amor al arte. Me quito el sombrero antes esos colegas. Y por ellos se mantuvo el Aquelarre y se estrenaron grandes obras humorísticas en importantes escenarios de la Isla.

Y un día instauran el Premio Nacional de Humorismo y se lo otorgan, obviamente, al humorista insigne, al más querido por todos, a Doimeadiós. Y se hizo justicia. Después se lo dan a Virulo y también se hizo justicia.

En esta polémica he leído muchas cosas, pero sólo Doime ha mencionado en más de una ocasión a La Seña del Humor en su texto. Se nota el silencio en el resto de lo publicado. ¿Por qué? No creo que sea mala onda. Simplemente han pasado más de 30 años y la gente se olvida. Por supuesto, que el público de mayor edad y los colegas nos recuerdan y tienen una correcta opinión de nuestro trabajo en esos años. Sin embargo, no es fácil ir contra el tiempo transcurrido sin estar presente en los escenarios cubanos. Solo Moisés Rodríguez ha defendido el nombre de La Seña en todos los espacios que ha podido.

Ya sé que Eduardo del Llano, Enrisco y otros colegas se van a burlar de mí por mi hipersuceptibilidad con el tema. Pero me arriesgo, ya que considero oportuno alzar mi bandera en estos momentos.

Así que resumiendo:

1-Quiero que se haga justicia con el legado de La Seña y que no se olvide la importancia que tuvo en esos años. Primero por su trabajo rupturista, donde hizo un humor “inteligente”, donde salían complacidos de los teatros tanto el intelectual como el más simple de los mortales, y también por servir de ejemplo para que surgiera después “Movimiento del Nuevo Humor”.

Sobre mi concepto de humor inteligente: La Seña nunca supo el humor que hacía, pero sí sabía el humor que no quería hacer. ¿Por qué en esos años se decía que nuestro humor era inteligente? Lo explico: jamás de los jamases tuvimos ni una décima parte de un teatro vacío en nuestras presentaciones en toda Cuba. Por lo tanto, hacíamos un humor popular. Pero creábamos un humor para que el Karl Marx se repletara durante unos cuantos fines de semana (en ocasiones meses) y en esa multitud de espectadores estaban los intelectuales y los menos cultos con sus familias. Porque tuvimos la "inteligencia" de hacer un humor donde el público recibiera varias lecturas. EJ: con el “Para Elisa” de Bethoveen, el intelectual se reía de ver cómo el arreglo pasaba del clásico a la salsa y se le ponía letra a algo tan sagrado, pero el público ignorante de eso, se reía de Moisés, integrante de la orquesta de salsa, sentado al lado de un bombo de banda de música para solo tocarlo dos veces nada más y sorpresivamente, y en el intertanto sacaba un plátano y se lo comía, se lavaba los dientes, etc., ignorando la orquesta. Sin contar mis payasadas bailando y la letra simple y de mal gusto. Sin dudas era un humor inteligente porque hacía sentir inteligente a todo tipo de público.

2-Quiero que se le haga justicia a Virulo porque hizo tremendo trabajo con el Conjunto Nacional de Espectáculo, creando el Centro Promotor del Humor y por su apoyo a la Seña y a los demás grupos y solistas que vinieron después.

3-Quiero que se le haga justicia a Doimeadiós, que es –para mí-, el mejor humorista cubano vivo y uno de los mejores de todos los tiempos y que hizo tremenda labor al mando del Centro Promotor del Humor, apoyando a cientos de humorista del país. Un humorista que jamás ha cedido ni un milímetro en la calidad de su humor y que ha demostrado que aún con las grandes dificultades que ha vivido, siempre ha hecho el mejor arte, el mejor humor, sin concesiones.

4-Quiero que se haga justicia a todos los humoristas que durante el período especial (incluso hasta el día de hoy), buscando su sustento como todos, mantuvieron su trabajo digno y siguieron haciendo el humor de calidad que se hacía desde los años 80. Ojo: humor costumbrista de calidad lo han hecho en nuestra historia muchísimas figuras cubanas como Los Pous, Aníbal de Mar y Leopoldo Fernández, Idalberto Delgado, los hermanos Álvarez Guedez, Enrique Arredondo, Miravalles y muchos más. La diferencia es que desde los años 80 se hizo otro tipo de humor y no un grupito de jóvenes, sino cientos de ellos a lo largo del país y unidos bajo una corriente estética. Pero, repito, no significa que comparemos la calidad, ni se menosprecie a ninguno, de la época que sea. Todos pertenecemos a la Historia del Humor Escénico Cubano y con mucho orgullo.

5-Quiero se le haga justicia a los humoristas cubanos que viven en el exterior. Hacen humor cubano como los que viven en la Isla, ya que se formaron en la cultura cubana. Algunos tienen la misma alta calidad humorística como la que tienen algunos de la Isla. Algunos tienen tanta mala calidad humorística como la que tienen algunos en La Isla. No quiero mencionar nombres porque, repito, siempre se olvida alguien y quedo mal con mis colegas.

Me despido enviándoles un cariñoso saludo y un abrazo a todos los humoristas escénicos dentro y fuera de Cuba, en especial a mis compañeros de aquella belle epoque del humor cubano.

 

Nota: En la foto, una caricatura que nos hizo Manuel, caricaturista del Dedeté.

 

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En rigor humortis: "Una cala superficial e incompleta sobre el humor, la risa y las religiones. Parte II."

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Después de hacer este tipo de cala con el cristianismo en el artículo anterior, nos sumergiremos ahora en los mares del judaísmo con el mismo objetivo. Los pueblos más perseguidos tienen un sentido del humor muy desarrollado, y ese es el caso del pueblo judío (esto es extensivo a los practicantes del judaísmo). Por esta característica es que conocemos muchos chistes judíos anónimos. Pero ojo, tengamos en cuanta dos cosas: una, que son chistes donde se ríen de ellos mismos, por lo que son ellos los más indicados para contarlos, representarlos, escribirlos o dibujarlos; y dos, no todos son chistes relacionados con su religión, sino con sus costumbres y defectos

Pues comencemos a indagar en esta religión: ¿qué dice la Torá sobre la risa? (La Torá es el texto que contiene la ley y el patrimonio de identidad del pueblo israelita). Según el rabino Baal Shem Tov, el fundador del judaísmo jasídico, el humor es esa cosa que guía la mente de una persona desde un lugar de conciencia estrecha a un lugar de conciencia expandida. (¡Me encantó este pensamiento!).

Los Jasidim son ortodoxos que entienden que la religión no puede ser algo triste y por eso le inyectaron buen humor a la vida, bailes y canciones a los ritos religiosos.

Para el judaísmo, el humor y la risa son, en realidad, subcategorías de un tema más amplio: la alegría. Según el rabino ucraniano Najman, la gente se pone triste porque nada le va bien, pero no se da cuenta de que nada le va bien ¡porque están tristes!

La Revolución Jasídica que tuvo lugar en el pensamiento judío, la alegría toma un lugar de privilegio entre todos los valores.

Según ellos, si el humor es el vehículo que nos transporta desde un lugar de conciencia estrecha a un lugar de conciencia expandida, entonces la risa es nuestra reacción a ese proceso que nos deja aturdidos.

Para los religiosos judíos, desde la perspectiva de la comedia, la manera más segura de lograr la risa es la yuxtaposición de lo esperado con lo inesperado (lo que en psicología de llama “incongruencia”).

La Torá (Antiguo Testamento para los cristianos), fija una diferencia entre dos formas de risa en su uso habitual por aquellas épocas. En hebreo existen dos palabras para marcar esa diferencia. La palabra “sakhaq” que significaba “risa feliz”, desenfrenada e “iaag”, refiriéndose a la “risa burlona”, denigrante. En griego, las palabras para designar “risa” son “γελάω” (gelao) y se utiliza para el reír de alegría fundamentalmente, de hecho es el mismo verbo que se utiliza para “brillar” y “resplandecer de alegría”. Y el otro es “καταγελάω” (katagelao), la cual se usaba principalmente para la risa en su aspecto negativo, humillante, se utilizaba para hacer alusión a “reírse de alguien” o “burlarse de algo o alguien”. ¿Coincidencia?

Cuando abordamos el cristianismo, dije que no nos confundamos con la alegría que conocemos en nuestra vida pagana y esa alegría “espiritual”. En el judaísmo sucede lo mismo.

Dicen que el humor en el contexto de la Torá es en realidad una dicotomía. Hay muchos casos citados que condenan la risa y la frivolidad. Es que en el judaísmo parecen tener poca tolerancia a la levedad. Pero por otra parte, existen muchas fiestas, rituales semanales y pasajes bíblicos que sugieren lo contrario. Esta aparente paradoja requiere una mayor profundización, que aquí no puedo hacer (ni quiero por el tiempo que llevaría).

Por ejemplo, los judíos celebran un mes entero de alegría. Desde el primer día del mes hebreo de Adar, aumentan su alegría y sus risas. La fiesta de Purim, es en este mes. Ellos entregan regalos a los amigos, y disfrutan de una comida festiva, todo en medio de un ambiente de jovialidad. Ojo: ellos utilizan el vino como un medio para elevar la celebración a un nivel espiritual superior, a través de la alegría.

He sido invitado varias veces a matrimonios y bat y bar mitzvah, donde se come, se bebe, se ríe y también se baila (hombres con hombres y mujeres con mujeres si son ortodoxos) y nunca he podido entender de qué ríen ellos al bailar, porque lo que hacen en realidad son violentos ejercicios aeróbicos y tablas gimnásticas, donde quedan empapados de sudor, jadiando y cansados. Pero bueno, cada uno se divierte a su manera, ¿no es cierto?

Hay un versículo que dice: "Entonces se llenarán la boca de risa", en referencia a la venida del Mesías. Según la creencia judía, en un momento el Mesías vendrá, y los judíos serán capaces de llenar sus bocas con la risa de alivio. Dicen que este es otro ejemplo de llevar el humor a la vida, a través de la yuxtaposición de la tragedia y la redención.

Aquí también es necesaria una aclaración. Hay risas nerviosas, diplomáticas, por psicopatías, producto de drogas, de gas hilarante, etcétera. Y una risa que surge con frecuencia en la vida cotidiana es la de alivio. Uno siente un cierto placer por algo malo que no nos ocurrió y ese estado de ánimo facilita una risa, llamada de alivio, que no tiene nada que ver con el humor. Así también está la producida por un triunfo, por una burla, o la más común, la facilitada por un estado de ánimo alegre. Si pensamos en lo ya dicho aquí, que la alegría religiosa no tiene nada que ver con la alegría pagana, entonces es lógico creer que toda esa risa mencionada anteriormente no tiene relación con el humor y la risa desde el punto de vista teórico (desde nuestro punto de vista).

Pero sigamos con el judaísmo. La Torá establece claramente que la risa hace daño y conceptos divertidos como el sarcasmo o la burla son formas inaceptables de expresión. Los burladores y sus risas tienen que ser condenados. Por ejemplo, la Quemará (comentarios y análisis del Talmud), establece que el burlador no merecerá la "presencia divina en el mundo venidero".

Otra aclaración teórica. El universo de la burla es muy amplio. Burlesco puede ser, y casi siempre es, una parodia, una broma, una sátira, una ironía, una caricatura y puede ser un chiste también. Por lo tanto, cuando esa burla cabe dentro de los conceptos que acabo de mencionar, sí entra en el campo del humor. Y la risa que produce puede ser hasta sana. Sobre todo si la víctima de la burla ríe también. Pero cuando la burla no cumple con el proceso cómico (descrito en el artículo sobre el “cristianismo”), produce risa malsana y se va de los límites del humor. Esto es algo difícil de entender, por lo que tiende a confundir. Lo aclaro, porque pienso que la burla a la que se refiere la Torá, es a esta última, la no humorística.

Aunque la Torá y la literatura rabínica no son, por su mismo tema, muy propicias al chiste y son precisamente las que los judíos trataron de reservar con mayor cuidado desde la antigüedad, se encuentran allí pasajes humorísticos, como cuando el Profeta Elías se enfrenta a los sacerdotes de Baal, se burla de sus invocaciones inútiles en voz alta y les aconseja que griten, puesto que su dios a lo mejor está conversando o muy ocupado, quizá duerma y sea necesario despertarlo (Reyes I, 16:27).

También Isaías se burla con humorismo de los idólatras, al describir cómo aprovechan un leño para encender el horno, calentarse, preparar su comida y con los restos fabricar un ídolo delante del cual se humillan (Isaías 43:15).

El “libro más chistoso”, por decirlo así, de la Torá, es sin duda Proverbios, que plasma en frases las relaciones incongruentes de la vida familiar. En él se lee: “Más vale vivir en un desierto y no con una mujer iracunda y amiga de peleas” (21:19). “Gotera en tiempo de lluvia y mujer rencillosa son semejantes” (27:15). “Pero el hombre perezoso dormido no es mejor” (6:9).

Los primeros escritos judíos con la intención de hacer reír, generalmente parodias y sátiras y datan de la Edad Media. Uno bien antiguo que se conserva es el de Judá Al-Jaziri, en el cual se describe a un gallo que sube al techo de una sinagoga y pide clemencia (en el lenguaje de los profetas), para que no se le sacrifique en la ceremonia de la Kapará (expiación o rescate).

En los siglos XV y XVI surge un gran número de comedias para Purim, y representaciones y caricaturas de la Hagadá de Pesaj, como también imitaciones jocosas de poemas litúrgicos.

Es interesante observar que para los judíos los Sabios generalmente tienen una visión positiva del humor.

 

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