Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

No. 156

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Ahora que usamos tanto la mascarilla, se impone comer bastante cebolla y así evitamos el desagradable tufo.
¡Aprovechemos de ingerirla todo el tiempo por la enorme energía que nos proporciona!
Recuerde la máxima: ¡"En la onion está la fuerza!
 
 

LA SONRISA GRÁFICA-LITERARIA | THE GRAPHIC-LITERARY SMILE

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Esta es otra muestra de mi colección de fotomontajes humorísticos que parodian los clásicos de la literatura universal. (Pronto saldrán en un libro junto a las caricaturas de Carrillo).
 

El juego de las escondidas

animales-reto-viral-730x412.jpegSigo probando mis rimas infantiles graciosillas sobre animales, de mi libro inédito "Un pingüino como ningüino". Ojalá se lo lean a sus hijos, nietos, sobrinos y/o alumnos a ver qué les parece. Aprovecho para agradecer a los muchos amigos que me escribieron comentándome sobre el anterior poema que subí aquí.

 

"El juego de las escondidas"

 

Dentro del globo está el lobo,

en galeón está el león,


en el repollo está el pollo


y mula en emulación

 

En fragata está la gata


y en la albaca está la baca.

(¿Piensas que lo escribí mal?

Pues corrígelo al final).

 

En desatoro está el toro,

en provoca está la oca,

en acaloro está el loro


y en sofoca está la foca

 

En engarza está la garza,


y en venganza está la ganza

(De nuevo otro error, ¿lo notas?

... ¡Sí, no lo escribí con jota!)

 

Dentro del freno está el reno

y en el zapato está el pato.

(Descubre tú en los potros

dónde se esconden los otros).

 

LA SONRISA GRÁFICA-LITERARIA | THE GRAPHIC-LITERARY SMILE

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Pronto saldrá publicado un libro de Carrillo y mío con caricaturas de él y fotomontajes míos, parodiando a clásicos de la literatura universal. Esta es una muestra de mi colección.
 

Texto exquisito de Rubén Aguiar sobre el aniversario de la partida de Daniel Rabinovich

ll_0.jpegNo es la vida la que pasa, somos nosotros.

I.

Toda persona ocupa un lugar único, no transferible, en este tren imparable y sin estación de destino que es la Vida... Ineludible viaje. Cuando nos percatamos del tren ya estamos montados en él, no hay vuelta atrás. No pudimos elegir entre viajar o no. Más aún: somos cada uno el viaje mismo, su sentido y su fin.

Pero generalmente todo eso nos toma desprevenidos y transitamos la mayor parte del trayecto mirando tras la ventanilla “cómo pasa o cómo se nos va la vida”... Sin darnos cuenta plena de que no es la vida la que pasa, somos nosotros. Eso que creemos ver pasar a toda velocidad tras los cristales realmente está quieto. Somos nosotros los que nos desplazamos, los de la prisa... ignorada o evadida, incontrolable prisa que nos acorrala en ese espacio que se comprime y comprime entre lo que somos y el momento en que, también sin poder elegir, el viaje termina para nosotros y tenemos que abandonar el tren.

Porque todos nos bajamos algún día del tren. A la mayoría nos aguarda una oscura estación en medio de la nada y del olvido. Otro pasajero se sentará en nuestra silla, se ajustará lo que fue nuestro cinturón y, ciclo eterno, recorrerá como sea capaz su propio tramo del viaje. Así va este tren desde tiempos ha... cada vez más lleno... ocupados siempre casi todos los asientos...

Casi... En cada vagón se avizora algún asiento vacío... eternamente inocupado desde que el pasajero que en él viajaba tuvo que abandonarlo. Porque hay asientos en el tren de la vida que nadie puede volver a ocupar jamás.

Claro que toda persona abarca un lugar único e insustituible. Pero hay seres que, además de ese su lugar, tienen espacio real y conviven en lo mejor (o en lo peor en tantos lamentables casos... sólo que aquí hablo de los buenos) del ser individual que cada uno de los otros es, como un órgano más del propio cuerpo espiritual de estos otros pasajeros que, una vez aquel ha concluído su viaje, conservan en sí todo el espacio que ya no ocupa físicamente el hombre único y especial que se ha bajado.

II.

Daniel Rabinovich acaba de abandonar el tren. No importa dónde se bajó ni por qué... no aplica la tontería cuando se va alguien que no tiene sustitución. El suyo es un asiento que no podrá volver a tener pasajero. Y, amputado uno de esos órganos que dan sentido a nuestras personales vidas, andamos cojeando hoy de la sonrisa quienes portamos a Les Luthiers (y a Daniel como alma de esa institución del humor en castellano) en nuestra chequera de pagar aquella parte de la felicidad que es el reír desde la inteligencia y el buen gusto.

Así le iba y le irá por siempre al artista y al ídolo de quienes lo degustamos con admiración, respeto y placer absolutos .

Pero quiero cantar sobre otro escenario en el que también reinaba este hombre especial.

De la dimensión humana de Daniel Rabinovich supe a través de la vía más hermosa que transitamos los hombres, la de una amistad: la que mantuvieron él y mi hermano de camino Pepe Pelayo. Fue Pelayo quien me condujo al hogar cálido e intenso que era Daniel a través de las historias, anécdotas, travesuras cometidas al andar o intercambiadas entre ellos a través de encuentros, mensajes y cartas, llamadas y “madruguerías” galopadas del lloro a la risa y del poema al chiste sobre un sendero de respeto, admiración y mutua necesidad satisfecha de saberse y tenerse.

Sacudido aún por lo irreparable y lo a destiempo de la partida del argentino quiero sencillamente dejar constancia de mi personal orgullo y de la emoción que en momentos especiales esa amistad provocó en mí... no sea que a un servidor o al propio Pepe nos bajen repentinamente del tren (porque siempre sería en contra de nuestra voluntad) sin haber proclamado yo a tiempo (mientras aún en el tren estamos) el orgullo que sentí y siento de haber sido el rincón elegido por Pelayo para descargar su íntima emoción de saberse destino cuando la necesidad de un abrazo apuraba a nuestro ídolo común.

El orgullo es para mostrarlo. El orgullo que proviene de los grandes y hermosos valores... y que es imperativo moral del hombre. Sólo quien sin esas premisas exhibe orgullo es un fanfarrón... Les Luthiers es un ídolo para los integrantes de la Seña del Humor de Matanzas, agrupación humorístico-musical cubana de la que formábamos parte Pelayo como director y fundador y yo como pude, desde que a mediados de los 80 topamos con un casette de esos maestros del arte... “Daniel, el de Les Luthiers” era, es y será nuestro ídolo de los “lesluthiers”...

He pedido permiso a Pelayo para mostrar este hermoso texto que tuve el privilegio de que necesitara él compartir conmigo y que recibió de Daniel, que he guardado con celo y celos y que me proporcionaron dos (énfasis) orgullos: el primero por Pepe, que era el destinatario de los apremios de amistad de Daniel... el segundo por mí mismo, que lo era (y aún creo serlo) de los de Pelayo.

............

De Daniel Rabinovich a Pelayo. Diciembre de 2011

"Oiga Don Pepe:

Hace muchos años, una querida amiga mía llamada Paloma San Basilio, me regaló un rododendro.

Planta generosa, como mi amiga, no ha dejado de llenar mi jardín de flores rojas y bellas.

Cada vez que me acerco a ella, a la planta, me parece escuchar a Paloma cantando. Canciones picarescas, trozos de operetas y algunas otras que no logro reconocer. No tiene perfume, la planta, ni sus flores. A pesar de ello son realmente hermosas.

Y recuerdo a mi amiga cantando, charlando y comiendo y compartiendo una larga vida de amistad.

Esta mañana, mientras trataba de descifrar qué cantaba, mi amiga Paloma, me di cuenta de que había abierto una flor negra, el rododendro.

Primero pensé que era un bicho, alguna langosta o moscardón de los que la visitan, a la planta.

Pero luego, al observar detenidamente y más de cerca, al supuesto insecto, comprobé que realmente era una flor. Una flor negra.

Sorprendido, intenté comprobar si tenía perfume, la flor negra. Y sí. Lo tenía.

Un perfume a Caribe, a Islas de ensueño, a bongó y palmeras. A música.

Rápidamente traté de acordarme si había bebido y, por supuesto lo había hecho. Lo hago todos los días. Pero en una medida razonable, literalmente: una medida razonable. De manera que era imposible que estuviera en uno de mis habituales momentos, días o semanas de borrachera y falta de conciencia.

Y me habló... La flor. Me dijo que sabía mi historia, mi pasión por la música y por las plantas, mi culto a la amistad.

No creo que muchas flores hablen. Y mucho menos con ese sonido tan armonioso, como si cantara.

Me dijo que su negrura era de felicidad, de compartir con otras plantas y flores el amor por ese color.

Y me pidió que le cantara. “no me cortes, cántame”, me dijo, la flor.

“Una canción Caribeña, en lo posible Cubana”, agregó.

Le contesté con indisimulable pena que no conocía ninguna para cantarle y traté de consolarla tarareando un par de canciones en iddish, de las que tanto me gustan, a mí.

Primero se sonrojó, como de placer, y luego retomó su color negro y volvió a hablarme, la flor.

Y por fin me pidió que lo llamara a mi amigo Pepe, el cubano, para que le cantara a ella especialmente, a la flor.

Está hermosa, la acabo de ver, a la flor. Y aunque no huele a nada, creí percibir un cierto perfume a uvas, más bien a uvas fermentadas, como a licor.

Creo que la flor durará en su lugar, el rododendro, el tiempo suficiente para que alguien le cante en persona alguna canción Cubana.

Ojalá eso suceda pronto.

Hágase cargo.

DR" (Daniel Rabinovich)

 

La fiesta del pingüino

pin.jpegAmigos, me gustaría saber si les gusta o no esta muestra de mi libro inédito de rimas graciosillas para niños "Un pingüino como ningüino".
 
La fiesta del pingüino
 
El pingüino emperador
a todo el mundo invitó
para una fiesta en su honor,
¡y con disfraz exigió!
 
Llegó el momento esperado
y los animales fueron

tan perfectos disfrazados
¡que no se reconocieron!
 
Primero entró la tortuga
con su cabeza estirada,
fresca como una lechuga,
¡de jirafa disfrazada!
 
De cresta lució un zapallo
y de espuelas dos cecinas.
Era como ver a un gallo,
¡qué cebra más divertida!
 
Afeitadas las patillas

y con un tubo delante
se vio llegar a la ardilla,
¡disfrazada de elefante!
 
No faltó a la reunión

una hipopótama vieja
con alitas y aguijón,

¡muy parecida a una abeja!
 
Un puercoespín se lució
vestido de verde y rosa
y a todos revoloteó,
¡igual que una mariposa!
 
Llegó tarde y pavoneando
un chimpancé original

con diez plumas y chillando,
¡exacto a un pavo real!
 
El pingüino emperador,
como muñeco de torta,
fue tierno y acogedor,
¡así siempre se comporta!
 
Aquello acabó de noche
porque dicen que en la fiesta
de risas hubo derroche.
(Bueno, creerlo no cuesta).
 

Sobre el presente que recibí por ser Miembro del Jurado en Portugal

anfora.jpegPara los que se interesaron y preguntaron, les brindo la siguiente información sobre la pieza que tuve el honor de recibir de parte de los organizadores del V International School Cartoon Festival en Portugal, por ser Miembro del Jurado
 
Nombre: Cantarinha dos segredos (jarra de secretos)
Es una pieza de artesanía original de la cultura de la región portuguesa, donde se ubica la ciudad de Tondela, sede del Festival.
 
Molelos, es una antiquísima parroquia del actual municipio de Tondela (parroquia habitada desde tiempos prehistóricos, hoy tiene 2350 habitantes), y es uno de los últimos lugares de Portugal donde todavía se fabrican cerámicas mediante el proceso de cocción reductora, comúnmente llamado cocción de arcilla negra.
 
Proceso: se recoge la bola de arcilla -extraída de la zona, claro-; se pone el torno de alfarero a girar; con las manos mojadas en agua el artesano comienza a moldear y en un rato estará la pieza. Entonces se empieza a bruñir la pieza, es decir, pulir con un guijarro del río o del mar. Este lentísimo proceso, sirve tanto para eliminar imperfecciones en la pieza, como para darle un brillo, casi metálico, después de la cocción. Ahí se coloca la pieza en estantes de madera (segunda foto), donde la pieza se secará durante al menos tres días y luego procederá al horno. Tradicionalmente, las piezas terminadas se horneaban en una "soenga", es decir, en un hoyo poco profundo hecho en el suelo, donde se apilaba la vajilla y se cubría parcialmente con madera de pino y se cubría con terrones de tierra, luego se prendía fuego. Hoy en día se utilizan hornos de leña (tercera foto) y es en la etapa final de cocción donde está el secreto: el horno está sellado para que el monóxido de carbono, emitido por combustión, ennegrezca la arcilla.
Esta artesanía en Portugal se remonta, al menos, desde el siglo XVI y fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco
 
De todas las piezas que ahí se producen, la más famosa es la "Cantarinha dos segredos" que tengo ahora en mis manos.
El secreto es el siguiente:
Se llena la cantarinha con agua. El agua saldrá por los varios agujeros que tiene. Pero si se cubren dos, se podrá beber el agua por la parte superior como si no estuviera agujereada la pieza.
 
Toda esta información me la facilitó el amigo Ricardo Ferreira, el mismo que tomó mi foto y la incorporó como promoción del Festival (primera foto).
 
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A la memoria de Daniel Rabinovich

daniel1.jpegHoy se cumplen seis años del fallecimiento de Daniel Rabinovich (Les Luthiers).
A un año de ese doloroso día, escribí este texto. Hoy lo releí y sigo sintiendo lo mismo, por eso me atrevo a publicarlo de nuevo a su memoria...
 
"Un año ya, Daniel Rabinovich. Un año lleva ya el Humor viviendo sin ti. Es para no creer. Por suerte más de una vez te lo dije, cara a cara, con o sin vino de por medio y hasta por correo electrónico; así que decírtelo ahora en público no me parece tanta indiscreción, ¿verdad? Sin embargo, me da cierto pudor de todas maneras. Pero ¡al carajo!, decidí contarlo cada vez que pueda en tu memoria y eso es más importante que mis vergüenzas y vacilaciones. Aquí va...
Daniel, una de las cosas más importante que me ha pasado en mi vida profesional fue haber tenido la posibilidad de coincidir en el tiempo con el grupo más cómico del mundo, según mi opinión. Fue haber visto actuar en vivo a ese grupo. Fue haber sido presentado a los miembros de ese grupo. Pero subí la parada: fue haber actuado para ese grupo y que los integrantes de ese grupo me hayan felicitado (y a todo mi grupo, claro). Y fue, para colmo de los colmos, haber comenzado esa vez una relación de ¡colega a colega! con el más cómico del grupo más cómico del mundo. ¡Una relación contigo, Daniel¡ ¡Para no creer! ¡Que mi ídolo me dedicara su atención y su tiempo! Recuerdo que siempre te reías y te burlabas cuando te lo confesé (y cada vez que te lo repetía). Pero eso no se quedó ahí, Daniel, lo sabes. Tuve el privilegio, el honor, el orgullo y la suerte de que pasara algo más increíble, al mezclarse mi vida profesional y personal: ¡mi ídolo se convirtió en mi amigo. En un amigo de verdad. Me permitiste pasar de decirte Daniel a decirte Neneco, como si te conociera de toda la vida. Y me pusiste en un aprieto, amigo mío, porque tuve que aprender a verte como una persona querible y formando parte de mi vida particular, cuando siempre te había visto como mi personaje favorito en lo profesional, mi modelo a seguir. Pero tú me enseñaste, compadre, con tu sencillez, tu humildad, tu ternura y tu honestidad.
Dime si no soy un tipo afortunado. Si embargo esa rareza de ser amigo de verdad de mi ídolo profesional, duró poco. ¿30 años de conocernos y como 20 de amistad real? Es muy poco tiempo para tanto que nos faltó conversar, compartir comidas y vinos, hacernos pajas mentales, confesarnos secretos y hasta pensar en proyectos.
Perdona que a un año de tu partida yo haya hablado más de lo que significabas para mí y del vacío que me dejaste. Sé que la mayoría del mundo que te conoció hoy hablará de tus cualidades artísticas, humorísticas, etcétera. Y seguro que mucho lo harán mejor que yo. Quizás en otro aniversario lo intente. Pero hoy, en el primero, quise darme el gusto de hacer público lo que por suerte te dije en más de una oportunidad: gracias, hermano, por hacerme reír y llorar. Reír por admirarte tanto y quererte tanto, y llorar por verte partir y quererte tanto".
Nota: Primera foto en mi casa, ¿recuerdas? Segunda foto en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, donde presentaste el libro que escribimos Rudy y yo ("Ortega & Gasset. Crisis de identidad"), y que tú escribiste el prólogo. Ese día me hiciste reír mucho, a pesar de mis nervios y emoción. Nunca terminaré de darte las gracias, Neneco.
 
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