Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
Reflexión ética: ¿Son enfermos los asesinos?
¿Los islamistas son gente enferma? Para mí, sí. Son psicópatas. Gente para los que la vida humana no vale nada. Gente que degüella, decapita y quema rehenes frente a una cámara, como si fuera un reality show. Que matan a mujeres solo por descubrir su cara, o porque fueron violadas. Y un largo etcétera. Sin dudas, son locos. Entonces, ¿hay que tratarlos como enfermos?
Yo estoy en contra de la pena de muerte, lo he dicho siempre. Prefiero la cadena perpetua efectiva. Por lo tanto, si tomara preso a un islamista, le hiciera un juicio justo y seguro que lo condenaría a cadena perpetua, como ya dije.
Entonces, ¿lo levaría a la cárcel de alta seguridad o a un manicomio porque es un psicópata, un enfermo mental?
Pero voy más allá. Si va para un manicomio, tendrá una habitación limpia, mínimamente acogedora,, con profesionales que lo atenderán, lo medicarán, lo sacarán a caminar por los jardines, lo llevarán al salón de recreación para que vea tele y juegue dominó con los otros enfermos.
O si los especialistas dicen que no es un enfermo, entonces lo llevarán a una cárcel, a una celda limpia, mínimamente “vivible”, quizás solo o quizás compartiéndola con otro. Entonces los especialistas decidirán si este islamista se puede rehabilitar o no. Si la evaluación es que sí, quizás lo pondrán a estudiar o a aprender un oficio y hasta un día podría salir libre. Pero si no, si deciden que no tiene posibilidad de rehabilitarse, lo dejarán en esa celda. Pero entonces quizás los defensores de los derechos –como es lógico-, podrán decir que a ese islamista deberían sacarlo a caminar y jugar fútbol en el patio, a que pase jugando dominó un par de horas al día, a que tenga tele y celular en su celda, a que tenga visita conyugal, etc., porque en el fondo ese criminal es un ser humano y merece que lo traten como se debe.
Mi pregunta es: ¿hasta dónde es éticamente posible soportar que un múltiple asesino, un salvaje y despiadado depredador como ese, viva tan bien o quizás mejor, que muchos pobres libres de este mundo y que lo haga gastando los impuestos de uno?
No sé. La frontera no la tengo clara. Obvio que no lo mataría, ni lo torturaría, pero de ahí a que esté de acuerdo con que la pase bien el resto de su vida, no sé.
Y pienso que es cierto que están enfermos. Y pienso que un asesino en serie también lo está. Y pienso que un pedófilo también está enfermo y lo está un drogadicto, porque tener una adicción es una enfermedad. Y el que esté adicto a matar también está enfermo. Por lo tanto, esos fanáticos terroristas criminales hay que tratarlos como enfermos. Lo sé.
Pero… ¿y si me hubieran matado un hijo? ¿Qué pensaría en ese caso? ¿Estaría tan frío analizando las posibilidades en esta reflexión?
No es fácil. La línea que divide una posición ética como ésta, es muy delgada.
Me preguntan
Alguien me preguntó por qué ningún país hace nada de verdad con el tema Estado Islámico. Le dije a esa persona que era una ignorante, porque todos sabemos que se están haciendo cosas. Por ejemplo, su inclusión como Miembro Permanente en las Naciones Unidas, en la Comisión de Derechos Humanos de ese Organismo y también su participación en las próximas Olimpiadas…
... Perdón, me retracto de mi comentario anterior. Acabo de leer un comunicado de del sr. Ban Ki-moon, aclarando que la ONU ya tomó medidas con ISIS. Dice que les ordenó a todos los países amenazados que se hagan una diálISIS.
Después dijo algo sobre los Talibanes, Al Qaeda, Isis, Boko Haram, Herzbolá, Hamas y los Yihadistas, pero no entendí bien.
Gracias.
Fe de erratas:
Cuando dije Talibanes, Al Qaeda, Isis, Boko Haram, Herzbolá, Hamas, Yihadistas, etc., quise decir: "Fe de ratas".
El Humor (II). "¿Negro o cruel?
El tema siempre me ha interesado. Por ello busqué una definición “oficial” de humor negro en Wikipedia en español y ahí encontré:
"El humor negro es un tipo de humor que se ejerce a propósito de cosas que suscitarían, contempladas desde otra perspectiva, piedad, terror, lástima o emociones parecidas”.
No me disgustó eso, pero tampoco me satisfizo completamente. Seguí leyendo:
“El humor negro cuestiona situaciones sociales que generalmente son serias mediante la sátira”.
Aquí comenzó mi confusión y desacuerdo. Es que para mí las situaciones no son serias o graciosas, esa clasificación va a depender del ser humano que las esté evaluando. “Seriedad” no es lo contrario de “humor”, según mi modesta y quizás molesta opinión.
Y en cuanto a que “cuestiona situaciones mediante la sátira”… me gustaría pensar que no usaron la palabra “humor” en vez de “sátira” para no repetirla, pero lo dudo, ya que está generalizado el error.
La sátira es humor, es un elemento más dentro del universo de la burla. Y la burla es humor (no puede ser de otra manera, aunque te burles de una nariz torcida o de un alma retorcida).
La sátira, como la ironía, la parodia, la broma, el chiste, el sarcasmo, lo ridículo, etc., son elementos, con formas fijas o no, enmarcados dentro del concepto “humor”, ya que su intención es lograr la risa, la sonrisa o la sonrisainterior.
Continué leyendo Wikipedia:
“El humor negro se basa en la crítica de los valores tradicionales”.
Yo creo que esa afirmación no es totalmente cierta, pero no me voy a detener aquí a reflexionar sobre el asunto, para no desviarme del objetivo principal. Vuelvo a la lectura:
“El humor negro requiere una dosis exacta de ironía y sarcasmo…”
Tampoco estoy de acuerdo con eso (da para otra reflexión Humor Sapiens). Pero el humor negro no necesariamente se tiene que expresar con ironías y tampoco la ironía se debe relacionar tan estrechamente con el sarcasmo. Son errores muy frecuentes.
“El humor negro consiste en el mecanismo de defensa del yo frente a la realidad externa. El yo, según palabras de Sigmund Freud «rehusa admitir que los traumatismos del mundo exterior puedan afectarle, y finge, incluso, que pueden convertirse para él en fuente de placer»”.
Puede ser… no quiero discutir con Freud, porque nunca me he identificado con el freudalismo, ni con el esclavismo, ni el capitalismo, ni el comunismo.
Amigo(a) lector(a), quizás hasta aquí he dado la impresión de que no me grada el humor negro, pero no es así. A mí me encanta el humor negro; es decir, el humor de Chris Rock, Eddie Murphy, Richard Prior, etc… No, fuera de broma, yo gozo mucho con ese tipo de humor y considero que es, incluso, terapéutico.
Creo que depende mucho de las intenciones del que hace ese humor. Por ejemplo, a mí como cubano me hacen miles de chistes sobre balseros que huyen de la Isla hacia Miami. Todo el mundo sabe que eso es una tragedia para el pueblo cubano, porque alrededor del 30% de los que escogen ese camino no llegan, lamentablemente son devorados por los tiburones. Niños, ancianos, mujeres de cualquier edad, terminan así. Yo he tenido parientes y amigos que han muerto de esa manera. Por tanto, es un tema bien delicado para mí (y para cualquier ser humano, ¿no?). Sin embargo, yo me río con esos chistes. Me he dado cuenta de que si no veo malas intenciones en los chistosos que me los cuentan, no hay problema. Pero si se me acerca uno al que le descubro otras intenciones, se me inhibe la risa.
Y haciendo esa diferenciación, uno puede entregarse al humor negro o supuestamente cruel y disfrutarlo.
Otro ejemplo, en uno de los talleres de crecimiento personal a través del humor que imparto con mi colega Aramís Quintero, nos encontramos en una ocasión con que se había inscrito un gangoso. ¡Pero un gangoso profesional! De esos que cuando habla casi no se le entiende nada. En las primeras sesiones el hombre participaba y todos nos mordíamos los labios para no soltarle la risa en su cara. El sufría y hacía todo lo posible por no intervenir. Sin embargo, al pasar las sesiones, al tocar este punto y entender él este concepto, se fue entregando, confiando, y terminó riéndose él mismo de su defecto y disfrutando de nuestras sanas burlas. “Se le quitó el complejo”, como se dice popularmente.
Ahora, antes de despedir esta reflexión, quiero citar lo que Aramís y yo escribimos bajo el título de “humor negro”, en nuestro libro “Bienaventurados los que ríen”:
“Si existe un “humor blanco”, debe existir —por afán de polaridad— un “humor negro”. Pero este concepto es más preciso. La negrura aquí, se supone, es de conciencia, ya que se juega con una aparente insensibilidad del humor y del humorista, pues se trata de reírse de lo que normalmente causaría lástima, ternura o compasión. Implica por tanto una crueldad que, aplicada a ciertos casos reales, puede desembocar en el escarnio y el sarcasmo. Pero no hay que confundir humor negro con humor dañino. El humor negro es del todo válido para aprender a reír de cualquier cosa, para desdramatizar la vida, e incluso —si se emplea en un marco de relaciones positivas— puede ser sanador. Pero es muy sintomático el hecho de que, por lo común, las personas aquejadas de una excesiva gravedad ante la vida rechazan visceralmente el humor negro, incapaces de tomar distancia emocional con lo que no es realmente una crueldad, sino un humor que juegaa ser cruel.
El carácter desdramatizador del humor negro puede tener un acento estético, y en este sentido vale la pena citar a André Breton (Antología del humornegro): “(El humor negro) es el enemigo mortal del sentimentalismo con aire perpetuamente acorralado —el eterno sentimentalismo de fondo azul— y de una cierta fantasía de corto vuelo, que se toma demasiado a menudo por poesía”.
No. 125
¿En cuál papado, las monjas navegan
convento a favor?
No. 113
Los Yihadistas y yo somos completamente distintos.
Ellos quieren la guerra Santa.
Yo quiero la puta Paz.
No. 105
Los que le ponen los cuernos a sus parejas deben tener cuidado.
¡Los islamistas están matando infieles por todas partes!
Cifras sobre la lectura
Me acaba de caer en mis manos esto:
“Leer diariamente por placer está asociado a un mejor rendimiento en el informe PISA—programa de la OCDE que evalúa las competencias en lectura, matemáticas y ciencia de alumnos a punto de terminar la etapa de enseñanza obligatoria—; en promedio, los lectores habituales tienen una puntuación superior a un año y medio de escolarización a los que no lo hacen.”
Y a pesar de esas comprobaciones, de esos hechos, las cifras de niños que no leen (y lo poco que leen no lo comprenden), aumentan.
Hace tiempo que estoy inmerso en una batalla por hacer que los niños lean. Y que lean por placer. A eso le dedico parte de mi tiempo. Y tengo pruebas contundentes de logros que hemos obtenido.
Experiencias maravillosas que hemos vivido haciendo que niños que “odian” leer, que rechacen la lectura como algo aburridísimo, adquieran el hábito lector solo con mis libros de chistes primero y después con mis libros de humor. Un camino que los ha guiado a la literatura en general
Por eso me duele muchísimo ver esos datos e informaciones. Y eso no solo sucede en Chile, desgraciadamente es un mal globalizado.
No entiendo cómo los adultos no tenemos conciencia del mal que le hacemos a nuestros niños con nuestra actitud de indiferencia hacia ese problema. Porque es políticamente correcto decir en público que leer es muy importante, pero la inmensa mayoría de los adultos no leen, ni motiva a leer a sus niños. Eso es un hecho.
No lee ni la mayoría de los padres ni la mayoría de los profesores. Y está bien, es su derecho a ser como quieran y no cambiar y seguir siendo mucho o poco ignorantes si así lo desean. ¿Pero no ayudar a que los niños lean? Eso sí es un crimen.
Mi madre llegó hasta quinto y mi padre hasta segundo año de la enseñanza básica o primaria. No leían un libro ni en sueños. Pero mi hermana (15 años mayor que yo), estudió para maestra en la Escuela Normal. Y ella era (ayudada en lo que podía por mi madre), la que me enseñaba juegos, ruedas y canciones infantiles primero (ojo, eso es importantísimo a nivel de párvulos) y me leía en voz alta libros para mi edad y lo comentábamos. Exquisitas noches antes de dormir.
Y siguió trayéndome libros cuando aprendí a leer. Como en esa época existían solo los clásicos (Cenicienta, Blancanieves, Patito Feo, etc.), me suministraba muchas historietas cómicas (Pájaro Loco, Las Dos Urracas, Pato Donals, Conejo de la Suerte, etc.). Y me guió hasta que me correspondió, por madurez mental, leer a Verne, Salgari, Robinson, Twain, etc., pero desde antes ya me había conquistado ese placer de estar en silencio, inmóvil, sumido en mundos de fantasía y sueños. ¿De dónde ella sacaba los libros? De la biblioteca de mi ciudad de Matanzas (a 100 kms de La Habana). Me compraba los que podía y yo iba haciendo una biblioteca en mi rincón, con espíritu coleccionista y con la ilusión de algún día compararla con la gran biblioteca provincial.
Nunca hubo un conflicto de intereses entre mi vida infantil y después adolescente con mis juegos, historias, situaciones, miedos, aprietos y satisfacciones y mi biblioteca. Al contrario. De alguna manera vivía mi vida de niño y mi vida de fantasía. Ésta última apoyaba a la otra. No inventé nada ni hice nada excepcional. Ese proceso está demostrado que funciona y por ello le estaré eternamente agradecido a mi hermana por hacerlo y a mi madre por entender que debía permitirlo, porque era para mi bien, aunque ella no tenía muy claro cuál era ese bien.
Esa experiencia personal, que la comparto con los profesores en mis conferencias y talleres, y mi experiencia actual que consigo, de verdad, conquistar a los niños y convertirlos en lectores a través del humor, más el esfuerzo que hacen otros colegas motivadores con sus propios métodos, ¿por qué en vez de dar frutos, lo que dan son cifras negativas en las mediciones?
Algo no estamos haciendo bien entonces, ni como Estado, ni como Gobierno, ni como Sociedad.
Y creo, sin ser especialista, que la gente no valora las bibliotecas, ni se hacen las necesarias campañas para que los adultos hagan conciencia de la importancia que tienen éstas. Y no me refiero a la simple campaña del organismo especializado que puede hacer todo bien, pero si no se involucra a todos, no da resultados.
Sabemos que el IVA de los libros es alto, que sumadas a otras razones los libros son caros, pero aunque se ganen esas peleas, ni los adultos ni los niños tampoco van a leer. Si el libro se hace más barato no mejorará el nivel de lectura. Porque depende de otras razones.
Recuerden que en los núcleos familiares actuales, sean pobres o ricos, es más valorado que el niño tenga un celular que tenga un libro.
Por eso, cuando los niños comiencen a ir a las bibliotecas a buscar placer, ahí estaremos ganando esta batalla contra las cifras negativas que acabo de leer.
No. 153

El Humor (I). "En defensa del blanquísimo"
¿Cuál es el humor blanco? Con este término suele aludirse, de manera intuitiva y aproximativa, al humor que —no importa cuál sea su tema— se percibe “limpio” de referencias al sexo, de burla o ataque contra alguien o algo, de cualquier tipo de virulencia o acidez, de cualquier intención que no sea la de hacer reír sanamente, “inocentemente”, por lo que no puede ofender ni a niños ni a abuelitas.
Como es obvio, es este un concepto más bien vago, de límites imprecisos, e implica una idea de “pureza” que siempre es discutible, pues cabe preguntarse si en el humor no hay siempre, en algún sentido, un cierto matiz de burla o irreverencia.
¿Por qué comienzo con la definición de humor blanco? Para que se entienda mejor el objetivo de esta reflexión, que no es más que defenderlo.
Al grano. No hace mucho leí en un diario mexicano que el famoso cómicoMauricio Herrera afirmaba que él era el único humorista vivo que hace humorblanco en México. Argumentó que ya no hay comediantes que busquen explotar la inteligencia y los juegos de palabras.
Me sorprendió y sentí mucha pena. ¿Entonces yo también estoy en vías de extinción?
Sin dudas el anonimato de las redes sociales, con sus toneladas de groserías y vulgaridades supuestamente cómicas y la posibilidad cobarde de criticar sin dar la cara, escudándose en la libertad de expresión, creyendo hacer sátira, cuando en realidad no hacen humor, sino practican el escarnio sin filtro; sin dudas, decía, tiene poco o mucho que ver con no gustar como antes del humor blanco.
Pero también la baja en educación -no instrucción-, en la formación integral y nivel cultural de nuestros niños, jóvenes y adultos jóvenes, que han perdido el rumbo entre la tecnología mal usada, el consumismo o la extrema ideologización, buscando llenar profundas lagunas intelectuales y espirituales que intuyen tienen.
¿Qué otro elemento me falta como causa de la desaparición del humor blanco? El que sepa que me ayude.
En noviembre del año pasado un periodista de lanacion.cl escribió sobre el colega “Firulete” al fallecer algo sorprendente. Decía que el humorista chileno fue algo así como el baluarte de un humor "brutalmente inocente". ¡Para no creer!
Primero me consternó que asegurara que ese humor era como "antiguo", como "pasado de moda". Y segundo, me impactó el uso del término "brutalmente". Para mí, realmente es una cosa monstruosa. Quiero señalar aquí que el humor inocente, infantilón, blanco, jamás pasará de moda.
Y si ese periodista piensa que el humor burlón, grosero, vulgar, de doble sentido o sarcástico es mejor, más "intelectual", o de mayor calidad per se que el inocente, su opinión deja mucho que desear.
Por supuesto, si se refiere a que en la actualidad cada día se incrementan más los humoristas que practican el humor no inocente, estamos de acuerdo. Pero no significa que el humor de Firulete esté demodé; lo que quiere decir es que nuestros creadores y consumidores de humor han bajado el nivel de calidad, lamentablemente, ya que se sabe que el otro es más fácil de hacer.
Por favor, amigos lectores, no se dejen engañar. Todo humor sano es bueno, todo lo que produzca risa sana es bueno, incluyendo la misma burla, con sus variantes de sátira, caricatura, parodia, broma o ironía, cuando son constructivas, incluso puede ser positivo el doble sentido cuando es de buen gusto. Aunque nunca será bueno el humor burlón cuando la víctima de esa burla sufra y nunca será beneficioso el humor grosero, vulgar, de mal gusto si se hace en el lugar y momento inadecuado.
Sin embargo, el humor infantil, blanco, incluyendo el que hace pensar, claramente, es fundamental en el ser humano. Cuando el humor inocente, como él dice, falta, faltan entonces muchos valores humanos.
Repito, me encanta el humor blanco y trato de crearlo junto al humor que hace pensar, y al absurdo, al negro y al humor infantil. Y sé, porque tengo desarrollada mi capacidad de autocrítica, que no se me da con frecuencia el humor político, ni el picaresco, ni el costumbrista, ni el ácido y menos el sarcástico. Pero eso no quiere decir que no los valore, que no los disfrute y que me encantaría tener ese talento para hacerlo. Por tal motivo debo dejar establecido algunos puntos importantes para mí, a modo de conclusión:
* Humor blanco no es lo contrario de humor negro, como le escuché decir a un humorista en televisión. El humor negro es el llamado "humor cruel" y puede llegar a ser inteligente y hasta terapéutico (lo he experimentado en mis talleres). Y no es el humor vulgar, le aclaro al colega.
* Todo humor que haga reír o sonreír sanamente es bueno para mí, esté clasificado en la modalidad que sea.
* No existe una modalidad o género dentro del humor que sea mejor que otro.
* El humor blanco no está pasado de moda (ni nunca lo estará), como quieren hacernos creer algunos humoristas y periodistas.
* Estoy de acuerdo con "el humor sin censura", desde el punto de vista de la libertad de expresión. Por ese motivo me siento hasta en la obligación de aceptar el humor que hacen, por ejemplo, los humoristas de la revista Charlie Hebdó, el cual detesto. Pero prefiero que exista a que lo censuremos (o peor, eliminemos, como intentaron hacer esos locos, asesinos, salvajes e incivilizados yijadistas).
Ojo, no se trata de decir o no malas palabras, o de usar el doble sentido en el tema sexual, o el humor picaresco o el humor político fácil y directo, por mencionar algunos tipos de humor que se explota mucho de manera mediocre en escena, pantalla y gráfica últimamente. Se trata de hacer arte y no usar ese recurso por gusto, sin razón, sin justificación, sólo porque se sabe que es una “técnica” segura que hace reír, o porque "así habla el pueblo", como a veces he escuchado para justificar su uso.
Esos tipos de humor agreden nuestro intelecto, nuestro espíritu, nuestro buen gusto y a la razón de ser del arte, del humor. Yo no lo hago, pero, como ya dije, estoy a favor de la libertad de expresión, por lo que debo aceptar que haya colegas que lo hagan.
Solo les pido a los que tengan poder, que permitan hacer ese humor nada más donde y cuando se pueda hacer. Y ojalá no lo programen en los medios masivos, porque malforma a los incautos que lo consumen sin saber que les hace daño. Pero si se equivocan y lo programan, me encantaría que la gente supiera que puede cambiar de canal, mover el ideal, buscar otra revista, etcétera . Así, el que desee consumir ese humor tiene derecho a hacerlo y el que no quiera que no lo consuma y todos felices.
En fin, seguiré creando humor blanco, porque tengo abundantes pruebas de que a los niños les gusta. Pero no sólo a ellos, muchísimos padres, profesores, bibliotecarios, motivadores de lectura, etc., disfrutan de mi humory me lo confiesan. Más los adultos que me siguen tanto en escena como en mis libros y textos breves, chistes gráficos y mis demás locuras.
¿Entonces? ¿Cómo se entiende que algunos afirmen que no gusta y por otro lado me dicen y yo digo que gusta? ¿No será que es falso que a la mayoría de los consumidores no les gusta? ¿No será que esa es la impresión que da el ver las redes sociales repletas de otros tipos de humores y supuestos humores (léase pus)? Como tienen más vitrina porque usan las redes todo el tiempo y suenan más, nos confunde en el cálculo, como le pudo haber pasado al amigo humorista mexicano.
Prefiero pensar positivo. Y sin menospreciar ningún tipo de humor, porque todos me agradan si están bien hechos, continúo defendiendo el humor blanco y casado con él, hasta que la muerte nos separe.
Mi opinión: Yo soy Charlie
Había una vez un edificio en París, donde en cierta ocasión unos soldados religiosos llegaron con fusiles y mataron a varios, incluyendo a unos humoristas que allí trabajaban.
Pasó el tiempo y nunca las autoridades pudieron arrestar a los culpables. Éstos, al fin salieron de sus escondites y en cierta ocasión volvieron por la escena del crimen, como dicen en casi todas las obras policiacas, pero esta vez fue solo para recordar y regodearse de su hazaña.
Sin embargo, al pasar por la fachada del lugar, los tipos escucharon una risita que les heló la sangre.
Sin pensarlo dos veces entraron y revisaron cada rincón del edificio vacío sin encontrar el origen de la risita, que nunca se callaba.
En la puerta, miraron a su alrededor y vieron a los transeúntes sumidos en sus pensamientos y acciones, sin demostrar que la escuchaban.
Los hombres se preocuparon, porque la risita les llegaba demasiado aguda y lograba meterse en sus cabezas reproduciéndose sin parar.
Tuvieron que huir de allí.
Al otro día, después de pensarlo bien, decidieron regresar a comprobar si sucedía lo mismo y si era así, intentar buscarle una explicación a aquello.
Pero esta vez, a pocas cuadras de llegar al sitio, ya la risita les comenzó a herir sus oídos. Dieron media vuelta enseguida.
Llamaron a otros compañeros de célula y éstos, cuando fueron, también sintieron lo mismo. Entonces se comunicaron con su alto mando en el extranjero, les contaron lo que sucedía y éstos les enviaron el dinero suficiente, para comprar el edificio y derribarlo.
Eso hicieron. Grúas con enormes esferas de hierro golpearon las paredes y el techo. Varios bulldozer limpiaron de escombros y solo quedó un solar yermo en medio de ese barrio parisino.
Cuando les avisaron en su escondite, ya que tuvieron que refugiarse ahí para no escuchar la risita que se había extendido por toda la ciudad, los soldados religiosos fueron a visitar otra vez el lugar, felices, porque en el trayecto no oyeron nada.
Entonces se pararon satisfechos en el centro de aquel terreno, donde antes se alzaba el edificio, y se abrazaron como celebrando.
En este instante se escuchó una risa más fuerte y burlona que la risita anterior. Los hombres, asombrados y temerosos, vieron que la risa no provenía de un lugar en específico, pero sin dudas salía de allí mismo. Y lo peor, nadie por los alrededores acusaban recibo de escucharla.
Desesperados, corrieron hacia el aeropuerto y regresaron a sus bases de entrenamiento.
Allí no fueron bien recibidos, porque trajeron con ellos la dichosa risa.
Cuentan que a partirreligiosos, con tal de no oírla más en sus cab
ezas, hacían tantas muecas y movimientos ridículos que la gente que los veía se reían de ellos a más no poder.
Eso impidió que pudieran reclutar a más jóvenes, ya que éstos evitaban ser víctimas de la risa de todos.
Muy pronto esa fracción extrema de aquella religión fue desapareciendo.
Y cada vez que en la historia surgen algunos ambiciosos caudillos religiosos, enseguida abandonan la idea de imponer su credo, hasta que no sepan cómo vencer aquella arma incorpórea, etérea, pero firme que los persigue.
Y todo por haber cometido un día de enero de 2015 en París, el pecado original de matar a unos humoristas, para así tratar de matar el humor.