Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
¿Vale la pena? Reflexión
Leí que cuando el Estado Islámico invade una ciudad de Siria o Irak, algunos mueren, o muchos de sus pobladores huyen aterrados, aunque la mayoría no reacciona y hasta se siente bien, porque a pesar de las estrictas leyes extremas, los yihadistas les aseguran comida, un techo y cierto bienestar si cumplen con todo. Lo que se conoce desde la Antigüedad como “pan y circo” para el pueblo. Y quizás algunos se cuestionen la dictadura a la que los someten y sobreviven sufriendo, porque luchar es imposible. Pero son los menos, sin duda.
Entonces cabe preguntarse: ¿vale la pena arriesgar mi vida o la de algún ser querido mío para ir a “liberar” a ese pueblo que en su mayoría no hace nada –o no puede-, por liberarse y acepta todo sin cuestionarse nada?
¿O vale la pena dar nuestras vidas por salvar a un pueblo que ni sabe que hay que salvarlo o hasta ni siquiera quiere que lo salven, sólo porque debemos defender los derechos humanos de cualquier ser bueno o malo, inconsciente o consciente, entendedor o ignorante?
Es una disyuntiva ética a tener en cuenta.
Para que el ejemplo nos sea más cercano: en Cuba huyeron uno o dos millones de habitantes, después de 1959, pero la gran mayoría: 15 ó 16 millones, vive dentro de la Isla. Ahí viven unos pocos que no les gusta que los gobierne un dictador, pero se quedan allí por las razones personales que sean. Otros muy pocos –después de 30 años de revolución-, decidieron ser disidentes y luchan con el apoyo del exterior, ya que con la globalización y las extremas necesidades económicas que el gobierno tiene, se les permite que existan hasta cierto punto. Y existen algunos que aún creen –supongo-, en el idealismo en el que creímos casi todos desde el inicio y hasta tengan esperanzas de verdaderos cambios. Y existen los que son conscientes de lo que allí sucede, pero viven tan bien usufructuando de sus cargos, su posición, su oportunismo, su ilegalidad y su confort material, que no les interesa nada más. Sin embargo, la gran mayoría ni siquiera se pregunta cómo es en realidad vivir en democracia, ni quieren saber si su gobierno es totalitario, o si hay nepotismo, o si se violan sus derechos, etcétera. Lo de ellos es vivir –sobrevivir-, con un pedazo de carne de vez en cuando, alguna ropita de marca y mucho reguetón. Esa es –a grandes rasgos- cómo piensan y sienten, al parecer, la mayoría de los cubanos que no se han ido de allá. Entonces, la pregunta obvia es. ¿quiénes somos nosotros, los que no vivimos allí para decidir si es bueno o no que se acabe la dictadura, si es bueno o no que los gobernantes de Cuba y E.U. se hagan amiguitos o no, etcétera?
Es más, ¿no cabría preguntarse si esa cifra de uno o dos millones que viven fuera, realmente se fueron porque no soportaban la represión, la censura, la violación de los derechos fundamentales, o solo se fueron por asegurarse el pan y el circo? ¿No será que muchos de estos últimos se van, además, para virar a cada rato y mantener a sus familias satisfaciendo sus necesidades materiales, sin importarles si están a gusto o no viviendo allá bajo ese régimen?
Y con esto no juzgo a nadie. Yo soy de los que piensan que cada cual debe ser libre de escoger cómo pensar y vivir.
Solamente lanzo la pregunta: ¿por qué tengo que morir por la causa de la supuesta libertad cubana? ¿Por qué debo sufrir por lo que le hacen a ese pueblo? Incluso, ¿por qué debo preocuparme por lo que sucede allá?
Parece fuerte, incluso inhumano, no preocuparse siquiera por eso ni por cómo aceptan vivir los habitantes de las ciudades tomadas por el Estado Islámico.
Pero, ¿no sabemos por la experiencia que nos brinda la Historia, que un pueblo supuestamente oprimido puede vivir así, sin problemas, durante muchísimos años? ¿Y no sabemos que esa mayoría que ni se cuestiona quién los gobierna ni cómo, de repente son “liberados” y salen a las calles a celebrar y a aniquilar a los mismos que aceptaban que los reprimieran? ¡Y de nuevo al pan y circo!
Ahora bien, ¿quiere decir que si un país tiene buena educación y buen nivel cultural, no sucedería nada de lo anterior? Lamentablemente, la Historia también nos dice que en países educados y cultos, surgen los neonazis, los estalinistas, cualquier nacionalismo ciego, o los locos religiosos como si nada, y toman el poder otra vez, borrando cualquier memoria. Así que tampoco por ahí hay que esperar la solución.
¿Y qué hacer? No sé, no hay fórmulas. Solo libertad de pensamiento.
Hasta ahora lo único válido para mí es vivir y dejar vivir, tratar de ser buena persona en todo sentido, según lo que yo entienda por eso, claro. ¿No les gusta la idea?
Homenaje póstumo: Daniel Rabinovich de Argentina
ME DUELE EL ALMA. Lo siento, pero el mundo ya no es el mismo. El humor tampoco. Espérame Daniel, compadre, colega, amigo. Ve haciendo reír a todos donde quiera que estés. Espérame con alegría. Sé mejor que yo que te despido con lágrimas.
Yo sabía que estabas yéndote, por eso publiqué estos párrafos a esta misma página en junio. Los repito ahora textualmente. No sé qué más hacer para homenajearte.
PARA MÍ ESTO ES MUY IMPORTANTE:
Me voy a dar un gusto aquí, así que disculpen los excesos y datos íntimos que quizás no les interese a muchos.Es que en estos días se cumplen 22 años del comienzo de una amistad con una persona que admiro y respeto como profesional, como poquísimos artistas en este mundo.El se llama Daniel Rabinovich y es fundador y miembro del mejor grupo de humor escénico-musical de Hispanoamérica de todos los tiempos y creo que me puedo quedar corto. Me refiero al conjunto argentino “Les Luthiers”.Daniel, de los cinco integrantes actuales, es el del bigote y la sonrisa amplia, pícara y contagiosa, por si alguien no lo ubica por nombre.
En 1985 nuestro grupo "La Seña del Humor de Matanzas" actuó en Cuba para ellos en la "Sala Atril" del Teatro "Karl Marx", junto a cien selectos invitados más y algunos colados. La presentación se realizó como un homenaje a sus funciones que estremecieron el mundo artístico-cultural de La Habana en esa época. Esa noche, al terminar nuestro número de “El Coro de Cámaras”, varios de los miembros de “Les Luthiers“se nos acercaron gentilmente a felicitarnos y tuve la suerte de que el primero que me abrazó fue Daniel. Ahí conversamos sobre lo extraño de que nosotros, viviendo en provincia, hiciéramos el mismo tipo de humor que hacían ellos, sin haberlos conocido nunca (a un año de presentarse "La Seña del Humor" nacionalmente y a solo pocos meses de verlos en vivo, la gran comediante cubana Zulema Cruz, nos mostró un cassette de audio pegado varias veces con scotch, donde apenas escuchamos algunos de sus números).Cuando en 1993, en una de las visitas de “Les Luthiers” a Chile (se presentan anualmente), me acerqué a él y se acordaba perfectamente de "La Seña" y de mí. Ahí comenzó nuestra amistad.Entonces cada vez que íbamos a Buenos Aires, disfrutábamos de sus funciones y después nos llevaba a su casa, a restaurantes, etcétera. Cada vez que venían a Chile, después de la función comíamos en casa, en restaurantes, incluso una vez lo llevé al “Damaris”, donde terminamos tocando percusión con el grupo salsero cubano que amenizaba.Sosteníamos larguísimas conversaciones sobre la teoría del humor, sobre la situación del humor Latinoamericano, y sobre filosofía, política, etcétera, pero mayormente de arte y de nuestras propias historias, mojadas casi siempre del mejor vino tinto, claro.Cuando publiqué el libro “Ortega y Gasset” con Rudy, otro gran humorista literario y escénico argentino, Daniel Rabinovich nos escribió el prólogo y yo sentí mucha emoción por sus palabras.Este gigante del humor a nivel mundial, este Maestro, este ídolo, este ejemplo de artista, de creador, con el tiempo se convirtió en uno de mis pocos buenos y queridos amigos en la vida, por sus enormes cualidades humanas. En todos estos años no hemos dejado de escribirnos constantes e-mails disparatados, cómicos y cariñosos, ni hemos dejado de hablarnos por teléfono o skype. Por todo lo anterior es que siento tremendo placer en recordar nuestra amistad de 22 años ya.Pero también aprovecho para decir públicamente de mi admiración hacia él como humorista, que raya casi en culto.Y, además, porque en estos días no se siente bien de salud, por lo que me encantaría que todos mis amigos de Facebook, los que hemos reído con Daniel Rabinovich, le demostremos nuestro apoyo, enviándoles –por favor-, nuestras mejores vibras para que se recupere lo más pronto posible. Gracias.
El humor (XVI). "No tiene límites. Los límites están sólo en la mente del ser humano"
Me sucede con este título que no estoy seguro de si he leído o escuchado algo parecido en algún lado. Parece una “frase para el bronce”. Por lo tanto, le pido a usted, amigo(a) lector(a) que si tiene información al respecto me lo diga, porque odio que me consideren un plagiador.
Aclarado lo anterior, voy directo a mi reflexión:
Cada vez con más frecuencia se debate sobre cuáles son los límites del humor. Esto se “viralizó” después de la masacre a la revista Charlie Hebdó y aún continúa hasta nuestros días. Todo el mundo quiere dar su opinión.
A mí no me interesa entrar en discusiones bizantinas, porque sabemos quiénes están en los bandos de los extremos.
Y los que analizan, intercambian opiniones y no tratan de imponer a toda costa su criterio, son los menos.
Pero sí me siento en el deber de hacer público lo que pienso al respecto, para el que le interesa saberlo, claro está.
Entro en materia. Si alguien cuenta un chiste vulgar, o alguien lo dibuja, o nos llega por cualquier forma dentro de la comunicación humana, tenemos la alternativa de negarnos a consumirlo; es decir, podemos decir: no voy más a ver a tal humorista, o no voy más a tal teatro, o no veo más tal programa de tv o radio, o no veo más las películas de ese actor o director, o no comparto una reunión social más con ese tipo. En fin, tengo la libertad y el derecho de hacer eso.
Pero hay más.
Tengo la libertad y el derecho de decirle a una o a millones de personas que no vayan a ver a ese humorista, o tal programa, o esa película, etcétera.
Pero voy más allá aún.
Si alguien considera que ese chiste vulgar es dañino para la sociedad, puede dirigirse civilizadamente a los canales que facilitan los mecanismos democráticos y demandar al autor o autores de ese chiste.
Pero cambiemos el contenido del chiste. Ahora se trata de un chiste que se burla, agrede, ofende, o humilla a alguien, o a las creencias de alguien. Pues esa persona –al igual que cuando el ejemplo del chiste vulgar anterior-, tiene la libertad y el derecho de no consumirlo.
Y también tiene la libertad y el derecho de expresar públicamente su opinión sobre el chiste y hasta hacer campañas para que una o millones de personas no consuman ese chiste.
Y más aún, como vimos, tiene también la libertad y el derecho de demandar al autor o autores, civilizada y legalmente, como se debe hacer en una democracia.
Ese es mi concepto de libertad de expresión. El humor no tiene límites. Es el ser humano el que decide que su límite es no tolerar ese humor.
En un país donde realmente existe libertad de expresión, solo se actuará contra ese chiste y sus autores, si los jueces analizan las leyes y ven que sí le hace daño a la sociedad de alguna manera. De lo contrario, nadie, ni el gobierno ni nadie puede acallar ese chiste, cerrar el lugar, apresar al humorista, etcétera.
¿Dónde radica el punto crucial en todo esto? En las leyes que existen en ese país. Por eso en las dictaduras es casi imposible hacer chistes contra nada, porque las leyes están hechas para proteger a los dictadores y, obviamente, ellos no pueden aprobar una ley donde se permita hacerle un chiste a una institución sí y a otra no. Ley pareja; es decir, para ellos todos tenemos derecho a censurar y a aplastar el humor.
Se sabe que el humor y dentro de él la sátira, es beneficiosa para lo sociedad, porque es constructiva. Muchas veces la gente no entiende eso y mezclas las cosas. Por ejemplo, si una institución, sea política, religiosa, o de cualquier índole, hace algo malo, entonces tiene merecido el látigo del humor. Sin embargo, sus partidarios se sienten agredidos.
Por otro lado, es probable que moleste e incomode un chiste con el que se agrede y humille a una religión, a un político, a un gobierno, a una figura pública, a una entidad cualquiera, etcétera. Incluso es probable que el chiste sea injusto y se hace sólo para hacer “bulling”, para dañar. Aún así hay que permitirlo. Esas son las reglas de la libertad de expresión.
Es que si permitimos que alguien haga algo contra un chiste por “X” motivo, entonces al otro día otra persona se siente con el derecho a hacer algo contra otro chiste por “Y” motivo, y así, de pronto va aumentando la cosa, hasta llegar a la dictadura, al fundamentalismo, donde no se puede hacer humor.
Debo aclarar algo. A mí no me gusta el humor de Charlie Hebdó. A mí no me gusta el humor que agrede y humilla, a mi no me gusta el humor vulgar. No me agrada el humor que incite al odio y/o le haga daño a la sociedad de alguna manera. Pero mi conducta es: si me encuentro un chiste que no me agrada, no lo consumo y a otra cosa. Ignorarlo es el mejor remedio.
Es mejor pasar ese pequeño mal rato de sentirse impotente ante la injusticia de tal chiste, que aplastar ese chiste con fuerza y leyes, porque para mí el riesgo de perder la libertad de expresión es más importante.
Por ello creo que no tengo límites, pero si los tengo y no me doy cuenta –como sucede también con frecuencia-, espero en la práctica tener el control de nunca ir contra ningún tipo de humor.
El Humor (XV). "Los límites"
Me han preguntado varios interesados en el tema sobre qué pienso yo de los límites del humor, concepto tan de moda últimamente.
Pues les respondo que a pesar de no tener la verdad, ni de estar seguro de nada, ya que es un terreno muy subjetivo, en mi opinión el humor no tiene límites, son las personas las que tienen límites.
El que crea humor tiene un límite o no lo tiene y el que consume ese humor tiene otro límite distinto, o tiene el mismo del humorista, o no tiene ningún límite.
Por lo tanto, mi consejo a los humoristas es que no se limiten para crear, no se preocupen de qué dirán o pensarán los consumidores (el público). Uno puede hacer humor sobre cualquier tema, sobre cualquier cosa en la vida y no se puede vivir con censuras, con lo políticamente correcto como espada de Damocles. Hay que olvidarse de tantas normas, reglas y dogmas que cada días nos agobian más.
Y mi consejo a los del otro bando, a los consumidores, es que disfruten solo del humor que les gusta, el que les da más gracia. Pero si por alguna razón no les agrada, o más allá, les agrede o les ofende, por favor, tomen uno de estos dos caminos: váyanse del lugar, cambien de programa de TV o de radio, cierren el libro, la revista, el video o la página web; o si no, sigan civilizadamente los canales de la democracia y demanden al humorista.
En mi caso, no creo que yo sea demandado jamás, porque hago humor blanco mayoritariamente, hago humor para divertir más que nada. No soy bueno para hacer otro tipo de humor; aunque soy de la opinión de que el humor blanco no está reñido con el humor para hacer pensar. Incluso pienso que hacer humor blanco solo para divertir, pero fino, inteligente y de calidad, es más difícil que hacer cualquier otro. Por eso me encanta crearlo y consumirlo.
Pero hay colegas que solo hacen humor ácido, demasiado crítico, agresivo, o grosero y vulgar y está bien, los respeto, porque la libertad de expresión está por encima de todo, pero no creo que lo consuma por placer jamás en mi vida. Eso sí, aunque rechace ese humor, tampoco demandaría a los que lo hacen.
Esta es mi respuesta a tan reiterada pregunta.
Cuento hiperbreve No. 6
-¡Te invito a irnos de farra!
-¿Y en qué iríamos?
-En mi nuevo auto, mira...
-¡Qué beauty! ¿Y a dónde vamos de farra?
-A comer beautyfarra.
Cuento hiperbreve No. 5
-¡Qué rica estás, mi reina!
-¿En serio? -dijo ella con la cara enrojecida.
-Eres muy exquisita, de verdad -comentó él, saboreando y masticando la oreja de ella.
-¡No te creo! -respondió la muchacha, secándose con su antebrazo la sangre que le corría por la cara-. ¡Seguro le dices eso mismo a todas...!
Ayer pasé por tu casa No. 9
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste una teta...
El pezón me dio en el ojo
y la silicona en la jeta.
Ayer pasé por tu casa No. 8
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste al General Contreras...
Cuando me dio perdió la conciencia...
(mentira nunca tuvo, dice la ciencia).
Ayer pasé por tu casa No. 7
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste a Maduro...
¿Cómo hiciste?
¿Le diste una patá po´l c...?
Ayer pasé por tu casa No. 6
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste una laptop...
Me dio en el tabique nasal.
Por suerte no había señal.