Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

La mediocridad que nos rodea.

40638533_10217424089457563_8816083694084161536_n.jpgMi tocayo José Ingenieros (1877-1925) fue –entre otras cosas-, un médico, psicólogo, sociólogo, filósofo, y escritor ítaloargentino. Aparentemente no tiene nada que ver conmigo ni con la época que me ha tocado vivir. Pero al echarle un vistazo a su obra “El hombre mediocre” (Madrid, 1913), uno lee cómo él ve a los hombres del título de ese libro. Por ejemplo:
* Tienen el hábito de renunciar a pensar.
* Llaman hereje a quienes buscan una verdad
* Sus ojos no saben distinguir la luz de la sombra
* La originalidad les produce escalofríos
* Pronuncian palabras insustanciales
* El esclavo o el siervo siguen existiendo por temperamento o por falta de carácter.

* No son propiedad de sus amos, pero buscan la tutela ajena.
* Incapaces de elevarse de la condición de animales de rebaño.

* Rechazan la aristocracia del mérito.
* Creen que el buen humor compromete la respetuosidad.
* La pasión de ellos es la envidia.
Pues resulta que al echar un vistazo a las redes sociales, donde leo tanta:

-. Censura (más destrucción de imagen)
-. Discriminación (incluyendo la positiva).
-. Extremismo (religioso, político, feminista, etc.).
-. Gravedad (más hiperseriedad, seudosolemnidad y tristeza)
-. Ignorancia (sobre todo cuando no se reconoce)
-. Odio (más resentimiento)
-. Oportunismo (más doble moral)
-. Cobardía (se esconden en el anonimato)
-. Racismo (más xenofobia y clasismo)
-. Incitación a violencia (física y psicológica)
-. Vulgaridad (más chusmería y grosería)
Al ver todo eso, repito, escrito por una minoría que tiene invadido ese espacio, enseguida me viene a la mente la descripción del hombre mediocre que arriba mencioné del señor Ingenieros.
¡Qué luz larga tenía ese hombre! ¡Y qué sociedad más decadente nos ha tocado!

 

 

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Otro concepto de humor negro.

images_8.jpegÚltimamente he escuchado y leído a algunos comediantes definiendo, convencidos, el concepto “humor negro”. Pero de forma parcializada, según mi opinión.
Pues resulta que existe otra manera de verlo. Para muchos el humor negro es y sigue siendo “el humor que provoca risa o sonrisa, en base a una aparente insensibilidad del humor y del humorista, en vez de causar lástima, ternura o compasión”. Es decir, implica una crueldad. Pero no confundir con humor dañino. El humor negro, bien intencionado, sirve para desdramatizar la vida, e incluso puede ser sanador. A mí me encanta. Siempre pongo el ejemplo de los chistes que me hacen sobre el cáncer.

Con muchos me río si los encuentro graciosos, ingeniosos, a pesar de que mi querida hermana murió de esa implacable enfermedad. Insisto, todo depende de las intenciones del que haga el chiste.

Sin embargo, lo que percibo de los comediantes mencionados es que solamente aceptaban “su” significado de humor negro, que es también muy viejo por lo demás. ¿Cuál es? Este: “El humor negro cuestiona situaciones sociales que generalmente son serias mediante la sátira”.
Pienso que ese significado es la base del humor que muchos hacen ahora, donde utilizan la acidez, la burla directa, agresiva, ofensiva y hasta humillante. Incluso sazonada con humor vulgar. Esa forma de hacer reír está muy de moda (ojalá que como toda moda sea pasajera) y tiene muchos seguidores, sobre todo en el público joven. Ojo, no es el público mayoritario en ningún país, 
¿Al pensar así me convierto en un viejo conservador para muchos? Quizás. Sin embargo, también dejo claro –parafraseando la requeteusada frase de Voltaire-, que aunque no me agrade ese humor, lo admito y prefiero que exista antes de que lo prohíban por decreto. Lo que sí me parece injusto y me molesta es que lo definan como el mejor o el único.
Recuerdo el derecho de todos a la libertad de expresión y de que no hay límites en el humor. En otras palabras, el humilde y “antiguo” humor blanco (el que hago y me gusta) y el convencional humor negro, también tienen un espacio en este mundo, ¿no?
Hasta aquí esta reflexión, hecha solo para joder.

 

 

Recordando a mi amigo Daniel.

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Agosto, para mí, es un mes importante en el universo del humor. Han nacido y fallecido muy buenos humoristas que no mencionaré en su totalidad (ver "Efemérides en el Boletín Humor Sapiens), para no hacer muy largas estas líneas, como Robin Williams, Olmedo, Gene Wilder, Eca de Queirós, etc., etc.. Sin embargo, por lo que han significado en mi formación humorística, debo recordar aquí a:

* Carlos Ruiz de la Tejera, humorista escénico cubano, que nació el 4 de agosto de 1932. 
* Oliver Hardy, humorista audiovisual estadounidense, que falleció el 7 de agosto de 1957. 
* Cantinflas, humorista audiovisual mexicano, que nació el 12 de agosto de 1911. 
* Groucho Marx, humorista audiovisual, escénico y literario estadounidense, que falleció el 19 de agosto de 1977. 
Pero he dejado para el final, al increíble e inolvidable humorista escénico, audiovisual y literario argentino, Daniel Rabinovich, que falleció el 21 de agosto de 2015. 
Lo dejé para el final porque un día como hoy, hace 3 años ya, se fue "Daniel, el de Les Luthiers", como le decían y aún le dicen todos, porque su obra humorística sí nunca se va a desaparecer.
Un hombre que fue mi ídolo profesional y se convirtió en uno de mis mejores amigos en la vida. Si grande fue en el humor, como persona fue mejor.
Nunca te olvidaré, hermano. Te quiero siempre.

 

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Humor y literatura infantil (No.20). Sugerencias de animación lectora. Segunda Parte

trino_1.jpgRepito lo que señalé en la Primera Parte: compartiré aquí algunos ejemplos de lo que hago yo en mis Conciertos lectores y demás encuentros con niños y niñas, con el objetivo de motivar a leer a través del humor.

Citaré un libro en cada caso y señalaré de qué se trata, para que quede claro por qué escojo esa actividad de animación lectora.

La experiencia me dice que siempre hay que realizar una actividad que le produzca risa, o sea, placer en general, antes, durante o después de la lectura. Por supuesto, me refiero a niños y niñas sin hábito lector, porque si ya leen nada de esto tiene razón de ser.

Por último, aclaro bien que yo sólo trabajo con libros míos (por razones obvias) y ese es el motivo de que aparezcan aquí como ejemplos.

Comienzo entonces...

 

Libro Ni un pelo de tonto, el cual escribí con mi hijo Alex, de la Editorial Alfaguara… (Para lectores de 4 años o más).

Sugerencia de animación lectora:

Como no tengo espacio aquí para extenderme contándole lo que hago con cada uno de los otros libros-álbum que hemos publicado mi hijo Alex y yo (como "Lucía Moñitos", "Trinos de colores", "Sipo y Nopo", "El cuento de la Ñ", etc.), solo me referiré a "Ni un pelo de tonto".

Al terminar la lectura del libro, les informo a los niños que el Rey de nuestra historia, creó una fórmula mágica para matar piojos (en el libro el rey aparece con piojos), y que se las enseñaré con el compromiso de que lo hagan lo más serio y responsable posible, porque si no lo hacen bien puede traer problemas por la magia. Les digo que a sus padres les encantará esa fórmula para matarles los piojos que ellos o sus hermanos llevan a la casa a cada rato. Y el proceso es el siguiente: coloco el libro "Ni un pelo de tonto", después de la lectura, sobre una silla que estará a mis espaldas. Entonces cantamos muy lento: “Hay un libro en la silla que hay atrás”… (Y ahí mismo se dan dos palmadas) Plas, plas. (Se repite) “Hay un libro en la silla que hay atrás”… (Se dan dos palmadas) Plas, plas… “Hay un libro, hay un libro”…. (Ahora se canta con mucha velocidad) “Hay un libro en la silla que hay atrás”… Plas, plas… Es importante que cuando todos cantemos la palabra “libro”, hagamos un movimiento con las manos como si tuviéramos un libro de verdad en ellas y pasáramos las hojas. Y cuando cantemos la palabra “silla”, señalemos la silla donde está el libro, con nuestro pulgar por encima del hombro, hacia atrás. La canción sigue así: “Hay una hoja en el libro, en la silla que hay atrás”… (Se repite todo igual que la primera parte), pero cuando cantemos la palabra “hoja”, mostremos la palma de la mano abierta, con los dedos bien unidos, girando la mano y poniendo la palma al frente y después el dorso, al frente y al dorso y así varias veces. Recuerde que la canción es lenta, pero la última frase es bien rápida. A continuación se canta: “Hay un chiste en la hoja, en el libro, en la silla que hay atrás”… (Se repite todo siempre). Y cuando cantemos la palabra “chiste”, con ambos dedos índices nos estiramos la boca para formar una sonrisa amplia. Después seguimos cantando: “Hay una frase, en el chiste, en la hoja, en el libro, en la silla que hay atrás”... (Idem a los anteriores). Entonces, al cantar la palabra “frase”, hay que hacer con la mano como si escribiéramos algo en el aire. Y por último, se canta: “Hay un piojo, en la frase, en el chiste, en la hoja, en el libro, en la silla que hay atrás”… (Se repite como siempre). Y al decir la palabra “piojo”, con ambas manos separadas unimos cuatros dedos (menos el pulgar) y los movemos juntos, como imitando unas alitas. En este final, cantamos la parte rápida y en vez de terminar con los dos aplausos plas, plas, lo que hacemos es dar una sola palmada, porque la segunda se la dan fuerte en la cabeza. Así -les digo a ellos-, nos aseguramos de matar los piojos. ¡La fórmula mágica del Rey protagonista del libro siempre funciona!

Libro "El mosquito Pepito", de la Editorial Alfaguara… (Para lectores de 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Cuando leo fragmentos de este tipo de libro, o comento sobre ellos en mis visitas a centros educacionales, me ha dado muy buen resultado -en mi objetivo de motivar a leer con humor-, un juego-ejercicio que llamamos “Mímica-concepto”. Se trata de dividir el grupo en dos bandos y a un miembro del equipo X le digo en secreto el nombre de un objeto, o un animal que apareció en el libro en cuestión. Ese niño o niña entonces le tiene que representar el objeto a su bando, con pura mímica y éstos deben adivinarlo en uno o dos minutos, de lo contrario toma el derecho a adivinarlo el otro equipo. De a poco voy complicando el juego, porque escojo un niño y en secreto le digo otro objeto, pero ahora con una cualidad. Por ejemplo, una mesa de cinco patas. Ya se va tornando difícil la mímica. Pero peor es cuando les digo un objeto del libro con una cualidad más abstracta como por ejemplo, representar un vaso celoso o envidioso. Ahí la dificultad de la representación es tanta que la risa no se hace esperar. Por lo general yo ayudo a los niños y cuando los veo que no saben qué hacer, les soplo al oído que realicen más acciones, gestos y expresiones, o hasta les digo cuáles hacer, para ayudarlos a comunicarse mejor. Sseguro que este tipo de juego-ejercicio es muy eficaz para nuestros objetivos.

Libro "Ada, madrina y otros seres", de la Editorial Alfaguara… (Para lectores de 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Algo muy chistoso y participativo: llevo pegado a una página del libro "Ada, madrina y otros seres", un breve texto que les leo, pero que no está exactamente escrito así en el libro. Está resumido. El engañito es para conseguir el efecto deseado y he comprobado que nunca me han reclamado que lo que leí la vez que los visité no aparecía así en la historia. Pero sí me han confesado que se divirtieron mucho cuando les leí el fragmento y que eso los motivó a leer el libro. Entonces primero le pido colaboración para lograr un ambiente de terror y misterio como el que aparece en el libro, por tanto, nada de risas, de conversar, etcétera, porque deben estar bien atentos, concentrados y sobre todo, participando. ¿Qué tienen que hacer? Algo fácil. Por ejemplo, cuando yo diga la palabra “Yoyito” dentro de mi lectura, ellos deben decir a coro: “¡guao!”. Cuando diga la palabra “Ada”, deben cerrar la boca, sacar un poco la lengua entre ambos labios y soplar fuerte para emitir el sonido: “trurtutrutru….”. Y cuando diga “cadáver”, levantar los brazos, poner las manos en garras y moverse (sin levantarse de sus asientos) hacia mí, asustándome con el grito de "Uuuuh". También les explico que cuando diga “lluvia”, imiten el sonido de la lluvia al caer, lo mismo para cuando diga “trueno”, "pasos", etc. Y comienzo a leer: “Era de noche y llovía (ellos hacen de lluvia), el cielo era iluminado por los relámpagos” (ellos, inevitablemente hacen el sonido del trueno y me hago el enojado por no verlos concentrados y les hago repetir la secuencia. Después continúo como si nada). “Entonces Yoyito (ellos hacen “guao”), fue a buscar a su hermano Ada (ellos hacen “trutrutru”) y fueron hasta el viejo caserón abandonado donde les habían dicho que se encontraba un cadáver” (ahí me asustan, pero yo los regaño por hacerlo tan débil y les pido que lo hagan más intenso para la próxima y continúo). “Llegaron hasta la vieja puerta de madera y la empujaron suavemente” (les indico con la mano que me imiten con el sonido del gemido de las bisagras oxidadas, mientras con mi mano empujo la puerta. Pero no me detengo y sigo abriendo la puerta hasta donde me de la mano y acto seguido la relevo con la otra hasta recorrer 360 grados (todos ríen del disparate y yo explico que era una puerta giratoria y sigo, ahora con el objetivo de crear una tensión grande y romperla con humor, por eso comienzo a leer susurrando y remarcando las intenciones). “Al entrar, los hermanos vieron unas pequeñas lucecitas al fondo del salón y se acercaron en silencio. Enseguida se dieron cuenta que esas dos lucecitas provenían de dos ojitos, dos ojos que reflejaban una mirada malévola, asesina…” (ahí dejo el susurro y grito a todo pulmón) “¡¡Era un cadáver!!”. Por supuesto que se asustan mucho, pero a la vez se ríen de mi broma y de sus reacciones. Además, les regaño por no asustarme (porque casi ninguno recordó a esa hora que tenía que hacerlo y eso da más risa). Sin dudas, es un recurso muy agradecido. Hágalo y móntelo con ensayo, para que le salga la lectura actuada con la calidad idónea.

Libro "Sube el telón de Pepito", y el libro "El agapito de Pepito", ambos de la Editorial Alfaguara en su Colección "La risa de Pepito"… (Para lectores de 7 u 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Sin dudas, el mejor recurso para animar la lectura con estos libros de y sobre teatro, es organizar representaciones teatrales, donde se van repartiendo fragmentos de los diálogos de las obras entre todos los niños y hacerlos actuar, mientras leen con el libro en sus manos. Esta lectura teatralizada se puede enriquecer proponiéndoles que al que mejor lo haga, el que sea más creativo al usar la voz, las expresiones, los gestos y los movimientos, se le dará un premio (quizás que hiciera de protagónico en la próxima obra, o con los mejores montar la obra para un público más amplio, o algo así). Siempre en esto de los premios debemos tener cuidado. Es mucho mejor premiar al que “le puso más interés”, que al que lo hizo mejor, porque tienes mejores cualidades interpretativa en este caso. No debemos herir susceptibilidades jamás.

Libro "Lucía Moñitos, corazón de melón", de la Editorial Alfaguara… (Para lectores de ocho años o más).

Sugerencia de animación lectora:

Se sientan todos los niños formando un rectángulo con sus asientos. Menos uno, que es “el chistoso”, que se queda de pie, en el mismo centro del grupo. Primera regla: si “el chistoso” cuenta un chiste de humor blanco (infantil, sano), sobre cualquier tema, todos se levantan, van hacia su derecha, dejan vacío el asiento de al lado, y se sientan en el segundo que encuentran en su desplazamiento. Segunda regla: si “el chistoso” cuenta un chiste de humorabsurdo, de cualquier tema, todos hacen los mismo, pero ahora hacia la izquierda. Tercera regla: si “el chistoso” cuenta un chiste de humor negro, todos tienen que correr a sentarse en los asientos que están frente al suyo en el rectángulo. Cuarta regla: todos los movimientos se hacen cuando el guía o profesor da una palmada después de escuchar el chiste. Quinta regla: “el chistoso” tiene que aprovechar cada desplazamiento que se realiza después de cada chiste, para sentarse como pueda y dejar sin asiento a alguien, el cual ahí mismo se convertirá en “el chistoso”. Sexta regla: todos tienen que desplazarse obligadamente. Para eso está el juez (el guía o profesor). Cuando alguno es “el chistoso por tercera vez, se “castiga” con una penitencia cómica. Séptima y última regla: todos los chistes que se cuenten tienen que ser protagonizados por los personajes del libro. La diversión está asegurada con ese juego. Y algo más, ya que verán la confusión que se aramará al principio por estas divididas las opiniones de cómo catalogar este chiste o este otro y ahí el guía o profesor tendrá que explicar una y otra vez hasta que aprendan, lo que lo convierte tambien en un gran ejercicio mental.

Libro "El numerito de Pepito", de la serie "Pepito matemático", de la Editorial Alfaguara en la Colección "La risa de Pepito"… (Para lectores de 7 u 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Como es un libro de literatura, humor y matemáticas, hago un juego afín.

Reparta un número para cada niño. Es mejor comenzar la numeración por el 473, o por el 3961, o algo así, para lograr más equivocaciones.  Entonces se señala a un niño o niña para que de inicio al juego y que tiene que decir en voz alta y clara su número, pero dos veces seguidas, y enseguida el número de otro jugador –el que quiera-, también dos veces seguidas. “Pierde” (sale del juego o le quitan puntos), el que no responde, o se demora en hacerlo, el que habla sin que debiera, el que se confunde al decir sus números o el del otro. También si menciona el número de un jugador que ya perdió antes y salió.

Otro juego “matemático”, es: formar círculos o filas y señalar a un niño con el dedo y éste tiene que decir en voz alta “uno”, después señala a otro y éste dice “dos” y así hasta llegar al que debiera decir “cinco”, pero no lo puede decir, porque en este juego pierde el que diga “cinco” o un número múltiplo de “cinco” (como diez, quince, veinte). Entonces al que le toque uno de esos números y lo señala usted, debe decir: “Pinky” (por inventar algo). Y “pierde” si no lo dice, obvio y tiene que salir. El juego se complica, porque en un momento, usted puede decir: a partir de ahora, pierde también el que diga “tres” o un múltiplo de “tres” (como seis, nueve, doce), por tanto, cuando yo lo señale y le toca uno de eso números, debe decir: “Cerebro”. Por supuesto, a mayor velocidad, más equivocaciones.

Libro "Ortega & Gasset", el cual escribí con el amigo y colega Rudy, de Humor Sapiens Ediciones…  (Para lectores jóvenes o adultos).

Sugerencia de animación lectora:

Este es un libro para estudiantes de Enseñanza Media y más. Cuando tengo encuentros con jóvenes, evidentemente no me pongo a jugar o hacer ejercicios creativos como los aquí sugeridos hasta ahora, aunque a veces he logrado que "se quiten la máscara de adultos" y se entreguen al juego, pero reconopzco que no es fácil. Frecuentemente solo me pongo a conversar con ellos y sacarles sus opiniones, armar debates, etc. Sin embargo, voy a indicar algo para que ojalá se realice en el trabajo de motivación a la lectura. Se le puede decirl a esos jóvenes que entre todos elaboren o una carta expresando sus opiniones, o una entrevista con las dudas y curiosidades que tengan sobre la lectura del libro, sobre el humor, sobre mí como humorista. Entonces me envían por correo electrónico esa carta o entrevista y yo les respondo en cuanto pueda. Me comprometo aquí, públicamente. Nunca he llevado a la práctica esta idea, pero puede ser un interesante recurso de motivación.

Éxito en su trabajo de motivación lectora si comienza a llevar a la práctica todos estas actividades que he compartido hasta aquí. Gracias.

 

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Humor y literatura infantil (No. 19). Sugerencias de animación lectora. Primera parte

lucia1.jpgVoy a compartir algunos ejemplos de lo que hago yo en mis Conciertos lectores y demás encuentros con niños y niñas, con el objetivo de motivar a leer a través del humor.

Citaré un libro en cada caso y señalaré de qué se trata, para que quede claro por qué escojo esa actividad de animación lectora.

La experiencia me dice que siempre hay que realizar una actividad que le produzca risa, o sea, placer en general, antes, durante o después de la lectura. Por supuesto, me refiero a niños y niñas sin hábito lector, porque si ya leen nada de esto tiene razón de ser.

Por último, aclaro bien que yo sólo trabajo con libros míos (por razones obvias) y ese es el motivo de que aparezcan aquí como ejemplos.

Libro "Pepito, el señor de los chistes", de la Editorial Alfaguara en la Colección "La risa de Pepito", o Serie "Pepito lee, ríe y juega" de la Editorial Humor Sapiens, o la Serie "Pepito, chistes para niños" de la Editorial Liberalia en co-edición con Humor Sapiens… (Para lectores de 7 u 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

He visto cómo se entusiasman los niños cuando les hago un juego para contar los chistes. Por ejemplo, les enseño a cantar: “Palo, palo, palo, palo palito, palo eh / Eh, eh, eh, palo palito, palo eh”. Y con el puño cerrado acompaño la canción así: levanto solo el dedo índice cuando digo “palo”; levanto sólo el dedo meñique cuando digo “palito” y levanto solo el dedo pulgar cuando digo “eh”. Hago una versión propia al sustituir palito por Pepito. Entonces al ir tomando velocidad con la canción y los movimiento de los dedos, verá cómo provoca enredo, descoordinación, y con eso aumentan las risas. La mezcla de la lectura de los chistes con este juego que me enseñó mi amigo y colega Luis Pescetti es una bomba y la motivación por seguir leyendo a Pepito, ya verá que es increíble.

Libro "El chupacabra de Pirque", de la Editorial Alfaguara, el cual escribí con el amigo y colega Betán… (Para lectores de 10 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Al conversar con los niños en mis visitas a sus centros educacionales, a mi me gusta antes de entrar en el tema “broma” del libro, hacerles una ellos. Por ejemplo, les digo que alguien me contó una anécdota cómica que le había sucedido a fulanito (el nombre de un niño(a) de ese curso, recomendado por el profesor(a), por su buen sentido del humor). Invito entonces a ese fulanito a que salga de la sala de clase para contarle mi versión de la anécdota al resto del grupo, explicándole también que después él mismo les contara su versión y así compararlas (como si fuera parte de mi explicación sobre lo que hice en el libro). Cuando se va el niño, les cuento al resto que todo es una farsa, porque no me habían contado ninguna anécdota. Pero entre todos le íbamos a gastar una broma a fulanito y él mismo nos contará, sin darse cuenta, una anécdota graciosa. Así les enseño que cuando fulanito regrese a la sala y les haga una pregunta, todos debemos decir que “sí” al unísono, pero sólo si la última letra de la última palabra de su pregunta es una vocal. Y que debemos contestar que “no” al mismo tiempo, sólo si la última letra de la última palabra de la pregunta es una consonante. Entonces cuando entra fulanito, le digo que ya conté su anécdota y que él ahora, para saber a cuál de sus tantas historias nos referimos, la debe averiguar con preguntas a sus compañeritos. Pero la regla es que las pregunta que haga son las que tienen como respuestas un “sí” o un “no”. Y ahí comienza la diversión. A veces tengo que intervenir para que aquello no tome un camino aburrido o “peligroso”, aunque en la inmensa mayoría de los casos se consigue que fulanito confiese una historia simpática que le ocurrió. Al final revelo la verdad y siempre, hasta ahora, el niño-víctima se ha reído con nosotros, porque ve que no hay mal intención. Con esta broma los motivo mucho a leer el libro, ya que digo que me la enseñó Ricky, el protagonista (como si fuera alguien real), ya que a él le encanta hacer bromas y verán varias como la que hice en el libro.

Libro "El secreto de la Cueva Negra", de la Editorial Alfaguara, el cual escribí con Betán… (Para lectores de 10 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Casi siempre, al enfrentarme a los niños con el objetivo de promover este libro, como es habitual, trato de relacionar lo más que puedo la lecturacon el humor y el juego, así cumplo el objetivo de potenciar el placer en los posibles lectores. Cuando les hablo de mis personajes cómicos, los pongo a realizar el siguiente juego de roles: Formo uno o varios círculos con los niños en sus respectivos asientos. A uno le entrego un objeto cualquiera (una botella vacía, un borrador, un cuaderno) y lo nombro “salidor”. Explico que el “salidor” le muestra el objeto a su vecino de la derecha y le dice: “Esto es un perro”. El vecino le pregunta entonces: “¿Un qué? Y el “salidor” le responde: “Un perro” y se lo entrega. El vecino hace lo mismo con el otro que está a su derecha, entonces el otro le pregunta: “¿Un qué?” y el vecino no le contesta, sino que le hace la misma pregunta al “salidor”: ¿Un qué?”. Ahí el “salidor” dice: “Un perro” y el vecino le responde al otro “Un perro” también y ahí es cuando ese otro toma el objeto y se lo muestra al de su derecha, diciéndole: “Esto es un perro”. El cuarto participante pregunta “¿Un qué?”, el tercero al segundo pregunta también “Un qué” y el segundo al “salidor”. Este responde “Un perro” y el segundo al tercero responde “Un perro”, el tercero al cuarto responde “Un perro” y éste continúa el juego con el quinto. ¿Cómo entra aquí el asunto del personaje cómico? Muy fácil. El “salidor” cuando dice “Un perro” al responder, lo tiene que decir con una voz, una expresión y un gesto o movimiento inventado por él, como si creara un personaje humorístico. Los que tienen que pasar esa frase de “Un perro” hasta el que preguntó, tienen que imitar exactamente lo creado por el “salidor”. Pero hay más. El que inicia la secuencia de regreso con la pregunta de “¿Un qué?” cuando le dicen “Esto es un perro”, también tiene que inventar una voz, una expresión y un gesto o movimiento cómico, que los otros tienen que repetir de idéntica forma hasta llegar al “salidor”. El juego se puede complicar más si al frente del “salidor” se escoge otro niño como “salidor 2.0”, se le entrega otro objeto distinto, y se le dice que lo pase en la dirección que desee, pero diciendo ahora: “Esto es un gato”. Con el enredo y descoordinación que produce el juego en sí, más la gracia de los personajes que inventan y sus imitaciones, todos se matan de la risa y el concepto de “personaje” y la asociación de ese espectacular momento lúdico con el libro, no se olvida jamás. Claro, al leer el fragmento del libro, cuando habla un personaje cómico les digo que escojan uno de los personajes que inventaron en el juego y así interpreto la lectura cuando habla dicho personaje. Sin duda alguna, eso los motivan a leer el libro y hasta otros. Ya está más que comprobado.

Libro "Ada y su Varita" y libro "Los diálocos de Pepito", ambos publicados por la Editorial Alfaguara en la Colección "La risa de Pepito"… (Para lectores de 7 u 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

En mis encuentros con niños, al tocar el tema de los diálogos en estos dos libros, siempre finalizo con el siguiente juego: Formo uno o varios círculos con los niños en sus asientos, menos al que designo como juez, el cual se coloca al centro. Entonces comienzo a repartir los acusados y sus abogados defensores, tratando de que estén sentados lo más distante posible. Acto seguido explico las reglas: cuando comience el juego, solo puede hablar el juez y nadie más. El que lo haga, se le anota un punto perdido. A los cinco punto perdidos (o tres, o mil, como se acuerde) el perdedor tiene que cumplir con una penitencia cómica. La única vez que uno puede hablar es cuando tiene que defender a su acusado. Por ejemplo, el juez le pregunta a un acusado si sabe la hora. Entonces el acusado no puede contestarle, sino el que lo hace es el abogado defensor de él. Si el acusado habla, o si el abogado defensor no habla, pierden puntos ambos. Y hay trampitas, porque el juez puede señalar con su dedo a un acusado y decir: “¡Qué feo está tu moño, María Paz!”, y el que debe hablar rápido es el abogado de María Paz, no el del acusado que señaló, porque decir el nombre es más importante. Sólo con eso se forman muchos enredos y descoordinaciones que provocan grandes risotadas. A veces, yo me pongo de juez, porque como tengo algunos chistesy juegos de palabras preparados para introducirlos en esos diálogos, se hace más rico el juego y siempre, como es lógico, lo relaciono todo con los “diálocos” de mi personaje. Repito, me escriben a mi página web, o me cuentan en las Ferias de Libros, que les encanta el libro y nunca se olvidaron del juego ni de esa forma de hacer humor. Un dato, al final del libro "Los diálocos de Pepito" le agregué un apéndice donde “Pepito” explica cómo hacer un “diáloco”.

Libro "Cuentos de Ada", de la Editorial Alfaguara… (Para lectores de 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Al final de mi lectura de uno de los cuentos del libro, durante mis visitas a centros educacionales, enseguida pongo en práctica un ejercicio creativo y lúdico, para provocar más placer relacionado con el libro que tengo en mis manos. En este caso de los "Cuentos de Ada", hago lo siguiente: divido el grupo en equipos de 4 ó 5 niños y les doy dos minutos para que se pongan de acuerdo y me digan el lugar donde quieren que sea la próxima aventura de Ada y Yoyito, los protagonistas del libro; es decir, si es en el zoológico, en un barco, en otro planeta, etcétera. El equipo que no propone nada se le obliga a cumplir una penitencia chistosa. De las iniciativas que me sugieren, entre todos y por votación que yo guío, seleccionamos el lugar más simpático. Ahí hago la pregunta de cuál sería el conflicto, el “malo” de la historia, y les doy dos minutos más. Cada equipo sugiere algo y gana el que más voto haya obtenido. Si aparecen otros personajes, otros lugares, acciones secundarias, sigo acotando la situación con mis preguntas y sus propuestas, hasta que llego a preguntar por el final, que de nuevo escojo por votación. Como he ido anotando, al final leo todo de una vez y ya tenemos la pauta de un argumento humorístico creado por ellos. Los niños se divierten y ejercitan la creatividad. Soy testigo de cómo preguntan por otras situaciones de Ada y Yoyito que he publicado, si tengo alguna otra en mente, y por qué no desarrollo esa que inventaron y otras que demuestran motivación por el tema.

Aclaro que nunca me he apropiado de uno de esos argumentos, porque se alejan mucho de lo que me gusta hacer, pero confieso que a veces doy una idea inicial y de ahí sigo con las votaciones y me sirve para probarla, “al ver en terreno para dónde van los tiros”.

Yo siempre le sugiero al docente del grupo que sean los mismos niños los que desarrollen esa idea escogida y que estimulen haciendo un libro artesanal con esas historias.

Se me ocurre ahora que usted, distinguido profesor, puede hacer algo parecido en su clase y armar una historia creada entre sus alumnos y les propongo que me la envíen por correo electrónico y les puedo enviar de vuelta un diploma firmado por mí, por Ada y por Yoyito (los personajes principales del libro). Espero que se motiven más a leer y crear mucho con esta iniciativa, que a mí me da buenos resultados.

Libro "Pepito y sus libruras", de la Editorial Alfaguara en la Colección "La risa de Pepito"… (Para lectores de 7 u 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Para lograr más placer, además del que produce la lectura humorística, siempre finalizo con un juego o ejercicio creativo. En este caso, lo llamo “El imitador”, a propósito de este libro de parodias de cuentos clásicos infantiles. Formo uno o varios círculos con los niños en sus asientos, pero hay uno que escojo como “el descubridor” de su círculo. Y explico las reglas: “el descubridor” sale del salón y luego se selecciona “al modelo”, que todos van a imitar. “Este modelo” va a inventar un gesto, un movimiento, una mueca –lo más graciosamente posible-, y todos tienen que mirarlo con el rabillo del ojo e imitarlo al instante. “El descubridor” entrará al salón cuando ya “el modelo” haya creado el primer gesto, movimiento o mueca y se parará en el centro de círculo tratando de descubrir quién es “el modelo original”, con los cambios que haga éste y que todos imitan con rapidez, tratando de no delatarlo ni con la mirada. Se le dan tres oportunidades de error “al descubridor” y si no “adivina” quién es, “el modelo” paga una penitencia bien cómica y otro será escogido para ese rol, comenzando todo de nuevo. Pero si pilla “al modelo”, éste pasaría ahora a ser “el descubridor” y saldrá del lugar para seleccionar otro “modelo a imitar”. ¿En qué se relaciona estas imitaciones con el libro de parodias "Pepito y sus libruras"? En que las muecas, los gestos y los movimientos extravagantes o desproporcionados, “los modelos” tienen que crearlos a partir de los personajes del libro. En este caso, Caperucita, el lobo, la abuelita, Blancanieves, la bruja, los enanitos, el flautista de Hamelin, etc… Los niños disfrutan mucho las parodias y aún más cuando viene “convoyado” con la diversión del juego.

Libro "Sipo y Nopo", escrito con mi hijo Alex, de la Editorial Alfaguara… (Para pre lectores), Libros de la serie "Lee, ríe y juegacon Pepito", de Humor Sapiens Ediciones, Libro "Pepito. Chistes para niños" de Humor Sapiens Ediciones con Liberalia Ediciones y Libro "El enigma del huevo verde" de la Editorial SM… (Todos ellos para lectores de 7 u 8 años o más):

Sugerencia de animación lectora:

Estos son libros de versificaciones humorísticas. A mí me gusta mucho el juego de las rimas, y lo explico de inmediato para que se use después o antes de las lecturas de libros de humor con versos rimados. Lo primero: separo el grupo en dos bandos (o si es en casa, dos hermanos; o hijo y padre, o cualquier combinación familiar) y a uno de un grupo le digo una palabra del libro (puedo leer de nuevo el fragmento donde ella esté) y el niño tiene que decir otra que rime. Después, como sorprendiendo, señalo a otro de su grupo sin importar el orden de sus posiciones y me tiene que decir otra palabra que siga la rima, pero tiene que repetir la palabra mía, más la del primero que jugó, el tercero tiene que mencionar la mía y la de los dos que participaron antes, decir su palabra con la misma rima y así sucesivamente, hasta que uno se equivoque, o se le olvide decir una palabra, o no se le ocurrió otra palabra que rimara.

Otra actividad que realizo es enseñarles una canción breve rimada, con la que también se pueda realizar con ella un juego de coordinación, todo relacionado con el libro que leyó, para reforzar la asociación de la lectura y el humor con el placer lúdico. 

(Continúa en la "segunda parte")

 

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Humor y literatura infantil (No.18). Risa, hábito lector y niños vulnerables

images_1_1.jpegMuchos me preguntan por qué estoy tan seguro de que el humor es fundamental para atraer a los niños y niñas calificados como "vulnerables" sin hábito lector. Siempre respondo lo siguiente:

La educación básica en general casi nunca forma niños con hábitos lectores y, lamentablemente, los centros educacionales a los que asisten esos niños y niñas, menos. Por desgracia, es una realidad. Y en la casa y en el barrio tenemos la fuerte competencia del mundo electrónico, los bombardeos de imágenes de dudoso gusto, o niños y niñas entregados al mal ocio, la indiferencia y a las actividades predelictivas incluso, entre otras más.

Pero en todo lo anterior es donde esos chicos y chicas encuentran placer, ¿no es cierto? Por ello hay que hacer mucho esfuerzo para atraerlos a la lectura. No luchando contra esas actividades señaladas, sino primero compartiendo con ellas, brindándoles otro placer con las lecturas. No obligando, no presionado, no censurando. Es lo que aconsejo. Claro, no es fácil. Demanda tiempo, comprensión, y la cosecha uno la recoge mucho después.

Resulta que un niño es un lector muy diferente al adulto. Un adulto muchas veces se lee obras que no le gustan, que encuentra pesadas, pero hace el esfuerzo.

Los chicos no. Además, los adultos les ofrecen a los niños y niñas sin hábito lector, libros aburridos que les frustran los deseos de leer. Aunque hay que decir que a veces también les ofrecen buena literatura, pero mal seleccionada para su nulo nivel lector, para su edad, para su grado de madurez intelectual.

Muchos de los libros que hoy se catalogan como clásicos de la literatura infantil y juvenil, en su origen no fueron concebidos como libros para niños, sino para adultos. ¿Qué ocurre? Que a veces también son algo densos o sin "gracia" para el público infantil sin hábito lector y principalmente para el niño y niña de hoy, que es más inquieto, más activo, y además, está muy acostumbrado al lenguaje visual que es muy rápido. Sin contar que debemos vencer el pésimo pretigio que tiene el libro, la lectura, el aprendizaje, etc., en el ambiente que rodea a esos niños y niñas.

Cuando logramos traspasar el escudo psicológico con que esos pequeñines se defienden de la vida que les tocó, encontramos a niños y niñas con falta de cariño, de atención, de alegría, de esperanza, por lo tanto, cuando ven que nuestras armas son el juego, el humor, la risa, "la buena onda", el placer, se entregan 100% y enseguida "enganchan" con las lecturas y se vuelven los más entusiastas a la hora de participar, de actuar, de jugar, de aprender, de disfrutar. Por ello es tan rápido recoger los resultados con esos muchcahos.

Humor Sapiens ha trabajado mucho en barrios marginales y escuelas con alumnos de muy pocos recursos (ver en el menú de esta pñagina "Programa para motivar a leer") y podemos asegurar que con el humor hemos tenido grandes éxitos. Incluso más que con otros niños y niñas sin sus problemas.

Ojo, hablamos de muchachos de siete u ocho años a trece, sin hábito lector, que hay que atraer y convencerlos de que leer es trascendental en sus vidas. Pero, ¿cómo competir y salir airosos? Repito: ofreciendo placer. Y el humor es una de las claves fundamentales. Nuestra experiencia y la de otros colegas así lo avalan.

Por todo lo anterior es que siempre tenemos "los dedos cruzados" para que las autoridades y el sector privado se den ecuenta de la importancia de esto y pongan interés y recursos para llegar a más y más niños y niñas vulnerables de nuestro país y de nuestro continente.

 

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Humor y literatura infantil (No.17). Leer es muy aburrido

Pdescarga_3_0.jpegara saber hay que leer. No hay posibilidades de saber, sin saber leer. Hay gobiernos, entidades y personas que se lanzan a pelear contra el analfabetismo, sin entender que la ausencia de hábito lector es otro enemigo tan peligroso como aquel. Cada niño(a) que no aprende a disfrutar con la lectura tarde o temprano se acercará al analfabetismo funcional.

Pero para lograr que los niños(as) lean, nos encontramos con una enorme dificultad: leer es aburrido.

Si a un niño(a) sin hábito lector, le dan un libro que no le gusta, leer es aburrido. Más si lo obligan, y más aún si tiene que dejar de jugar, de ver televisión, de chatear, etc., porque esas actividades le dan placer y ese libro no.

Es como si el adulto le dijera: “¡No sientas más placer con esas cosas y siéntate ahí a leer este libro que no te gusta!”.

Leer es aburrido, y ver películas es aburrido, y escuchar música es aburrido. Ya que si no te gusta la película, sufres viéndola, y si no te agrada la canción, escucharla se te hace insoportable también.

Por lo tanto, para que un niño se interese en la lectura, tenemos que darle un libro que le guste, que le de placer.

Y sólo con placer se puede competir con esas actividades mencionadas que le dan disfrute también. No podemos ir contra esas actividades, debemos competir en buena lid con ellas. Si el niño(a) comienza a encontrarle placer a la lectura, él solito irá desplazando a la competencia.

Entonces es obvio que los adultos deben conocer a esos niños(as) y ofrecerles libros que les gusten y no pensar que hay que conquistarlos con clásicos o con lecturas “importantes”, porque esas lecturas pueden ser densas y aburridas para ellos en estos momentos. Esos libros “trascendentales” son para cuando ya posean el hábito lector y los guiemos hacia ellos, según la edad y el nivel de maduración intelectual de cada uno.

En mi experiencia, existe algo que les da mucho placer y me ha dado mucho resultado: el humor.

Además del gozo que provoca, utilizar el humor es imprescindible para trabajar el lenguaje, la compresión lectora y la imaginación. Usar el humor es saber mirar algo desde más de un punto de vista, por tanto, nos ayuda a mejorar la comprensión lectora, a ser críticos y lúcidos, sin dejar de pasarlo bien. Desarrollar el sentido del humor en los niños, es desarrollarles la creatividad, la inteligencia, la sensibilidad, el sentido crítico, el sentido común. Es hacerlos crecer espiritualmente. Es hacerlos mejores. Y asegurándonos que lo hagan en un medio alegre, sano, festivo y placentero. El sentido del humor, como el sentido estético e incluso el sentido común, se educa a través de juegos de palabras, adivinanzas, disparates, canciones, onomatopeyas, utilizando la fantasía y manejando siempre el lenguaje.

¡Ojo! Percibir el humor que nos rodea, expresarse y afrontar contrariedades con humor, aprender ciertas técnicas de creación de humor y divertirse, son objetivos a los que los libros infantiles deben colaborar.

Conclusión: con humor es imposible que leer sea aburrido.

 

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El humor y literatura infantil (No. 16). La parodia

Sfarsa-blog-1.jpge toma un modelo, que puede ser una canción, una persona, una pintura o lo que sea y se imita, exagerando burlonamente ciertos matices que subrayen rasgos importantes del modelo original. El resultado es una parodia. El extremo de la parodia es la caricatura. En el caso de los libros de humor para niños es muy fácil detectarla, porque lo lógico es que el modelo sea muy conocido para que el lector infantil se ría al comparar el original con la imitación. Se define como “burlesca”, porque toda parodia lo es, aunque a veces la intención no es exactamente burlarse del modelo, sino usarlo como recurso para dar un mensaje crítico en tono humorístico. Aparentemente son muy fáciles de hacer. “Es tan simple como hacer una versión exagerada de algo o alguien”, dirían algunos.

Pero eso no es cierto. La diferencia entre una parodia y otra, lo da el nivel de la elaboración artística, la calidad del humor y el buen gusto del creador. En eso sí hay que fijarse antes de recomendarle al niño un libro de parodias.

A continuación, un ejemplo. El modelo es el cuento clásico infantil El flautista de Hamelin. En este caso se parodió un cuento, así que se buscó no alterar la estructura del modelo, dejando todo lo que sirviera de referencia, para que el lector fuera cómplice de los disparates que estaban sucediendo. Se utilizó un humor absurdo, con exageraciones, y mucha sátira dirigida a nuestros problemas actuales como sociedad.

Esta versión está sacada del libro Pepito y sus libruras, de la Editorial Alfaguara Infantil.

 

El flautista de Jajamelin

Érase una vez, hace muchísimos años y unos días, un lugar llamado Jajamelin. Era una ciudad tan antigua, pero tan antigua, que los semáforos eran en blanco y negro.

En cierta ocasión, Jajamelin fue invadida por una plaga de ratones. Estaban por doquier. En los televisores de todas las casas, bajo las sábanas, en las cañerías, dentro de los platos de sopa. En fin, nadie sabía cómo expulsarlos de sus vidas.

Pero un día, a alguien se le ocurrió la idea de contratar los servicios de un célebre flautista extranjero. Él aseguraba que con su música exterminaría aquella peste.

Enseguida una poderosa empresa de bebidas lo trajo, auspiciando el evento. El concertista interpretó magistralmente La Flauta Mágica de Wolfgang Amadeaus Mozart, mientras caminaba hacia un río, casi en las afueras del pueblo. Y los ratones, embelesados, lo seguían en caravana. Al llegar al borde de un barranco, los roedores siguieron caminando y cayeron al río, siendo arrastrados por la corriente.

Al flautista le regalaron la llave de la ciudad en una gran fiesta. La alegría fue tremenda, pero les duró poco.

Tiempo después, una plaga de hipopótamos invadió Jajamelin. Se les veía en los baños de las casas, subidos en los postes, en el campanario de la iglesia y en las carteras de las señoras. En fin, en todas partes.

Entonces, volvieron a traer al flautista extranjero. El hombre interpretó de nuevo La Flauta Mágica de Mozart, mientras caminaba hacia un barranco, casi en las afueras del pueblo. Y los hipopótamos, embelesados, lo seguían en caravana. Al llegar al precipicio, los animales siguieron caminando y cayeron al río, huyendo aturdidos hacia todas partes.

Al flautista le otorgaron la medalla al Honor en otra colorida fiesta. La alegríafue apoteósica una vez más, pero también les duró poco.

Muy luego la pobre ciudad de Jajamelin fue invadida por una plaga de teléfonos celulares. Estaban por doquier. Se instalaban de a dos y hasta de a tres en las orejas de los habitantes. Sonaban en reuniones, durante las siestas, en los momentos de mayor intimidad. En fin, en todas partes y todo el tiempo.

Tuvieron que llamar urgente al famoso flautista extranjero (le avisaron por palomas mensajeras que llevaban correos electrónicos amarrados en sus patas). El músico, al llegar, tocó una vez más La Flauta Mágica de Mozart, mientras caminaba ahora hacia un área sin señal en las afueras del pueblo, donde coincidían el barranco y el río. Y los teléfonos celulares, embelesados, lo seguían en caravana.

Al llegar al borde del precipicio, los aparatos empujaron con violencia al flautista que cayó desde lo alto al río y, avergonzado, nadó contra la corriente usando su flauta como snorkel.

Mientras tanto, los celulares regresaron a la ciudad sonando al unísono sus timbres. Pero quizás como homenaje –vaya usted a saber-, de repente sustituyeron su tradicional ring-ring, por las metálicas y entrecortadas notas de La Flauta Mágica de Mozart, y el Para Elisa de Beethoven, para más tarde cambiar éstas por La Mayonesa y La Gasolina de no sé quién.

Y fueron muy felices… ellos.

 

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El humor y literatura infantil (No. 15). El género fantástico

A1552049348_320304_1552050165_noticia_normal.jpglgunos disfrutamos los libros del autor inglés Terry Pratchett. Los saboreamos miles de millones de veces más que los de la saga de Narnia, o la de Harry Potter; a pesar de que también hay magos, brujas y otros seres fantásticos. Se debe a los chistes, situaciones cómicas y demás recursos humorísticos que crea este autor inglés. Es que a un creador de humor le motiva mucho lanzarse a imaginar mundos irreales, para no tener que buscar muchas justificaciones para sus disparates y locuras. El género “fantástico”, en la narrativa infantil y juvenil, sobre todo “la fantasía dura”, presenta un mundo supuestamente real, el cual es roto por ambientes, personajes, hechos o elementos extraños o sobrenaturales, que producen en el lector la duda ante la imposibilidad de hallar una explicación racional y eso es buenísimo para crear humor.

Por otra parte, puede ser paradójico, pero a lo atractivo que es crear humoren mundos fantásticos, se contrapone lo difícil que es hacerlo con alto nivel de calidad. Es que la frontera entre lo bueno y lo malo en cualquier obra fantástica es débil, precaria. Si no se tiene medida y control, el autor puede caer en facilismos y hasta puede rayar en lo manido y en la tontería. Una prueba es la cantidad de libros mediocres que encontramos dentro de la fantasía dura y la ciencia ficción. Quizás sea por ello es que el humor se agradece tanto en esas obras.

Decidirse por un argumento, una historia fantástica que sea original, pero a la vez cómica; crear situaciones, ambientes, personajes, etc., que el niño pueda comprender y no se pierda en algo demasiado complicado a causa de su poco nivel de abstracción y encima de todo sea gracioso, es la apuesta de un escritor de este género.

A continuación dos ejemplos distintos de cómo incursionar en la fantasía. El primero, extraído del libro Ratata, un ratón de biblioteca de la Editorial Humor Sapiens. Se trata de una historia de piratas donde aparece un ratón que habla y otras sorpresas.

“-¿Quién eres que te diriges a mí siendo un vil y asqueroso ratón? ¿Por qué estás en mi barco? –le preguntó Willy Grado al roedor cuando éste llegó hasta él.

-Yo me llamo Ratata, y soy un ratón atón.

-¿Un ratón atón? ¡No juegues conmigo!

-Disculpe, es que repito siempre lo último que digo. Por eso oyó atón, caballero ero.

-¿Entonces eres un roedor parlanchín de verdad? –dijo el pirata Malo Grado, arrugando la frente, como reflexionando.

-Sí, señor. Soy el ratón responsable de la biblioteca teca.

-¿Una biblioteca teca? ¿Qué es eso? –preguntó Malo Grado frunciendo el ceño.

-¡No, señor, no es una biblioteca teca! ¡Le dije que repito siempre lo que digo al final nal!

-¿Y por qué hablas así? –terció el macizo Don Cella.

-No sé. Así hablo desde que nací. Por eso me bautizaron repitiendo la última sílaba: Ratata ta –sonrió el ratón y continuó-. Mi padre siempre bromeaba diciéndome que me había tragado un eco co.

-¡Per acaba de decirme qué es una biblioteca o te meto en una ratonera! –rugió el Capitán.

-Una biblioteca es un lugar donde hay muchos libros para prestárselos a la gente que quiera leerlos erlos –se apuró en responder Ratata.

-¿Erlos? –rió el Capitán y de pronto se puso bien serio para gritar-: ¡Al meollo del asunto! ¿Qué haces aquí si vives en una biblioteca de esas?

-Hace un rato, pasando cerca de la mesa más alejada de la entrada de mi biblioteca, escuché unos gritos que salían de un cuaderno. Eran gritos de “¡Duende! ¡Duende! ¡Duende!” Y entré a su historia para ver qué sucedía y por qué llamaban al duende, uno de los personajes de un libro infantil de mi biblioteca teca.

-¿Hace un rato dice? –dijo El Malo Grado, pensando-. Solo recuerdo que  vociferé: “¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde?” Y no: “duende, duende, duende”.

-Puede ser er -aceptó Ratata-. Es que como usted no suelta la daga de la boca oca…

-¡Hey! ¡Un momento, ratata… rata ta tarada, ! –exclamó el Capitán-. Explícame, ¿cómo es eso de que había un cuaderno y entraste a mi historia? ¿Qué cuento es ese?

-Es cierto lo que le digo, señor ñor –afirmó el ratoncito.

-¡A mí no me puedes engañar así como así, comedor de queso podrido!

¡Yo soy Willy Grado! ¡El Malo Grado, el Capitán de esta nave! ¡Esa es la única realidad!

-Perdone, pero usted es el protagonista de una historia oria –aclaró Ratata-. Yo de eso sí estoy seguro, porque vivo en la biblioteca, donde hay muchos libros con historias infantiles como ésta ta.

-¿Así que todo esto que está pasando es mentira? –y el Capitán lo miró con una expresión de burla.

-Sí, señor, es ficción ción –dijo el ratoncito.

-No es real nada de esto, ¿no? –y el pirata rió a carcajadas unos segundos, poniéndose bien serio de repente para gritar-. ¡Don Cella! ¡Lance a este ratón de alcantarilla a los tiburones!

-¡Alto! ¡Deténganse! –se impuso un hombre bien canoso que subía con mucho cuidado por la escala.

-¿Eh? -dijeron acopladamente Willy Grado, Don Cella y Ratata, aunque en realidad el ratón dijo “eh eh”, pero nadie lo notó por estar atendiendo al recién llegado.

-¡Suelten a ese ratón!  –dijo el canoso.

-¿Quién es este hombre? –gritó El Malo Grado-. ¿Qué hace en mi barco? ¿De dónde salió?

El pirata apuntó todas sus armas hacia el recién llegado y comenzó a vociferar pidiendo refuerzos, mientras se colocaba con ligereza detrás de su fornido lugarteniente.

-¡Yo soy el que escribe todo esto que está ocurriendo aquí! –dijo el recién llegado.

-¡Ah, conque esas tenemos! ¡Un escritor! –dijo el Capitán en tono de reproche y saliendo de detrás de su segundo al mando-. Así que usted es el responsable de las estupideces de mi lugarteniente, de hacer que yo siempre hable con la daga en la boca y de que ahora me vaya atacar Filiberto, el filibustero. ¿Eh?

-Sí, yo invento todo eso y lo cuento porque me gusta –respondió el narrador encarando a su personaje-. Pero si no le gusta a usted, lo  siento, pero es así, no hay nada que hacerle, ¿oyó? 

-No, está bien, a mí me gusta -dijo el Capitán en retirada-. Pero me encantaría que para futuros libros, tenga en cuenta que sus chistes deben disfrutarlos también los protagonistas de las historias y no sólo los lectores, ¿comprende?

-Bueno, lo pensaré porque tiene cierta lógica –aprobó el canoso.

-Venga acá, ¿ya decidió cómo seguir y terminar la historia, cuento, o lo que sea esto? –quiso saber el pirata-. ¿Venzo o no a Filiberto?

-No, no lo he decidido aún -contestó el escritor.

-Un momento mento –habló Ratata-. ¿Usted sabe quién soy yo? Porque yo no soy un producto de su imaginación. Usted no me inventó a mí. Yo no soy un personaje de libros infantiles, como este pirata ta.

-Claro que te inventé. Tú eres Rátata, un ratón de biblioteca –contestó el hombre-. De la biblioteca donde escribo mis libros. Y te cuento que escribí también que cuando me levantara a buscar una goma de borrar al mesón de la bibliotecaria, tú entrarías a mi cuaderno, donde estoy creando todo esto que ves aquí.

-¡¿Así que yo también soy un personaje aje?! –saltó el roedor algo frustrado.

-Sí, pero no uno cualquiera, tú eres el personaje principal –agregó el canoso.

-¡¿Qué?! –saltó ahora Malo Grado-. ¿Este animalejo repugnante es más importante que yo en mi propia historia?

-Este… es que usted es el principal personaje de la historia de piratas, la cual está dentro de la historia del ratón de biblioteca –explicó el autor.

-Bueno, basta ya de tanto bla, bla, blá y terminemos con esto –interrumpió el Capitán-. Mire, caballero, le voy a decir lo que haremos: ahora usted se va y se pone a escribir el final de esta historia de piratas. ¡Porque yo soy terriblemente malo y me encanta ser un sanguinario pirata que hunde el bergantín de mi enemiguísimo Filiberto, el filibustero, que ataca villas y castillas y que rapta bellas doncellas!

-¿Me llama, Capitán? –saltó el tosco Don Cella, pero nadie le hizo caso.

-¡Un momento, señores! ¡Un segundo, por favor! –dijo el escritor y comenzó a dar paseítos por el puente, acariciándose la barbilla con la mano derecha. Después de cinco o seis minutos, se detuvo dirigiéndose a los personajes de su obra…”

Como se ve, no se puede calificar de “dura”, pero que se cuente una historia de piratas ya es fantasía, y si en ella aparece un ratón que habla, lo es más, pero si encima el escritor de la historia aparece como un personaje más de la misma, lo realista se aleja bastante, sin dudas.

El segundo ejemplo está sacado del libro El hombre lobo de Quilicura, de la Editorial Humor Sapiens. En este caso, no se desarrolla la historia en otra época, ni se le dio vida a objetos, ni se humanizaron animales. Sólo se usó un personaje fantástico: el hombre lobo, dentro de un mundo realista.

“Pero la calma duró poco. Lo que hicieron los delincuentes fue reagrupar sus fuerzas alrededor de su jefe, el cual mostraba ahora con maligno alarde una pistola en sus manos.

Pero los sujetos no contaban con un nuevo invitado. Un estremecedor aullido se escuchó y de la oscuridad más profunda de las sombras del cerro hizo su entrada un enorme lobo.

La bestia, con el pelo erizado y los belfos retraídos, fijó sus ojos amarillos-rojizos en los antisociales con expresión de profunda rabia. Unos segundos después avanzó hacia ellos, provocando la histérica y desordenada huida de los tres.

De más está decir que la fuerza y habilidad de Dante y de Ricky, por lo dificultoso de sostenerle la cadena y no enredarse, apenas alcanzaba para retener a su perro Shogún, que con los pelos erizados y los ojos en blanco, daba vueltas y vueltas sobre sí mismo a mucha velocidad.

Los primos lograron trasladar un poco el eje central de las vueltas de su mascota, con el objetivo de esconderse detrás de su compañero de equipo, al ver cómo la fiera cambiaba de dirección y se dirigía ahora hacia ellos.

-No se preocupen –les dijo el joven sonriendo-. No es un simple lobo como piensan.

-Si no es un lobo, ¿qué es? ¿Un oso polar? –dijo Ricky con susto.

-Es un hombre lobo, o lobisón -explicó el tipo-, o lobisome, como le dicen en Brasil.

-¿Y no nos hará nada, dices? –quiso sabe Dante.

-Nada. Ya verás –contestó el joven-. Yo sé lo que hay que hacer para convertir un lobisón en el ser humano que es. Lo llamaré por su nombre de infancia y lo trataré con mucha dulzura, como a un bebé. Miren…

El tipo avanzó despacio hacia el lobo, que se mantenía parado, pero amenazante.

-Hola, Panchito –le dijo con ternura al animal.

-Grrrr –el lobisón le contestó ya con sus fauces abiertas.

-¿Qué pasa, Panchín? –insistió el joven, tan dulce y juguetón como pudo-. Ven acá Panchitín, mi Panchitintín…tiiiintínnnn…

 De repente, el terrible animal dio media vuelta y se alejó, perdiéndose en las sombras del cerro”.

 

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El humor y literatura infantil (No. 14). La mezcla de géneros

generoscolor.jpgNo se trata de parodiar géneros, sino de usar dos o más en una misma obra para crear humor. Por ejemplo, el policíaco-infantil-humorístico; el de aventura-infantil-humorístico; el romántico-infantil-humorístico, o el fantástico-infantil-humorístico, o el policíaco-aventura-romántico-fantástico-infantil-humorístico.

Se debe estudiar aparte estas mezclas de género, debido a sus características especiales. ¿Por qué? Por el placer que les provoca a los niños. Si les agradareír en un libro, ¡cuánto placer no sentirán si además de la historia humorística, se le agrega el disfrute que provoca resolver un caso policial! ¡Doble placer!

A continuación, dos ejemplos para ilustrar lo anterior. El primero extraído del libro Ada, madrina y otros seres, de la Editorial Alfaguara Infantil. Un caso donde se mezcla el humor con el terror y el misterio.

 “…Al mediodía comenzaron a retirarse las visitas –parece que muchos se dieron cuenta de que no les iban a dar almuerzo, supongo-, hasta que quedamos solos nosotros cuatro dentro del caserón.

Ese fue un momento decisivo, porque mientras mi madre preparaba la comida allá en la cocina, junto a mi madrina que cabeceaba un poco, desgastada, Yoyito y yo nos tomamos otro vaso de limonada y nos deslizamos en silencio hasta el encerrado comedor, donde estaba tendido el cadáver del pobre Cipriano.

Parece que las flores con las que hacen las coronas son especiales, porque su perfume era distinto a los que emanaban de las flores que conozco. Quizás sea un olor mucho más fuerte, ya que unas pocas coronas tenían saturado el aire en aquel lugar.

Es probable también que fuera imaginación mía, pero el silencio de aquel salón era diferente a cualquier otro. Creo que ni mi respiración se escuchaba.

El ataúd, hecho de pino, bien barnizado y con agarraderas y bisagras bronceadas, era impresionante. Estaba colocado sobre un soporte metálico con rueditas. Ayudando al efecto visual de solemnidad, aparecía rodeado de cuatro columnas metálicas terminadas en ampolletas de cuarenta watts, que intentaban imitar enormes velas. En la parte superior del féretro, una ventanita abierta invitaba a acercarse para ver de cerca al difunto.

-¡Yo quiero verlo! ¡Yo quiero verlo! –rompió el silencio Yoyito, a pesar de gritarlo casi en susurro.

-¡Espérate, flaco! –le contesté en el mismo tono-. Voy a verlo primero.

Me aproximé con cuidado para no tropezar con nada, y como no soy tan alto, tuve que pararme en punta de pie.

A primera vista, Cipriano parecía dormido. Sin embargo, si uno se fijaba bien, la palidez de su rostro no era normal ni mucho menos. Además, nunca he visto a nadie dormido así, tan peinado, afectado y con tanta elegancia, ya que lucía un traje y una corbata, como si fuera el padrino de una boda.

Enseguida le hice una señal a mi hermanito, y al llegar a mi lado lo cargué para que mirara. Entonces fue cuando sufrí el primer gran susto de ese domingo.

Todo sucedió porque el odioso de Yoyito se echó lo más hacia delante que pudo para observar mejor, y provocó que se me fuera de las manos, cayendo sobre el ataúd, y claro está, empujándolo hacia el otro lado. Como estaba sobre ruedas se deslizó lo suficiente para que chocara con una de las lámparas. Ésta comenzó a inclinarse hacia el suelo, por lo que corrí y me lancé como portero de fútbol para atajarla. Por supuesto, para hacer eso tuve que dejar a Yoyito encima del féretro, y se puso a gatear por él con la intención de bajarse por donde yo estaba.

-¡No te muevas, flaco! –alcancé a gritarle, al ver cómo por el peso de Yoyito, el ataúd se levantaba por la parte donde se encontraba la cabeza del muerto.

Al escucharme decir eso y ver mi cara de espanto, Yoyito se imaginó que Cipriano estaba resucitando o algo así, y saltó hacia un lado, aterrizando sobre las coronas, esparciéndolas, aplastando flores y arrugando cintas.

Entonces, al caer la cabecera del féretro, éste comenzó a moverse de arriba abajo por la amortiguación del soporte metálico. Un movimiento como el producido por unos resortes. En seguida me incorporé, dejé en su sitio la columna y me abracé al ataúd para detenerlo. Cuando lo logré, abrí la ventanilla que se había cerrado con el brusco salto de Yoyito. Para mi desgracia, se me ocurrió mirar de nuevo a Cipriano.

Es muy probable que haya sido otra mala pasada de mi imaginación, pero juro que vi dibujada en el rostro del cadáver una extraña sonrisa. Pegué un grito y brinqué hacia atrás, cayendo sentado en el suelo”.

 

Como se observa, se aprovechó una escena típica del género de terror, poniendo a los dos hermanitos solos frente a un ataúd, a un cadáver. En los niños esto de la muerte y el ritual del velorio, del entierro, etc., es algo que les interesa. Casi siempre los adultos les evitan lo más posible enfrentarse con esa realidad, convirtiendo el asunto en algo aún más atractivo para ellos.

¿Cómo usar entonces el humor en estos casos? Lo clásico: tratar de llevar la emoción de miedo y la tensión hasta un punto y ahí hacer el rompimiento con una “gracia”, para que el “terror” que se quiera provocar no se vuelva dañino. Pero de una forma divertida, humorística, se le está dando la información que los niños necesitan sobre ese tema absurdamente tabú.

El segundo ejemplo está sacado del libro En las garras de Los Mataperros, de la Editorial Humor Sapiens. Aquí la mezcla se produjo entre el género policíaco y el de aventura con el humor.

Raciel no entró y El Albino cerró la cortina. Era un pequeño espacio de un metro y medio por dos, lleno de santos, velas y otros objetos en el piso, adornos africanos en las paredes y una especie de hornilla de carbón, ante la cual El Albino se sentó con las piernas cruzadas. Los primos lo imitaron a ambos lados. El hombre destapó una botella de aguardiente de caña, tomó un trago, y con un largo fósforo encendió un puro ya fumado hasta la mitad, prendiendo también el carbón de la hornilla. Acto seguido colocó una pequeña olla con agua sobre el fuego y en lo que el agua hervía, comenzó a murmurar palabras en un lenguaje desconocido para los muchachos, mientras ponía los ojos en blanco, echaba hacia atrás su cabeza y soplaba chorros de humo del habano sobre la olla.

Dante y Ricky estaban impresionados y se intercambiaban miradas de asombro y miedo.

Sobre todo cuando, de repente, El Albino resopló, hizo un gesto como si sintiera un escalofrío y comenzó a echar dentro de la olla algunas ramitas secas recortadas, así como delgados huesos presumiblemente de animales. Al hervir el agua, los palitos y huesos se movían como en una danza macabra por toda la superficie y a veces hasta se montaban unos sobre otros. Eso era lo que “leía” el hombre con sus “poderes”.

-Mmmmh… Aquí sale que hace un tiempo tuviste algo que ver con un ser maligno, horrible… Mmmmh… algo así como el chupa… el chupaalgo, ¿no?

-¡Sí! ¡El chupacabras! –saltó Dante y su primo sonrió.

-¿Ves que yo puedo saberlo todo con sólo leer aquí y con la ayuda de seres que me guían y me cuidan?

-Oiga, ¿y ahí sale lo que le pasó a él en un banco con una vieja con bigote, cuando era guardia de seguridad? –intervino Ricky, señalando a su primo y con tono irónico.

-¡Ricky! –lo regañó Dante.

-Mmmmh… ¿Para qué viniste a verme? –dijo El Albino, dirigiéndose al joven, después de lanzarle una mirada de reproche al niño-. ¿Qué quieres saber?

-¡Necesitamos saber dónde está mi perro y descubrir a Los Mataperros, pues todo parece indicar que fueron los que me lo robaron!

-¡Ah, eso!... Mmmmh… ¡Aquí veo algo…!

El hombre se acercó más a la olla y estuvo observando uno segundos, mientras movía su cabeza en gesto de negación. De pronto abrió mucho sus ojos, resopló y volvió a retorcerse como si hubiera sentido un escalofrío.

-¡Mmmmh!… Esto está malo… malo, malo…

-¿Qué pasa? –se desesperó Dante.

-Creo que tu perro ya no está… Sí… ¡Mmmmh!... ¡A tu perro lo sirvieron en un plato con salsa y ensalada!

-¿Qué? –se paró el joven y Ricky tuvo que darle la vuelta a El Albino para llegar hasta él y aplacarlo-. ¡No entiendo!

-¡Que a tu perro lo mataron, lo cocinaron y se lo comieron!

-¡No es posible! ¿Quién es ese criminal, esa bestia? –seguía Dante descontrolado.

-¿Usted está seguro, señor? –preguntó Ricky-. No juegue con eso. Mi primo no está para esas bromas.

-¡Cómo se le ocurre que voy a jugar con eso! ¡Eso es una falta de respeto suya, mocoso fresco y descarado! –vociferó El Albino, se puso rojo y las venas del cuello se le marcaron.

-¡No se ponga así, señor! –trató Ricky de calmarlo-. ¡Disculpe! ¡No fue mi intención!

De repente, un sonido espeluznante, como un aullido salvaje llegado de lejos, como del fondo de la casa, los paralizó e hizo que a los muchachos se les erizaran los pelos de la nuca.

-¡Jesús, María y José! –exclamó Dante con terror-. ¡El chu…chupacabras!

-¡Qué chupacabras de qué! ¡Se parece al aullido de nuestro Shogún! –dijo Ricky.

Un segundo después del aullido se escuchó un descomunal rebuzno, a continuación un fuerte gruñido y por último, una ensordecedora mezcla de graznidos y chillidos.

 

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