Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
Un con-sentido del humor
Esta es una experiencia personal. La formación del mi sentido del humor.
El objetivo de redactar estas líneas es provocarle a usted una reflexión sobre este asunto. Hacerle recordar sus vivencias al respecto. Todo para remarcar la importancia que tiene apoyar la formación del sentido del humor en nuestros niños. Y pensar qué hacemos mal o bien. Quizás sin querer estamos reprimiendo su desarrollo. Pero sobre todo qué podemos hacer, repito, para facilitar su formación.
Este es mi caso.
No habré sido un niño carismático, pero sí asmático desde mi primer año de edad. Razón para tener una madre sobreprotectora, la cual me obligaba a jugar la mayor parte del tiempo en casa, porque en la calle, en los parques y plazas corría, transpiraba y entonces se me secaba la ropa encima, llegando la tos y faltándome el aire de inmediato. Eso, más la vocación de maestra y formadora de mi hermana -quince años mayor que yo-, facilitó mucho mi acercamiento a los libros y la lectura.
Menciono lo anterior, porque conozco estudios que dan cuenta de correlaciones positivas entre humor y habilidades para la lectura en niños de 6 a 9 años. (B. Fowles y M.E. Glanz “Competence and Talent in verbal Riddle Comprehension” Journal of Child Languaje).
Y yo leí mucho en esa etapa de mi vida (y en todas). Pero analizando cuáles fueron mis lecturas a esas edades, descubro que la mayor parte fueron historietas cómicas impresas, como la de los personajes Bugs Bunny, el conejo de la suerte, El Pájaro Loco, Las Dos Urracas, El Pato Donald, El Pato Lucas, Tom y Jerry, Lulú, El Coyote y el Correcaminos y otras más.
Esas historietas estaban cargadas de humor de principio a fin. De un humor ingenioso, “blanco” -infantil, claro está-, absurdo, exagerado y físico (caídas, persecuciones, tortazos, etcétera).
En mi niñez no abundaba la literatura infantil como ahora. Entonces solamente leía esas historietas, más los cuentos clásicos (Blancanieves, Cenicienta, Caperucita, por poner tres ejemplos nada más) y libros de adivinanzas, trabalenguas, chistes y otros pasatiempos, que yo devoraba insaciable.
Pero no sólo mi sentido del humor se formaba y nutría a través de la lectura, también tuvo su peso específico el humor audiovisual, porque para esas edades estaban programadas en la televisión espacios de dibujos animados (la mayoría cómicos y la mayoría con los mismos personajes de las historietas impresas). Un rato por la mañana y otro por la tarde. Y los domingos pasaban una tanda más larga de dibujos animados y algún que otro clásico filme del Cine Mudo o de los inicios del Cine Sonoro, donde disfrutaba del humor de Chaplin, Keaton, “El Gordo y el Flaco”, Los Hermanos Marx y muchos más. En fin, como me prohibían ver la programación para adultos de la televisión, nada más eso consumía. ¡Y era bastante!
Ya con 8, 9 y 10 abriles (más bien diciembres), tuve la suerte de escuchar en radio y ver en la televisión, un programa catalogado por muchos como el mejor espacio humorístico de Latinoamérica en esos años (y en cualquier época): La Tremenda Corte, con el famoso “Tres Patines” (Leopoldo Fernández) a la cabeza y el genial libretista Castor Vispo. Muchas cosas no entendía, pero me divertía bastante.
Un observación: tampoco se trata de formar a los niños con cualquier tipo de humor, porque si les damos el humor vulgar, grosero, de mal gusto, o esa burla ácida, sin elaboración artística, esa burla para humillar, agredir, solo estaremos formando seres básicos, elementales, sin cultura, pensamiento profundo, sin espíritu elevado. Seres que reirán solamente con esos comiquillos que usan las palabras tabúes, o los recursos de sexo, de escatología, etc. o el facilismo y crueldad de la burla agresiva.
En la Enseñanza Media, recuerdo con mucho cariño la importancia que tomó el chiste verbal en mi grupo de amigos (por no decir en mi generación).
Día a día vivíamos la expectativa de llegar al recreo para intercambiar los últimos chistes en un enorme ruedo que formábamos en el patio. Una de nuestras tareas obligatorias era recopilar nuevos chistes en revistas, suplementos, libros, u obtenerlos del folklor oral. Desde los chistes requeteviejos que contaban los adultos de la familia y sus amigos en esa época, como los eternos chistes del personaje Quevedo (mezcla de gracia costumbrista inocente con picardía); los del personaje Pepito, niño terrible, pícaro, travieso y jodedor cubano (con los años descubrí que cada país tiene un niño terrible en su imaginario popular, Pepito también lo es en México, como Jaimito en España, Argentina y Perú, Pierino en Italia, Toto en Francia, etcétera); hasta los que escuchaba entre los jóvenes, como los de Los atlantes (los conocidos como chistes de tontos).
De la época estudiantil tengo el delicioso recuerdo de salir de clases en una tarde bochornosa y estar hablando con mi amigo Moisés Rodríguez, jurándonos publicar una enorme antología de chistes, “cuando fuéramos grandes”.
Lo emocionante es que quince años después, Moisés y yo, junto a otro gran amigo, Aramís Quintero, fundábamos la Compañía La Seña del Humor de Matanzas, la cual iba a ser un referente en el humor cubano. Casi fue una premonición la de aquellos dos adolescentes, porque jamás nos imaginamos que “de grandes” seríamos profesionales del humor.
A fines de los años sesenta, con mis amigos y compañeros de estudios realzamos la broma sana como instrumento de diversión. Nos pasábamos el día buscando víctimas para nuestras inocentonas y pacíficas tomaduras de pelo. ¿Menciono algunas? Bueno. Nos dirigíamos a alguien con mucha seriedad, diciéndoles frases sin sentido, pero que dichas rápidamente y con la entonación indicada, podían pasar por reales y convincentes, aunque nadie las entendía. Por ejemplo, “¿Tú no lo cogiste cuando suba luego ahora, después de almuerzo, los tres que estaban allí?” Por supuesto, dependía de las reacciones de las víctimas para continuar improvisando. Doy fe de que a veces las cosas se enredaban, porque las víctimas interpretaban lo que querían y discutían con nosotros como si fuera un asunto grave y trascendental. No se me olvida una profesora, la cual me mandó castigado a la Dirección por algo relacionado con el asta de la bandera y “¡por ser uno de los tres que estaban ahí!”.
Otra tomadura de pelo la desarrollábamos mientras esperábamos nuestro turno para jugar pelota vasca, en el frontis que teníamos al fondo de nuestro centro de estudios. Cuando llegábamos al lugar, le preguntábamos a los jugadores cuál era el puntaje del partido en ese instante. Por ejemplo, nos respondían: “6 a 8”, envueltos en un disputado punto. Enseguida le preguntábamos: “¿A cuánto?”. Nos respondían mientras seguían jugando: “6 a 8”. “¿6 a…?”, volvíamos a preguntar. “¡A 8!”, nos contestaban con un grito, concentrados en su juego. “¿8 a 8, dices?”, insistíamos. “¡¡No, 6 a 8!!”, vociferaban sudando y agitados. “¿A favor de quién?” Seguíamos… Y por ahí reiterábamos preguntas tras preguntas hasta que los jugadores explotaban y nosotros y los testigos presentes también estallábamos también, pero de risa.
Mis amigos y yo nos enviciamos en aquella época de adolescencia-juventud con las lecturas de una revista -solamente comercializada en nuestra ciudad-, llamada Pepsina y Colagogo, donde disfrutábamos de textos increíbles, con un humor rupturista, absurdo y adelantado a su época. También con muchos deseos esperábamos al suplemento humorístico DDT, el cual nos refrescaba con el humor gráfico joven, ingenioso e irreverente a veces, de grandes caricaturistas cubanos. Y aunque parezca raro en esta época de Internet, visitábamos la hemeroteca de la Biblioteca de nuestra ciudad para disfrutar de los chistes gráficos de la Revista Bohemia de antes de 1959.
Esas lecturas humorísticas se hicieron tan necesarias, que pasamos de inmediato a leer a clásicos del humor literario. Para lograrlo, con la limitación de la industria editorial en el país, tuvimos que sumergirnos en la Biblioteca Provincial y robar libros de Mark Twain, Álvaro de Laiglesia, Daninos, Oscar Wilde y sobre todo de un autor que me marcó mucho en mi forma de crear después, alguien que me moldeó el sentido del humor: Enrique Jardiel Poncela, según muchos y yo, el mejor humorista español del siglo XX.
Pero continuando con la formación de mi sentido del humor: debo mencionar el humor radial del programa Variedades Radio Progreso, donde actuaban dos comediantes que me encantaban. Y después el programa diario Alegría de sobremesa, actuado también por excepcionales comediantes y con magníficos guiones.
En televisión, recuerdo los programas Cachucha y Ramón, Detrás de la fachada y San Nicolás del Peladero, espacios actuados por casi los mismo brillantes comediantes del programa radial mencionado anteriormente. En fin, un estupendo entorno para un humorista en formación, aún sin saberlo.
Según los catedráticos Rebeca Puche Navarro y Hernán Lozano Hormaza, en un estudio empírico del Centro de Investigación en Psicología, Cognición y Cultura de la Universidad del Valle en Colombia, los niños que despliegan un sentido humorístico y que dan cuenta de una mejor producción humorística dentro de su repertorio, son definitivamente mucho más populares y tienen más éxito social (encuentran más amistades y lo hacen más rápidamente).
Muchos autores postulan que las expresiones humorísticas pueden servir al propósito social de crear un sentido de comunidad y de aproximación entre personas, o contribuir a fortalecer el tejido social.
Yo fui -sin lugar a dudas-, un ejemplo perfecto de lo contrario del resultado del estudio que acabo de mencionar. Durante mi niñez y hasta los trece años, era un niño con gran sentido del humor, pero tímido, introvertido y por ende muy poco sociable.
Sin embargo, en cierto momento de la Enseñanza Media me di cuenta de mi débil posición social y comencé a abandonar la imagen de asmático, de nerd (“Abelardito” se decía en Cuba, “Mateo” en Chile) de niño “bien” y lo primero que hice fue hacerme el simpático, aprovechando el repertorio de lecturas y mi facilidad de producir “gracias”, un arte nuevo para mí, el cual fui descubriendo de a poco.
Y llegué a destacarme como “payasito” en mi curso, en mi vecindad, entre mis amigos y sobre todo, entre las chicas. Desde esa etapa hasta en la universitaria me destaqué como “florón”, “centro de mesa”, o como se le diga a la persona que se erige como foco de atracción en un grupo, fiesta o reunión y que hace de cuentachistes, o hace monerías, o “pinta monos”, como también se le llama a la payasería, esa cualidad menospreciada por tantos.
Sin embargo, al pensar ahora mismo en esa época de “payasito” o “bufón” (otro sinónimo de igual fortuna), yo fui feliz. Siempre estaba contento y le traspasaba alegría a todo el mundo. Por tanto, no me arrepiento. Al contrario, hasta me sirvió aquello para mi futura profesión de comediante.
Después descubrí las obras de los cubanos Miguel de Marcos, Zumbado, Pablo de la Torriente Brau, Secades, etc., más otros grandes escritores universales como Chesterton, Eca de Queirós, Sterne, Swift, Will Cupy.
También fue muy importante: el cine, como las películas de Jacques Tati, Louis de Funés, Pierre Richard y la excepcional “Comedia a la Italiana”, con sus grandes intérpretes Alberto Sordi, Marcelo Mastroianni, Ugo Tognazi, Mónica Vitti, Nino Manfredi, Vittorio Gassman y otros, guiados por brillantes directores como Dino Risi, Etore Scola, Comencini, Monicelli, etcétera.
En resumen, sin dejar de estudiar, jugar, ni de hacer las pocas responsabilidades que tenía a esas edades, con más o menos eficacia se formó mi sentido del humor.
Dentro de esa etapa formativa aprendí lo importante que es, cuando decía un chistes o un comentario gracioso, ver a la gente reír. Y si decía o hacía mi chiste en un momento inoportuno, agradezco que los adultos, sobre todo padres y profesores, no me regañaran y me inhibieran ahí, sino que me llamaran y me explicaran mi error en un aparte. Agradezco que no me castigaran por reír. Agradezco que me consiguieran obras literarias, gráficas y me dejaran ver y escuchar espacios humorísticos. Agradezco que me estimularan mi lado “gracioso”, ofreciéndome escenarios, tanto en clases al montar obras, por ejemplo, como en casa en juegos en familia.
Insisto, no se trata de que por todo aquello yo me convertí en humorista profesional. Ni se trata de que deseo que sus hijos y alumnos se hagan mis colegas. Me refiero a formar un ser humano con un buen sentido del humor para mejorar su calidad de vida, para mejorar su imaginación, su creatividad, su sentido común, elevar su espíritu, etcétera. Porque todo esos beneficios los da el humor cuando se incorpora a nuestras vidas.
Tengo grandes amigos y conocidos, que tuvieron parecidas formación que la mía y no viven del humor. Pero sí viven con humor y son bastante felices en sus vidas.
Y todo gracias a las gracias.
Muchas gracias.
Reflexiono sobre burla-risa / carne-espíritu
Dentro de la risa por burla, podemos encontrar risa sana, positiva, pero únicamente cuando la víctima se ríe también o por lo menos cuando es capaz de soportar la burla.
Esa risa sana y buena en los tiempos de Sócrates se le llamaba “klenasmos”. Pero también la burla puede ser muy agresiva, muy cruel, la que los griegos llamaban “sarkasmos” (castellanizada “sarcasmos”), construida con la palabra “sarkos” que significa “carne” (“un sarcasmo puede sacarte a pedazos la carne”. Otro ejemplo de la misma raíz: “sarcófago”). Supongo que de “carne” también venga lo de “escarnio”, que es aún una burla más humillante que el sarcasmo (una burla “descarnada”, ¿no?).
En fin, parece que desde siempre el humor blanco y la burla correctiva, constructiva e inclusiva es lo mejor para el espíritu más que para la carne.
Mi opinión: Humoristas en el Festival de Viña, 2018
Ante todo aclaro dos cosas: una, ya casi todo está dicho de esas presentaciones, así que sólo mencionaré lo que más me interesa. Dos, no soy crítico profesional, simplemente tengo una opinión por mis años en el humor y mi interés no es imponer mi criterio, debatir y menos herir a los humoristas. Recordar que este campo es subjetivo y todos tenemos derecho a expresarnos con respeto.
BOMBO FICA (primera noche).
Tiene tremenda vis cómica y domina muy bien el lenguaje de la comedia. Pero falló en esta ocasión. El fragmento de su incorporación al partido comunista, aunque bien actuado, no tenía mucho humor que digamos (no se puede confundir humor con risas). Incluso aprovechó para dar un discurso manido de los años 60 (aburrido ya en estos tiempos, algo que de tanto repetirse últimamente, ayudó sin dudas a que ganara las elecciones la derecha), y que en la rutina ni poniéndolo en boca de un personaje se salvó (aunque el público aplauda, fenómeno que sabemos ocurre en el arte).
También se equivocó en invitar a su presentación al veterano fonomímico y a la aspirante a vedette argentina. Tanto tiempo ellos en escena sólo sirvió para que uno pensase que estaba rellenando para no trabajar tanto. Si tuvo que hacerlo por contrato, el error entonces fue permitirles que duraran tanto sus presentaciones. El punto más alto de la rutina de este buen humorista fue cuando abordó lo que mejor se le da: el humor costumbrista, como la situación del pan y de la olla.
Feos asuntos extra escenario, señor Fica:
* El Pampero, otro magnífico comediante, aseguró que uno de esos chistes era de él y que lo usó en tu programa televisivo. Vi tu respuesta ante los periodistas y la encontré “sospechosa”, como tú mismo dices. Argumentaste que ese chiste lo has vivido en tu casa y que no pertenece a nadie. Eso es cierto, Bombo, a cualquiera se le puede ocurrir un mismo chiste. Pero lo que está muy feo es hacer el chiste de un colega, ese plagio es como robar. Con los infinitos chistes que se pueden crear, no hay necesidad de copiárselo a otro.
* No fue correcto que le dispararas a Kramer por burlarse de las presentaciones sin sentido del fonomímico y la vedette argentina. No fue una burla hacia ti ni hacia tu trabajo humorístico, Bombo. No puede ser que los códigos éticos funcionen para ti y para Kramer y no para ti y para El Pampero. Pero hay más: en tu rutina impartiste una clase sobre la diferencia entre grosería y picardía, sin dudas con la intención de que recordáramos a las humoristas vulgares que se presentaron el año pasado. ¿Eso no es lo mismo que le criticaste a Kramer por recordar tu rutina y que tanto te molestó? Sin dudas, hay inconsistencias éticas, Bombo. Pero, bueno, “hay de todo en la Viña del Casillero del Diablo”.
JENNY CAVALLO (segunda noche).
Poco hay que decir: primera vez que la veo, así que no sé si ella es así siempre, o sólo esa noche fue así por los nervios o por otra razón. Porque evidentemente estuvo muy plana, sin mucha vis cómica, sin mucha energía y proyección. Me dio más para locales pequeños o bodas o fiestas, pero no para un escenario tan grande como el de Viña. Su presentación se basó mayoritariamente en un humor de género. No la critico por eso, ni estoy de acuerdo con los que la crucifican por hacer ese humor. El humor teñido de misoginia o de misandria tiene el mismo valor. Ojalá no se use agrediendo al género opuesto, pero hay que defender la libertad de expresión en ambos casos. He visto cómo aplastan a los humoristas que hacen humor donde sale perdiendo la mujer (y a veces ni eso, porque es mala interpretación del chiste) y esas mismas personas callan cuando se denigran a los hombres. No es justo en ninguno de los dos casos. Pero, repito, si no nos gusta no lo consumamos, debemos entender y admitir que los humoristas tienen derecho a hacerlo. Y eso fue lo que hizo esa señora en el segundo día del Festival con poca fortuna. Continúa la actitud de los practicantes de stand up comedy -tan de moda-, de darse el lujo de comunicar mensajes en serio dentro de una presentación humorística y de tener una actitud paternalista con los espectadores, como si ellos estuvieran por encima del Bien y el Mal y siempre tuvieran razón en todo. En resumen, una modalidad que sigue al debe en el Festival.
STEFAN KRAMER (tercera noche).
Lo presentado por este imitador fue lo mejor de este año hasta ahora, incluso del año pasado en cuanto a calidad artística (no recuerdo ya años anteriores, así que no me atrevo a afirmar más allá). Tiene un talento excepcional para la imitación, sobre todo la capacidad de hacer mil voces. Pero además, canta y baila. Y no sólo eso, actuando es un buen comediante. Excelente la rutina, bien hilvanada para poder incorporar sus imitaciones. Lo que no me agradó fueron tres cosas: una, hacer chistes fáciles y obvios al imitar a políticos como Piñera y Bachelet (ojo, decir verdades o críticas directas no es humor, aunque la gente se ría, como han hecho otros comediantes en ese mismo escenario). Dos, necesité que muchos chistes hilvanado en la rutina, tuviera más elaboración, más complejidad artística-humorística. Si mostró un buen guión general, se debe preocupar más de los guiones de cada chiste, para complementar el humor de su talento imitador y de comediante. Y tres, no hacía falta que dijera algunas malas palabras que dijo. Por ejemplo: lo que le dijo a la vieja directora del colegio de su hijo cuando sí aprendió en cuál curso estaba, etc. A veces sentí que usaba esas obscenidades para asegurarse la risa que producen las palabras tabúes. Pero repito, fue la mejor actuación humorística de este año en Viña hasta el momento.
ALISON MANDEL (cuarta noche).
Practicante del stand up comedy. Estoy de acuerdo con algunos comentarios que he leído, donde dicen que se parece bastante a la rutina de otra colega suya. La verdad es que sí le encontré parecido a la de la segunda noche, por aquello de que es para una sala pequeña, de stand up comedy y no para ese escenario.
De todas formas, le doy las gracias a esa señora por no abordar los temas contingentes, políticos (no por los temas mismos, si no por lo grotesco y grosero que los hacen muchos humoristas) y estoy feliz por no escuchar tantas malas palabras en su rutina. Algo que la diferenció notablemente –y para bien-, de las dos comediantes del Festival pasado. Sigue en deuda el stand up comedy.
ALEJANDRA AZCÁRATE (cuarta noche).
Esta colombiana practicante también del stand up comedy se ganó al público. Pero le costó. Las infelices redes sociales hervían contra ella y varios espectadores chiflaron durante un buen rato, porque eran incapaz de asimilar el despliegue de vocabulario, dicción, prestancia y actuación. Somos un público acostumbrado a no pensar, a las malas palabras y groserías, las burlas gruesas y directas, por lo que nos descolocaron la pulcritud y elegancia de esa señora. Por suerte, no se desmoronó y la gente la fue aceptando. Se agradece su presentación, por lo que acabo de decir de ella. No sé si fue antes o después de su presentación que dijo algo muy a su favor: “no uso garabatos en mis rutinas porque es una herramienta muy básica”. Ojalá que nuestros humoristas asimilen eso de una buena vez.
Todo correcto con ella, pero para mi gusto, tocar temas de cómo se rascan los genitales e ilustrarlo en escena no era necesario de la forma en que lo hizo, o representar cómo hace el amor una recién casada con tanta obviedad en escena. En ambos casos encontré vulgar su puesta, aunque no agrede por estar envuelta en ese donaire que ella le da a su gestualidad y verborrea. Sin embargo, insisto, ese talento me gustaría que lo pusiera en función de temas más importantes, que al público haga pensar para elevar su espíritu. Ojo, no estoy en contra del humor sobre sexo, géneros, costumbrismo hogareño o íntimo de las parejas, etc., pero prefiero que eso se haga en otros espacios, donde uno paga para verlo y no desperdiciar el gran escenario masivo que provee Viña.
SERGIO FREIRE (quinta noche).
De nuevo otro militante del stand up comedy. Su rutina apenas tenía un hilo conductor, como hacen siempre esos comediantes. Entonces pudo tocar una amplia gama de temas. ¡Por suerte no abordó el ya aburrido argumento de ir en contra de hombres o mujeres!
Me encantó su despliegue actoral. Sin dudas, le levantó el nivel al resto de sus colegas que sólo se basan en la comunicación del texto, solo con ciertas intenciones expresivas. Usa el lenguaje actoral ¡como debe hacerse ya que está en un escenario!
Me encantó que no diera discursos políticos en serio, como hacen mucho el resto de sus colegas.
Me encantó que no abusara de las malas palabras.
Me encantó que no basara toda su rutina en contarnos historias sobre la relación de una mujer con su hombre o de un hombre con su mujer.
En fin, para mi gusto no superó a Kramer, pero fue el mejor comediante entre los que practican el stand up comedy. Y no solo de este año, sino el mejor entre todos los “standuperos” que se han presentado en el Festival en su historia.
Nota: No espero que todos coincidan conmigo. Ni mi interés -repito-, es convencer a nadie ni debatir el asunto. Solo deseo hacer pensar a mis lectores, estén o no de acuerdo con mi punto de vista. Gracias.
¿Por qué teorizar sobre el humor?
Si nos decidimos a publicar esta reflexión, es para mejorarle el camino a los que intentan estudiar los conceptos que consideramos fundamentales para entender los fenómenos principales del humor y la comicidad. No pretendemos ser exhaustivos ―lo cual es casi imposible en un terreno tan amplio― ni definitivos ―imposible también en este terreno, donde campean la subjetividad y un amplísimo espectro de criterios y enfoques, a veces demasiado estrechos o acotados, y otros tan amplios que resultan difusos.
Lo cual es comprensible en una materia que atañe a la naturaleza del ser humano pero que no comenzó a ser observada, pensada y estudiada de modo sistemático hasta fechas recientes.
Creemos que hasta hoy no se ha intentado o logrado un trabajo de conceptualización y esclarecimiento teórico que resulte abarcador y coherente, y que ofrezca una base común de entendimiento sobre los principales fenómenos del humor. En algunos aspectos existe un verdadero pantano conceptual.
Veamos una brevísima muestra de comentarios que evidencian ese pantano conceptual a que aludíamos.
Dice George Bernard Shaw: “El humor no puede ser definido. Es una sustancia primaria que nos hace reír: sería tanto como tratar de probar un dogma.” (Citado por Miguel Salabert en el prólogo a la Antología dehumoristas franceses contemporáneos).
Paul Valèry, por su parte (citado en la misma obra), se refiere de este modo a los intentos de definir el humor: “Cada proposición que contiene un intento de definición modifica su sentido; de manera que este mismo sentido no es rigurosamente más que el conjunto estadístico de las frases que lo contienen y que vengan a contenerlo”.
Gilbert K. Chesterton habla del humorismo en el mismo sentido: “Se trata de una expresión que no sólo rechaza toda definición sino que, en cierto modo, se jacta de ser indefinible; y suele considerarse como una deficienciahumorística tratar de buscar una definición del humorismo” (Cuatro granujas sin tacha. La salsa de la vida y otros ensayos).
En cambio, Noel Clarasó (en su Iconografía del chiste) afirma: “Se han impreso muchas páginas con el intento de definir el humor. Y hasta se ha dicho, erróneamente, que el humor es indefinible.”
El hecho de que algunos grandes autores consideren indefinible al humorindica la complejidad y las implicaciones subjetivas de este.
Otro aspecto de dicha complejidad, y del caos teórico que existe sobre el tema, es la diversidad de criterios respecto a qué es humor y qué no lo es. En otro lugar de su ya citada obra Chesterton menciona expresiones que según él no pertenecen al humor: “El humorismo es distinto del ingenio, de la sátira, de la ironía y de muchas otras cosas que legítimamente pueden producirdiversión”. Y aquí caben varias preguntas: si tales expresiones tienen en común con el humorismo la diversión (y se entiende que la risa, la sonrisa), ¿por qué son distintas de él? ¿Cómo hemos de intuír ―ya que no definir― lo que es el humorismo, para dejar fuera de él esas expresiones? ¿Qué término o concepto común debe abarcarlas?
Miguel Salabert (en la obra ya citada) acoge la misma idea de Chesterton, respecto a la sátira: “En risa puede también acabar la sátira. Y, sin embargo, la sátira es un género muy definido que difícilmente se presta a confusión con el humor”. Uno se pregunta: ¿es que el meollo del asunto radica en el grado de definición? ¿La sátira no es humor porque es una modalidad muy definida, mientras que el humor es, por naturaleza, indefinible? Entonces, ¿cómo coinciden, de manera inextricable, la reconocida condición de gran satírico y la de gran humorista en una figura como Jonathan Swift? Y Cervantes, ¿no despliega su humor haciendo la sátira de las novelas de caballería? (Sobran los grandes ejemplos).
Entre los fenómenos de la comicidad y el humor, el chiste es quizás el más controvertido. Wenceslao Fernández Flores, en su discurso ante la Real Academia de la Lengua Española, en 1936 (citado por Amado Lázaro Ros en su prólogo a las Obras Completas de Mark Twain, Edic. Aguilar S. A., 1966), expone un concepto limitadísimo de chiste, con una carga manifiestamente despectiva: “El chiste, que habitualmente consiste en un más o menos felizjuego de palabras, está muy abajo en el subsuelo literario, y si le aludo aquí es únicamente porque mucha gente aberrada lo incluye en la categoría dehumor y conviene la repulsa”.
Lamentablemente los autores de Humor Sapiens, y otros autores más ilustres, están entre esa gente aberrada. Julio Casares, por ejemplo (citado en la misma obra) responde a Flores: “El chiste cae dentro de lo cómico y lo cómicose convierte en humorismo desde que se le interpreta de una manera sentimental y trascendente”. Y Marcos Victoria, por su parte (en Estudio preliminar de lo cómico), sentenció: “El chiste es la flor de lo cómico”. Imagen esta que viene muy al caso en oposición a Flores, ya que la flor, como se sabe, es lo que más se aleja del subsuelo.
Otro campo espinoso es el de las ideas sobre la índole misma y las características esenciales del humor. Según Hipólito Taine (citado por Salabert en la ya mencionada obra), el humor “es algo amargo, acre, sombrío, que nace bajo el cielo frío de los países septentrionales y conviene solamente a los espíritus de los germanos, como la cerveza y el ‘schnaps’”. Ante una idea como esta, que caracteriza el humor de modo tan estricto y lo enmarca en un contexto cultural tan específico, cabe preguntarse: ¿y Rabelais? ¿Y Cervantes? ¿Y Mark Twain? ¿Y Eça de Queiroz? ¿Y ―fuera del campo literario― Chaplin? ¿Y Marcel Marceau? ¿Y Les Luthiers?... ¿Es el de estas figuras ―que no son, obviamente, germanas― un humor amargo, acre, sombrío? ¿O no es humorlo de ellos?
La respuesta de Taine y otros comentaristas del humor sería, en efecto, que no: no es humor lo de ellos. Porque para esos comentaristas el términohumor sólo puede aplicarse a una sutil e inteligente actividad del espíritu ligada al sentido trágico de la vida, y su expresión es una sonrisa triste,irónica y resignada. Para ellos la risa abierta, en cambio, es expresión de puracomicidad, y representa una actividad rudimentaria, gruesa, y por tanto inferior.
Las propuestas de Picqueroy y Scherer (ambos citados también por Salabert) implican ideas más bien opuestas entre sí. Según el primero, el humor “es la proyección del drama interior en lo que este presenta de más desgarrador” (idea afín a la de Taine). El segundo, por el contrario, dice: “El humorista es un buen muchacho que admite con Leibnitz que todo va lo mejor posible en el mejor de los mundos posibles”. Y para Stephen Leacock (citado por Pierre Daninos en El pijama), “el humor es la amable contemplación de las incongruencias de la vida y la expresión artística que se deriva de ella”.
Basta con esto para tener idea de las enormes diferencias de criterio que existen en torno al concepto y el uso del término humor.
Aramís Quintero
Pepe Pelayo
Mi opinión: El extremismo contra los humoristas.
Hace un par de días leí la siguiente noticia: "El Negro" Álvarez se vio envuelto en una fuerte polémica por las críticas que recibió tras su actuación en el Festival Nacional de Folclore de Cosquín, Argentina”.
Como me gusta saber lo que sucede con el humor en cualquier parte, busqué todo lo relacionado con esa polémica.
Pues resulta que el colega, un reconocido humorista argentino de largo historial, contó chistes en su presentación que no fue del agrado de ciertos sectores. Por ejemplo, hizo el chiste: “Un hombre llega a su casa y encuentra a su esposa en la cama con uno de sus mejores amigos. Se enceguece, toma un rifle y le pega dos tiros al hombre. La mujer lo mira y le dice: Tienes que controlarte, si sigues así, te vas a quedar sin amigos”.
Pues unas feministas extremistas lo acusaron de todo.
Yo ando perdido en este mundo, porque no entiendo dónde hay ahí discriminación. Si lo hay es hacia las mujeres infieles, pero no hacia las mujeres en general. Además, el que queda mal parado ahí es el hombre por cornudo profesional, ¿no?
Pero esto no es nuevo, hace un tiempo que los cuentachistes están siendo acechados por esa maldita moda del extremismo. Por ejemplo, si hacen un chiste sobre homosexuales, las organizaciones que defienden esa minoría sexual los atacan. Si hacen chistes sobre animales, las protectoras de animales los atacan; si hacen chistes sobre niños, las ONG que trabajan con UNICEF, protestan; si hacen chistes sobre mujeres, las feministas extremas los atacan; si hacen chistes sobre pueblos originarios, o sobre presos, etc., las organizaciones de derechos humanos los atacan; si hacen chistes sobre las plantas, los ecologistas verdes protestan; si hacen chistes sobre los poderosos, los que tienen billetes, los dueños de los medios de comunicación les cierran la posibilidad de trabajar; si hacen chistes sobre políticos, los gobiernos o los opositores los atacan; si hacen chistes sobre religiosos, las iglesias se los comen vivos, y así un buen etcétera.
Uno se preguntará: ¿y sobre qué temas pueden hacer chistes los colegas? Fíjense que digo “hacer chistes” y no “reírse de”, porque no es lo mismo. En mi opinión se está imponiendo esas modas extremistas –con el apoyo total que le da la chusma y la mediocridad que pulula en las redes sociales-, porque yo no veo mal que se haga un chiste sobre un gay, por ejemplo, mientras no se los discrimine. Chistes así hay. Si se trata en el chiste a un gay como se les trata a los hombres elegantes, o a las mujeres que hablan mucho, etc, ahí no hay discriminación. Pero atacar a un cuentachistes sólo por mencionar el tema, sin importar el contenido del chistes me parece una aberración.
Que conste, yo no soy cuentachiste, ni escribo ni actúo chistes con intenciones de burlarme de nadie. Mi humor es blanco y crítico hacia el mal gusto o los defectos humanos. Me gusta el humor inteligente, que haga pensar, tanto como el infantil. Así que no defiendo a los humoristas que se dedican a reírse de otros discriminando. Al contrario. Pero sí defiendo la libertad de expresión y su derecho a contar el chiste que quieran. Si a un sector de la sociedad no le gusta el chiste (o los chistes) de tal humorista, o cambia de canal, o mueve el dial, o se van del teatro, o cierran la revista o el libro, o sigue navegando. Pero si siente que ese chistes (o chistes) lo ofende, lo agrede, entonces por los canales civilizados de la democracia, le hacen una demanda y lo llevan a juicio; ¿no es cierto? Lo otro es hacer como los yihadistas y matar a los caricaturistas como en la revista Charlie Hebdó. Para allá vamos, lamentablemente, si seguimos con los extremismos y avalando que decidan solos por todos nosotros qué es bueno o que no lo es.
Pero lo más curioso -por decirlo así-, es que esos mismos sectores intransigentes que atacan a esos chistosos como “El Negro” Álvarez de la noticia, son los que ríen y aplauden a los supuestos humoristas que incorporan en sus rutinas ese humor ácido, hiriente, humillante (con o sin razón) hacia otros y todo envueltos en cientos de palabras obscenas, vulgaridades y groserías. Y hasta “colando” en sus presentaciones discursos serios sobre temas sensibles para ganarse al público. ¡Y con esas rutinas del llamado posthumor, con esas vulgaridades y esos discursillos serios se presentan como grandes humoristas, que tienen la verdad en sus manos, que están por encima del Bien y el Mal y son aplaudidos por los sectores extremistas! Esa gente es la que se está imponiendo en nuestras sociedades. Si queríamos mejorar, con esto no lo logramos, sin dudas.
Y no sé por qué me viene a la mente el festival de Viña del Mar que se acerca.
Entrevista al humorista Iván Camejo donde me menciona
Ciataré aquí sólo un fragmento de la entrevista al destacado humorista cubano Iván Camejo (en la foto de abajo), publicada en cibercuba.com, donde me menciona. Le envío un gran abrazo y mi agradecimiento:
“(...) Si uno toma los peores ejemplos se puede hablar de una crisis del humor, pero si das la vuelta al rostro y ves a los buenos, te das cuenta de que tal crisis no existe. Siempre ha habido y hay un grupo grande de creadores, dentro o fuera de Cuba, que se mantienen haciendo una obra importante.”
¿Ejemplos?
“Pues, no puedo dejar de mencionar a algunos, tanto dentro como fuera de Cuba. Esos que siguen poniendo en alto el nombre de nuestra cultura. Pienso en Alexis Valdés como uno de los más universales humoristas que ha dado Cuba; en Pepe Pelayo y su trabajo incansable con el humorismo; en Ramón Fernández Larrea, Virulo, Pible, en muchos otros para los cuales el humor sigue siendo una razón de ser" (...).
Si le interesa, ver la entrevista completa aquí:
El feminismo extremista
Hace poco subí un video en facebook sobre el mal uso del idioma. Eso provocó una respuesta extensa y en duros términos de una mujer. Me vi en la obligación de responder, pero lo hice en un nuevo post para que todos leyeran mi opinión, porque me interesa hacerlo más público para que sirva de motivo de reflexión. Por la misma razón lo subo ahora a mi página.
Ante todo, dejo bien claro que respeto todas las opiniones, incluso no estando de acuerdo con ellas.
Primero, pienso que eso de decir, "chilenos y chilenas", "todos y todas", etcétera, en los discursos y declaraciones de las autoridades y políticos en general, es una moda. Antes de eso sólo utilizaban ese error las feministas duras, las extremistas. Y desde hace poco tiempo lo usan esas personas para congraciarse con el electorado de las supuestas jóvenes ideas y el famoso “movimiento social”. Una moda que espero pase rápido.
Segundo, para mí la RAE (Real Academia Española) es una institución rígida y conservadora, pero muchas veces tenemos que guiarnos por ella, porque no hay otra tan “oficial”. Y cuando le doy crédito como “oficial”, me refiero a que sí me interesa –y mucho-, el respeto por mi idioma. Ojalá otra más liberal lo hiciera "oficialmente".
Cuando una palabra nueva es tan usada que la RAE la aprueba, no tengo dudas de que se está enriqueciendo el idioma. Pero de eso a violar las reglas así porque sí, va un trecho.
Si está estipulado que cuando se dice "niños" en general, se está también abarcando a las niñas (ver la explicación en dicho video), pues yo lo utilizo así felizmente. Y para nada veo que se discrimina a la mujer. Ponerse a pensar eso me eriza los pelos, porque lo encuentro un fanatismo –es mi opinión y la digo aunque no le guste a las extremistas.
Tercero, yo hablo por mí, por supuesto. Por tal motivo confieso en estas líneas que nací en una pequeña ciudad o pueblo grande llamado Matanzas, en Cuba. Isla que siempre ha sido machista por lo general, así que si a eso le añado el provincianismo de Matanzas, tuve por qué ser machista, ¿no? Pero hay más.
Confieso que mi padre (EPD) –que quería mucho-, no se metía en mi formación, en mi educación integral. Las que sí lo hicieron fueron mi madre (EPD) y mi hermana 15 años mayor que yo (EPD). Ellas me formaron como un hombre machista. Sabemos que las principales causantes del machismo son las madres o tutoras. Y digo mayoría, porque con el tiempo las mujeres y los hombres han tomado más consciencia y ya se preocupan un poquito más de que eso no suceda.
Pues bien, cuando fui a la Universidad en La Habana, esos conceptos tan machistas y provincianos fueron cambiando algo en mí. Y cuando viví la hermosa experiencia del grupo de teatro la Seña del Humor, aún más. Claro, mi cambio fue posible por mi voluminosa lectura, ¡la cantidad de horas/libros que me gasté!
Así que ya al llegar a Chile y volver a casarme (tengo por testigo a mi esposa) ya no quedaba ni queda ni un atisbo de machismo.
Lo anterior es para señalar bien marcadamente que jamás se me puede pasar por la mente que al decir “niños”, estoy siendo machista, discriminando las mujeres. Ojo, no creo que tratar de que las niñas vean este error sea una buena formación. Para mí se deben formar con la verdad, con espacios de información y debates sobre estos temas, pero violar reglas de mi idioma para ese detalle simbólico que quizás ni ellas mismas se den cuenta, no me cuadra. No creo que diciendo esos errores las mujeres no tengan los mismos derechos cuando crezcan. Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Cuarto, yo estoy de acuerdo –el que no lo esté está perdido en esta vida-, en que las mujeres han sido discriminadas históricamente y que eso deber terminar. Tienen que tener las mismas oportunidades que los hombres, ganar lo mismo, decidir en todo lo relacionado con su cuerpo, tener los mismos deberes y derechos, etc. Acepto entonces que las mujeres se agrupen y luchen. Cuentan con mi apoyo contra los machistas cavernícolas que aún existen. Pero apoyar a las feministas extremas va más allá de mi alcance. Todos los extremos hacen daño.
Una vez escuché –sobre este tema del lenguaje-, que algunas ya decían hasta “cuerpa” en vez de “cuerpo”. Díganme si no es una locura.
Puedo entender que algunas mujeres, más sensibles, se sientan muy apasionadas por el tema y vean al macho-diablo en todo. Por eso ven el fantasma de la discriminación si no dicen o escuchan “chilenos y chilenas”, “todos y todas”, etc. Pero no es así, amigas. A mí no me pasa ni por la mente, ni a muchísimos amigos míos tampoco.
Tienen que sacar el pie del acelerador de ese vehículo absurdo y concentrarse en las verdaderas causas de la discriminación. Aléjense del feminismo fundamentalista. Insisto, yo apoyo todo eso. Pero hacer guerrita con el idioma como símbolo del machismo es como mucho.
Yo no creé ese video que subí, pero estoy muy de acuerdo en lo que ahí se dice.
Quinto, y en cuanto al uso del término “dictadura” en ese video, lo considero correcto. Una dictadura no es sólo la de un gobierno, no es sólo política, se le puede decir dictadura a cómo un hombre domina y controla a su esposa, a cómo se rige un partido, una institución social, un equipo de fútbol, o lo que sea. Por ello, si vemos algo que no es lógico como eso de mandar autoritaria y totalitariamente a que se diga así o asao una palabra o una frase o giro, es una dictadura, en este caso disfrazada de movimiento igualitario. Porque repito, los movimientos por la igualdad de la mujer no sólo son válidos, es que debemos apoyarlos todos, pero que las mentes fanáticas se escuden tras las buenas banderas para decidir esos errores que dañan nuestro idioma, no lo podemos permitir. Porque si lo hacemos, permitimos las dictaduras.
Y no es ofensivo comparar ese término para mí, porque viví en una dictadura por 39 años y sí sé lo que eso significa.
Feministos extremos y feministas extremas: los extremos se unen. Sabemos que los extremos políticos de derecha e izquierda producen dictaduras, fascismos. Pues los extremos feministas se igualan pero no al hombre, sino al machista.
Y palabra que me siento feminista. Ojalá dios sea mujer, ¡pero no dictadora!
¡Qué mal lució el Papa en Chile!
En todo este asunto del gesto de apoyo que le hizo el Papa a un encubridor de pedoliflia (lo es evidentemente aunque "legalmente" no haya pruebas) en su visita a Chile, quiero que nos enfoquemos bien en el verdadero meollo del problema. No se trata de si el Papa es de izquierda o de derecha, como ya he leído por ahí.
Veamos. primero, como siempre hago, confieso que soy agnóstico y me da igual que las religiones crezcan o que disminuya el número de sus fieles. Las instituciones no me interesan. Pero sí me interesan las personas. No me molesta que existan seres humanos que crean en Dios. Mientras sean buenas personas da lo mismo en lo que creen.
Por ello digo que lo importante en este pésimo gesto del Papa, es que poca gente le cree, ya que se hubiera esperado que pidiera perdón, pero PERDÓN de verdad. No se trata de pedirlo en un balcón, en un púlpito, en una tarima o en twitter, ante un público cautivo. Se trata de decirlo y apoyar los dichos con acciones. Por ejemplo, en vez de expulsar deshonrosamente de la Iglesia al cura Karadima y a una pila de pedófilos cochinos esparcidos por el mundo, los cambian de parroquias (barriendo para bajo de la alfombra), o los tienen a resguardo, viviendo como dioses en retiros, vacilando la vida después de lo que hicieron. En fin, que el Papa no ha demostrado que está haciendo algo concreto contra ese cáncer. O peor, está haciendo que con ese gesto de hoy dudemos de su integridad. ¿Por qué apoyó a un tipo que se hizo cura por Karadima, que siempre fue la sombra de Karadima? Me imagino que su dios lo sepa, porque yo no quiero saberlo. Si Francisco hubiese sido medianamente político habría dado la orden de que Barros no se presentara con él públicamente. Pero hizo lo contrario.
Amigos, las religiones las crean los hombres y las manejan los hombres (literalmente, porque ahí las mujeres son de segunda categoría). Y sabemos que entre los grupos de hombres siempre hay gente buena, mala y regular. Parece que en estos tiempos tocó que las autoridades de la Iglesia Católica, tanto en Chile como en el Vaticano, no sean mayoría buenos, por decirlo de alguna manera.
Repito, mi crítica es contra lo mal hecho, no contra las personas que crean en los principios de Jesús. El que quiera que crea y está bien. Somos libres de pensar como queramos.
Pero ojalá que todos los buenos seres humanos que son creyentes se unan para protestar contra esta falta de respeto y subestimación al pueblo de Chile que le hizo el Papa (ver foto de abajo).
Mi apoyo a las víctimas y que sigan luchando por justicia.
¿La gente con mayor sentido del humor es más antisocial?
Me entretuve leyendo la traducción de un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology. Se trata de una investigación dirigida por Kai Chi Yam y Christopher Barnes de la Universidad de Washington en Seattle.
Supe que ellos escogieron a un grupo de cien personas a las que se les pidió que evaluaran chistes y que, de acuerdo a éstos, dieran a conocer sus opiniones de la forma más sincera posible.
¿Cuál fue el resultado? Aquellas personas que se mostraron más sinceras, presentaban menor sentido del humor, aseguraron los investigadores.
Al ver eso enseguida me pregunté: ¿significa que mientras más hipócrita y deshonesto es alguien, mayor sentido del humor tiene?
Continué leyendo y surgieron más dudas. Por ejemplo, el estudio científico también arrojó –y cito textual-, que aquellas personas con un “humor más simple” tienen mayor facilidad para relacionarse con otros, mientras que aquellas que eran más sinceras y directas, proyectaban ser personas “difíciles de tratar”.
Analicemos paso a paso. “Las personas con un humor más simple son más sociables”. Lo primero es entender qué quiere decir “humor simple”. ¿Que no consumen o crean un humor más sofisticado, más intelectual, más elaborado? ¿Qué se ríen solo de tropezones y acciones físicas, o burlas directas y humillantes, o vulgaridades, obscenidades o cosas así? Raro. He conocido y conozco personas que consumen y crean ambos tipos de humor (intelectual y básico, por decirlo de una manera muy elemental) y muchos son muy sociales y muchos no lo son.
Entonces, si no se trata de humor como ejercicio del sentido del humor, quizás se refieran al decir “humor simple”, al concepto de humor como estado de ánimo, como talante, como actitud ante la vida, ¿no? Si es así, llegamos a otra confusión: ¿cómo sería un estado de ánimo simple? ¿Humor simple es el de una persona sencilla, que no se complica mucho, que es bonachona, felizona? ¿O es una persona poco culta, menos profunda, menos preparada, menos educada?
Pero bueno, sea lo que sea tener un humor simple debe ser bueno, debe ser una cualidad positiva e importante, ya que dicen que las personas así se relacionan mejor con otros.
Sin embargo, el resultado que analizábamos tiene una segunda parte: “las personas más sinceras y directas son difíciles de tratar”. Eso uno lo podría entender, porque sabemos que las verdades duelen y sabemos también que hay que tener tacto para decir las cosas, etcétera.
Ahora bien, ¿una persona que no es sincera y directa; es decir, que es deshonesta, intrigante, turbia, de segundas intenciones, hipócrita, etcétera, es más fácil de relacionarse?
Por otra parte, lo que me deja también con muchas dudas es la relación de ese concepto con el humor, porque como vimos, no llegamos a una conclusión definitiva al reflexionar sobre la primera parte del resultado que publicaron.
Y vayamos al final del texto que leí: “Aquellos que ponen menos énfasis en la honestidad y sinceridad tienen menos sentido del humor que sus homólogos “moralmente conscientes”. Dicho de otra manera, según ellos, “las personas más honestas y francas tienen más sentido del humor”.
¿O estoy loco o me perdí algo? Vean, por favor, la frase que puse en negritas al inicio. ¡Es lo contrario!
Me imagino que sea un error de traducción, o algo así.
Pero me alegro porque me sirvió para jugar un poco con esos conceptos y me dio una justificación para poder reunir algunos puntos sueltos sobre el sentido del humor, que muchas veces toco en mis “Charlas Chaplin”.
Aquí van de forma graneada:
* Los animales tienen emociones como la alegría y la expresan, pero el humano tiene sentido del humor y eso tiene que ver con el lenguaje, la representación simbólica. Ahí está la diferencia.
* El sentido del humor es más que la risa. Psicológicamente, la capacidad de percibir el humor en una situación es tan importante como la risa en sí.
* Tener el sentido del humor desarrollado y estimulado no significa que usted tenga que ir por ahí riéndose de todo y de todos. Significa que aprende a ver el aspecto cómico y humorístico de las cosas (que son dos conceptos distintos), además del aspecto serio de esas cosas.
* “La gente con sentido del humor y los niños se recuperan de las heridas más rápidamente y de forma más satisfactoria que las personas con mente envanecidas, con egos enormes, con mucho orgullo, gente individualista, con altas dosis de competitividad y exitismo”, afirma Branko Bokun, en su libro "El humor como terapia".
* Existe la evidencia de que las emociones negativas de una mujer embarazada pueden provocar un desequilibrio emocional y/o psicológico a su hijo. Por tanto, podemos afirmar que las emociones positivas también se las trasmitirían al niño, creando criaturas equilibradas, sanas y con menos problemas físicos y emocionales. Entonces el sentido del humor se hace imprescindible en la psicología prenatal.
* El sentido del humor tiene muchos niveles, desde la carcajada provocada por las simplonas torpezas de un payaso, por ejemplo; hasta la sonrisa producida por conceptos más abstractos.
* Un sentido del humor estimulado y desarrollado se basa en la capacidad de tomar en broma lo que siempre tomamos en serio. Cinco “i” debe tener un sentido del humor estimulado y desarrollado con todas las de la ley: i-conoclasta, i-mpulsivo, i-rreverente, i-mpertinente e i-nfantil.
* “La sociedad necesita gente seria: presidentes, ministros, profesores, papas, ayatollahs, imanes, rabinos, pastores, comisionados, gobernadores, jueces… Todos tienen que ser serios, porque si demuestran que tienen sentido del humor, la sociedad teme que pierdan eficacia. Si demuestran públicamente que tienen sentido del humor se volverían humanos. Se espera de ellos que sean como máquinas. Ejemplo, el modelo de caminar y saludar de Hitler era mecánico. El sentido del humor es una de las cosas más esenciales de la inteligencia. Cuanto más sentido del humor tengas más inteligente eres. Solo elimina algunas rocas que tus padres y la sociedad te han impuesto para impedirlo”, asegura Osho Rajneesh en este largo párrafo.
* El sentido del humor es como cualquier otra cosa: si no nos llega de nacimiento, tenemos que estudiarlo, estimularlo y desarrollarlo.
Después de leer y analizar cada uno de estos puntos, es muy fácil llegar a la conclusión de que alguien con buen sentido del humor -que muchas veces no es más que una mirada distinta del sentido común-, se relacionará más con otras personas. ¿Por qué? Porque el humor es la expresión de lo cómico. El humor es comunicar el proceso cómico que sentimos como individuos. Entonces, lo social es una condición del humor. Por lo tanto, a más sentido del humor, más sociabilización.
Sabiendo lo anterior, no importa mucho si hubo o no un error en lo que leí en la investigación de la Universidad de Washington.
Noruega: una espoleada, pero desalentadora experiencia.
Descubrimientos paradojales en una cala escandinava y superficial.
No pude estar en la entrega del Premio Nobel de la Paz de este año, pero logré visitar Oslo poco después (no voy a hacerles chistecitos como “Os lo dije”, os lo advierto). Mi objetivo era conocer a esos personajes que deciden darle el Premio Nobel ¡de la Paz! a gente como J.M. Santos, que con tal de pasar a la historia le aplica la amnistía a cualquiera. O a Obama, que será muy simpático pero nunca retiró sus tropas. Son muy raros estos noruegos.
Sabemos que en este país, además de exportar vikingos y bacalao, exporta la imagen de modelo en desarrollo, seguridad social, calidad en salud y educación y mil cosas más. Incluso muestran un índice altísimo de felicidad. En las encuestas, la mayoría de los noruegos dicen que son muy felices. Sin embargo, también lideran los índices de gente deprimida y de suicidios. Son muy raros estos noruegos, ¿no es cierto?
Bueno, como no pude conocer al Jurado y el frío y la poca luz afectaba ya mi ánimo, me dispuse a disfrutar de una obra teatral, “Casa de Muñecas”, versión algo más feminista que la original de Henrik Ibsen, ese reconocido autor noruego. Transcribo lo que vi:
Personajes: Torvaldo (hombre de pelo teñido de rubio, de unos treinta años que nunca confiesa). Nora (esposa de Torvaldo, unos años más que él). Escenografía: Sala-comedor.
Nora: (LLEGANDO DE LA CALLE) Hola, mi amor...
Torvaldo: (SENTÁNDOSE Y ESQUIVÁNDOLE EL BESO. COMIENZA A PASEARSE POR EL ESCENARIO) ¿Estas son horas de llegar a casa? ¡Si parece que ya no tengo esposa...!
Nora: Hace como un año te las puse para hacer el amor, ¿recuerdas?, así que si quieres cómprate otras.
Torvaldo: ¡Esposas, no! ¡Me refiero a que no tengo señora, no tengo marida!
Nora: (SE SIENTA EN EL SOFÁ, SE SACA LOS ZAPATOS Y COMIENZA A FRICCIONARSE ENTRE LOS DEDOS DEL PIE DERECHO) ¿Y ahora qué pasó, Torvaldo?
Torvaldo: (DETENIÉNDOSE) ¿Y todavía tienes el valor de preguntarme? Me levanto temprano, hago el desayuno, preparo a los niños para el colegio, voy a trabajar, tengo que aguantarle a la jefa sus insinuaciones y manoseos; regreso, voy al supermercado, ordeno la casa, limpio, lavo y ayudo a los niños a hacer las tareas, ¿y dónde está mi esposa? ¿Eh? ¡¿Dónde está mi esposa?!
Nora: (SE PONE LAS DOS MANOS DELANTE DE SU ROSTRO SERIO, OCULTÁNDOLO DE LA VISTA DE ÉL Y DE INMEDIATO LAS SEPARA, DESCUBRIÉNDOLE SU CARA, AHORA SONRIENTE) ¡Está aquí!... ¿Dónde está tu esposa? (REPITE EL MOVIMIENTO ANTERIOR) ¡Está aquí!... ¿Dónde está…?
Torvaldo: ¡Basta! ¡No estoy para juegos, Nora!
Nora: (LEVANTÁNDOSE Y SIGUIÉNDOLO EN SU RECORRIDO)… Pero mi amor, si yo te voy a explicar, mira, después de la reunión era el cumpleaños de María, la subgerente de finanzas, y tuvimos que comprarle la torta, brindar...
Torvaldo: (DETENIÉNDOSE Y PROVOCANDO CON ELLO QUE NORA CHOQUE CON ÉL POR DETRÁS. ÉL VUELVE A CAMINAR MANOTEANDO Y ELLA LO SIGUE DE NUEVO, PERO AHORA BIEN PEGADA A SU ESPALDA. ¡Sí, claro! ¡Tú con tus amigotas por ahí, mientras este imbécil tiene que esperarte con la comida caliente! Si siempre mi madre me lo decía: "¡no te cases con esa mujer!". ¡Y era verdad! ¡Si yo para ti soy un objeto, Nora! (SE SIENTA DE REPENTE EN UNA BUTACA Y LO HACE SOBRE ELLA QUE NO PUDO QUITARSE A TIEMPO) ¡Pero hasta aquí llegamos! (AMBOS SE LEVANTAN CON RAPIDEZ).
Nora: No digas eso, mi amor...
Torvaldo: Lo siento, Nora. Díselo a los niños. Yo mañana vengo a buscar mis cosas. Me voy a casa de mi mamá. ¡Adiós! (CAMINANDO HACIA LA PUERTA). !Ah!, y ahí te dejo el control de la tele (SE LO LANZA) ¡Al fin sólo para ti, como siempre has querido!
Nora: ¡Pero, mi amor, mi cielo, mi vida, te juro que...!
(PERO TORVALDO, SIN ESCUCHARLA, VA HACIA LA PUERTA Y LA ABRE. SALE Y DA UN PORTAZO SIMBÓLICO, EXAGERADO, DESCOMUNAL…CON EL PORTAZO LA ESCENOGRAFÍA CAE EN PEDAZOS. CAE EL TELÓN, PERO PRECIPITÁNDOSE AL SUELO.
Después de la función me fui corriendo al aeropuerto. Parece que me contagié, porque sentí tremendas ganas de suicidarme.