Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

No. 196

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Si a menudo pierdo el tiempo, pierdo los estribos, pierdo la paciencia,

pierdo las esperanzas y pierdo el interés,

¿soy un descuidado y distraído, o soy un perdedor?

 

Por la razón y no por la fuerza

unnamed_0.jpgHay cosas en el ser humano que no entiendo. O mejor dicho, que me asombran mucho. Por ejemplo, aunque sea fanático del Barcelona, si veo un partido donde el Real Madrid juega de forma excelente, ¿por qué no admitirlo? ¿Por qué no felicitar a ese equipo?
Donde más sucede eso es en política. Si soy de izquierda y veo algo bueno que hace la derecha, ¿por qué no reconocerlo? Y viceversa, claro.

Pues cada día veo aumentar esas posiciones radicales, fundamentalistas, fanáticas. Si “X” piensa distinto a mí, es mi enemigo a muerte. Y aunque ayude a pasar la calle a una ancianita, lo critico por algo, por lo que sea.
Si ese “X” dice algo, enseguida hay que salir a humillarlo, a demolerlo, a descalificarlo, y sin dejarlo que se defienda, por supuesto.
Insisto, lo veo en todos los colores políticos.
Y si “Y” es amigo de mi enemigo, entonces “Y” se convierte en lo peor de lo peor. Y si “Y” es enemigo de mi enemigo, entonces “Y” se convierte en mi amigo, aunque sea el ser humano más despreciable del mundo.
Es como si involucionáramos día a día. Ya no se debate, se ataca, se descalifica, se humilla.
Estas hordas político-ideológicas funcionan como extremistas religiosos, con una fe enfermiza. Con el eslogan “Con lo que pensamos, todo. Contra lo que pensamos, nada”. Frase que me da escalofríos al reconocerla.
Son pensamientos fascistas, sean de derecha o de izquierda.
Ah, y por favor, amigos, aléjense de las redes sociales donde se hable de estos temas. Ahí florece lo más repugnante del ser humano.
Y algo más doloroso: sigue creciendo la intolerancia, la ceguera, el fanatismo, sobre todo en los que aceptan la violencia como un medio que justifica el fin.
Y algo muy atemorizante: esos fanáticos se especializan en lavar cerebros, en manipular a los ignorantes, conformistas, indecisos y pasivos. Se especializan en el arte del discurso emotivo, en el canto de sirenas. Y de repente vemos hasta intelectuales (que descubrimos ahí que son seudos), esgrimiendo argumentos increíbles para apoyar a los irracionales.
Y en general, todos quieren imponerse a la fuerza y no por la razón.
No salgo del asombro, decía, porque no entiendo cómo hemos caído y seguimos cayendo tan bajo.
Ojo: no quiero que tomen lo que digo como una verdad absoluta. Cuestiónenme. Y con respeto, decencia y tolerancia debatan conmigo.
Y si están de acuerdo con esta reflexión, hagan que les llegue a su entorno, a ver si con este granito de arena comenzamos a ganar terreno antes de que sea tarde.

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"Mientras más conozco al Hombre, más quiero a mi perro"

aaaaaaa1.jpgEsta tan utilizada frase achacada a Diógenes, a Carlo Magno, a Lord Byron y hasta a Hitler, la escogí para titular esta reflexión, no por identificarme con ella, aunque a veces…
Amigos, hay algunos seres humanos que afirman, muy convencidos, de que no existió el Holocausto. Otros aseguran, y hasta con “pruebas”, que La Tierra es plana. Y la lista es larga: los que a cada rato anuncian que tal día se acaba el mundo; los que creen que los aterrizajes en la Luna fueron simulados; los que defienden la teoría de que Beyoncé, Paul McCartney y Avril Lavigne fueron reemplazados por clones, los que piensan que hay contacto fluido con alienígenas, los que dicen que un grupo sombrío llamado Illuminati controla el mundo, etc., etc.

En política sucede lo mismo. Y surgen de todos los colores ideológicos. Por ejemplo, en Estados Unidos muchos demócratas creen que Bush derribó las Torres Gemelas y muchos republicanos creen que Obama falsificó su certificado de nacimiento.
En fin, “hay de todo como en botica” y “de todo hay en la Viña del Señor”, expresiones españolas surgidas en el siglo XVII, para seguir citando frases famosas.
Pero, ¿por qué necesitan los humanos inventar tantas teorías falsas y locas?
No soy psicólogo, pero me vienen a la mente algunas alternativas. Por ejemplo, muchas personas asumen que cuando algo sucede, sucede porque alguien o algo lo hizo por una razón; o si vemos algunas coincidencias en torno a un evento, es fácil hilvanar una teoría conspirativa, sobre todo si la simplifico definiendo "buenos" y "malos", siendo los “malos” responsables de todas las cosas que no nos gustan. Así me imagino que empieza todo en la mente de esos terrícolas. Satisfaciendo necesidades básicas.
El asunto es que estamos viviendo otra conspiración en estos días, la cual me jode bastante.
Desde el inicio de esta pandemia hemos sido testigos de gente que ha dicho, (como el sr. Miguel Bosé) o dice aún, que el virus no existe. Otros esgrimen complots como que el virus lo creó la izquierda internacional o lo creó la derecha internacional. Y otros “están en la onda” de que no es tan grave la pandemia, que las cifras se inflan para lucrar, que otros virus y enfermedades son más dañinos que el COVID-19, etc.. Amigos, ¿quién duda que algunos individuos traten de ganar dinero con esta desgracia? Pero de ahí a que sea eso una razón para ignorar esta tragedia que estamos viviendo y no cuidarse, es demasiado.
Todo esto me jode, repito, porque están jugando con nuestras vidas al no hacerles caso a las medidas necesarias para no contagiarse. Son gente inconscientes y algunos son asesinos involuntarios al ponernos en peligro a nosotros, los de mayor riesgo.
Y lo peor, vemos autoridades de izquierda y de derecha que no hacen nada, o sabotean las medidas de control, o esconden cifras de fallecidos, o liberan con facilidad las medidas restrictivas, ya sea por intereses económicos o por mantenerse en el poder. ¡Increíble!
En Chile, vemos como siguen organizándose fiestas clandestinas, o reuniones religiosas, o vemos grupos en marchas de protesta, o se repletan las ferias con personas sin mascarillas y sin respetar el distanciamiento social, o arrestan a cientos en la calle sin permiso en plena cuarentena o en toque de queda. Así, el coronavirus se instalará con nosotros, como esos parientes que vienen de visita por un fin de semana y se quedan por un año.
Y en el mundo pasan cosas parecidas. Ya comienzan los rebrotes en algunos sitios donde los gobiernos han “normalizados” temprano la vida.
En resumen, el que no se da cuenta de la dimensión de lo que está sucediendo, es muy inocente o es muy tarado. “No hay peor ciego que el que no quiera ver”, dicho popular dicen unos, o achacado a Jesús en el Nuevo Testamento.
Y termino como empecé, con otra frase, esta vez del filósofo Confucio (551 -478 a. C.), natural del país donde nació el mortal virus y que se la dedico a esos seres humanos insensatos: “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes”.

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Libro que recomiendo: "Mitología de mentirijillas"

aaaa1.jpgEnrique Gallud Jardiel (Valencia, 1958), es un humorista excepcional. Lo definí en una entrevista como “La culturización del humor”. Quizás sea porque es Doctor en Filología Hispánica. El caso es que ha publicado ¡¡más de doscientos libros!! Y su producción humorística gira alrededor de la Historia, las Artes, la Filosofía, la Filología, etc..
No sé si sabes ustedes, amigos de esta parte del mundo, que es nieto del gran humorista español Enrique Jardiel Poncela, uno de mis ídolos.
Pues Enrique en esta ocasión ha lanzado el libro “Mitología de mentirijllas” con la editorial Glyphos.
Él sabes que soy su fiel admirador y seguidor, así que no es nuevo que confiese que río y disfruto extraordinariamente con su obra.
Con este libro me sucedió igual.

Por ejemplo, miren cómo cuenta Enrique el octavo trabajo de Hércules:
“Las Yeguas de Diomedes eran unos seres carnívoros y con más hambre que el perro de un ciego. Se supone que eran solamente de cuatro, pero Hércules aseguró que no bajaban de veinte, para que la hazaña de robarlas tuviera más mérito.
Como fuere, Diomedes tenía encadenadas a las yeguas y las alimentaba con carne de prisioneros políticos y de visitas inoportunas. Heracles se presentó allí un jueves por la mañana a primera hora, mató sin compasión a Diomedes y arrojó su cadáver a las yeguas, que lo devoraron enterito. Pero fuere porque Diomedes estuviera en malas condiciones o por cualquiera otra causa desconocida, el caso es que aquella comida le sentó tan mal aquellos pobres animalitos que se hicieron vegetarianos para los restos y nunca más volvieron a probar la carne humana ni ninguna otra carne. (Como las yeguas se volvieron mansas, al cabo de unos años y viviendo ya en el monte Olimpo, fueron otras fieras las que se las comieron a ellas. No se puede ser bueno en esta vida.)”
Le estoy muy agradecido a Enrique por enviarme su nuevo libro. Es un privilegio tenerlo de amigo.
Cada vez que hablo o escribo públicamente de él o de su obra, siempre menciono lo que hemos hecho juntos en el humor, porque para mí es un orgullo.
Escribimos juntos el libro “La Ridícula Historia Universal”, también fue el gestor de que la editorial madrileña Verbum me publicara mi “Breve diccionario del humor” y en su “Antología de la Poesía Humorística española”, tengo el honor de aparecer ahí (con mi yunta Rubencito). Y además, lo he entrevistado dos veces para Humor Sapiens.
En fin, que recomiendo este nuevo libro sin lugar a dudas. No diría que “a ojos cerrados”, porque hay que tenerlos bien abiertos para leerlo y disfrutar de las sutilezas y matices de su humor; pero sí diría que pocas veces usted gastará su dinerillo en algo tan provechoso, como en este caso.

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Humor de vida o muerte II

epi_0_0.jpgTres epigramas para reírnos de la vida y tres epitafios para reírnos de la muerte. Pero sin escarnio, sin sacrilegio.

EPIGRAMAS

1

Si sube el precio del agua y la luz,
cuidado, se acerca tu waterlú.
 
2

De un poderosísimo Bank me expulsaron

y tar-jeta non grata me declararon.

 

3

Tanto por las leyes del comercio

como las de la condensación,

por mucho que le suban su precio,

siempre el hielo está en liquidación.

 

EPITAFIOS

I

Aquí yace Juan Baeza.

Su carácter lo mató.

Le cortaron la cabeza

a la altura de los codos,

y él se indignó de tal modo

que se dio un tiro y se ahorcó.

 

II

Aquí yace Garmendía

que fumó y fumó hasta un día.

 

III

En este penoso panteón

descansa un muerto de hambre.

(Le hicieron una transfusión

y la pagó con su sangre).

 

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La pata coja de los artistas

aaaa1.jpegEscogiendo las fotos de la Barcelona de Gaudí que visitamos el año pasado para subirlas a mis redes, me vino a la mente algo que se convirtió en reflexión y deseo compartirla ahora con ustedes.
Disfrutando al gran Gaudí en su Parque Güell, en La Pedrera, en la Sagrada Familia, etc., me pregunté “¿Y si este gran arquitecto no hubiera conseguido financiación para hacer esas “orgías mentales” que son sus obras? Pues no podríamos gozar ahora esas maravillas.

Por lo tanto, no basta con ser un genio, con tener un enorme talento, para materializar las ideas, ¿no es cierto? No invento el agua tibio con esto. Pero que sea obvio el asunto no significa que no haya que pensar sobre ello.

Pues de ahí pasé a recordar la cantidad de pintores, escritores, actores, músicos, bailarines, escultores, guionistas, cómicos, y otros artistas, que se ha perdido La Humanidad por no contar ellos con esa otra parte que se necesita.
Pensé en la cantidad de actores y realizadores que han existido y existen en Latinoamérica, por ejemplo, que no han triunfado como se debe porque no nacieron cerca de Hollywood. Yo no tengo dudas de que muchos de ellos hubieran desplazado por su gran talento a unas cuantas “celebridades” que conocemos.
Conozco a genios en el campo de la composición musical que son desconocidos, o casi, porque nunca han encontrado un representante, un productor. Grandes cantantes e instrumentistas que terminan sus vidas en las discretas noches bohemias, o presentándose para élites nocturnas, en vez de estar sus nombres en marquesinas de grandes Salas, o sonando en la radio, saliendo en la TV, etc.
Conozco escritores que merecen tener un mayor reconocimiento que el que poseen muchos autores de best sellers y tienen que estar soltando el hígado con tal de publicar una de sus genialidades. Y cuando tienen la suerte de lograrlo, por mediocridades, o burocracias, o intereses malsanos, el libro queda dentro de una caja en una bodega, porque no se promociona o distribuye bien.
Conozco a varios excelentes humoristas en el mismo caso. Se consumen en lugares pequeños, o tiene que cambiar su ingenioso humor por el vulgar, o la agresiva burla con tal de tener un trabajo. Y cuando no, terminan sus vidas en otro oficio u ocupación. Y eso sucede mucho también en los que van a vivir a otro país. Yo he tenido mucha suerte, pero sé de colegas que por su calidad creativa han merecido un mejor trato. Y no olvidar a la buena cantidad de humoristas gráficos que no pueden publicar sus obras, porque no tienen un nombre conocido. Y lo loco es que para tener un nombre famoso tienes que publicar primero, ¿no?
Por otro lado, los artistas no sabemos vendernos, en su mayoría. Lo sabemos. Esa parte es producto de otro tipo de talento.
Y ojo, no estoy pensando en el artista mediocre, el populista, el populachero, que está bien que exista en su ámbito para cubrir otras necesidades sociales, quizás. Pero es injusto que esos malos creadores tengan más y mejores reconocimientos y los realmente buenos, no. (Quién define qué es bueno o malo en un campo tan subjetivo como es el del arte, es tema para otra reflexión).
En fin, para que un artista trascienda debe tener talento de sobra, sin duda alguna; pero sin alguien que le tienda la mano, en cuanto a promoción y financiación, etc., jamás podrá concretar sus increíbles y “locas” ideas, como hizo Gaudí.

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Humor de vida o muerte I

epi_0.jpgTres epigramas para reírnos de la vida y tres epitafios para reírnos de la muerte. Pero sin escarnio, sin sacrilegio.

EPIGRAMAS

1
Sembrar unos metros de trigo
no quiere decir que sabes trigonometría.

2
En este papado, las monjas avanzan
convento a favor.

3
Hay quien cree que puede humillar
con hunmillar de dólares.

EPITAFIOS

I
No sé por qué piensas tú
que te odio tanto yo.
Yo sólo pienso que tú
debes estar donde yo.

II
Lo peor de mi cuerpo yace aquí,
porque en vida di lo mejor de mí.

III
No pise el huésped

 

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