Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
Vuelve el premio Melocactus Matanzanus de La Seña del Humor

Mi opinión: Masacre de humoristas en Chile
Desde que resido en Chile, hace más de 30 años, he sido testigo una y otra vez de un hecho bochornoso, repudiable. Se trata de la rechifla del público a muchos humoristas. Eso nunca lo viví en Cuba, ni lo he observado en otros países.
¿Cuáles serían las posibles causas, según lo que he visto?
-Abuchean al humorista porque desean seguir disfrutando del artista anterior.
-Abuchean al humorista porque desean que llegue rápido el artista que le toca después.
-Abuchean al humorista porque es argentino.
-Abuchean al humorista porque no les gusta la rutina que presenta.
-Abuchean al humorista por el primitivo placer de ver a alguien sufriendo.
Ese público, ¿tiene derecho a chillar y silbar a un humorista?
Según mi criterio, no. Si alguien decide ir a un evento artístico, debe mirar el programa como mínimo y verá si le gusta los artistas que están anunciados. Suponemos que ve a un cantante que es su favorito y decide asistir. Pero si no vio todo el programa es culpa de él, no de nadie. Porque su artista favorito puede ir programado antes o después de un humorista. Sabe entonces (o tiene que saber) que va a ver al humorista, le guste o no, porque pagó la entrada para ver todo el evento, no fue a ver un recital solo para él de su artista favorito.
Claro, puede que no le interese ver a otros artistas, incluyendo al humorista. Entonces se levanta de su asiento y sale a dar tiempo a que llegue su favorito, o se pone a chatear en su asiento. No está obligado a aplaudir algo que no le gusta. Y cuando termina su favorito, se va del lugar y no tiene que estar obligado a ver lo que viene después.
Pero ese público que rechifla no tiene esa decencia. Decide “divertirse” pifiando al humorista, casi siempre sin importarle si es bueno o no en lo que hace.
Pero hay otra variante: el público tiene tal edad promedio, igual al artista favorito; sin embargo, quizás el humorista no pertenezca a ese rango etario. Entonces, con mayor entusiasmo y maldad lo abuchean.
Sabemos también, porque ha sucedido, que los organizadores televisivos de esos eventos programan adrede a un humorista después de un popularísimo artista y de otra generación y planifican que la mayoría del público que va a asistir como seguidores de ese artista favorito son de dicha edad. Con eso apuestan a que ese público va a rugir y chillar para expulsar al humorista de escena. ¿Qué ganan con eso los productores de televisión? Mayor audiencia, porque cuando un humorista cae en desgracia, el público televiso se entera y pone la transmisión morbosamente para disfrutar la masacre.
¿El humorista se merece todo eso? Según lo que he visto en esos eventos, en todos estos años, la mayoría de los humoristas que se presentan son buenos en su estilo. Hay una minoría que van invitado porque están de moda, pero son pésimos. No obstante, afirmo que ninguno se merece la rechifla.
Siempre digo: si no te gusta la rutina de un humorista, no te ríes, no aplaudes o te levantas y te vas, pero esa violencia, esa agresividad, esa humillación, no debe existir.
He leído que algunos dicen que el público tiene derecho a expulsar de escena a un humorista, porque es una falta de respeto que presente una rutina tan mala. No estoy de acuerdo. Eso es alentar a la jauría para que siga destrozando humoristas. Porque las faltas de respeto que justifican las rechiflas son, por ejemplo, que el artista se suba al escenario drogado o borracho (que es lo mismo), que se le olvide cosas con frecuencia, que llegue con mal aspecto, que regañe e insulte al público, que sea grosero con el público, etcétera. Pero que se le pifie al humorista porque no gusta el humor que hace, es increíble, insólito. Sabemos que esa misma rutina en otro público funciona, entonces no se trata del repertorio que presenta el humorista, se trata de la mala calidad del público presente. Ese tipo de público de “respetable” no tiene nada.
¿Por qué entonces el público se conduce así, tan despreciablemente?
-Porque son maleducados, ignorantes, incultos.
-Porque son estimulados por la prensa, etcétera, para que lo sigan haciendo.
-Muchos se dejan llevar por la euforia del momento, ya que se arma un “microclima” de humor social.
-Muchos imitan, aun sin estar de acuerdo para no señalarse como distinto. Ya sabemos de la máxima actual: “si no piensa como yo, eres mi enemigo y te atacaré”.
-Todas las anteriores.
Esta reflexión la estoy publicando desde hace mucho tiempo. Y continúo haciéndolo, porque no solo se repiten estos sucesos repugnantes, si no veo que se están acrecentando y no dudo que pronto se conviertan en algo “normal”.
Lo lamento por los colegas.
Reseña de Enrique Gallud Jardiel a mi libro "Destinos sin tinos"
Pepe Pelayo: «Destinos sin tinos. (Crónica de viajes)», Humor Sapiens Ediciones, Santiago de Chile, 2023, 126 págs.
«Nunca había pisado suelo extranjero, salvo cuando en una discoteca de Varadero le pisé el pie a una noruega». Así comienza su descacharrante libro el gran humorista Pepe Pelayo, que sabe sacarle el jugo a cualquier naranja temática que tenga en la nevera.
Esta vez (digo esta porque ha habido ya setenta y una otras, en sendos libros) la emprende con la literatura de viajes, de la mano de su gran compañera doña Asociación de Ideas, una persona de gran calidad humana y, sobre todo, muy leal, que cuando te interesas por ella y cultivas su amistad te acompaña durante toda tu vida proporcionándote infinito material con el que escribir humor o cualquier otra cosa que te apetezca.
Sí: Pelayo es un hábil escribidor que puede hacer de todo si la das pluma y papel. Puede desde volar hasta hacer papiroflexia. Y lo que ha hecho ahora ha sido contarnos su vida viajera, su wanderlustismo, en sus propias palabras.
(NOTA BUENA.—‘Wanderlustismo’: neologismo que se emplea para describir el gusto por viajar, signo neto de inteligencia.)
Estos destinos sin tinos nos recuerdan a ese monumento del humor que son los «Viajes morrocotudos» de Juan Pérez Zúñiga, pues el autor se inventa también aquí, como el otro lo hace allí, todo lo que precisa para darnos un gran libro. ¿Cómo? ¿Pero no era un libro de viajes autobiográfico? Pues solo cuando el autor viaja en auto; en todos los demás casos mezcla la realidad con la ficción y así todos salimos ganando. Nos confiesa que, en contra de lo que pueda decirse, muchas veces la realidad es tremendamente aburrida: los países no esperan a que tú los visites para tener terremotos o golpes de estado: los tienen cuando les apetece, en otros momentos. Y el viajero puede encontrarse de pronto con que ha visitado la selva y no ha visto ninguna fiera y ni siquiera ni le ha picado ni un mosquito. Pelayo remedia este fallo de la vida con sus herramientas: el martillo de la imaginación, el destornillador de la sátira, las tenazas de la ironía, la llave inglesa del absurdo, los alicates de la exageración y la llave Allen del número 7 de la originalidad, por no hablar de la taladradora de los juegos de palabras. Así es que si no le pasa nada cuando viaja, se lo inventa. ¿Qué más da? Lo importante para un escritor es lograr mantener al lector apresado por el gaznate, tenerle entre sus garras y atado con la cuerda del interés, para que no se vaya a ningún otro sitio (léase: otro libro). Y esto Pepe lo consigue con creces.
Los riajes que velata (los viajes que relata, queremos decir: ¡vaya metátesis más tonta que hemos ido a escribir!) cubren desde el año 1991 al 2020 o desde el 2020 al 1991, dependiendo de que los queramos leer en orden cronológico progresivo o regresivo, que también se puede. Incluyen lugares salvajes y con nativos muy peligrosos, como Afganistán o el Vaticano. También se describen lugares de gran exotismo, como Holanda o Suiza. (No me protesten: Holanda o Suiza les resultan tremendamente exóticos a los vietnamitas, por poner un ejemplo). Hallamos crónicas asimismo de las pelayescas visitas a Marruecos (donde tomó café dos veces), a Bolivia (donde se cayó «para arriba», como graciosamente nos cuenta), a Singapur, a Congapur (que está al lado, aunque es menos visitada), a Sri Lanka (con capital en Peter Falk —Colombo—), a Egipto (donde le dieron una pedrada en la cabeza), a Gracia (donde tuvo algún problema, por desgrecia), a Haití (donde también le pasó algo curioso, aunque nosotros no lo sabemos porque no leímos ese capítulo, sino que nos lo saltamos), etc.
Resumiendo, que es gerundio: Pelayo se ha ganado la vida con la risa, lo que es un enorme mérito. Para ello ha tenido que llegar ser muy bueno en lo suyo, de otra manera no lo habría conseguido. Este libro que nos regala sobre esos lugares a los que no ha ido nunca (o sobre los que ha pasado por encima y sin pisar demasiado fuerte por mor de la prisa) es una joya del humor. Es un verdadero regalo (esto ya lo he dicho hace un momento) para el lector inteligente. Así es que, si no quieres caer en la otra categoría, más te vale que te lo agencies y empieces a leerlo sin más demora.
Reseña del libro: "Refritos teatrales"

Me entrevistan en Cubaescena
En Cubaescena, del Consejo Nacional de las Artes Escénica, salió publicada la entrevista que me hizo el humorista, escritor y audiovisual cubano Jorge A. Piñero (Jape). Gracias, Jape, Un abrazo, hermano mío.
Este es el link...
Mi opinión: Sobre obra de Roberto Nicolini
(El Maestro Roberto Nicolini, recordó un texto que le escribí y envié después de disfrutar su obra en el teatro. Gracias por tus palabra, Roberto. Un abrazo grande!!...)
Agradecido por siempre!
Quedará para el recuerdo!
Graaaaaacias... recién, apenas unos segundos atrás, quedé pa adentro al leer este mail que me envía un maestrisímo del humor, un genio creativo afincado en Chile desarrollando literatura infantil nutritiva, un referente del humor inteligente en el cafeconcert ( lo ví cientoveinte años atrás haciendo uno en el Hotel OHiggins de Viña y luego en el Cámara Negra con otro master, el entrañable Jorge Guerra, que era seco también como comediante). Me refiero al graaaaaaaaaaan cubano chileno PEPE PELAYO nada menos.
En su mail escribió así acerca de "JODIDA PERO SOY TU MADRE"...
Amigo mío, necesario mandarte unos breves comentarios, después de disfrutar tu función. Quizás quieras publicarlo (aunque no está escrito para eso), o lo que sea, porque el único objetivo es comunicarte lo que me hiciste sentir y pensar.
Si fuera un típico crítico de teatro estúpido te dijera que fue una función algo larga (dos horas), pero si fuera un crítico de teatro verdaderamente profesional, te dijera que me di cuenta que estuviste sobreexcitado, ya que se te salía la energía por los poros y tu talento y capacidad de improvisación estaban en ebullición. (Al final tu explicación emotiva me dio la razón). Y eso te agradece mucho, amigo mío, por lo que fue una mentira eso de que la función duró dos horas. Habrá durado dos horas para ese crítico estúpido, pero para mí y el resto de los presentes en el público-coro tuyo, se fue volando el tiempo. Y si sigo en mi pose de crítico profesional, te diría también que me encantó el vestuario, sobre todo tu peluca. Pero más que eso, tu interpretación, porque te felicito ya que no se te fue el personaje ni en los momentos de improvisación más desopilantes. Pero continúo criticándote y te digo que es una "salvajada" que alguien solito haga la investigación que realizaste, que después escribieras la obra, crearas la puesta en escena y además hicieras el monólogo. Cuéntame con los dedos de una mano los que logran hacer todo eso. ¡Y con la calidad y éxito! Pero continúo. ¡qué dominio del público, amigo mío! Con qué gracia los pusiste a participar. Y la gente feliz. Pero no acabaré ahí. Me tengo que referir al humor, porque sabes que es lo mío. Muchas veces he criticado (no públicamente, porque no me interesa esa función), cómo nuestros humoristas y comediantes abusan de las malas palabras. No soy ni beato ni purito ni prurito, pero me agreden los garabatos cuando no están justificados. Y anoche te escuché decir unos cuantos, y ninguno me agredió. Por otro lado, ese humor costumbrista que recopilaste y reelaboraste y creaste para armar tu obra solo nos dice que tienes una agudeza, un ingenio y un talento para captar, elaborar y comunicar un humor completo desde el más obvio hasta la sutileza que se agradece. Es un placerazo y da una alegría enorme saber que existen humoristas de tu calidad (para mí humorista es el que crea humor, cualquier que sea su manifestación artística). ¿Qué más puedo decirte? Mira, siempre habrá puntos que yo como creador haría de otra forma, pero eso no es crítica desfavorable. Quizás, un día, conversándonos un vinito, te lo mencione, pero no tiene importancia, porque tu obra es excepcional, de nivel mundial. Es un honor y un orgullo ser amigo y colega (y ahora tú crítico más hincha).
Un abrazo gigante.