Reflexiones sobre las desgracias de una tierra olvidada por nuestros dioses y hasta por nuestros diablos.
Decidí viajar urgente a Haití al darme cuenta de que terminaron las elecciones sin cataclismos como fueron el Huracán Matthew y el cólera últimamente.
No es fácil comentar sobre ese país, donde casi todo está dicho (aunque no oído). Mi primera pregunta al llegar fue: ¿los haitianos se merecen tantas calamidades como la conquista española, la esclavitud, los filibusteros franceses y la colonización gala, guerras de independencia y guerra entre mulatos y negros, política de E.U., deforestación, dictaduras, pobreza, emigraciones, los Duvalier, sida, huracanes frecuentes, devastadores terremotos y hasta epidemias de cólera? Respuesta a tan larga pregunta es: claro que no, no se lo merecen. Los haitianos –por lo general-. son gente noble, amable, humilde y alegre, que ya han sufrido demasiado.