Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
Mi último libro publicado
Me doy el placer de presentar mi último libro recién publicado "Los señores Ortega y Gasset. Libro 2: Crisis económica" (el No. 62 que he publicado). El primero de esa trilogía, que escribí con mi amigo, el gran humorista argentino Rudy, se llama "Los señores Ortega & Gasset.Libro 1: Crisis de identidad".
Les copio aqui el texto de la contraportada:
"Tanto el sr. Ortega como el sr. Gasset -o uno de ellos que no es lo mismo, pero no es igual-, han dedicado sus vidas al honesto oficio de ser pobres. Por tal motivo, con ese afán que los ha caracterizado invariablemente de no ser inútiles a tiempo completo,han decidido publicar sus diálogos desde una perspectiva bastante desinformada e inconsciente, eso sí, pero siempre con el objetivo de ilustrar en lo posible las razones y consecuencias de una crisis económica que a todos nos abatió, nos abate (abate,sí,pero sin cura) y quizás nos abata con frecuencia en nuestras vidas.
Estos diálogos espurios,se los han querido atribuir a otras parejas de personajes como los señores Menéndez y Pelayo, el Doctor Jekyl y Mr. Hyde y hasta los señores Irán y Rak; sin embargo, no cabe duda alguna que son producto de los señores Ortega & Gasset. Compruébelo usted".
Nota: ese libro y los demás míos para adultos, se pueden ver y/o adquirir aquí:
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Cuentos serios de bufones #15
Érase una vez, hace poquísimo tiempo y en un lugar muy cercano, un bufón ensayando porque en unos minutos más debutaba oficialmente como bufón en la Corte. Nunca se había atrevido a dar ese paso. Siempre dudaba de su vis cómica, su poder de interpretación, de su habilidad para improvisar. En fin, ahora los nervios lo consumían y el momento de acercaba., porque estaba a punto de finalizar una disertación que alguien impartía en el Salón. Después le tocaba entrar y hacer reír a todos los presentes. Pero no se sentía capaz.
De pronto, el bufón sintió, más que vio, una sombra a su lado. Giró la cabeza y pudo verla. Era una joven morena, de cabello corto y ondulado, de aspecto grácil y facciones distinguidas. Usaba una túnica blanca, bordada y con pliegues, que le llegaba hasta más abajo de las rodillas. Pero no era una joven cualquiera: una delgada nube fosforescente, de color rosa pálido, bordeaba su silueta.
-¿Quién eres? –quiso saber el bufón extrañado.
-Soy Clio, la musa de la Historia.
-¿Y qué haces aquí?
-Estoy inspirando al historiador del Reino que está hablándole al Rey y a la Corte en estos momentos.
-Pues si eres Musa, deberías inspirarme a mí, porque si entro ahora en vez de hacerlos reír, haré llorar a todos. ¡Tengo pánico escénico!
-Pues yo resuelvo enseguida tu problema. Voy a buscar a mi prima Talía, la Musa de la Comedia para que te inspire.
-No será posible, Musita, faltan pocos minutos para que me toque entrar al Salón.
-No te preocupes. Un minuto para ti es mucho tiempo para nosotras.
Entonces, la Musa desapareció ante los ojos del bufón, dejando sólo una débil estela de su nube fosforescente, que fue disolviéndose en el aire poco a poco.
Dio unos pasos para repasar su repertorio de chistes y bromas, cuando sintió unos aplausos y después la voz del Heraldo de la Corte anunciándolo. Los pies le temblaban al caminar y un sudor frío le corría por la espalda.
Se situó en medio del Salón y permaneció callado. Deseaba que se abriera la tierra y se lo tragara. Pero de repente escuchó un susurro, miró, y vio la puerta del Salón entreabierta y asomadas las dos Musas. Una lo saludaba con timidez y la otra con mayor confianza.
Como por arte de magia su estado de ánimo cambió. Sintió una bocanada de inspiración. Se convirtió en el hombre más cómico del mundo. Y comenzó su presentación con chistes, juegos, bromas, mímica, imitaciones, ¡de todo hizo el bufón! Y su éxito fue extraordinario. Hasta el Rey, con los ojos aún húmedos de tanto reír, lo felicitó.
Una vez terminado todo, el bufón corrió hacia donde estaban las Musas.
-¡Gracias! –casi gritó al verlas y señalando a la nueva Musa, añadió-: Si no hubiera sido por ti…
-De eso te quería hablar –lo interrumpió la Musa de la Historia-. No pude encontrar a Talía y traje conmigo a mi otra prima, Melpómene, la musa de la Tragedia...
-¿De la tragedia? Entonces..., ¿ella no...?
-Nada –dijo Melpómenes-. Yo no hice nada.
El bufón primero se llevó las manos a la cabeza, después al pecho, y se quedó mirándolas boquiabierto.
Entonces, de a poco, su rostro fue iluminándose…
¡LARGA VIDA A LA TERCERA Y CUARTA EDAD!
Terrible lo que sucede en países como Italia y España, porque sus centros hospitalarios han colapsados y no tienen camas suficientes, ni ventiladores y otros elementos necesarios para combatir el virus. Entonces, haciéndose los dioses, los que deciden quién vive y quién no, están asesinando a los de 3era y 4ta edad, para poder salvar a los más jóvenes “que tienen más vida por delante”. Para mí es algo increíble. Yo sólo me pregunto: ¿y si matamos un viejo para salvar a un joven que es o será violador, pedófilo, asesino, ladrón, narcotraficante, terrorista, etc., etc.? ¿Vale la pena? Obvio que eso nadie lo puede saber, pero no me convence la decisión que tomaron. Yo entiendo que la pandemia los ha superado y nadie sabe qué hacer con exactitud y eficiencia. Yo no tengo idea ni de manejar una nación, ni de manejar una epidemia (no tengo idea de muchas cosas como todo el mundo), pero lo primero que se me ocurre es que al llegar a esa situación, debían haberse comprado urgente esas cosas necesarias.
¿No hay dinero? Pues a obligar a los que ganan más a donar, que se quiten los sueldos las autoridades, dando el ejemplo, o que le den el culo al Fondo Monetario Internacional y se endeuden hasta el tuétanos, ¡porque lo fundamental es salvar vidas! Pero puede ser que tengan dinero, pero nadie vende, porque están produciendo a toda máquina o los que tienen no quieren venderlas. Entonces hay que buscar países donde no haya ni un caso y comprárselos a sobreprecio que seguro venden, con la condición de que los nuevos recursos que vayan saliendo sean para esos países ilesos. ¿Otra idea? Buscar formas como está haciendo ahora Alemania que se está llevando los enfermos de Italia para tratarlos allá. ¡Siempre hay soluciones antes de matar viejitos! Y si no se les ocurrió en el momento que los sorprendió la cagástrofe, ¡pues hacerlo ahora”! Para que no sigan sacrificando vidas.
* Y me dan asco los gobiernos y políticos de extrema izquierda y extrema derecha que les importa un comino las vidas de los ancianos con tal de defender la economía; es decir, su permanencia en el poder y no toman las medidas necesarias.
* Y me dan asco los jóvenes que no hacen cuarentena ni cumplen con los mandatos establecidos y salen, hacen fiestas, etc. Son asesinos también, porque saben que pueden contagiarse y llevar el virus a sus casas donde viven sus padres o abuelos que son los de más alto riesgo.
* Y me dan asco los que se pasan el día promoviendo complots mundiales, diciendo que los comunistas inventaron esto para joder al capitalismo, o los capitalistas lo inventaron para joder a los comunistas. ¡Déjense de joder!, que es hora de combatir el virus y salvar vidas y no para estar en esos juegos cochinos de poder.
* Y me dan asco los políticos de extrema derecha y de extrema izquierda que la única mierda que hacen es ponerles trabas a los gobiernos para obtener miserables réditos políticos. Pongo el ejemplo de España, donde la derecha dura sólo está para ponerle piedras en el camino a lo que hace Pedro Sánchez. Y pongo el ejemplo de Chile, donde la izquierda dura sólo le pone obstáculos a Piñera. Ojo, ni me cae bien Sánchez ni me cae bien Piñera. Entonces, ¡déjense de joder! Esa izquierda y esa derecha en el poder está haciendo lo que puede para enfrentarse a algo que nunca ha vivido así la Humanidad. No hay libros sobre eso, no hay experiencias. Por lo tanto, es el momento de unirnos todos. Y cuando pase esta amenaza, que aún no sabemos cómo terminará, pasen la cuenta que quieran y pónganse para sus mierdas de politiquería barata, sus desmedidas ambiciones y sus ansias de poder.
Y termino esta “descarga” con el objetivo principal: ¡salvemos a la tercera y cuarta edad!
Nota: El que me diga que hablo así, desde la emoción, porque soy un viejo, lo mandaré bien lejos…
Añadido después de haberlo subido mi texto:
*Me dan asco los de la tercera y cuarta edad que sabiendo que están contagiados, salen y sin pudor ninguno contaminan a otros. Lo digo, porque acaba de suceder en el Municipio de Las Condes, en Santiago, donde vieja inconsciente e irresponsable, estando contagiada trató de entrar en supermercado.
*Se me olvidó en mi reflexión que me dan asco los políticos que justifican los asesinatos de los ancianos en nombre de la patria, la bandera y toda esa mierda. ¡Que se sacrifiquen ellos si son tan patriotas!
El flautista de Jajamelin para la cuarentena
Atención padres, abuelos, tíos, hermanos mayores... Les brindo aquí mi cuento "Jajamelín", del libro "Pepito y sus libruras" de la Editorial SM. Cuando sus hijos, nietos, sobrinos o hermanos menores estén demasiado "inquietos" por la cuarentena, léanles esta historia y por lo menos unos minutos disfrutarán de una dulce calma. Y ojalá los haga reír. ¡Suerte!
EL FLAUTISTA DE JAJAMELIN
Érase una vez, hace muchísimos años y unos días, un lugar llamado Jajamelin. Era una ciudad tan antigua, pero tan antigua, que los semáforos eran en blanco y negro.
En cierta ocasión, Jajamelin fue invadida por una plaga de ratones. Estaban por doquier. En los televisores de todas las casas, bajo las sábanas, en las cañerías, dentro de los platos de sopa. En fin, nadie sabía cómo expulsarlos de sus vidas.
Pero un día, a alguien se le ocurrió la idea de contratar los servicios de un célebre flautista extranjero. Él aseguraba que con su música exterminaría aquella peste.
Enseguida una poderosa empresa de bebidas lo trajo, auspiciando el evento. El concertista interpretó magistralmente La Flauta Mágica de Wolfgang Amadeaus Mozart, mientras caminaba hacia un río, casi en las afueras del pueblo. Y los ratones, embelesados, lo seguían en caravana. Al llegar al río, los roedores siguieron caminando y se ahogaron en las aguas.
Al flautista le regalaron la llave de la ciudad en una gran fiesta. La alegría fue tremenda, pero les duró poco.
Tiempo después, una plaga de hipopótamos invadió Jajamelin. Se les veía en los baños de las casas, subidos en los postes, en el campanario de la iglesia y en las carteras de las señoras. En fin, en todas partes.
Entonces, volvieron a traer al flautista extranjero. El hombre interpretó de nuevo La Flauta Mágica de Mozart, mientras caminaba hacia un barranco, casi en las afueras del pueblo. Y los hipopótamos, embelesados, lo seguían en caravana. Al llegar al precipicio, los animales siguieron caminando y murieron en la caída.
Al flautista le otorgaron la medalla al Honor en otra colorida fiesta. La alegría fue apoteósica una vez más, pero también les duró poco.
Muy pronto la pobre ciudad de Jajamelin fue invadida por una plaga de teléfonos celulares. Estaban por doquier. Se instalaban de a dos y hasta de a tres en las orejas de los habitantes. Sonaban en reuniones, durante las siestas, en los momentos de mayor intimidad. En fin, en todas partes y todo el tiempo.
Tuvieron que llamar urgente al famoso flautista extranjero (le avisaron por palomas mensajeras para evitar el uso de la tecnología en los teléfonos). El músico, al llegar, tocó una vez más La Flauta Mágica de Mozart, mientras caminaba ahora hacia un área sin señal en las afueras del pueblo, donde coincidían el barranco y el río. Y los teléfonos celulares, embelesados, lo seguían en caravana.
Al llegar al borde del precipicio, los aparatos empujaron con violencia al flautista que cayó desde lo alto al río y, avergonzado, nadó contra la corriente usando su flauta como snorkel.
Mientras tanto, los celulares regresaron a la ciudad sonando al unísono sus timbres. Pero quizás como homenaje –vaya usted a saber-, de repente sustituyeron su tradicional ring-ring por las metálicas y entrecortadas notas de La Flauta Mágica de Mozart, y el Para Elisa de Beethoven, para más tarde cambiar éstas por Despacito y Gasolina de no sé quién.
Y fueron muy felices… ellos.