Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
El Humor (XV). "Los límites"
Me han preguntado varios interesados en el tema sobre qué pienso yo de los límites del humor, concepto tan de moda últimamente.
Pues les respondo que a pesar de no tener la verdad, ni de estar seguro de nada, ya que es un terreno muy subjetivo, en mi opinión el humor no tiene límites, son las personas las que tienen límites.
El que crea humor tiene un límite o no lo tiene y el que consume ese humor tiene otro límite distinto, o tiene el mismo del humorista, o no tiene ningún límite.
Por lo tanto, mi consejo a los humoristas es que no se limiten para crear, no se preocupen de qué dirán o pensarán los consumidores (el público). Uno puede hacer humor sobre cualquier tema, sobre cualquier cosa en la vida y no se puede vivir con censuras, con lo políticamente correcto como espada de Damocles. Hay que olvidarse de tantas normas, reglas y dogmas que cada días nos agobian más.
Y mi consejo a los del otro bando, a los consumidores, es que disfruten solo del humor que les gusta, el que les da más gracia. Pero si por alguna razón no les agrada, o más allá, les agrede o les ofende, por favor, tomen uno de estos dos caminos: váyanse del lugar, cambien de programa de TV o de radio, cierren el libro, la revista, el video o la página web; o si no, sigan civilizadamente los canales de la democracia y demanden al humorista.
En mi caso, no creo que yo sea demandado jamás, porque hago humor blanco mayoritariamente, hago humor para divertir más que nada. No soy bueno para hacer otro tipo de humor; aunque soy de la opinión de que el humor blanco no está reñido con el humor para hacer pensar. Incluso pienso que hacer humor blanco solo para divertir, pero fino, inteligente y de calidad, es más difícil que hacer cualquier otro. Por eso me encanta crearlo y consumirlo.
Pero hay colegas que solo hacen humor ácido, demasiado crítico, agresivo, o grosero y vulgar y está bien, los respeto, porque la libertad de expresión está por encima de todo, pero no creo que lo consuma por placer jamás en mi vida. Eso sí, aunque rechace ese humor, tampoco demandaría a los que lo hacen.
Esta es mi respuesta a tan reiterada pregunta.
Cuento hiperbreve No. 6
-¡Te invito a irnos de farra!
-¿Y en qué iríamos?
-En mi nuevo auto, mira...
-¡Qué beauty! ¿Y a dónde vamos de farra?
-A comer beautyfarra.
Cuento hiperbreve No. 5
-¡Qué rica estás, mi reina!
-¿En serio? -dijo ella con la cara enrojecida.
-Eres muy exquisita, de verdad -comentó él, saboreando y masticando la oreja de ella.
-¡No te creo! -respondió la muchacha, secándose con su antebrazo la sangre que le corría por la cara-. ¡Seguro le dices eso mismo a todas...!
Ayer pasé por tu casa No. 9
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste una teta...
El pezón me dio en el ojo
y la silicona en la jeta.
Ayer pasé por tu casa No. 8
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste al General Contreras...
Cuando me dio perdió la conciencia...
(mentira nunca tuvo, dice la ciencia).
Ayer pasé por tu casa No. 7
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste a Maduro...
¿Cómo hiciste?
¿Le diste una patá po´l c...?
Ayer pasé por tu casa No. 6
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste una laptop...
Me dio en el tabique nasal.
Por suerte no había señal.
El Humor (XIV). "Y la buena imagen"
Estados Unidos y Europa son los que, principalmente, hacen experimentos y estudios sobre el humor y la risa. Obvio, son los que pueden tener dinero para gastarlos en estas tonterías que me encantan. Espero que con la crisis económica ad portas, no borren de sus presupuestos el apoyo a las artes y a las ciencias, que son los primeros en afectarse en estos casos, porque “no son productos tan productos como otros productos”.
Bueno, el caso es que tengo la información de un experimento que se realizó entre los marines norteamericanos. Tomaron un pelotón “A” y le pusieron al frente a un sargento de esos típicos de las películas de Hollywood que vocifera, es severísimo, intratable, pesado, e impone la disciplina a sus soldados, “a la bruta”, “como los verdaderos hombres duros”. Por otro lado, a un pelotón “B”, le adjudicaron un sargento buena onda, simpático, chistoso, juguetón, muy accesible. A ambos sargentos les exigieron que no podían fallar en la formación de esos marines, los cuales todos sabemos que deben pasar por un entrenamiento muy fuerte, y una educación especial, ya que hay que capacitarlos no sólo física y técnicamente, sino en la psiquis y en lo emocional, para que se enfrenten con éxito a las guerras y sus terribles consecuencias.
Pues esos sargentos trabajaron con sus soldados por seis meses, más o menos, y a esa altura el Alto Mando les informó que tenían una misión en el Medio Oriente y cada uno debía armar con voluntarios su comando. Entonces el sargento duro y pesado le habló a sus hombres y pidió voluntarios para que lo acompañaran en la misión. Sólo unos pocos dieron el paso al frente. El sargento chistoso hizo lo mismo y más del 80% quiso acompañarlo en la peligrosa misión. El experimento se repitió varias veces y siempre dio cifras parecidas: unos pocos con el sargento pesado y una mayoría con el sargento simpático. Conclusión: la gravedad, la hiperseriedad, la severidad y la pesadez no son buenas para educar, para formar. El líder buena onda y con gran sentido del humor es más humano y da más confianza, más seguridad.
Con la imagen de los docentes en las escuelas pasa lo mismo. Obvio, son líderes también. Ya es un hecho que el concepto de “la letra con sangre entra” está caduco, entre otras cosas por su ineficiencia. En mis cursos “Gracias por enseñar” (la materia de mi libro del mismo nombre), donde imparto crecimiento personal, pedagogía y motivación a la lectura, todo a través del humor, dirigido a educadores, padres y mediadores de lectura, les digo que ahora es la época en que “la letra con risa entra”. Recuerdo una ocasión en que mi colega Aramís Quintero y yo impartíamos uno de nuestros talleres, y se nos acercó una profesora para decirnos que el año anterior la pusieron de inspectora y ella tuvo que aplicar disciplina en su escuela. Una escuela de niños algo “difíciles”. Y según ella no se dio cuenta de nada hasta que en la fiesta de fin de año, delante de todos los alumnos, los padres, etc., cada vez que nombraban a una profesora para entregarle un ramo de flores por su labor, todos aplaudían felices, pero cuando le tocó a ella, después de su nombre vino una rechifla horrible. Se dio cuenta de que nadie la quería. Y quiso participar en este taller de humor para intentar revertir la situación. Ahí la asesoramos, hizo ejercicios, aprendió técnicas, desarrolló su sentido del humor, etc. y comenzó a aplicar lo aprendido en su trabajo cotidiano. Recuerdo que nos llamó para decirnos que estaba muy agradecida y nos contó que comenzó su nueva imagen en la fila para entrar al comedor, a la hora de almuerzo, donde era difícil mantener la disciplina. Nos dijo que el primer día se apareció con una gran peluca roja y crespa y sin sonreírsiquiera, los mandó a entrar como siempre. Al otro día les dijo, con seriedad, que para entrar al comedor tenían que amarrarse la corbata en la frente y así, cada día los sorprendía con algo nuevo, disparatado, gracioso o ingenioso. Y también ella cambió de actitud a la hora del recreo. En vez de pasearse como gendarme por el patio, comenzó a participar en los juegos con los muchachos, o se aprendía chistes y los contaba, y los niños formaban corros en el patio para escucharla. Y se convirtió en la inspectora simpática, chistosa, buena onda, pero sin dejar de aplicar la disciplina. Cuando ocurría algo no dudaba en aplicar el castigo adecuado, etc., pero alternaba esa parte necesaria, pero fea, con la risa, el juego, la sensibilidad, y se volvió más humana y querible. En fin, que cuando llegó la fiesta de fin de curso y la nombraron, todo el universo escolar se puso de pie a aplaudirla con gran cariño.
Se sabe que los presidentes y primeros ministros, los jefes de grandes empresas e instituciones, etc. se preparan bien para cuidar su imagen a la hora de dar sus discursos, lo mismo ante la nación completa, que ante unos cuantos accionistas u hombres de negocios, etc. Ellos saben que tienen que buscar chistes relacionados con el tema de sus discursos y comenzar con eso. Saben que deben ir preparados con chistes para cuando se dañe el audio, se vaya la luz, se caiga un camarero, pase un avión a poca altura, o pase un vehículo con su sirena muy cerca, o se escuche un trueno, etc. Muchas personas ven y escuchan hablar a sus líderes y sucede algo imprevisto y ve cómo su líder sale de eso con chispa, con gracia, y se siente orgulloso de tener a un líder tan ágil de mente, tan simpático y la imagen de ese líder gana mucho ante los ojos de esa persona, que no sabe que está preparado todo.
Con los profesores ocurre lo mismo. Y aunque me digan que no tienen ese don, esa gracia natural, que son pesados por naturaleza, etc., yo les insisto que la palabra mágica es “preparación”. Con voluntad y tiempo pueden cambiar su imagen.
Muchos no saben que existen ejercicios para desarrollar habilidades y convertirse en personas simpáticas. Es algo muy fácil. Solo se necesita entrega y creer de verdad en los beneficios del humor y la risa.
El Humor (XIII). "El televisivo, ¿populista o elitista?"
La primera vez que actué en televisión fue en 1984 en Cuba, algo que seguí haciendo allá durante siete años más, como guionista, comediante y director de la Compañía de La Seña del Humor. Esa fue una primera etapa que me aportó mucho, tanto para la realización personal (nunca bajamos el nivel de calidad humorística), como para el ego. Por supuesto, aprendimos también a burlar la censura.
En 1991, Televisión Nacional de Chile me contrató junto a mi amigo y colega Aramís Quintero, para escribir un espacio para niños. Ahí comenzó una segunda etapa. Fue otra oportunidad de aprendizaje, al encontrarme por primera vez con el poder del mercado.
Estuve escribiendo y actuando en programas chilenos (como Sábados Gigantes, Pase lo que pase, etc.) hasta 1998, donde me invitaron a dirigir la sección de humor del Área de Entretención del canal estatal, donde impartí clases y formé a quince guionistas y alrededor de una decena de humoristasescénicos en la Escuela de Talentos y asesoré a los programas de esa época, según sus necesidades de humor.
De mi relación con la TV chilena es que deseo comenzar a reflexionar sobre algunas experiencias con la risa y el humor y ese medio de comunicación.
Comienzo en 1999, recordando un programa muy priorizado en el canal. Lamentablemente, no me identifiqué ni con el gusto, ni con la forma de trabajar de algunos en aquel equipo. Me quejé, pero la gerencia del canal 7 me obligó a estar ahí y no me quedó otra que renunciar. De ese mal momento me vienen a la mente dos cosas: una, me pidieron una sección de cámaras ocultas y yo llamé a mi equipo de guionistas y éstos escribieron decenas de graciosas cámaras ocultas. Pero el director del programa, con el apoyo del editor periodístico (ambos sin leer una línea de lo que les ofrecía), decidieron que no, que deseaban que yo buscara las cámaras ocultas de los años 70, guardadas en los archivos del canal. Yo insistí que mejor era algo original, con el sello del programa, etc., pero la comodidad de sólo pasar algo ya probado y de evitarse el trabajo de producción, se impuso. La otra fue la “gran idea” de hacer un concurso con desconocidos contadores de chistes. Eso estaba bien, sólo que querían que yo “cazara” a chistosos vulgares en bares de mala muerte y conseguirlos para dicha competencia. Alegué que así sólo tendríamos humoristas groseros, de mal gusto, pero fue en vano. Tuve que renunciar.
Otras anécdotas (no diré nombres de personas ni programas, para no dañar a nadie):
Recuerdo una vez que entregué un guión y me lo rechazaron, porque mencionaba a Napoleón y Waterloo. Me argumentaron que el pueblo de Chile no conocía bien a ese personaje y menos el lugar de su última batalla. El chiste sacado de un libreto de Aramís y mío de La Seña del Humor, decía: “Y a Napoleón a los ingleses le cortaron el agua y la lú, hecho mundialmente conocido como Water-lú”
En otra oportunidad, en mi guión se mencionaba al Sr. Alejandro Foxley, que en esa época era candidato a Presidente de la República, pero que se estaba quedando muy atrás en las encuestas. El chiste, un simple juego de palabras, decía: “(…) el cometa se aleja de la Tierra, como se va Alejando Foxley de la Presidencia”. Y me lo rechazaron porque me había equivocado: me señalaron que faltaba una “r” en el nombre, que era Alejandro y no “Alejando”. Sin comentarios. Nunca entendió nada la reconocida señora productora.
También me viene a la memoria un guión que nos pidieron a Pible (otro miembro de La Seña del Humor recién llegado a Chile, ahora viviendo en Miami) y a mí, para un programa estelar que se preparaba y el animador quería actuar. Nos pidieron un libreto donde el personaje principal fuera sordo (¡qué originalidad!). Se lo entregamos y lo rechazaron porque el guión tenía “demasiado alto nivel”; es decir, chistes muy finos. Nos pidieron entonces que bajásemos el nivel humorístico, ya que “era televisión y era Chile” (fíjense cómo esos dioses siempre subestiman al pueblo). Lo hicimos, pero hasta un límite, ya que menos que eso no podíamos hacerlo por ética. Al leerlo, nos criticaron entonces por el abuso de “cubanismos”. Exigimos que nos señalaran uno y su respuesta fue que en el guión aparecía, por ejemplo, la palabra “incorpóreo”. ¡Incorpóreo un cubanismo! Por supuesto, fue fácil demostrarles su ignorancia. Entonces aceptaron el guión. En el ensayo general el animador actuó con su personaje sordo y no logró sacarle ni una sonrisa al equipo de realización presente. Al ver su fracaso, no dudó en echarle la culpa al guión, diciendo que no era gracioso. Ahí me enojé e interpreté el personaje con el mismo guión y todos los allí reunidos se rieron. “Claro, como tú eres comediante profesional…”, me dijeron. Mi respuesta fue: ¿Y para qué hacen algo que no saben?
Bueno, para muestra un botón, pues tuve muchos problemas con la mediocridad en esta etapa. Muchos directivos, ejecutivos, directores y productores de la televisión chilena son los responsables de la mala calidad del humor en pantalla. Y son los que les ponen trabas a los creadores chilenos (aseguro que hay magníficos guionistas y comediantes).
Pero esta reflexión la hago, porque con el tiempo –la cuarta etapa-, he comprobado que esa mediocridad es frecuente en todos los canales de España, Latinoamérica y los canales latinos de E.U., por no decir el mundo entero, para no pecar de absolutista (aunque de verdad no me sorprendería que hubiesen pocas y raras excepciones).
Sólo de esta última etapa mencionaré la desagradable aventura que tuve en el canal 41 de Miami en el 2008. Allí fui testigo del pésimo humor que hacen (o hacían en ese momento, porqque ya no sigo a ninguna televisora), a pesar de existir también buenos guionistas y comediantes en La Florida. Pero el imperio del mal gusto, de la vulgaridad y de la ignorancia de esos directivos, ejecutivos, directores y productores, más el control que tienen los mismo humoristas mediocres para evitar que suba la calidad, más el silencio de los buenos artistas, que no pueden protestar para no perder sus escasos trabajos, hacen que sean pocas la esperanzas de que allí se eleve el nivel del humor. En fin, que fue una experiencia para olvidar.
Con todo ese “know how”, me he alejado de la pantalla chica, aún cuando he aceptado después incursionar fugazmente en algún que otro programa chileno y argentino.
Es que las sensaciones que a uno le produce como creador el hacer reír a través de este medio son contradictorias -supongo que a muchos colegas les sucederá lo mismo-, porque vemos que la calidad es pésima y el poder de la mediocridad decidora es enorme, sin embargo nunca se nos van las esperanzas de que eso cambie. Y sí, nos alejamos de la “caja mágica”, pero en el fondo, esperamos algún día que se aparezca un hada productora y nos diga: “vamos, te dejo hacer el humor que quieras en la tele, pero con una condición: que el rating sea bueno”.
Y a pesar de ese grillete, yo acepto, porque estoy convencido de que el buen humor le gusta a cualquier público. ¿Lo mejor entonces? Que el humortelevisivo no sea elitista ni populista.
El Humor (XII). "Y la política"
Da la impresión que estos dos conceptos están más relacionados de lo que uno se imagina. Propongo entonces reflexionar sobre este asunto, dividiéndolos en tres puntos.
De humoristas profesionales a profesionales de la política.
* Hace pocos meses Volodymyr Zelenskiy ganó la presidencia de Ucrania en primera vuelta. Era un comediante de TV donde en un SITCOM hacía de presidente y en broma se postuló y la broma creció hasta la realidad.
* Jimmy Morales, el actor de TV cuyo programa humorístico “Moralejas” estuvo al aire más de 15 años y que en enero del 2016 se convirtió en jefe de Estado de Guatemala.
* Francisco Everardo Oliveira es el nombre serio del payaso brasileño Tiririca, que en el 2010 causó furor al postular como diputado por Sao Paulo para la Cámara Baja y ser el segundo más votado en la historia de ese cuerpo legislativo. En febrero del 2015 asumió su segundo mandato, que continúa hasta hoy, e hizo famosa una frase: “El circo es más organizado que el Congreso, donde uno da un discurso y nadie escucha”.
* “Beppe” Grillo conmocionó la política de Italia hace pocos años. El cómico que había trabajado en cine, TV y teatro fue el triunfador en los comicios generales del 2013 al conseguir su partido, “Movimiento 5 Estrellas”, la mayor cantidad de escaños para el Congreso.
* Lenin Moreno, antes de ser vicepresidente y después presidente de Ecuador, era un estudioso de la teoría y la aplicación del humor e impartía charlas, cursos, etc., incluso publicó varios libros sobre el tema.
* "Tiririca" en payaso, comediante, humorista. En la actualidad, es diputado por el estado de São Paulo en el Congreso de Brasil.
* Al Frank es escritor y humorista. Desde 2009 hasta 2018 fue el senador junior del estado de Minnesota.
* Hayk Marutyan es comediante, guionista y productor. Actualmente se desempeña como alcalde de Ereván, la capital de Armenia.
* Jacob Haugaard es un comediante danés. Fue miembro del Parlamento de Dinamarca desde 1994-1998.
* Bhagwant Mann, comediante en idioma punjabi. Es diputado por el distrito electoral de Sangrur, Punjab, India.
* Jón Gnarr, es humorista islandés. Fue alcalde de Reikiavik, la capital de Islandia, desde 2010 hasta 2014.
¿Qué significa esto? ¿Qué los humoristas, por una visión mejor de la sociedad debido al prisma del humor, son los ideales para líderes políticos?
No sé. Pero me inclino a pensar que no. Los humoristas pueden ser políticos, como lo podrían ser actores, pintores, músicos, o carpinteros, abogados o doctores. Las capacidades y habilidades que se necesitan las puede tener una persona sin importar su profesión
Es más, ya me he enterado de que entre esos que acabo de nombrar, hay sospechosos de corrupción, hay algunos que han tomado pésimas decisiones, etc., como cualquier político tradicional.
Más bien –creo yo-, quizás esto de elegir humoristas es una consecuencia del desprestigio de la política y una reacción de los votantes para expresar que es mejor “un chiste” que la “gracia” de los corruptos e ineptos.
¿El humor político es de izquierda o de derecha?
Los políticos de derecha y sus simpatizantes, piensan que los humoristas son de izquierda, porque se ríen de sus posiciones conservadoras ante el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual, etc., o de la posición de poder de empresarios corruptos y discriminadores, de la severa y retrógrada religión, etc..
Pero las cosas han cambiado y los políticos de izquierda y sus simpatizantes, ahora ven que son víctimas de la risa también, porque la corrupción los alcanzó públicamente, por ejemplo.
¿Qué sucede? Que el humor no es de derecha ni de izquierda. El humor va contra la autoridad –cualquiera que ésta fuere-, cuando se ejerce de mala forma. Por lo tanto, da igual quién esté en el poder (si hablamos de gobierno, porque autoridad es también la oposición).
Da igual si la derecha o la izquierda está en el poder para el humor. Porque el humor de la parte oficialista no suele ser gracioso, ya que lo que hace reír es la sátira desde el lugar de los débiles hacia los poderosos cuando es justa esa sátira. Hacer humor desde las alturas del poder es más una muestra de cinismo que de humor.
Entonces, duele ver a ambos sectores atacando el humor. Y vemos a ambos colores políticos reprimir a los humoristas, intentando prohibir el humor contra religiones, militares, símbolos patrios, ecología, discapacitados, gays, negros, indígenas, mujeres, sexo, animales, etc., todos creyéndose tener la verdad, creyendo ser los "únicos buenos de la película", los seres superiores por ética, los santos, los que están por encima del Bien y el Mal.
Ya están cayendo en conductas dictatoriales. Porque no se trata –ni en esta época ni hace mil años-, que sea positivo burlarse de todo eso que mencioné. No entienden que se puede hacer humor de todo, sin humillar o dañar a nada ni a nadie. Pero ni escuchan ni leen, se han vuelto tan fanáticos que de solo saber que un chiste trata sobre esos temas señalados, ya hay que aplastarlo, desaparecerlo.
Claro, si un humorista hace un chiste que no le agrada a alguien, sea de derecha o de izquierda, ¡que no lo consumea y ya está! Y si se siente irrespetado, por las vías civilizadas de la democracia haga su demanda, es así de simple.
Pero si nos ponemos a prohibir, sancionar, censurar, eliminar al humor, porque se sintieron ofendidos los de derecha, enseguida y con el mismo derecho, los de izquierda nos obligarán a hacer lo mismo con el chiste que les ofendió. Y de ahí a desaparecer el humor político es solo un paso. Y si dejamos de hacerlo, perderemos una herramienta de salud social.
Recuerdo cuando llegué a vivir a Chile en 1991, con permiso del gobierno cubano por tres meses, para escribir la última temporada del programa "Pin Pon" de Televisión Nacional de Chile, con Jorge Guerra, los derechistas me decían que era guerrillero de Fidel y que regresara y los izquierdistas, al verme trabajar en Sábado Gigante después, a pesar de estar con permiso del Ministro de Cultura cubano, me decían que era un gusano de mierda, que debería estar en Cuba y no en Chile.
He tenido más experiencias de esas en estos largos años. Y para los que no lo sepan, no pertenezco a ningún partido político, ni perteneceré.
Me viene a la mente ahora un artículo de mi amigo y colega Enrique Gallud Jardiel, sobre lo que pensaba su abuelo -y mi ídolo en el humor- Enrique Jardiel Poncela. Este es un fragmento de sus palabras al respecto:
"Yo, aun contra todo lo que hayan podido decir, jamás he sido un hombre de partido ni podría serlo ahora tampoco. Sólo los no fanáticos de partido son artistas. Un artista fanático de partido deja de ser artista en el acto. Jamás he sido hombre de derechas o de izquierdas (refiriéndome siempre a las españolas). Me gustaron siempre las ideas inherentes a los dos bandos y con su mezcla estaba hecha mi ideología ecléctica. Dos ejemplos entre muchos: amaba el sentido histórico y reverencial de la tradición en mil aspectos, propio del programa de derechas; y amaba también el sentido porvenirista y reverencial del progreso y de la libertad, genuino del programa de izquierdas".
¿El humor político es políticamente correcto?
Es muy gracioso ver con distanciamiento la etapa de elecciones de un país. Muchos de los candidatos ven el humor y la risa desinhibida y humana como algo que puede perjudicar su imagen de líder. ¿Qué lástima, verdad? ¡Porque no saben que en realidad sucede todo lo contrario! Sólo hay que tener el tino y el tono justo para saber dónde parar y dónde seguir. Una vez más señalo que seriedad no es lo contrario de humor.
En los debates televisivos se subraya mucho lo que deseo comunicar. Al margen de la identificación política que uno pueda tener, es muy probable que muchos colegas vean a través del prisma del humor a un candidato usando una falsa sonrisa pegada todo el tiempo a la boca, porque se supone que le asesoraron que debía comunicar “alegría”, y la congela en su rostro sin pudor. Y al otro candidato usando la máscara de la gravedad y el aburrimiento, porque se supone que le asesoraron que debía comunicar respeto, responsabilidad, solemnidad y lo cumple con estricta obediencia. En ambos casos, carecen de sentido común, sentido crítico y sentido del humor, porque de lo contrario hubieran actuado de la manera más natural y tendrían mayor efecto sus mensajes.
En sus campañas existen candidatos que no se acercan a sus electores desde la campaña anterior y ahora llegan al barrio humilde con cámaras de televisión para demostrar -como les asesoraron-, que saludara a todos, que cargara a un bebé y lo besara, aunque lo orine. Es increíble cómo pueden crear tantas situaciones ridículas al no desarrollar la autocrítica.
Pero analicemos otro caso peor. Vayamos al extremo. Nuestros humoristas conocen de lo que son capaces los políticos que se convierten (quizás un viernes a las doce de la noche con luna llena) en dictadores . Y en cuanto lo hacen, con toda sus energías se defienden del "peligroso" humor. Sabemos que ponen a sus fuerzas de seguridad a rastrear chistes sediciosos, donde ellos aparecen protagonizándolos, o donde “atacan” sus perfectas y patrióticas acciones. Sabemos que los dictadores y totalitaristas (sean del color político que sean) prohíben hasta que los humoristas gráficos publiquen las caricaturas personales que les hacen, y que obligan sólo a ser públicos los chistes que critican “al cruel enemigo”, y así un largo etcétera.
Quiero compartir una anécdota sobre este tema que me impresionó cuando me la contaron. Fue la visita a Corea del Norte de una delegación oficial cubana, donde iba un reconocido humorista gráfico del semanario “Palante”. Al llegar, éste preguntó dónde estaba la revista o suplemento de humor más importante del país, para visitarla e intercambiar experiencias con colegas, y la respuesta que recibió fue: “Lo siento, compañero, pero nosotros ya superamos esa etapa”… ¡¡Superaron la etapa del humor!! ¡¡Ya quedó atrás ese flagelo de la sociedad!!
Triste realidad.
“La risa, el humor y los chistes políticos suelen ser pequeñas revoluciones y enemigos acérrimos del autoritarismo, las dictaduras y los totalitarismos”, afirmó George Orwell. El dramaturgo alemán Bertold Brecht afirmaba que no se debe combatir a los dictadores sino ridiculizarlos.
Por supuesto, como dijo el amigo y colega Joel Sánchez en una entrevista que está circulando por las redes sociales ahora, el humor "no tumba gobiernos". Pero le hace daño a la imagen del dictador, le hace perder respeto ante los ojos de su pueblo y eso puede ayudar a provocar otras reacciones contra ese tirano. Por eso estoy con Brecht de que hay que ridiculizarlos, atacarlos con sátira política. El humor es una estrategia de resistencia no violenta, dice el escritor Tomás Várnagy. Sabemos que el chiste político en la Unión Soviética era considerado como una “actividad contrarrevolucionaria”. Anekdot es la palabra rusa para “chiste político clandestino” y era una forma de desmentir la política oficial. Su tremenda popularidad socavó y deslegitimó al régimen soviético.
Por algo esos totalitaristas, esos dictadores les temen tanto al humor y hacen lo posible por no solo prohibirlo, sino extreminarlo.
Pero el humor político jamás va a desaparecer. La sátira es la forma más usada dentro del universo de la burla, en la creación del humor político.
“La sátira es una burla que implica un juicio crítico más o menos elaborado. Por su ejercicio del criterio, se deriva una enseñanza o valor didáctico más o menos claro y definido”. (Bienaventurados los que ríen. Aramís Quintero / Pepe Pelayo. Humor Sapiens Ediciones. 2007).
De ahí que la sátira sea utilizada como arma por los humoristas –sobre todo los gráficos-, y como tal la combate a toda costa el autoritarismo, las dictaduras.
En mi caso personal, ni escribiendo guiones para la compañía escénica La Seña del Humor en Cuba, ni como creador individual en las otras manifestaciones artísticas en que he incursionado, he podido hacer humor político de contingencia, de actualidad, de alto vuelo. No me “sale” bien (excepto algún que otro chispazo). Por otra parte, tampoco me atrae el humor mediático, localista, pasajero. Sin embargo, me encanta consumirlo (si es de calidad, elaborado). Y me interesa mucho analizarlo, estudiarlo y teorizar, como siempre. Me provocan mucha envidia los humoristas gráficos que diariamente crean una viñeta de ese corte en los medios de difusión y con calidad, obvio.
Desde aquí mi humilde homenaje a todos ellos, sean de izquierda o de derecha. Solo les pido que sean creativos, inteligentes, justos, imparciales, honestos.