Artículos articulados

Noruega: una espoleada, pero desalentadora experiencia.

2017122221154329597.jpgDescubrimientos paradojales en una cala escandinava y superficial.

 

No pude estar en la entrega del Premio Nobel de la Paz de este año, pero logré visitar Oslo poco después (no voy a hacerles chistecitos como “Os lo dije”, os lo advierto). Mi objetivo era conocer a esos personajes que deciden darle el Premio Nobel ¡de la Paz! a gente como J.M. Santos, que con tal de pasar a la historia le aplica la amnistía a cualquiera. O a Obama, que será muy simpático pero nunca retiró sus tropas. Son muy raros estos noruegos.

Sabemos que en este país, además de exportar vikingos y bacalao, exporta la imagen de modelo en desarrollo, seguridad social, calidad en salud y educación y mil cosas más. Incluso muestran un índice altísimo de felicidad. En las encuestas, la mayoría de los noruegos dicen que son muy felices. Sin embargo, también lideran los índices de gente deprimida y de suicidios. Son muy raros estos noruegos, ¿no es cierto?

Bolivia: una experiencia deontológica.

2017112816370512784.jpgLa hipoxia de una sempiterna autoridad muy sobre el nivel del mar.

 

Siempre me ha interesado Bolivia. Comenzando por lo curioso de su nombre, derivado de Bolívar (como Colombia de Colón, Bulgaria de Bulgari, Armenia de Armani, etc.). También por lo notable de estar compuesto por más de cuarenta pueblos originarios distintos. Sin contar la biodiversidad de su geografía y lo fascinante de su cultura en general.

No obstante, lo que me dio impulsó a visitarlo fue enterarme de que su presidente Evo Morales declaró estar buscando una fórmula para postular a las elecciones del 2019, a pesar de que fue derrotado en el referendo constitucional del año pasado, donde quería su tercera reelección. Lo encontré insólito y me propuse entrevistarlo.

Brasil: una ingesta de carnestolendas

2017101407123016940.jpgDe cómo en el Carnaval de Río una samba fluida puede convertirse en un baile etéreo.

Esta crónica debí escribirla en febrero pasado, al regresar de Brasil. Si no lo hice fue por el dolor de la pérdida de Raúl, mi mejor amigo. Aclaro, Raúl no murió, ni lo dejé en algún lugar y no lo encontré después. Digo lo perdí, porque no le hablé más, incluso hice algo peor: lo bloqueé y borré de mi Facebook.

Me explico. En febrero decidimos conocer Brasil, aprovechando la época del famosísimo carnaval.

Brasil es muy singular. Tiene uno de los litorales más extensos del mundo y es bañado sólo por el Océano Atlántico. No tiene ni siquiera un mar importante como en otros países, exceptuando a Neymar, por supuesto.

¿Necesitamos hablar inglés para viajar?

descarga_24.jpeg¿Es mejor el inglés que el español? ¿Cuál se aprende más fácil? ¿Prefieres el spanglish o el inglisñol? ¿Son necesarias tantas preguntas para viajar?

Una amiga mía nunca había viajado fuera del país, por su miedo a sentirse más incomunicada que personaje de Antonioni al no saber inglés. Para persuadirla, le argumenté que he visitado bastantes países y nunca me ha hecho falta dominar otro idioma, aunque sí he tenido que “defenderme” en algunas ocasiones con lo básico del inglés aprendido en la enseñanza media, aunque hablándolo como Tarzán, claro. Al final la convencí de que es importante conocer el mundo. Eso sí, puso como condición estudiar inglés. Algunos alegan que se aprende más fácil que el español. Yo no estoy de acuerdo. Por ejemplo, el inglés carece de género en los sustantivos. “Teacher” es profesor y es profesora también. En otras palabras, el inglés no tiene sexo (ni escrito ni oral, algo bien frustrante para nosotros).

Reino de los Países Bajos: una florida pero abortada experiencia

a_0.jpgDe la historia de una demanda llevada a Holanda y de cómo se desbanda.

Tengo problemas con el restaurante de comida china situado al lado de mi casa. Yo le reclamo al dueño y él se ríe y me dice “humolista”, pero lo que en realidad está lista es su chimenea con humo que me tiene la casa impregnada de olor a shop suey. Como ninguna autoridad me hace caso y está involucrado un extranjero, se me ocurrió llevar mi demanda a La Haya, donde está la Corte Internacional de Justicia.

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