Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

No. 33

Sólo puedo hacer una sola cosa al mismo tiempo.

Por ejemplo, o vivo para ganar mucho dinero

o vivo para gastarlo.

 

No. 32

El sentido de la vida es vivir cada minuto tal como se presenta,

mientras lo vamos subiendo a Facebook o a Instagram.

 

No. 31

La vida es muy dura,

¡no choques con ella!

 

No. 29

Los padres te proporcionan unos valores para toda tu vida

(si no se los dejan de herencia a tu hermano, claro).

 

No. 26

Si andas por la vida dejando puertas abiertas,

ten cuidado con las corrientes de aire.

 

No. 25

Si has perdido el rumbo,

si tu vida no tiene sentido,

consíguete urgente un GPS.

 

Homenaje póstumo: Idalberto Delgado de Cuba

idalberto-delgado.jpgLe pido permiso a mi amigo, el Maestro Yin (Pedraza Ginori), el cronista oficial de la televisión, la radio, el espectáculo y la música de Cuba, para recordar a una de las grandes figuras del humor cubano de todos los tiempos: Idalberto Delgado.

Yo le comenté que iba a buscar un pretexto para hacerlo, le pedí consejo sobre uno que tenía en mente y Yin me dijo que ese no era bueno. Le di la razón y entonces decidí escribir esto sin pretexto alguno.

Comenzaré entonces contando una anécdota personal con él.

Resulta que en 1987, nuestro grupo la Seña del Humor de Matanzas, cumplía 3 añitos y lo celebramos en el Teatro Sauto con un espectáculo de números viejos y nuevos. Conseguimos de Cultura Provincial que nos pusieran un auto para traer y llevar a algún invitado de la Habana. No invitamos a Virulo, Carlos Ruiz, Jorge Guerra, Ana Lydia Mendez, Zulema Cruz y otros del Coniunto Nacional de Espectáculos, porque siempre iban y porque también celebraríamos con ellos nuestro cumpleaños en la Sala Atril del Teatro Karla Marx (antiguo Blanquita) en La Habana.

Así que invitamos a Idalberto Delgado. Debo decir, que de las viejas estrellas del humor cubano, él, Eloísa Álvarez Guedez, Aurora Basnuevo, Natalia Herrera, Enrique Arredondo y algunos otros apoyaron siempre a jóvenes como nosotros, que comenzaban su carrera en el humor en esa época. Pero hubo algunos –pocos, eso sí-, que no lo hicieron. Eso siempre pasa (no voy a dar nombres aunque nos dieron la espalda, porque son grandes de todas formas y eso para nada mancha su inmensa obra).

Pues Idalberto aceptó enseguida la invitación y como llegó a las 7 y 30 y la función era a las 9 p.m., el auto lo llevó para mi casa (por ser el director general del grupo). Ahí le di el guión que habíamos escrito Aramís Quintero y yo, y que siempre interpretábamos Enmanuel Sabater y “un servidor”, como se dice siempre. El sketch se llamaba “Los borrachos”. Y le dimos un par de pases leyéndolo y yo diciéndoles algunas intenciones. En fin, un brevísimo trabajo de mesa.

Pues fuimos para el Sauto y comenzó la función donde yo actuaba junto a los demás, así que nunca pudimos pasar de nuevo “Los borrachos” con él. Y a mediados del espectáculo lo presentamos y el público lo aplaudió de pie, de tan querido que era. Entonces actuamos el número, yo con tremendo miedo por dos razones: una, porque no habíamos ensayado casi nada y aquello podría salir pésimo; y dos, porque actuaba con un ídolo, con un fuera de serie del humor, y el nerviosismo me mataba, me temblaban las piernas y no es mentira.

Pues comenzó el sketch y me fui dando cuenta, para mi total asombro, de que Idalberto no se equivocaba, no se le olvidaba nada y hasta le aportaba al personaje. Cuando más, cambiaba algunas palabras, pero el sentido era el mismo. Y así, con esa confianza y alegría, pude disfrutar la mitad final del número.

Cuando terminamos, el público de nuevo se puso de pie aplaudiendo y yo estaba en las nubes.

Lo despedimos con todo nuestro agradecimiento y él incluso tuvo tiempo para decirnos que íbamos por buen camino, nos dio varios consejos, nos deseó mucha suerte y jamás nos vimos de nuevo. No coincidimos nunca ni en televisión, ni en ningún otro escenario más. Murió en 1989.

No había podido rendirle homenaje a ese increíble comediante, a ese gran hombre que fue Idalberto Delgado, grande entre los grandes.

Que donde quiera que esté siga haciendo reír y que sepa que lo admiro y lo quiero siempre.

Ya me siento mejor.

Y ahora deseo informarle a los más jóvenes y refrescarle la memoria a los más maduros con una síntesis de su extenso currículo.

 

Idalberto Delgado en Televisión:

-En la década del 50 protagonizó con Manela Bustamante, la serie humorística en vivo “Cachucha y Ramón”.

-En 1955 actúa en la serie “Pototo y Filomeno”, con los grandes Leopoldo Fernández y Aníbal de Mar.

-En esos años también interviene en el programa cómico “La taberna de Pedro”, junto a Norma Suárez, Jesús Alvariño, etc.

-En la década del 60 trabaja en “Casos y cosas de casa”, junto a Marta del Río, Natalia Herrera, José Antonio Rivero, etc.

-En la década del 80 protagoniza “Tito, el taxista”, con Aurora Basnuevo y otros.

-En 1988 trabaja en la serie “así era entonces”, con Enrique Arredondo, Mario Limonta, etc.

-También fue muchas veces invitado a “Detrás de la Fachada” y otro programas.

 

Idalberto Delgado en la Radio:

-En 1948 participa en la novela “El derecho de nacer”.

-Desde 1963 protagonizó el inolvidable programa humorístico “Alegrías de sobremesa”, junto a Marta Jimenez Oropesa, Enrique Arredondo, Wilfredo Fernández, Agustín Campos, Carlos Montezuma, etc.

 

Idalberto Delgado en Cine:

-“No me olvides nunca” (1956, de Juan J. Ortega), con Manela Bustamante, Rosita Fornés, el mexicano Luis Aguilar, etc.

-“Las doce silas” (1962, de Tomás Gutiérrez Alea), con Reynaldo Miravalles, Enrique Santiesteban, etc.

-“El bautismo” (1968, de Roberto Fandiño), con Julito Martínez, Eloísa Álvarez Guedez, etc.

-“Vals de La Habana Vieja” (1985, de Luis Felipe Bernaza), con Ana Viñas, Reynaldo Miravalles, etc.

 

Idalberto Delgado en Teatro:

-Hizo muchas comedias teatrales.

-Según información que me dio Pedraza Ginori, Idalberto abrió una Sala que llamó “Idal”, con 218 asientos. Y entre otras, estuvo en cartelera por mucho tiempo una comedia titulada “Gane un millón”.

 

Idalberto Delgado en Humor Gráfico:

-Fue un caricaturista aficionado. Incluso publicó algunas y hasta hizo una exposición con sus obras.

Y por último, de nuevo nuestro cronista Yin, se acordó de un personaje que Idalberto hacía que repetía la frase: “¿Me dijiste?”, que se hizo popular en Cuba. El personaje se llamaba “Vistilla” y aparecía con unas gafas de cristal muy grueso, porque era deficiente visual.

Cierro su currículo con su frase inmortal, con la que finalizaba cada programa de “Alegrías de sobremesa”: “¡Qué gente, caballeros, pero qué gente!”.

 

Muchas gracias.

 

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No. 42

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No sé si veo todo en mi laptop muy pixelado o estoy pestañeando demasiado rápido.

Así que no sé si llamar al servicio técnico o al oftalmólogo.

 

No. 162

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"La oligarquía fascista nos critica porque no hemos hecho nada por este país.

A ellos les digo que toda esta revolución bolivariana

ha hecho un enorme esfuerzo por los pobres.

Tengo el orgullo de decir aquí que hemos desarrollado la pobreza.

¡Hemos incrementado el número de pobres!

¡Y aunque les duela a esa desprestigiada oposición tienen que admitirlo!"

... Nicolás Maduro.

 

El abogado defensor

images_3_4.jpegSi “A” mata a “B” y la policía lo atrapa, el abogado fiscal investiga, arma un caso y lo lleva a juicio. Si “A” tiene dinero contrata a un abogado defensor, o si no, le asignan un abogado defensor público. Eso está bien, es civilizado y justo. Y también veo correcta la presunción de inocencia. Pero ahora voy a mi dilema. Yo creo que el abogado defensor –el que sea, contratado o designado-, debe hacer una investigación igual que el fiscal, pero para aceptar el caso. ¿Por qué? Porque en esa investigación el abogado defensor puede convencerse de que “A” sí mato a “B”, entonces, ¿cómo va a defender a un asesino?

Estamos viendo a diario por televisión cómo los abogados defensores inventan subterfugios legales para ganar el caso y hasta logran que salga libre el criminal. Todo por vencer al fiscal, por adquirir fama de verdugo de fiscales o simplemente por fama y dinero. E inventan que “A” estaba loco en ese momento, o descaradamente dicen: la pistola se disparó sola, porque mi defendido no quería matarlo, al contrario lo quería mucho”, etc., etc.

Mienten sin escrúpulos ante las cámaras y ante el juez, y hacen lo que sea por defender a esa escoria de la humanidad. No me parece ético. Por ello me parece que debe existir una investigación previa, insisto, antes de aceptar un caso para no caer en inmoralidades y faltas éticas. Claro, si lo considera inocente de verdad después de investigar, pues a defenderlo con toda su fuerza y talento.Pero como el acusado debe tener, lógicamente, una defensa, deben existir abogados “de defensa extrema”, para que sean éticos y digan: “mi defendido sí mató a “B”, como dicen las pruebas, pero como no tiene antecedentes legales y es buen padre e hijo, pido que le den 40 años y no cadena perpetua”. Esa sería una defensa honesta y ética.¿O estoy equivocado?

 

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