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El humorista (No. 2). "¿Es un comediante?

que-es-un-comediante_0.jpgLa pregunta: "¿qué es un comediante?" es más fácil de responder que la otra. Por eso debemos comenzar esta reflexión por lo más básico, lo más elemental, e ir aumentando la complejidad del análisis. Y también es el momento de aclarar que todo ese análisis que desarrollaré a partir de este instante, no tiene la intención de sentar cátedra. Se trata solo del fruto de mi visión personal, por lo que puede provocar diferencias con otros estudiosos o interesados, debido a la subjetividad de todo lo relacionado con el arte y en especial con el humor. Dicho esto, pasemos a la reflexión.

Por ejemplo, imaginémonos a una persona X que es simpática, graciosa, chistosa, con vis cómica; es decir, que tiene talento para hacer reír durante la sobremesa, o en las reuniones o fiestas, u otros eventos sociales. Si esa persona hubiera vivido hace siglos quizás fuera un bufón, que no era más que un personaje gracioso, bromista, encargado de divertir a reyes y cortesanos con chocarrerías y gestos. ¿Qué tienen en común? Que ambos hacen reír a su público de manera sola ante ellos. Sin embargo, el bufón era un profesional; es decir, vivía de provocar risas y la persona X no.

Pero a esta persona X se le ocurre hacerse aficionado o profesional en el arte escénico, y decide presentarse él solito, ya sea en teatro, circo, cabaré o en un medio audiovisual, por ejemplo. Esto, ¿en qué lo convierte? Lógicamente, primero se clasificaría como artista del escenario, obvio. Pero eso es demasiado general.

Sin embargo, para poder pararse él solo sobre un escenario y ante un público en vivo o no, esa graciosa persona X tiene que aprender el lenguaje del arte que utilizará, ¿no es cierto? Tiene que dominar o poco o mucho el lenguaje del arte de la actuación, como mínimo, pero también el lenguaje del arte del teatro si hace teatro, del circo si hace circo, de la televisión si hace tele, etc., etc.

Después de aprender todo eso y dominar también el arte específico del humor que desea interpretar, se para solito en escena y trata de hacer reír.

Esa persona X, ¿qué es entonces, insisto? Veamos.

Según la definición de la Real Academia Española, si actúa haciendo reír, especialmente en un teatro, es un comediante. (Ojo, por comodidad, a partir de aquí cada vez que escriba la palabra "comediante", me estoy refiriendo también al femenino "comedianta".)

Un poco vaga la definición, como casi siempre la redacta la Academia. Pero sigamos en su cuerda: “comediante” viene de cómico, cuyo significado es “que divierte y hace reír; o perteneciente o es relativo a la comedia; o también es dicho de un actor que representa papeles cómicos; o comediante”. Sí, se usa como sinónimo también. Y cómico viene de comedia, que es: “pieza teatral en cuya acción suelen predominar los aspectos placenteros, festivos o humorísticos, con desenlace casi siempre feliz; o también es: género cómico”.

Conclusión: comediante es alguien que puede actuar solo -o no-, en escena con el objetivo de hacer reír y no hemos llegado a nada más concreto.

Solo podemos asegurar que a partir de ahora, todos los que aquí mencionaremos, ya sabemos que son comediantes.

Pero el concepto, el significado de comediante, le sirve a muchas manifestaciones artísticas que realiza una sola persona en escena (con intención de hacer reír, claro).

Como por ejemplo, el prefijo “mono” quiere decir “único”, “uno solo”, y “logo” significa “persona versada” o “especialista”, por lo tanto, nos viene bien analizar a la persona versada en hacer algo en escena él solo, lo que vendría a ser un monólogo.

Según la RAE, monologuista es el que actúa un solo personaje en una obra dramática. Muy bien, pero añado yo: si es comedia; es decir, que se propone hacer reír, es un “monologuista cómico”. (No señalo aquí el soliloquio, porque es una reflexión interior de un personaje, fingiendo que habla para sí y solo en escena, pero es dentro de una obra, no es la modalidad de la persona sola en escena todo el tiempo).

Pero ya tenemos algo. Si aquella persona X del inicio se para solito en escena, además de calificarlo como comediante, podemos decir que es un monologuista cómico.

Claro,  eso sería si hace un personaje en una obra (en una representación que empieza, se desarrolla y se cierra con un solo personaje en escena). Entonces puede representar un personaje de la vida real, ficticio, realista, caricaturesco, etcétera. Incluso se puede representar él mismo y contar-actuar su obra.

¿Con esto terminamos? Claro que no. Conocemos a artistas que se paran solos en un escenario y nos cuentan un cuento, desde la posición de un narrador. Son los cuentacuentos, que si tienen intención de hacernos reír se convierten en comediantes también, ¿por qué no? Es que para hacernos reír, como dijimos, tienen que dominar el arte de hacer humor y el lenguaje de la actuación y el lenguaje teatral, ¿no es cierto? Pero no son monologuistas cómicos, porque no interpretan un personaje, sino que narran cuentos que tienen distintos personajes. Hay una buena diferencia, sin dudas.

Así que tenemos ya entre nuestros comediantes, al monologuista cómico y al cuentacuentos cómico. Pero hay más, obvio.

Están los que se suben en un escenario, ellos solitos, y nos cuentan su repertorio de chistes. Pero no nos cuentan cuentos, aunque los chistes son mini historias muchas veces. Por esa diferencia, a esas personas no podemos clasificarlos como cuentacuentos, insisto, porque ellos no narran un cuento con personajes, descripciones, etcétera. El chiste, en lo formal, es una unidad indivisible con una mínima economía de recursos; es decir, algo muy breve con unicidad y con la intención de hacernos reír. Así que esta persona no es un monologuista, ni un cuentacuentos, y practica una modalidad que tiene reglas propias.

Entonces llegamos a un comediante que denominamos cuentachistes.

Pero existe otra modalidad escénica que se puede desarrollar en un circo o en un teatro o music hall, cabaré o revista de variedades. Me refiero a un payaso, cuya definición es: artista generalmente caracterizado de modo extravagante, que hace reír con su aspecto, actos, dichos y gestos. Casi siempre se presentan en circos o en modalidades teatrales, pero los hemos visto incluso haciendo un espectáculo unipersonal. ¿En qué se diferencian estos comediantes de los otros que hemos visto hasta aquí? Que aparecen caracterizados y que hacen un tipo de humor más físico, inocente, blanco, infantil.

Existe un anglicismo para traducir "payaso" y es "clown". A mí, un enamorado del idioma español, no me gusta usarlo. Pero no se puede negar que muchos lo utilizan, por lo que es imposible obviarlo. ¿El clown es un payaso entonces? No está muy claro el asunto, porque sus defensores afirman que clown es más que un payaso, ya que va más allá del "simple hecho de hacer reír". Así que por tal motivo, tampoco puede aparecer en esta lista de comediantes, y de esa manera los complazco, debido a que no desean que los confundan con payasos (¡palabra peyorativa para tantos!), ni que los confundan con artistas que solo quieren hacer reír (¡qué ignominia!). Sin embargo, me he encontrado con otros que no les molesta ser payasos y cómicos. Por lo anterior, es decir, por estos últimos artistas que piensan así y porque yo también coincido con el criterio de que payaso es sinónimo de clown (y si hay diferencias es en el tipo de humor que pudieran hacer. En otras palabras, podría admitir que el clownes un payaso que hace un humor menos "físico" e infantil quizás), cambio entonces mi decisión e incorporo el término clown a nuestra lista. 

Hagamos un recuento entonces de lo que se puede convertir la persona X si desea dedicarse profesionalmente a hacer reír, él y solo él, en escena: hemos mencionado a comediantes que pueden ser monologuistas cómicos, cuentacuentos cómicos, cuentachistes y payasos o clown.

Pero esto no se detiene.

Muchos artistas se paran en escena solitos con el objetivo de hacer reír y no practican nada de las modalidades vistas hasta ahora. ¿Y qué hacen? Pues se lanzan a dominar además del lenguaje humorístico, actoral y escénico, otra rama artística. Y se convierten en magos cómicos (porque hacen magia), o mimos cómicos (porque hacen pantomima), o fonomímicos cómicos(porque hacen pantomima imitando cantantes), o agarran una guitarra, por ejemplo y se convierten en lo que desde la Antiguedad se conoce como juglar (se les dice trovador también, porque cantan acompañados de un instrumento, casi siempre de cuerdas). O tocan otro instrumento tradicional como piano, violín, etc.. O aprenden uno o varios instrumentos, ojalá poco convencionales y se hacen excéntricos musicales (porque interpretan música -y/o cantan-, de manera extravagante o peculiar, o distinta). Reitero, practican otra modalidad artística para representar en escena ellos solos y lo hacen con intención de hacer reír. Son distintos tipos de comediantestambién, ya que de alguna forma actúan y usan los lenguajes escénicos. Solo para distinguirlos de los demás, en este texto los llamaré cómicosespeciales.

¿Ahora sí terminamos el listado? No. Nos falta una modalidad muy de moda: el stand up comedy. No me cae bien el nombrecito porque es un anglicismo y debería tener un nombre en español, nuestro bello idioma. ¿Cómo traducirlo? Algunos le dicen “comediante en pie”, pero es algo raro, porque los otros comediantes aquí señalados no se presentan acostados, lo hacen de pie también (la mayoría de las veces). Otros lo traducen como “comediantes en vivo”. También extraño, porque los otros comediantes no están muertos y se presentan en teatros y demás escenarios con público “en vivo” también. Muchos les dicen “standuperos”. Veo una intención de castellanizar el término pero suena horrible. En fin, prefiero -bajo protesta- seguir llamándolos como artistas que hacen stand up comedy.

¿En qué consiste esta modalidad? Así dice su definición: “es un estilo donde el comediante se dirige directamente a una audiencia en vivo. A diferencia del teatro tradicional, en esta modalidad el comediante interactúa con el público, estableciendo diálogos con algunos de sus espectadores”.

Y llegamos al fin a tener la lista completa de comediantes solitarios en escena:

*Monologuistas cómicos.

*Cuentacuentos cómicos.

*Cuentachistes. 

*Payasos o clown.

*Cómicos especiales.

*Los que practican el stand up comedy.

Ahora la pregunta sería: si esa persona X decide convertirse en artista, en comediante para presentarse solo en escena, ¿cuál de estas modalidades escogería como la mejor de ellas? En otras palabras, ¿cuál de esta variantes artísticas es mejor y cuál peor? ¿Hay diferencias de calidad entre ellas? Veamos.

En todas, repito hasta el cansancio, el artista solitario tiene que dominar el lenguaje humorístico, el lenguaje actoral y el lenguaje escénico, de alguna manera y en algún grado o medida, ¿no es cierto?.

¿Podríamos afirmar que el payaso siempre hace un humor más burdo, simplón, elemental, más grueso (físico)? No estoy convencido de ello. Si observamos los payasos del Circo del Sol, vemos que han montado rutinas muy elaboradas artísticamente, e incluso más “intelectuales”, más conceptuales. Así que depende de los objetivos del artista. El payaso de un circo “normal”, que sabe que su público estará compuesto por niños del barrio de turno, solo le interesa montar sus gags de tropezarse, golpearse, etcétera., los cuales sabe que serán un éxito entre los pequeñines. Por otro lado, los que tienen más ambiciones de realización personal buscarán rutinas más complejas y nos encontraremos a payasos que deciden solo trabajar en teatros y otros escenarios fuera del circo y presentar sus números para adultos con mayor riqueza escénica y de contenido. En fin, que de ninguna manera debemos subvalorar esa modalidad.

También se podría afirmar que los cuentachistes solo tienen que conseguir un buen repertorio de chistes y apoyándose en su gracia personal solo tienen que contarlos. Sin embargo, no es fácil. Hacerse de un buen, original y exclusivo repertorio es difícil, sobre todo ahora con Internet donde ahí se encuentran casi todos los chistes del mundo. También hay que tener talento para hilvanarlos con coherencia, mientras más ingenio demuestre en eso, mejor el resultado de su presentación. El cuentachistes tiene que saber a qué público va dirigido su chiste. Y por supuesto, tiene que saber la mejor manera de contarlos, donde colocar una expresión, dónde hacer un silencio, dónde poner una vocecita, una mirada, un gesto, donde alzar la voz o susurrar, etc. y todo de manera rápida, precisa e impactante, por la brevedad de lo que cuenta. En fin, que el cuentachistes puede ir de un pésimo graciosillo a un excelente comediante.

Lo mismo sucede con el monologuista y los demás. Es más, he escuchado fuertes críticas a los que practican el stand up comedy, argumentando que apenas actúan (no hacen personajes la mayoría de las veces), que se apoyan solo en sus textos, que muchos ni tienen vis cómica y se atreven a pararse delante del micrófono  a decir verdades o críticas directas que el público quiere oír y nada más. Yo he visto bastante de esos colegas y puedo asegurar que, como en todo las demás modalidades, la calidad no depende de las modalidades mismas, sino del criterio y buen gusto del artista. Obvio que hay comediantes malos, regulares y buenos. Pero no creo que una modalidad sea mejor que otra. Y dependerá del gusto y formación de cada espectador también. Pero el abanico es grande y abarcador para todos los gustos e intereses.

En mi criterio, el stand up comedy tiene un doble filo a tener en cuenta. Por una parte, comparado con las demás modalidades, se requiere mucho menos actuación, poquísimo dominio del arte teatral. Se apoya demasiado en el guión, en el contanido de lo que se desea comunicar. Y todo eso atrae mucho a los mediocres que ven una oportunidad de convertirse en artista con poco talento. Buscan temas que saben que el público aplaudirá, porque son verdades y las pueden decir sin elaboración, sin creatividad y serán bien recibidos. A eso se le agrega un racimo de groserías, malas palabras y vulgaridades, asegurando la risa además del aplauso. Y por último, esos mediocres aprovechan y "cuelan" en su rutina un buen párrafo "en serio", sobre un tema importante (política, sexología, feminismo, corrupción, etc.) y se cree que con eso gana en prestigio. Para mí lo único que consigue es una peor evaluación, porque si desea dar moralejas, enseñanzas o discursos políticamente correctos, que lo haga, pero que incursione en otro arte y no en el humor, como se nos vende. El stand up comedy le da esa posibilidad, como nunca antes en otra modalidad dentro del arte de hacer humor.

Pero por otro lado, esta modalidad da también la oportunidad al talentoso, que estudia su presentación, estudia y practica las pausas debidas, la entonacion precisa, el gesto adecuado, la inflexión, el movimiento, la expresión y hasta el vestuario, la luz, el efecto de audio, etc. (domina entonces el lenguaje actoral y teatral) y con ingenio y elaboración artística dice esa verdad que el público siempre aplaude, pero con creatividad e imaginación para que también ese público admire la propuesta y los haga pensar. Y no tiene que decir una palabrota o grosería por gusto, sino solo cuando es necesaria. En fin, ese talentoso artista tiene una mayor oportunidad de expresarse, de llegar a un público, que en otras modalidades de peor acceso y por esa razón también es valido el stand up comedy. Somos nosotros los consumidores los que tenemos que saber distinguir entre el abundante mediocre y el verdadero creador.

Y voy finalizando esta reflexión: si todos en esta lista son comediantes como vimos, al tener la intención de hacer reír, ¿no hacen humor? Por supuesto que sí, todos hacen humor. Y el arte de hacer humor se llama humorismo.

¿Pero por qué afirmo que hacen humor? ¿Y qué es en realidad el humorismo?

A ver. Una persona percibe una realidad distinta a la información que tiene guardada en su cerebro como esa realidad. Es una incongruencia que le llega por alguna vía (la ve, se la dicen, se la imagina o la crea) en un contexto pseudosocial. En otra zona de su cerebro encuentra una relación, un vínculo, entre ambas realidades. El cerebro "premia" el haber resuelto ese acertijo, ese “jueguito” y ordena segregar cierto tipo y concentración de hormonas. Llega el placer cómico y la manifestación externa de todo es la risa o la sonrisa. En fin, esa persona vivió internamente el proceso de lo cómico.

Entonces decide “jugar” socialmente y compartir esta experiencia, convirtiéndose en “fuente”. Envía, entonces, el mensaje a un receptor, que percibirá la incongruencia con sus condiciones subjetivas y específicas de personalidad, cultura y estado de ánimo y reirá o sonreirá si finalmente pasa por el mismo proceso cómico en su interior.

A ese juego social de comunicación de lo cómico es a lo que denominamos “humor”. (Esto es parte de la Conjetura Humor Sapiens, por lo que es fácil que aquí surjan oponentes a esta forma de teorizar).

El humor es un juego.

El humor puede manifestarse desde una espontánea conversación cotidiana hasta en un pautado discurso político. Pero siempre y cuando exista la intención consciente de hacer reír a un receptor.

Si la fuente envía sin intención un mensaje que el receptor percibe como incongruencia y termina riendo producto del proceso cómico, no habría humor, porque la fuente no estaría jugando y por ende no cumpliría el rol de jugador. Aplicándose ese caso a la pirueta de un perro, a cierto recuerdo, al clásico resbalón por una cáscara de plátano, o a decir incluso un juego de palabras sin darse cuenta, entre otros ejemplos.

Pero el humor puede ir más allá y, con intención, “jugar” hasta profesionalmente; es decir, alguien puede crear o recrear un hecho cómico y comunicárselo a uno o a millones de receptores a través de una manifestación artística. Esto es el arte humorístico, que llamamos humorismo. Y es donde mayor elaboración del humor encontramos, tanto en forma como en contenido, como en cualquier arte.

¿Por qué sucede esto? Porque el arte es también un juego. Las manifestaciones artísticas que producen placer estético, no son más que juegos evolucionados –como el humor-, que suceden en los seres humanos al dar el salto cualitativo del juego físico al juego con el desarrollo del proceso cognitivo, con el lenguaje, la asociación de ideas, el pensamiento abstracto, etc.

El placer estético y el cómico tienen una misma raíz en el placer lúdico. Y el humor más elaborado, más complejo que una simple conversación social, solo puede manifestarse a través de un lenguaje artístico. Y puede hacerlo por provenir ambos del juego.

Entonces esa persona X que decidió hacer carrera haciendo humor el solito en escena, ¿es un humorista? Reflexionemos una vez más.

¿Qué es un humorista entonces?

Humorista es el que hace humor. Pero si bien es cierto que en el proceso de la expresión y comunicación humana es posible resultar humorístico sin que nadie lo espere, y hacer humor sin pretenderlo, resulta obvio a la intuición que debemos llamar humorista sólo al que hace humor deliberadamente, es decir con la intención de provocar placer cómico. Aunque por hábito, suele llamarse humorista solo al que se gana la vida haciendo humor, olvidando al que lo hace también habitualmente, o frecuentemente, pero sólo por el placer de hacerlo, aunque no le paguen más que con la risa o la sonrisa, como es el caso de un aficionado o incluso un ocasional cuentachistes de sobremesa, como empezó esa persona X. Él también, por supuesto, es un humorista.

Entonces, para resumir, tenemos que los comediantes –de cualquier modalidad-, son humoristas.

Y no solo los comediantes, los que hacen literatura con humor, los que hacen guiones y libretos con humor, los que hacen humor con música, con danza, con dibujos, con esculturas, con cine, con videos, etcétera. Sí, son humoristastodos los que crean humor.

Así que cuando vea a un monologuista, cuentacuentos, cuentachistes, payaso, “standupero”, excéntrico musical o cantante, mago, acróbata, u otro artista que trata de hacer reír , diga que está viendo a un comediante o a un humorista que es igual. Y si ve también a un literato, artista visual, etcétera. que haga humor, diga que esta viendo un humorista.

No se deje llevar por las clasificaciones que hacen algunos apoyándose en algo tan subjetivo como la calidad artística. Como Fernádez Flores, el escritor y miembro de la RAE en su época que rechazaba con odio ciego al chiste y lo diferenciaba bien de la literatura que para él sí era humor. Sin pensar que el objetivo de ambas modalidades es hacer reír. Pero huía de la imagen del payaso, porque para esa gente que lo cataloguen de payaso es lo peor. Siendo que el payaso es tan humorista como cualquiera. He visto cómo un caricaturista quiere alejarse del humorista gráfico, porque ve que el oficio de hacer reír es indigno. He visto a algunos “standeuperos” que se quieren desligar del cuentachstes y del payaso, porque piensan que lo que hacen es más “intelectual”, más “artístico”. Esos escritores, caricaturistas y “standuperos” (para seguir con esos ejemplos), están convencidos de que el humor es solo el que hace pensar, el que conmueve, el que eleva tu espíritu y el tortazo en la cara o el chiste fácil –verbal o dibujado-, denigra sus profesiones. Y están rotundamente equivocados. El escritor malo, el caricaturista malo, el “standupero” malo denigran más la profesión que el payaso, el humorista gráfico o el cuentachistes. Porque solo existen humoristas, que son los que crean humor, sin importar para nada la clasificación por calidad. Solo hay humor bueno y humor malo, sea un humormuy físico o muy “intelectual”.

Mis respeto y admiración por la valentía de esas personas que deciden pararse solitos en un escenario para hacer reír, sea cual sea la modalidad que escogen para realizarse. Es un oficio muy duro y complicado. A todos ellos hay que aplaudirlos de pie.

 

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El humorista (No. 1). "¿Nace o se hace?"

humorista.jpgAnte todo, creo que puedo afirmar con toda seguridad que soy un humorista. Pero como también soy una persona honorable y decente (aunque no lo podría afirmar tanto como lo anterior), no me califico yo mismo de bueno, regular o malo en lo que hago. Esa es una labor de otros (¡allá ellos!).

Sin embargo, no puedo avanzar si no fijamos la definción de humorista. Veamos:

1. Persona que se expresa o manifiesta con humorismo. (Me refiero a una persona común y silvestre, en la vida cotidiana y en situaciones espontáneas y haciendo reír con intención).

2. Persona que en sus obras, literarias o plásticas, o en sus actuaciones en espectáculos públicos, o en cualquier otra modalidad artística, cultiva el humorismo. (Me refiero a artistas, que hacen humor con intención de hacer reír).

Pues yo soy de los que casi siempre tengo intención de hacer reír, ya sea en la vida como en el arte. Por lo tanto, insisto, todo me indica que soy humorista.

Ahora, me tomo como ejemplo y analicemos mi caso. ¿Nací humorista?

¿Se esperaba que yo fuera humorista por herencia, ya que mi padre, mi madre, mi hermana o algún pariente cercano se dedicó a hacer reír?

No.

* ¿Hubo algún presagio, un vaticinio, una profecía, una predicción o alguna señal divina, esotérica o mitológica anunciando que yo iba a ser humorista?

No.

* ¿Mi familia hizo algún pacto, una promesa, un juramento, firmó un contrato, un convenio, o se propuso, incluso antes de mi gestación, formarme como humorista?

No.

* Cuando el doctor me agarró por las piernas y golpeó mis nalgas en vez de llorar, ¿me eché a reír?

No.

* Lo normal es que un bebé sonría por cenestesia el primer mes, o sonría por estímulos táctiles como masajes, cosquillas, etcétera, y un mes después lo haga por estímulos visuales. ¿Yo sonreí desde el primer día de nacido, cuando me tocaban para lavarme o limpiarme “aquello”?

No… ¡No!

* Según el Dr. McGhee, investigador norteamericano, después del segundo mes y por varios más, el bebé sonríe cuando reconoce objetos como las caras de sus padres o hermanos. ¿Yo sonreí o reí acaso en esa etapa, al ver el rostro de mis familiares haciendo muecas tontas y balbuceando sandeces para hacerme reír, o al ver la cara de un clown desteñido o el rostro de Einstein sacando la lengua?

No.

* Entre la semana 10 y 20, aparece por primera vez la risa en la interacción entre el bebé y su cuidador, asegura Alan Fogel, psicólogo e investigador norteamericano. ¿Yo me reí a carcajadas en la primera semana? ¿O me reícon mi cuidador o con la vecina de mi cuidador, por ejemplo?

No.

* ¿Durante mi niñez, me reí de chistes de nivel universitario? ¿O hice reír a humoristas profesionales, a ancianos académicos, o a algún público especializado?

No.

* ¿Entonces se puede asegurar que nací predispuesto a la risa o con un don especial para hacer reír?

Sí… es broma. ¡Claro que no!... Mejor dicho, no lo podría afirmar.

¿Por qué? Porque para saberlo habría que esperar a crecer, y ahí captar si realmente nací con vis cómica, con un don especial; es decir, si poseo o no una tremenda facilidad para producir risas, para crear humor.

Entonces, en lo que esperamos a que yo crezca (si es que lo hago algún día), busquemos más sustancias para responder la pregunta del título.

Aquí deseo informarles que durante varios años de mi vida (aún lo hago, incluso), y contando hasta el día de la publicación de este artículo en Humor Sapiens, he entrevistado a ciento cincuenta y dos (152) estudiosos del humory humoristas de todas las manifestaciones artísticas de dieciocho países (ver las entrevistas publicadas en www.humorsapiens.com). Y si no he entrevistado a más colegas es porque no tengo cómo contactarlos.

Entre las preguntas a ellos formuladas está esa de “¿el humorista nace o se hace?”. Les doy un resumen de lo que me respondieron, para no hacer interminable esta reflexión:

* La mayoría de los entrevistados afirmó que de ambas maneras se llega a ser humorista; es decir, alguien puede nacer con "la gracia" para ser humorista y alguien puede hacerse humorista sin casi ninguna "gracia natural".

* Pero también la mayoría de ellos contestaron que aunque alguien naciera con ese don, se debe cultivar después.

Por la experiencia y el talento reunido en ese listado de colegas, no tengo por qué dudar de sus respuestas, así que me siento bastante seguro de las conclusiones a que llegué. Sin embargo, me arriesgo y me atrevo a dar mi opinión más in extenso, esperando que muchos de ellos estén de acuerdo conmigo en los matices que planteo y ojalá a más de uno les haga meditar y profundizar en este asunto, porque todos los aportes son bien recibidos. Veamos.

Ejercicio mental:

l) Crezco y todos ven que nací así, con esa gracia, esa vis cómica, ese talento para hacer reír. O quizás nadie lo note de inmediato, pero haciendo mi camino en la vida advierto de repente que puedo ser alguien con la capacidad o habilidad de hacer reír. Para mí entonces es simple, si me dicen o me doy cuenta de que poseo ese don, perfecto. Pero si después de tener conciencia de ello, me paso la vida sin desarrollarlo, sin estudiar y aprender los lenguajes por donde canalizar ese humor y sin cultivarme más profundizando en el mundo que me rodea, sin dudas seré una persona simpática, lograré caer bien, hasta tendré cierta habilidad para la risa y “el pasarlo divino” en reuniones y fiestas. Incluso puedo hacerme profesional del humor. Quizás salga a escena y al público le dará risa de solo verme, pero al escucharme y ver que...

a) Repito chistes viejos.

b) Cuento los extraídos de Internet.

c) Me aprovecho de hacer crítica social y/o política obvia, sin elaboración artística, de esas que no sacan mucha risa, pero deja a la gente contenta y aplaudiendo por ser un tema tabú.

d) Agredo con mis “gracias” groseras, acompañadas de gestos y movimientos obscenos, provocando quizás algunas risas, porque públicos con mal gustosiempre hay.

e) Me presento en un escenario sin conocer las leyes del arte teatral, del arte de la actuación, y también haga reír a varios ignorantes o incautos.

Entonces, aunque haga reír, en uno o en todos los casos anteriores, evidentemente, seré un mediocre humorista y a la larga el público se dará cuenta.

En los casos literarios y gráficos lo anterior no sucede, porque si no pueden escribir o dibujar bien, lo lógico es que no les publiquen sus obras. Pero sabemos que esos mediocres se las arreglan para publicar sus trabajos y consiguir agredirnos con sus obras, aunque sea aprovechando la permisividad de Internet.

II) Por otro lado también existe la posibilidad de que no nazca con esa vis cómica, con ese don especial, pero al crecer hice un gran esfuerzo y me cultivé a conciencia. Y llego a ser alguien agradable, bastante gracioso, que también le caeré bien a la gente. Incluso me convertiré en un profesional del humor. Y cumpliré con mi rol, llegando a ser un buen humorista, aunque jamás llegue a ser uno excepcional. Humoristas así los conocemos, porque son muchos (y no digo lamentablemente, si no ¡por suerte¡).

III) Claro, están los que ni nacen con ese don, ni se cultivan después, y aún así insisten en ser humoristas. ¡Terrible! ¿Qué hacer con ellos? Por desgracia, los miembros de esa fauna, con su mal gusto, mediocridad, intelecto ramplón y su vulgaridad, tienen la “buena fortuna” o la habilidad de saber “venderse y colarse”, siendo muchas veces los que más “pantalla” tienen.

¿Cómo defendernos de éstos últimos? Subiendo el nivel educacional y cultural de los receptores, supongo. Pero mientras eso sucede, seguimos siendo humoristas todos, los mediocres y los excelentes, ya que me niego a calificar a una persona en humorista o no, en base a su calidad, por lo subjetivo que es la valoración, ¿no es cierto?

IV) También existe otro criterio en clasificar a los que hacen humor en "cómicos", porque hacen chistes, o gracias superficiales, o gags físicos, o infantiles, o humor simplón, etcétera, y en "humoristas" a los que hacen humor para pensar, inteligente, elaborado.

A mí, desde el punto de vista teórico, no me satisface esa clasificación, y no solo porque las fronteras son subjetivas, sino porque ambos grupos tienen su razón de ser en crear o interpretar humor con el objetivo de hacer reír, sonreír o lograr sonrisas interiores y eso los integra a un mismo conjunto.

Ojo: el concepto de sonrisa interior es muy importante y me detengo un momento aquí para explicarlo, porque será necesario que quede claro para las reflexiones que haremos más abajo.

Existe un "proceso cómico" en una persona, que va desde que percibe una información que se hace incongruente con la que se tiene. Las neuronas de la persona resuelven ese enigma, se descubre que es un chiste, una gracia y se "celebra" el descubrimiento con segragación de hormonas que provocan placer y eso hace que exteriormente surja la risa o la sonrisa. Hasta aquí es el "proceso cómico", según Rod A. Martín, "Psicología del Humor" (2008).

Pero, en el caso en que ese placer producido por las endorfinas no alcance (con intención o no de que suceda), para producir risa o sonrisa, de todas formas sí hay placer igual y a eso le llamamos sonrisa interior. Una "sonrisa" placentera que no se exterioriza.

Aclarado este punto, continuamos.

Para mí, desde el punto de vista teórico, es humorista un payaso de circo de barrio y es también humorista un Quino, un Chaplin, un Mark Twain, etcétera. Claro que sé las diferencias en la calidad de sus formas y contenidos y en lo que se logra (que en los segundos es más que una simple risa). 

Y si alguien tiene la intención de hacer humor sin buscar la risa, la sonrisa o la sonrisa interior, está haciendo otra cosa (buena o mala, no importa), pero no es humor. Que se busque otro término para calificarlo. Si acepto que se hace humor, sin el objetivo de hacer reír o sonreír, se me abre un mundo demasiado amplio y caótico en lo teórico, y no puedo aceptarlo. No lo entiendo.

Llegados a este punto creo que es importante ilustrar estas clasificaciones de humoristas con un ejemplo. Veamos este:

"Un humorista va por la calle un día cualquiera de su vida y observa a una persona caminando por la acera de enfrente que pisa una cáscara de plátano, pierde el equilibrio y después de algunos aparatosos movimientos, se cae. Este humorista se ríe para sí (por respeto) y enseguida se le ocurre reproducir esa caída ante su público si es un humorista escénico o plasmarlo en un dibujo si es uno gráfico."

Variantes:

a) El humorista no nació con vis cómica. Entonces al imitar la caída que vio -en escena o en cartulina-, logra producir alguna risa o sonrisa.

b) El humorista nació con vis cómica. Entonces al imitar la caída que vio -en escena o en cartulina-, casi seguro logre producir más risa o sonrisa que el del punto "a".

c) El humorista no nació con vis cómica, pero se esforzó, estudió y se superó en el arte y en la vida. Entonces, al imitar la caída que vio -en escena o en cartulina-, quizás logre ser mejor humorista que los de los puntos "a" y "b".

d) El humorista nació con vis cómica y además se esforzó, estudió y se superó en el arte y en la vida. Entonces, al imitar la caída que vio -en escena o en cartulina-, casi seguro logre ser mejor humorista que los de los puntos "a", "b" y "c".

Pero existe otro punto en esta clasificación. Llamémosle entonces el humorista "e". Para explicarlo mejor debo agregar algo al ejemplo que estamos usando:

"Un humorista va por la calle un día cualquiera de su vida y observa a una persona caminando por la acera de enfrente que pisa una cáscara de plátano, pierde el equilibrio y después de algunos aparatosos movimientos, se cae. Este humorista se ríe para sí... (aquí entra la modificación)... Observa en ese momento que la persona caída es un anciano, o que en la caída la persona se golpeó fuerte y hasta hay sangre involucrada. Entonces enseguida el humorista deja de reír y siente lástima, pena, por la persona caída (esto lo afirmó Henri Bergson hace más de cien años en su ensayo "LaRisa". Dijo que una emoción puede inhibir totalmente la risa). Así que tenemos que el humorista observa algo que antes no vio; es decir, se dio cuenta de la indefención del anciano, o de lo importante que es no botar la basura en la calle, o de lo poco humano que era solo reírse de esa caída, por poner tres ejemplos de pensamientos, de conceptos. Algo que no hubiera sucedido tan nítidamente en él si no hubiese sido por la risa que le dio la caída. Y de repente, el humorista se ilumina, se le ocurre una idea genial: reproducirá la caída -en escena o en cartulina-, con el objetivo de producirrisa o sonrisa, pero además, hará que de inmediato se produzca en el público otro pensamiento, otro concepto a tener en cuenta y por ende otra emoción derivada de eso, que inhibirá la risa o sonrisa -como le sucedió a él-, y conseguirá así que su público piense y sienta más sobre un contenido importante que desea comunicar (el cuidado de los ancianos, el aseo de las áres públicas, la deshumanización, o lo que sea). Porque quizás si no utiliza el humor y dice su mensaje directamente "en serio", no logrará que el público le ponga tanta atención al mensaje, ya que este dimensiona mejor, porque va desde lo más "frívolo" como puede ser la ligereza de la risa, hasta la llegada del análisis del concepto y su correspondiente emoción; es decir, el contenido total y subrayado. En fin, que quizás podemos afirmar que el humor refuerza la intención de dar un mensaje. Por ejemplo, si le decimos a alguien: "hace un rato iba por la calle y se cayó un anciano", quizás no le produzca a esa persona la mismo intensidad de pensamiento y sentimiento, que si antes me río con esa persona de la caída y después le informo que era un anciano o se golpeó fuerte. Ojo, recordar que todo es quizás."

A modo de conclusión:

Tenemos que el humorista "e", es el que además de tener la intención de hacer reír o sonreír, tiene la otra intención de hacer pensar y sentir también otros mensajes. En otras palabras, éste humorista usa el humor como medio para conseguir otra meta y no lo usa como los otros, como un fin, el de hacer solo reír o sonreír.

¿Cuál es mejor humorista? ¿El "a", el "b", el "c", el "d" o el "e"?

Ya vimos que sin importar si alguien nace o no con vis cómica, pero se esfuerza, estudia y se supera, logrará ser un mejor humorista; es decir, conseguirá hacer reír o sonreír más, porque esa era su intención.

Pero si su intención es hacer reír o sonreír y además hacer pensar y sentir otro mensaje, es otra variante. Incluso puede ser que tenga más, o mucha más, intención en hacer pensar y sentir dicho mensaje que intención sola de hacer reír. No importa, porque siempre hace humor primero.

Yo no compararía ambas clasificaciones porque tienen intenciones diferentes. Para mí los dos son humoristas.

Por supuesto, yo no tengo la verdad, ni creo que nadie la tiene 100%. Este es un campo aún en estudio, en investigación y espero que en un futuro se despejen bien estas dudas. A eso me refería con ese "quizás" que le puse "ojo".

Mientras tanto, yo especulo como cualquier hijo de vecino. Y comparto esta conjetura aquí, para provocar que se profundice sobre esto.

Pero independientemente de la teoría, sí me interesa que cada día hayan más humoristas, sea que nos hagan solo reír a carcajadas, o sea que nos haga pensar y sentir más allá de la risa. Sean bienvenidos todos, porque todos necesitamos pensar, claro; pero hay mucha gente que necesita solo reírtambién.

 

Nota: Estas reflexiones sobre tantos puntos teóricos sobre el humor, solo son posibles por el apoyo, la colaboración y el aporte sólido de mi hijo Alex (co-editor conmigo de humorsapiens.com).

 

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Violencia en los estadios. La solución.

descarga_2_13.jpegTengo la solución para erradicar la violencia en los estadios.
Propongo que se programe un partido entre la U de Chile y Colo Colo. Otro entre S. Wanders y Everton y otro entre La Católica y Cobreloa.
Entonces se abre el estadio con tiempo y los carabieros no dejen pasar a los hinchas, solo a las barras bravas de cada equipo con bombos, banderas, fuegos artificiales y lo que quieran.
Antes de ingresar a las gradas, se les debe regalar a cada barrista un litro de vodka y un arma a escoger por ellos, que vaya desde un simple puñal hasta una bazuca.

Después, cuando ya estén instalados todos, se suspende el partido, se saca a todo el mundo menos a ellos y se cierra el estadio por 10 ó 12 horas.
Si cuando se abre el estadio, para comprobar qué pasó, queda alguno vivo, le pido a la justicia que solo le de cadena perpetua efectiva.
Solo así tenemos estadio seguro de verdad.

 

 

Aclaración sobre mi carrera

Que si un diploma, que si una estatuilla, que si afiches, obsequios, que algún que otro premio, etc. Pues al ver la cantidad de amigos que me felicitan por correo o por las redes sociales, me siento en la obligación de hacer público esto:

Señores, todos esos reconocimientos no me los creo mucho y no es pose de falsa modestia. Si los subo en mi página web, en Facebook, Instagram y Twitter o Google+, es porque mi familia ME OBLIGA POR "MARKETING" (yo no uso las redes como algo personal, sino solo para lo profesional). Y por subir tantas cosas parece ya que es mucho y que me merezco todos los reconocimientos, etc.

Pero yo solo soy un buen creador de humor en varias modalidades artísticas, y sí, me dedico a full en tiempo y esfuerzo a mi carrera, porque la disfruto, la amo, me apasiona. Pero de ahí a tantos elogios, me parece que no, que está algo inflada la cosa por el mismo "marketing" que hago.

Ojo, yo feliz que me feliciten, que digan tantas palabras lindas y que todos estén orgullosos de mí, etc., pero, insisto, hay gente que lo merece más que yo y no les hacen esos reconocimientos. Quizás por esto último me da vergüenza aceptarlos así como así. Yo me quedo con el halago que me hizo una vez mi colega cubano Jape, cuando me entrevistó. Tituló la entrevista así: "El hombre que más ha creído en el humor". Eso sí me retrata de cuerpo entero y así me gustaría que me recordaran.

Eso sí, el mayor premio que recibo feliz y que no me gustaría que faltara jamás, es el que me dan los niños con las lecturas de mis libros y sus risas con mis locuras.

Aprovecho entonces aquí para agradecerles a todos lo que me dicen tantas cosas bellas, a los que "les gusta" estos reconocimientos míos y al que no dice nada pero se alegra de lo que he logrado en mi carrera en el humor. Los quiero a todos. Millones de gracias!!

 

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Domingo noticioso

images_17.jpegBusqué las noticias internacionales y veo de dulce y agraz:

Por un lado, lamentablemente, ganó Le Pen en Francia, por lo que ganaron los yijadistas al provocar el terror que querían. Amenazan a la democracia entonces.

Por el otro, felizmente, perdió Maduro y el chavismo, así que aumentan las esperanzas del retorno a la democracia allá.

Esa es la vida. "el sube y baja", como la película de Cantinflas.

Entonces busqué las noticias nacionales.

Huyéndole a las noticias de empresarios con boletas falsas; a las noticias de progresistas e izquierdistas pidiéndoles dinero al enemigo que los torturó y asesinó; a las noticias de colusiones de grandes empresas; a las noticias de estafadores como el hijo de nuestra presidente, a las noticias del alza de la delincuencia, etc., etc. huyéndole a todos eso que pasa en Chile, decía, intento "refrescar" con las noticias deportivas.

Entonces veo los desmanes que hicieron las barras en el estadio y sus alrededores, sobre todo la de Colo Colo, llena de delincuentes, antisociales, violentistas. Los mismos que -veo después- se sacaban selfies con un jugador que hace poco había comprado una pila de televisores plasmas robados. Ahora voy entendiendo eso de que "Colo Colo es Chile".

Y para que no me "coman" los "nacionalistas" y los "colocolinos". Soy chileno también y a mucho orgullo. Y aclaro también que soy del equipo Universidad de Chile. Por eso tengo derecho a comentar lo anterior.

 

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Eufemismos políticamente correctos

images_1_9.jpegSon insoportables los eufemismos. Es terrible escuchar un dicho “políticamente correcto”. En Chile abundan por desgracia.

Me erizo cada vez que oigo o leo el giro “apremio ilegal” para evitar decir “tortura”, como las que se aplicaron en la dictadura militar.

Me molesta cuando los políticos se califican como “centro derecha”, siendo de RN y la UDI, que todos sabemos son de derecha dura. O como “centro izquierda”, siendo de la Nueva Mayoría, que sabemos se desplazó a la izquierda de la Concertación, incorporando al PC incluso, que es izquierda dura.

Pero esto no sucede solo en Chile, obvio. Por ejemplo, a mí me incomoda cada vez que voy a Estados Unidos y escucho que le dicen “afronorteamericano”, a un negro. Señores, si ellos son negros de piel, ¿qué malo tiene decirles negros? Si alguien usa esa u otra palabra para discriminar, entonces que lo demanden y sea castigado civilizadamente.

Cuántas veces no caminé por calles cubana y los negros al dirigirse a mí me decían “blanquito”. Hace poco me enteré de un discurso pronunciado en una Universidad por Samper, el gran humorista colombiano, que dijo refiriéndose a este mismo punto: “si evitamos decir “negro”, entonces deberíamos cantar: “Mami, ¿qué será lo que quiere el afrocolombiano?”. Y es cierto.

Y volviendo a Chile. Ya van varias veces que escucho en una promoción el giro: “baile entretenido”. ¿Existe un baile aburrido? ¿La gente decide ponerse a bailar un baile para pasarla mal? Es increíble. La otra es “cultura entretenida”. ¡Qué disparate! Pero en fin…

Todos esos eufemismos y dichos políticamente correctos me llegan hasta “donde el sol no me da” o hasta “donde se acaba la espalda” (dos frases para evitar decir “culo”).

 

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Reflexiono en carta abierta a Álvaro Salas

descarga_4_3.jpegLe escribo esta carta al señor Álvaro Salas, aunque no creo que se entere, porque yo no haré más esfuerzo que este de subirla aquí. Así que si alguien lo ve por ahí se lo dice, por favor.
Estimado colega:

No sé si el periodista de lanacion.cl que escribió sobre Firulete, adjetivando equivocadamente al humor blanco y que yo comenté hace poco en facebook, lo hizo por casualidad o lo hizo a raíz de tus declaraciones, esas por las cuales te están linchando ahora otros del gremio en programas faranduleros.

Tú dijiste que te preocupaba el "humor sin censura", defendiendo el humor blanco. (Para los que no son chilenos, Álvaro Salas es un especialista del chiste blanco brevísimo). Pues enseguida, como sabes seguro, tus dichos sacaron ronchas en los colegas que no hacen ese humor blanco, sano, inocentón.

Debo aclararte que a mí me encanta el humor blanco y trato de crearlo junto al humor que hace pensar, y al absurdo, al negro y al humor infantil. Y sé, porque tengo desarrollada mi capacidad de autocrítica, que no se me da bien el humor político, ni el picaresco, ni el costumbrista, ni el ácido y menos el sarcástico. Pero eso no quiere decir que no los valore, que no los disfrute y que me encantaría tener el talento para hacerlo. Por tal motivo debo añadir, para aclararte, algunos puntos importantes para mí.

-Humor blanco no es lo contrario de humor negro, como le escuché decir a un humorista que te atacó. El humor negro es el llamado "humor cruel" y puede llegar a ser inteligente y hasta terapéutico (lo he experimentado en mis talleres). Y no es el humor vulgar, le aclaro al colega.

-Todo humor que haga reír o sonreír sanamente es bueno para mí, esté clasificado en la modalidad que sea.

-No existe una modalidad o género dentro del humor que sea mejor que otro.

-El humor blanco no está pasado de moda (ni nunca lo estará), como quieren hacernos creer algunos humoristas y periodistas.

-Estoy de acuerdo con "el humor sin censura", desde el punto de vista de la libertad de expresión. Por ese motivo me siento hasta en la obligación de aceptar el humor que hacen, por ejemplo, los humoristas de la revista Charlie Hebdó, el cual detesto. Pero prefiero que exista a que lo censuremos (o peor, eliminemos, como intentaron hacer esos locos, asesinos, salvajes e incivilizados yijadistas).

-Así que no estoy de acuerdo para nada con el humor discriminatorio, de despiadada burla, etc. Pero tampoco con el humor vulgar, grosero y de mal gusto.

Ojo, no se trata de decir o no malas palabras, o de usar el doble sentido en el tema sexual, o el humor picaresco. Se trata de hacer arte y no usar ese recurso por gusto, sin razón, sin justificación, solo porque se sabe que hace reír y/o porque "así habla el pueblo". Esos tipos de humor agreden nuestro intelecto, nuestro espíritu, nuestro buen gusto y a la razón de ser del arte, del humor. Yo no lo haré jamás. Pero, como ya dije, estoy a favor de la libertad de expresión, por lo que debo aceptar que haya colegas que lo hagan. Solo les pido a los que tengan poder, que permitan hacer ese humor nada más donde y cuando se pueda hacer. Y ojalá no lo programen en los medios masivos, porque malforma a los incautos que lo consumen sin saber que les hace daño. Pero si se equivocan y lo programan, me encantaría que la gente sepa que puede "cambiar de canal" . Así, el que desee consumir ese humor tiene derecho a hacerlo y el que no quiera que no lo consuma y todos felices.

Entonces, Alvarito, que te critiquen porque hayas repetido alguna rutina, o porque un día no contaste con excelencia un chiste y cosas así, pero que no te critiquen por seguir haciendo tu característico humor blanco, porque éste jamás morirá, ni estará por debajo "del que se hace en estos tiempos", como argumentan algunos para justificar su mal gusto.

Estoy contigo y te felicito por tu carrera.

Saludos.

 

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Día Internacional del Cuento

descarga_1_35.jpegHoy 20 de noviembre se celebra el Día Internacional del Cuento.
Esta idea partió en E.U. en 1988. Un señor, G. Pinkerton, imaginó una noche de cuentos, compartida por todos los narradores del mundo, para brindar alegría y paz. La idea se puso en práctica y se extendió, pero aún no es tan conocida. Por lo menos en Latinoamérica. Quizás sea porque no es tan comercial, como el Día de las Madres, del Padre, del Niño, del Tatarabuelo, o de alguna profesión, donde te estimulan y presionan a comprar reglaos y gastar dinero.

Por tal motivo, yo digo que si fuimos capaces de importar una tradición también de E.U. como Halloween, aún sabiendo que nuestros niños engordan con tantos dulces, propongo que importemos ésta, que sin dudas es más beneficiosa, porque le "engordaremos" el espíritu a nuestros niños.

Así que en éste Día, felicitemos a los escritores, ilustradores, cuentacuentos, editores y a todo el que se relaciona con los cuentos. Y al que le guste regalar, que regale libros de cuentos. Pero no sólo eso, hagamos algo realmente más importante: un Día como hoy, todos los que habitamos este Planeta tan convulsionado, deberíamos leer un cuento para celebrar la fecha. Y también incluyamos leerle un cuento a los que no saben leer.
Y si fuéramos inteligentes eso mismo lo deberíamos seguir haciendo todos los días de nuestras vidas. ¡Cómo cambiaría este mundo!

Y termino felicitando a todos los que vivimos del cuento!

 

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¿Puede el humor ser brutalmente inocente?

descarga_12.jpegSe publicó en lanacion.cl un texto sobre el recién fallecimiento de "Firulete". Y en esa nota lei algo sorprendente. Decía que el reconocido humorista chileno fue algo así como el baluarte de un humor "brutalmente inocente". ¡Es para no creer!

Primero, mencionaba que ese humor era como "antiguo", como "pasado de moda". Y segundo, el término "brutalmente" como lo definió el autor del artículo, es una cosa realmente monstruosa. Quiero asegurar aquí que el humor inocente, infantilón, blanco, jamás pasará de moda.

Y si ese autor piensa que el humor burlón, grosero, vulgar, de doble sentido o sarcástico es mejor, más "intelectual", o de mayor calidad per se que el inocente, su opinión deja mucho que desear.

Por supuesto, si se refiere a que en la actualidad cada día se incrementan más los humoristas que practican el humor no inocente, estamos de acuerdo. Pero no significa que el humor de Firulete esté demodé; lo que quiere decir es que nuestros creadores y consumidores de humor han bajado el nivel de calidad, lamentablemente.

Por favor, amigos lectores, no se dejen engañar. Todo humor sano es bueno, todo lo que produzca risa sana es bueno, incluyendo la misma burla, con sus variantes de sátira, caricatura, parodia, broma o ironía, cuando son cosntructivas, incluso puede ser positivo el doble sentido cuando es de buen gusto. Aunque nunca será bueno el humor burlón cuando la víctima de esa burla sufra y nunca será bueno el humor grosero, vulgar, de mal gusto. Sin embargo, el humor infantil, blanco, incluyendo el que hace pensar, claramente, es fundamental en el ser humano. Cuando el humor inocente, como él dice, falta, faltan entonces muchos valores humanos.
Vaya mi homenaje a Firulete, que jamás hizo uso del humor vulgar, jamás dijo malas palabras injustificadamente y siempre nos hizo reír con esa inocencia que para algunos es un defecto.

Esta es mi humilde opinión.

 

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Actualización de mi carrera

Ahora que los cubanos tienen un poco más de acceso a Internet, me están contactando por interno en FB, por correo electrónico, o por esta página. Y como hace tiempo no saben de mí, me preguntan, si no he seguido en mi carrera como comediante, porque han visto en mis páginas web que ya no actúo como antes, como cuando estaba en la Seña del Humor de Matanzas.
A ellos y a los que les pueda interesar les hago un resumen de mi vida profesional:
En 1991 llegué a Chile a escribir la última temporada del Programa Pin Pon, junto a Aramís Quintero, el cual regresó y yo me quedé haciendo teatro, radio, cine y televisión.

Me fue muy bien, debo decir, lo que hizo que pudiera traer a mis hijos, al resto de mi familia y hasta amigos. 

En el año 1995 que visité Cuba. Al regresar a Chile me encuentro con la sorpresa de verme sin trabajo en el canal 13 donde actuaba desde casi 2 años en la sección "Departamento de Soltera" en Sábado Gigante Internacional y en el diario La Tercera, donde escribía una columna humorística todos los domingos. Algo curioso porque fue al mismo tiempo y sin explicaciones lógicas. 
Ahí decidimos con mi mujer abrir un pub-restaurante donde actuábamos los fines de semana algunos de La Seña (Pible y Pedrito, los cuales ayudé a venir) y yo. Después dejamos el pub y abrimos una clínica de rehabilitación. Pero nada de eso duró mucho, porque me llamaron de Televisión Nacional para hacer los guiones de un programa y nos liberamos de los negocios.
Cuando en el año 2000 renuncié a la tele, después de varios años de guionista, comediante, formador de libretistas y humoristas en la Escuela de Telntos, y hasta de Director de Humor del Área de Entretención de Televisión Nacional, dejé de hacer humor escénico o audiovisual.
Recuerdo que comencé a estudiar con mucho ahínco la teoría del humor y su aplicación como crecimiento personal, pedagogía del humor, humor y empresa, etc. Esa vía comenzó a dar sus frutos económicos, pero no los suficientes. Por suerte, en esa época, mi amigo Luis Pescetti me convenció de que si había escrito varios programas infantiles para la televisión chilena y si era creador de un humor tan “blanco” y lúdico como el de La Seña, ¿por qué no me dedicaba a la literatura infantil humorística, que era un nicho casi sin competencia en Latinoamérica?
Entonces me mantuve estudiando y trabajando la teoría y la aplicación del humor, al mismo tiempo que comenzaba a escribir libros de humor para niños y logré que me publicaran reconocidas editoriales tanto aquí en Chile como en Argentina al inicio y en otros países después. 
Ya tengo más de 50 libros publicados. Después, con mi hijo Alex, el ilustrador, creamos el dúo "Pelayos", para hacer libro-álbum (ya tenemos dos distinciones una nacional y otra internacional), para hacer humor gráfico (ya tenemos siete premios internacionales), y también fundamoswww.humorsapiens.com., uno de mis grandes orgullos. 
A esa altura tuve un enorme empujón en mi carrera al incorporarse mi esposa Mireya como mi representante, haciendo lo que yo no podía hacer y de una forma brillante. Tuve suerte, sí. 
Y hasta “abrí otro frente” en mi vida profesional, al crear un programa de motivación lectora a través del humor y especializarme más en pedagogía del humor. Pero el bichito de la actuación humorística seguía mordiéndome por dentro y cada vez que podía actuaba para adultos, cosa que he hecho esporádicamente en Santiago de Chile, Toronto, Buenos Aires, La Habana, Matanzas y hasta en Boston y Miami (en esta ciudad experimenté de nuevo en la tele por dos meses y salí huyendo de nuevo). 
Entonces se me ocurrió montar un espectáculo para niños donde los protagonistas principales fueran mis libros, usando mi experiencia en las tablas, más música, el arte del cuentacuentos, etc. y creé los Conciertos Lectores que me han dado grandes satisfacciones, porque además de saciar mi sed de actuación, motiva a leer a los niños. Y todo sin abandonar ninguna de las otras actividades relacionadas con el humor que hago, como asesorar tesis de grado, impartir conferencias o ponencias en Congresos Internacionales, dar talleres de cómo escribir con humor, etc. Incluso incorporé una actividad más: comencé a publicar libros d ehumor para adultos, algo que me tiene feñiz.
Por lo tanto, no me quejo. Y cuando me preguntan: ¿por qué no seguiste en la actuación como hacías en la Seña? No es fácil de explicar que continúo en el Humor, pero no con la dedicación como comediante de antes y aunque estoy muy orgulloso de lo que aprendí y de lo que logré con La Seña en Cuba, no puedo desconocer que en Chile he mantenido mi carrera en el humor, pero mucho más ampliada, y también la he internacionalizado. Pero sobre todo, he conseguido darle otra dimensión que me llena más y que va más allá de la actuación. Me refiero a hacer que un niño lea, lograr que alguien mejore su calidad de vida solo con reír más, saber y aportar en la teoría de lo que hago, amén de seguir haciendo reír o sonreír a la gente por diferentes vías, haciéndolos pensar al mismo tiempo.
Sin dudas, soy un afortunado, lo confieso. Me ha ido bien. Mejor de lo que me imaginaba. Soy un consentido del humor y con sentido del humor suficiente para crear durante todo este tiempo y ojalá hasta el último día de mi vida. ¿Qué más se puede pedir? 
Espero que con este largo discurso-mamotreto haya actualizado a mis amigos, conocidos y seguidores de La Seña de allá y también haya informado a más de un amigo nuevo, tanto chileno como de otro lado. 
Muchas gracias por leer hasta el final algo tan aburrido.

 

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