Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
Homenaje póstumo: Robin Willians de Estados Unidos
Murió un humorista. Un gigante del humor. Lo de menos fueron sus personajes cómicos en el cine (que es bastante), lo mejor era verlo en sus rutinas en vivo e improvisando. También fue mucho lo que ayudó a la difusión de la importancia del humor con su personificación del Dr. Patch Adams. Pero paradógicamente, esa gran fuente de humor murió por depresión, sin una risa en su alma.
Duele que cualquier humano fallezca, duele más si es un conocido. Y Robin
Williams fue alguien conocido nuestro por su carrera y los momentos de risa que nos aportó. Además, yo lo siento un poco más porque murió un colega. Y en un gremio tan pequeño, que se vaya uno de los grandes, duele, no importa la lengua que hable, el color de su piel o el lugar de su nacimiento, ni su pensamiento político, religioso, etc. Como en todo, lo único que vale de verdad es su calidad humana. Nunca he leído ni escuchado que él fuera una mala persona o le hiciera daño a alguien; por lo tanto, con mayor razón, nos duele la pérdida.
Sólo quiero aprovechar esta mala notica para repetirle a todos los que me leen, hagan lo posible y aún más por vivir de buen estado de ánimo, de vivir con el sentido del humor estimulado y desarrollado, de vivir contento con uno y de vivir disfrutando esta vida tan linda que nos regalaron. Si así hubiera vivido ese gran humorista, ahora yo no estuviera escribiendo estas líneas como mi humilde y póstumo homenaje.
"No se tome la vida tan en serio, si nunca saldrá vivo de ella", así dijo James Thurber, otro gran creador de humor y que yo repito con gusto y convicción.
Y también como siempre digo ante la despedida de un humorista: "Colega, donde quiera que estés, continúa haciendo reír a todos". Y en este caso en particular, con mucho cariño, que a partir de ahora ría más él también.
Gracias.
El Chiste (No. 9) "¿Son simples o complicados?"
Según algunos grandes pensadores y estudiosos del humor, el chiste es:
*la flor de lo cómico. (Victoria).
*el cura disfrazado que desposa a toda pareja. (Juan Pablo).
*la caprichosa ligadura, conseguida generalmente por asociación verbal, de dos representaciones que contrastan entre sí de un modo cualquiera. (Kraepelin).
*dos representaciones cuya simultánea incompatibilidad y compatibilidad se transforman en fuete de placer. (Hecker).
*un juicio desinteresado. (Kuno Fischer).
Un juicio generador del contraste cómico. (Freud).
*una mera degradación de valores, y hay tantas clases de chistes como valores se pueden degradar. (Stern).
Muchas veces esas grandes mentes disfrutan creando descripciones poéticas, metafóricas, etc. y no se arriesgan en capturar en una definición, un concepto como el chiste.
Con gran respeto y humildad, mi amigo y colega Aramís Quintero y yo tratamos de explicar qué es el chiste, en nuestro libro “Bienaventurados los que ríen”. La definición dice así:
“Chiste es todo aquello que provoca placer humorístico, pero observando además las siguientes características: 1) Es relativamente breve, pues se produce con la mayor economía de elementos. 2) Es autosuficiente para provocar dicho placer y, por así decirlo, de una sola pieza. Es decir, una especie de átomo, una unidad indivisible. Tiene un contorno bien delimitado en el tiempo (un chiste verbal, por ejemplo), y a veces también en el espacio (un movimiento físico).”
No menciono “la sorpresa”, porque siempre nos pareció relativa; es decir, es importante como desenlace en el chiste, pero también está el hecho de que cierto chiste lo escuchamos dos o tres veces y siempre nos da risa, a pesar de que no nos sorprende el final por conocerlo, ¿no es cierto? Por tanto, ¿hasta dónde es determinante la sorpresa en el chiste?
Analicemos ahora algunas técnicas para estructurar los chistes:
1) Doble sentido (usar palabras o frases con dos significados).-
Ejemplo:
-Te vendo un perro.
-¿Y para qué quiero yo un perro vendado?
2) Literalización (tomar lo que se dice al pie de la letra).-
Ejemplo:
-Cada tres minutos un hombre es atropellado en las calles de Madrid.
-¡Como debe estar ya el pobre!
3) Inversión (dar vuelta a la situación).-
Ejemplo:
-Tomen esas palas y caven una trinchera.
-¿Y para qué mi sargento?
-¿Cómo que para qué? ¡Por si nos ataca el enemigo!
-¿Y no es mejor atacar nosotros y que caven ellos?
4) Contraste (mencionar algo importante y relacionarlo con algo irrelevante).-
Ejemplo:
-¿Cree usted que en caso de ataque nuclear, las ondas electromagnéticas podrán dañar mis cintas de video?
5) Exageraciones (aumentar o disminuir todo en demasía).-
Ejemplo:
Dice un miembro del Partido Laborista del Parlamento británico:
-Con el programa de reducción de gastos hospitalarios que ustedes proponen, ¿quedarían cubiertas operaciones como la vasectomía que me acabo de hacer?
Responde J. Hayes, parlamentario conservador:
-No sabía que en ese hospital hiciesen operaciones de microcirugía.
6) Ironía (decir algo cuyo sentido resulte opuesto al significado de las palabras).-
Ejemplo (un chiste de Chumi Chumez):
Los niños pobres tenemos la suerte de ir al cielo mucho antes que los niños ricos.
7) Regla de tres (consiste en mencionar dos cosas lógicas que puedan decirse en serie y sorprender con una tercera distinta a las anteriores). Ejemplo:
“¿De dónde vienes?” “De enterrar a mi suegra” “¿Y por qué tan cansado?” “Porque la pala no servía, la tierra estaba mojada y la condenada vieja no se dejaba enterrar”.
También están los juegos de palabras, u otras clasificaciones que hace Freud en su libro “El chiste y su relación con el inconsciente”, como por ejemplo: por condensación, equívocos, con alusión, etc. En fin, un amplio campo para estudiar e invertir en una fábrica de chistes.
Para mí, el chiste puede ser oral, escrito, sin palabras y sólo con movimientos (el gag), pero también dibujado, musical, danzario, etc.
Y dentro de este extenso campo del chiste, hay un punto que me interesa tocar muy especialmente. Según Shakespeare: “El éxito de un chiste depende de quién lo oye, no de quién lo dice”. No lo tomen a mal y no me linchen, pero yo me atrevo a contradecir un poco al Maestro. Mi experiencia me dice que un chiste no es bueno ni malo. Sólo debe tener la intención de provocarnos la risa, la sonrisa o la sonrisa interior. Supongamos que digo un chiste ante el auditorio “A”, y nadie se ríe. Quizás sea porque lo dije mal, me equivoqué, no comuniqué bien, no estaba tan gracioso en ese momento, etc. Pero también pudo suceder que los allí presentes no entendieron el chiste, o no estaban de ánimo para el humor, o el tema de ese chiste produjo otra emoción en la gente (un chiste de humor negro sobre un cojo ante un público de discapacitados), y decenas de variantes y situaciones a estudiar. Pero no podemos echarle la culpa al chiste y clasificarlo como malo, porque cuando lo cuento en el auditorio “B”, la gente sí se ríe. Entonces la efectividad del chistedepende de la fuente y también del receptor. Por eso es tan importante saber a quién o quiénes va dirigido nuestro chiste y saber cómo está uno para contarlo.
Y como sabemos, también existen los chistes anónimos. Recuerdo ahora al señor Angel Marsá que hizo una antología de chistes, muy reconocida, en el año 1947. Él dijo: El chiste es la gracia anónima, el humor público, la vena humorística que corre secretamente por la entraña social y la riega y vivifica con su ingenio espontáneo.
Pero también sabemos que existen chistes de autor, por supuesto. De ese humorista que pasa un gran esfuerzo por crear un chiste escrito, hablado, dibujado, etc. Por tanto, es nuestro deber respetar su autoría para que continúe con su trascendente creación. A mí me duele ver cómo algunos no dan créditos de los chistes de autor cuando los usan en público, o se los atribuyen descaradamente, o menosprecian esa creación por creer que el chiste es lo más bajo de la escala artística, y son incapaces de pagar por un libro de chistes (escritos o dibujados), o para asistir a un espectáculo, ver un video, o escuchar un disco, etc. Deberían sentir verguenza.
El Chiste (No. 8) " ¿Por qué pueden ser importantes los libros de chistes infantiles, ya sean escritos o dibujados?
Los especialistas separan los libros infantiles en dos categorías: “libros de literatura” y “libros para niños”. Los libros de chistes, evidentemente caen en la segunda clasificación.
Unos adultos podrían pensar: “es mejor darle a un niño un libro de literatura, porque si lee poco, que por lo menos lea algo importante”. Y unos padres o docentes hiperserios dirían: “el niño está para cosas más trascendentales y serias, y no para simples chistecitos”. Es real que así piensan muchos. He sido testigo de esas opiniones cuando firmo en las Ferias de Libros o visito centros educacionales.
¡Cuántas veces he visto y escuchado situaciones “antihumor” y “antichiste” relacionada con los libros! Adultos hojeando mis libros de chistes, leyendo uno por encimita y desechándolos “porque no tienen gracia”, o “porque son chistes que no los va a entender su niño”. Cuando es evidente que fue a él al que no le dio risa, debido a que su espíritu infantil es casi nulo. Como sabemos, muchos adultos se creen que lo saben todo y es muy fácil que midan el gusto de los niños a partir de los suyos propios, desconociendo u olvidando por completo el universo de la mente infantil.
Y es un hecho también que unas cuantas personas relacionadas con el mundo del libro y la literatura, incluso especialistas en el tema (no los verdaderos conocedores, que son los lectores, claro está), evitan el uso de libros de chistes (y de “libros para niños en general”). Lo hacen porque prefiren motivar a leer usando otras herramientas “más trascendentales” (“Libros de literatura”), menospreciando o ignorando lo importante que es leer sólo por el placer de reír, y lo efectivo que es el humor en la búsqueda del placermotivador y necesario para acercarlos a los libros.
No me referiré mucho al chiste gráfico infantil, porque están más que demostrado sus beneficios en la Pedagogía del Humor, cuando se usan en clases para aprender un concepto. Además, tiene la ventaja de ser muy apreciado por los niños, acostumbrados al lenguaje icónico que los rodea. Por último, tiene la ventaja de tener dos lecturas, la del texto (si lo tiene) y el de la narrativa visual, algo importante para el niño que aprende también descodificando imágenes.
En fin, no son pocos los beneficios del chiste, ya sea escrito o dibujadio.
Pero es que el humor (y en especial el chiste), siempre ha sido considerado un género menor para muchos. Porque para esos muchos siempre conlleva un matiz (y muchas veces más que un matiz) de superficialidad, ligereaza y hasta de irresponsabilidad. Por lo tanto, utilizarlo para algo tan importante como la lectura y la literatura, o la educación en general, es un “pecado”, una “aberración”, un “grave error”, según lo que sienten ellos, aunque no lo digan así.
No estoy de acuerdo, por supuesto. Y compartiré un poco mi expericnia para intentar demostrar lo contrario.
Comenzaré con una anécdota.
No es difícil encontrarse con niños muy introspectivos, muy poco sociables, muy tímidos. Señalo lo anterior para describir el siguiente caso: una gran amiga mía, bibliotecaria de un colegio, me contó que un niño comenzó a asistir a la biblioteca a diario y calladito sacaba un libro y se sentaba lo más apartado posible de los demás. A ella le picó la curiosidad y un día se sentó junto a él, logrando entablar una conversación menos formal. Así descubrió su timidez, sus miedos, sus limitaciones. En cierta ocasión, al ver que tenía un buen sentido del humor a pesar de sus trancas, le sugirió que leyera mi libro "Pepito, el señor de los chistes". El niño lo sacó en calidad de préstamo. Entonces pasaron varios días y nunca más puso un pie en biblioteca, lo que preocupó a mi amiga, llegando a pensar si hizo bien o no en sugerírselo. Pero una tarde, ella tuvo que hacer una gestión y al atravesar el patio del colegio, estaba el niño parado en el centro de un círculo formado por sus compañeritos y vio que les leía los chistes del libro, haciendo reír a carcajadasa sus seguidores. Mi amiga tuvo que presionarlo para que devolviera el libro a la biblioteca. Ahora el niño es fanático de todos mis libros de Pepito. Yo hinché el pecho de orgullo cuando me lo contó. ¡Un libro de chistes mío había ayudado a ese niño con cierto problema de personalidad! Ya sólo por eso valió la pena escribirlo, ¿no es cierto?
Pero tengo más ejemplos. Voy a copiar aquí un correo electrónico tal y como lo recibí hace más de un año:
Estimado Don Pepe. Hace mucho tiempo que pensé en escribirle esto, y ahora me hice un tiempito para contarle algo que espero le guste. Verá, yo soy Educadora Diferencial y por años he trabajado con niños autistas en la ciudad de Viña del Mar, y un año tuve a un grupo de Asperger (que tienen alto funcionamiento cognitivo, leen, escriben, pero tienen malas relaciones sociales). La cosa es que uno de mis niños, disfrutaba del humor, pero no sabia contar chistes... en realidad lo hacía pésimo!!! y buscando entre los libros que teníamos (que eran bien pocos) encontré a "Pepito, el señor de los chistes". Me lo llevé a casa para leer y ver si me servía, y me reí todo el camino en el metro, entonces decidí que ese niño lo debía leer, y desde ese momento, no le puedo ni expresar como lo disfrutó, recordaba cada chiste, lo leyó más de 3 veces, se lo contó a sus familiares, en fin... un éxito total. ¡Gracias, Don Pepe! es un fantástico escritor y soy gran admiradora de su trabajo. Siempre pongo sus libros en mis listas de lectura para los niños y siempre son un éxito. Un saludo afectuoso.
Por razones obvias, la educadora que me envió el mensaje me dio permiso para publicarlo, pero me pidió no mencionar nombres.
Poco tiempo después, tuve la suerte de recibir otro correo dentro de esa tónica. Copiaré aquí un fragmento:
Señor Pelayo… Yo tuve un niño muy especial. Se creía perrito y gateaba por la sala ladrando, la verdad, los compañeros no le hacían mucho caso, se escondía en el estante a dormir o llorar. Yo lo atendía como psicopedagoga en el colegio. Él estaba en 3ero básico, pero a penas leía. Tenía dificultades sociales. Nunca hacía las tareas y al final los profesores lo dejaban ser dentro de la sala de clases. Así, hasta que comencé a trabajar con él y empezó a tomar más confianza. Me lo llevaba al aula de recursos para que hiciera algunas tareas y aunque buscaba las actividades más lúdicas, se aburría. Yo no conseguía que se interesara por leer. Hasta que por sugerencia de la misma educadora que le escribió contándole su anécdota, comencé a leerle chistes del libro. Después de eso le encantó tanto que quería hacerlo solo. Nos leía toda la tarde, feliz de la vida. Y aunque leía mal, los entendía perfecto. Lamentablemente, su madre se lo llevó del colegio el año pasado. No podría asegurar si tenía algún síndrome, porque su madre no estaba muy comprometida con su educación.
Aprovecho la ocasión para agradecer de nuevo a esa dos educadoras por contarme sus experiencias y provocarme tanta emoción al leer sus mensajes.
Como es evidente, con estos ejemplos se demuestran los enormes beneficios de un libro de chistes. Ya con lo visto hasta aquí se justifica estar siempre recopilando chistes del folklore oral infantil -y crearlos- para armar un libro, o hacer o buscar libros de humor gráfico para niños.
Pero no nos quedemos solo en lo que le puede aportar a los niños con dificultades. Doy fe de lo importante que ha sido también en la motivación lectora y lograr el hábito lector en niños “que odian leer”.
He escuchado de boca de muchos niños que leer chistes “no es leer”, porque leer es muy aburrido y pesado; en cambio con los chistes se ríen, sienten placer, así que para ellos eso hace la diferencia. Esa fue la causa de que se me ocurriera crear el Programa “Gracias por Leer”, de motivación lectora a través del humor.
Con ese tipo de libros los hago reír, creamos juntos otros chistes tanto escritos como dibujados. Los escritos son de forma fija como “los colmos”, “¿qué le dijo?”, “¿cómo se llama la obra?”, “¿en qué se parece?”, “tantanes”, “ayer pasé por tu casa”, rimas, adivinanzas, trabalenguas, retruécanos y muchos juegos de palabras más. Hago que los lean en voz alta y en silencio, les enseño lectura teatralizada, les cambiamos los finales, practicamos juegosen base a los chistes leídos, etcétera, y después de todo eso, pasamos a libros con historias breves que contengan chistes. Más tarde a libros de relatos más extensos, también con chistes. Acto seguido, los voy llevando a lecturas de libros humorísticos, pero ya sin chistes obvios, y de repente están, sin darse cuanta ellos, leyendo libros de literatura (según su edad, su maduración y sus gustos, obvio).
Puedo decir con orgullo que he conseguido -con esos libros de chistes tan menospreciados-, que muchos niños sean actualmente buenos lectores.
Y por último, para redondear la respuesta a la pregunta que titula estas reflexiones, deseo decirles a todos los adultos que no sólo los niños deben disfrutar de esos chistes blancos, inocentes, infantiles. Los mayores también. Porque no sólo es importante leer y no sólo es importante que mejoren los niños con dificultades, también es necesario y fundamental que se rían en familia, entre amigos, por razones de salud, de higiene mental, de calidad de vida, como pueden ver en este mismo sitio web. Y eso lo brinda un libro de chistes para niños.
Fábula No. 13
Fábula del cerdo y el hortelano
Faenábase el maese verdulero en su huerta de él, como érase su costumbre, cuando un joven cerdo, ya entradito en lodo, dejose de engordar tras la cerca aledaña al hortelano, y dirigiose a éste:
-¡Hey , buen vecino! ¿Puedo hacélore a su merced una consulta, por favor?
El cansadolo y sudorosolo cultivador, dejose de quitar las malas hierbas de alrededor de unos retoños de acelga, lo mirose y asiéntole con su cabeza de él.
-¿Sabiole usted por qué tengo queste hoyo debajo de mi colita? –quiso saber el cochino chancho, señalánsose el trasero.
-¡Porque si lo tuviereis en el lomo serías una alcancía, marrano imbécil! –respondióle maese hortalizano y continusele con su esforzádala laborla.
Moraleja:
No mires la paja en el hoyo ajeno. El huerto al hoyo y el vivo al pollo. El que pregunta y pregunta… es al que le toca jugar. Si ves el hoyo de tu vecino arder, pon el tuyo en remojo.
El Chiste (No. 7) "El plagio en su creación"
El humorista argentino-español Darío Adanti, acaba de publicar un artículo muy interesante y simpático. Aquí un par de fragmentos de ese texto:
“Quiero denunciar aquí que el señor Joaquín Salvador Lavado, alias Quino, me ha estado robando mis mejores chistes durante décadas. Y no hablo de su célebre Mafalda, no, hablo de sus chistes recopilados en cualquiera de sus veinte libros publicados de humor gráfico.
Cada vez que se me ocurre un chiste soberbio, aquel que convertirá toda mi obra anterior en meros errores, busco en sus 20 libros de humor gráfico y descubro que dicho chiste ya fue hecho, y de forma mucho más fina y certera, por el mentado señor Quino. Así que aquí dejo asentada esta denuncia. Quizá mañana la justicia tome en cuenta los postulados de la física cuántica y el hecho de que el tal Quino los haya hecho en tiempos anteriores no le sirva como coartada para librarse de ser condenado por plagiar lo mejor de mi obra jamás realizada”.
Muy ingenioso, ¿no es cierto? Pues si cito estos párrafos aquí, es porque se trata de un punto polémico siempre entre los creadores en general y entre los humoristas en particular. Por supuesto, me puso a reflexionar.
Muchas veces hemos escuchado o leído un chiste, o lo hemos visto dibujado o actuado y nos hemos preguntado “¿este chiste yo lo conocía o era uno parecido?”. Sin embargo, aparece como original, ya que está firmado por un creador o supuesto autor.
A veces los creadores de humor no tienen escrúpulos y toman un chistepopular, anónimo, y lo hacen suyo, sin señalar que es una recopilación –algo muy válido y necesario también.
Y están los que se aprenden un chiste que hizo o creó alguien y lo cuenta, escribe o dibuja por ahí, como si fuera de su propia cosecha.
Y están los que toman el chiste que les llega por cualquier vía y le hacen una mínima variación, como para justificar el plagio, diciendo que es una coincidencia porque “se parecen, pero no son iguales”.
También sucede que algunos “chistosos” no se apropian descaradamente de la autoría del chiste de otro, pero tampoco dan el crédito del verdadero autor y dejan pasar el asunto y el que piense que es de él, que lo piense, “¡pero que conste que yo nunca dije que era mío!”.
Claro, hay veces que la mente te traiciona. Uno ve un chiste que le gustó y pasa el tiempo y de repente te viene la idea de ese chiste como si fuera original. O también pasa que uno duda si tu idea es original o ya la vio o escuchó; en fin, todo se le enreda en la cabeza.
Voy a contar la siguiente anécdota para ilustrar un poco otro aspecto de plagio, o de supuesto plagio.
En 1985, cuando el grupo argentino Les Luthiers fue a Cuba, después de una de sus funciones, el reconocido humorista Virulo, como Director del Conjunto Nacional de Espectáculos de Cuba, los invitó a una especie de homenaje que les quiso hacer, junto a muchos colegas del país y personalidades importantes. Éramos alrededor de cien personas en La Sala Atril del Teatro Karl Marx. Y Les Luthiers tuvo la amabilidad de hacer varios números de su repertorio allí, fuera de la formalidad escénica que los caracteriza. Fue algo impresionante. Entonces, a Virulo se le ocurrió que nosotros, La Seña del Humor de Matanzas, a un año de nuestra fundación; es decir, siendo aún unos principiantes, deberíamos subir a escena y mostrar algo de nuestro repertorio delante de ellos y de tanta gente “Vip”. Nos pusimos muy nerviosos, obvio. Y se nos ocurrió lo siguiente: Aramís y yo escribiríamos un breve texto improvisado ahí mismo, estilo telegrama (cuando aquello no existían los e-mails), dirigido a Les Luthiers y que lo leyera el actor y humorista chileno Jorge Guerra. Si nosotros, escondidos entre el público, veíamos que los miembros del grupo argentino se reían con el texto, entonces sí actuaríamos, de lo contrario no. Virulo aceptó y Jorge Guerra leyó aquel papelito. Como se rieron bastante, nos vimos en la obligación de actuar. Por suerte, ya que salimos airosos de aquello y significó mucho para nosotros. Entonces, más tarde, hablando informalmente con Marcos Mundstock, uno de los más cómicos miembros de Les Luthiers, yo le digo que si le había gustadoel chiste “tal” que pusimos en el telegrama. Y ese gran profesional me dijo que ese chiste lo habían usado ellos en un espectáculo hacía años. Yo quedé paralizado, pensando que ellos creyeron que nosotros los habíamos plagiado (a pesar de que no hacía ni un año que conocíamos a ese grupo). Le pedí disculpas de manera algo torpe y me respondió algo que nunca olvidé: “¡no, no te preocupes, a cualquier tonto se le ocurre el mismo chiste!”
Y después mi experiencia en el oficio le dio la razón.
Conclusión:
-Hay que crear siempre, y tratar de ser original, sin pensar que alguien inventó el chiste antes. “Ya casi todo está inventado”, dicen algunos.
-Hay que ser respetuoso y dar crédito si el chiste es de otro. Me molesta mucho esos que copian con gran frescura mis chistes en Internet y lo reproducen así, sin más ni más, creyéndose con derecho a usar mi creación como si fuera patrimonio de todos. Y ojo, me encanta que se difunda mi obra, que la copien y reproduzcan, pero por favor, que me den crédito, porque logran el mismo efecto y a mí me estimula más continuar creando.
-No hay que plagiar. Y no solo porque no es honesto hacerlo, sino también porque más tarde o temprano te pillan y tu obra se verá muy dañada, porque pondrán en duda el resto de tus creaciones.
En fin, me uno al humorista autor del artículo que mencioné al inicio: cuando me llega un chiste buenísimo, la primera sensación y pensamiento es, “¡por qué no se me ocurrió a mí!”. Pero como no fue así, mi deber es estar agradecido de las genialidades de esos grandes creadores de humor y admirarlos, honrarlos y respetarlos siempre, mientras me esfuerzo por ser cada día mejor en mi creación.
Fábula No. 12
Fábula de la mosca y el caballo
Íbase una mosca cabalgando ha toda brisa sobre las ancas de un brioso corcel, cuando de repente, comenzose a gritarle al equino a todo pulmón “¡Deteneos!” “¡Parad” “¡Parad!”.
Asustándose, la noble bestia giróse su cabeza de él, para preguntarle a la mosca: “¡Válgame dios! ¿Qué os sucedeis, histérica mosca?”
La mosca, con sus patas tapándose el rostro, respondióle: “¡Es que por mirar hacia delante, se me ha metido un mosquito en el ojo, maese caballo!”
Moraleja:
El ojo de mosca lo engorda el caballo. Ojo por ojo y mosca por mosca. No van lejos los de adelante si los detrás abren bien los ojos. Primero pasa un caballo por el ojo de una aguja que un mosquito por el ojo de una mosca.
Fábula No. 11
Fábula de la oveja, el perro y la flema
Leíase un diario un oveja inglesa de fina raza. Estábase sentada en la terraza de su distinguido Club. A sus pies della, su amigo della, un perro de caza, descansábase en aquesta brumosa tarde británica.
De repente, pasóse una gato ordinario corriéndose por delante de ambos ellos. Transcurridos cinco minutos exactos, el perro de caza incorpórase con cierta perézeza, levantose una pata delantera y otra trasera, dejándolo su lomo de él bien horizontal y formando una sola línea con la cabeza y la estirada cola de él.
-¡Jau! –ladrose en tono gravose, en dirección al ya desaparecido animal callejero.
Después de un rato, desdibujole la posición, diose cuatro vueltas en el lugar y echose de nuevo a los pies (o patas) de su amiga de él.
Diez minutos más tarde, la distinguida oveja inglesa bájase el diario, apartose su monóculo del ojo izquierdo della, mira a su amigo della, y con su característica flema della, bala:
-Cálmate, Woolf, estáis muy bravo hoy, querido...
Moraleja:
Más vale diario en mano que cien gatos corriendo. En la vida, ser impetuoso es una enfermedad. La flema es el mejor jarabe.
El Chiste (No. 6) "Los de tontos"
Los tontos en los chistes cambian de nombres, pero en el fondo y en la superficie son los mismos personajes. ¿Sabía usted que los tontos...?
-Para muchos latinoamericanos son los gallegos.
-Para los españoles son los leperos (de Lepe, un Municipio de Andalucía).
-Para los colombianos son los pastusos (de Pasto, un Municipio del Departamento de Nariño).
-Para los costarricenses son los nicaragüenses.
-Para los estadounidenses son los polacos, italianos y portugueses.
-Para los cubanos son los pinareños (de Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba).
-Para los canadienses son los newfies (de la provincia de Terranova).
-Para los mexicanos son los yucatecos (de la Península de Yucatán).
-Para los nigerianos son los hausas (pueblo saheliano del norte de Nigeria y sureste de Níger).
-Para los ingleses son los irlandeses.
-Para los franceses son los suizos.
-Para los galeses son los belgas.
Del listado anterior se desprenden dos cosas tan obvias como interesantes:
1-Que los pueblos que piensan que otros pueblos son tontos, están esparcidos por todo el Planeta, sean sociedades muy pobres o muy ricas; sean de raza azul o verde, tengan educación y cultura o sean ignorantes. En otras palabras, no es que exista un pueblo tonto en algún sitio, es la necesidad de los seres humanos de tener unos tontos como modelos para sus burlas.
2-Los pueblos tontos, de los cuales se cuentan ese tipo de chistes, siempre viven en el borde geográfico, o en el económico, o en el lingüístico de la sociedad o cultura de los pueblos inteligentes. Para los inteligentes, los tontos siempre viven en países con algún tipo de relación competitiva, o viven en zonas bien delimitadas y fácilmente distinguibles de ellos, o viven en pequeñas comunidades acotadas, o en áreas rurales, o en la periferia de su nación, o simplemente son inmigrantes. Es decir, como no hay evidencias de que los tontos sean tontos, los inteligentes inventan o se convencen de que los tontos viven en lugares estúpidos, tienen conductas estúpidas, razonan de manera estúpida, hacen trabajos estúpidos, etcétera, y así los encuentran risibles. Y ríen con esa risa de alivio, porque no son ellos los tontos, o el mundo no se fija en sus tonterías porque para eso están los tontos aquellos. O ríen con esa risa de triunfo, porque “ganaron “ esa competencia en la vida. O ríen con esa risa de superioridad por sentirse muy por encima de “esos seres inferiores”, esos pobres tontos inferiores.
Otro punto curioso: los tontos pueden aprender sobre los inteligentes, pero los inteligentes siguen ignorantes de los tontos discriminados y marginados por ellos.
¿Por qué sucede eso? Porque a los inteligentes no les interesa realmente quiénes son, cómo viven, cómo actúan y piensan esos pueblos que etiquetaron como tontos. A los creadores y contadores de ese tipo de chistessólo ven a esos pueblos tontos como versiones cómicamente estúpidas de ellos mismos. Claro, me refiero a los que tienen consciencia de lo que hacen, porque la mayoría de los que repiten los chistes de tontos ni se cuestionan lo que dicen, ni el trasfondo conceptual, lamentablemente.
Es de común acuerdo entre los estudiosos del humor de todas las épocas que el humor es social. Tiene una fortísima connotación social.
Por tal motivo, dependiendo de su contexto, el humor puede ser correctivo (con el objetivo de ridiculizar a uno o unos dentro de un mismo grupo para que aprendan, tomen consciencia, rectifiquen y mejoren). Pero el humortambién puede ser defensivo (destinado a proteger a uno o unos de un mismo grupo, del ridículo que venga “de afuera”). O puede ser ambos al mismo tiempo.
Cuando un miembro de un mismo grupo cuenta un chiste sobre su misma etnia, nacionalidad, religión, o su misma cultura, abre la puerta a la comunicación dentro del grupo, invitando a los miembros a examinar sus actitudes, sus conductas, su modo de pensar o razonar.
Pero si son afuerinos los que hacen el mismo chiste anterior, el efecto es el opuesto. Los extraños tienen poco poder para producir un cambio interno, el efecto entonces es estereotipar al grupo.
Por eso los judíos pueden hacer chistes burlones sobre judíos. Pero si los dice un no judío, puede parecer hasta una ofensa. O los irlandeses de ellos mismos, o los pastusos de los pastusos, y así con todos.
Y lo peor es cuando discriminamos por tontos a otros seres humanos como nosotros.
Entre otras cosas porque sabemos, repito, que esas afirmaciones no son ciertas y sólo sirven para sentirnos aliviados, triunfalistas y superiores con nuestras risas. Es decir, aquí cabe perfectamente el refrán: “dime de qué presumes y te diré de lo que careces”.
Entonces, ¿para qué burlarnos de otros por nuestras proyecciones? ¿Por qué calumniarlos, insultarlos por gusto, ya que ni siquiera tenemos pruebas de que son realmente tontos y ni siquiera los conocemos bien? Es que en cada grupo de seres humanos siempre existen gente muy inteligente, gente “normal” y gente tonta, que nunca se mantienen inteligentes, “normales” o tontos habitualmente a lo largo de la vida. Porque sólo son así de forma circunstancial. Todos somos así. Entonces, ¿por qué reírnos con sarcasmos y escarnios (formas límites del humor) de otras personas que son como uno?
Claro, alguien me puede decir que los chistes de tontos son graciosísimos. Y le respondo, ¡por supuesto! ¡Sigamos creándolos, contándolos! Pero entonces es preferible usar pueblos, grupos, o comunidades fantásticas.
Yo propongo los atlantes (recibo propuestas).
En mi juventud se denominaban atlantes a los tontos de los chistes y me hacían reír de la misma manera que los actuales con intenciones discriminatorias. ¿Por qué? Porque en el fondo, uno se ríe de sus propias estupideces.
Quizás un día nos despertamos y un país, sector o comunidad vecina nos bautizó –sin comerlo ni beberlo-, como tontos también, debido a sus carencias como ya vimos. Ahí veremos en carne propia lo que ahora le hacemos a otros.
¿Están de acuerdo conmigo? ¿O soy muy tonto al decir todo esto?
Fábula No. 10
Fábula del pato, el cerdo y el campesino
Caminábase el señyor Alepriste, campesino de pura cepa, por la vereda del sol, lo que producíale una ejtrema traspiración. Veníase de alimentar a sus animalexos en sus corrales de él. Empero para comer desta noche toda su familia de él, Alepriste traíase un pato blanco de brillantes plumas baxo su brazo siniestro.
Y quando pasábase por la puerta de la hostería, escuchose em el lugar la voz de un parroquiano: “¡Hey! ¿Que ha dónde vais con dese cerdo?”. Emtonces, el señyor Aleprista virólose e y le contestólole: “Non, buen hombre, ¡questo es un pato!”. Y la misma voz respondiólole : “¡Callaos usted, que estoy hablándole al pato!
Moraleja:
Dime con quién andas y te diré ¡animal! El cerdo, aunque se vista de señor, cerdo se queda. No todo lo que brilla es pato. El que nace para cerdo del cielo le caen los chiqueros.
¡
Fábula No. 9
Fábula del inteligente perro de maese Juan
Alardeábase maese Juan em la plaza principal de su villorio de él, della inteligencia de su perro de él. Y em eso estábase, rodeado de villanos e y villancicos, quando el señyor Luis acercósele y le dijo: “Apuéstole a su merced que vuestro perro de usted será incapaz de ir hasta el puesto de frutas de doña Ximena, comprar un par de manzanas e y traerlas”. “¡Por las barbas de los Reyes Magos! ¿Qué decís?, respondió maese Juan asombrado, “¡Eso es coser y cantar para mi genial can, hombre de dios! ¡Entregadle usted el dinero constante e y sonante u e y verá lo que dígole a usted!”, agregolo con el pecho hinchádolo. El señyor Luis, sacóse de un bolsita de tela varias monedas u y dióselas al can, el qual salióse disparadose, perdiéndoseles de la vysta entre la multitud.
Empero resultóse que ha la hora e y tanto de espera. El señyor Luis preguntole ha maese Juan: “¿non cree que ya pasose tiempo suficiente como para que hubiésese regresado su perro de usted?”. “Ansí es”, contestóle la hombre e y añadióle: “Dígamele usted una cosa, syñor Luis, ¿quánto dinero usted diole ha mi perro mío?”. “Unos tres maravedíes”, respondiosele el señyor Luis. “¡Por las capas rotas de los Reyes Magros! ¡Quándo le han dado tanto dinero al degenerado ese, vase al circo ha ver a el mujer barbuda, al gato con dos cabezas y desas cosas y non vase hasta el finale!”, por eso la demora..
Moraleja:
El dinero no hace al perro. Unas monedas no compran la felicidad, pero quizás unos millones sí. Casi nunca el dinero justo es bueno. Dinero que suena en bolsillo, se lo lleva la cuenta de la corriente eléctrica.