Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo

Para gustos se hicieron humores

descarga_3_7.jpegUn amigo me pregunto cuáles son los humoristas que me gustan verdaderamente. Me imagino que al ver que critico tanto el humor que se presentó en el Festival de Viña, se imaginó que tengo un gusto extraño, o excéntrico.
Le respondo:
Pues me gustan muchísimos. Por ejemplo, los chilenos Coco, Chino Navarrete, Bombo, Dino, Alvaro Salas, Hervi y sobre todo Felo, me gustan , aunque ninguno es lo que hago, lo que me satisface. También Kramer, a pesar de su evidente falta de libreto. Y a pesar de no reír como yo quisiera, a todos los admiro y respeto. ¿Que me llenen completamente? Soy fanático (sin orden de nada) de Les Luthiers, Chaplin, Buster Keaton, Leo Masliah, Fontanarrosa, Quino, Ares, Boligán, Ajubel, Tres Patines, Grupo MozArt, PAgagNiNI, Triciclo, Mota, Daniel Samper, Woody Allen, Mark Twain, Chesterton, Cervantes, Jardiel Poncela, Robin Wiliams, Zumbado, Sala Manca, Groucho Marx, la comedia italiana de los años 60 y 70, Monty Python, Mr. Bean, Sirí Siiva, y muchos, muchos humoristas más de todas las manifestaciones artísticas. Como ves, es el Olimpo del humor, pero insisto, acepto hasta Dinamita Show cuando no se ponen vulgares.

El humor popular me gusta, pero que sea un Cantinflas, un Chavo, etc. Si no, que esos humoristas populares comiencen a superarse, porque si se quedan en la gracia gruesa y obscena de la calle, dejan de gustarme. En fin, para gustos se han hecho colores, dice el dicho. Y cuando comento sobre los humoristas de Viña, aunque no me ría con ellos, los acepto y los apoyaría más si pudiera, aunque los que se presentaron bajo las banderas del stand up comedy menos. El problema es de gustos (ya escribí sobre eso ayer). Y de los que se presentaron, me gustó menos la mujer por lo extremadamente vulgar, no por ser mujer, obvio. Y el que encuentro mejor es a Copano, sin embargo, de piel es el que menos iría a ver en un espectáculo. La prepotencia con que da sus mensajes serios me incomodan. Lo que más me interesa en estos comentarios (ya lo dije) es hablar del humor, no de los humoristas. Quisiera que se elevara el nivel de apreciación del humor y ese es el esfuerzo que hago. Convencido estoy de que la mayoría de la gente no estará de acuerdo conmigo, pero sé que debo insistir igual. Cuando nací como humorista con mi grupo La Seña del Humor de Matanzas, Cuba en 1984 (olvidé mencionarlo entre mis favoritos), nadie se rió cuando estrenamos, pero por suerte aplaudieron, pienso yo, porque sabían que era algo diferente a los chistes contados y el humor tradicional costumbrista o chabacano y nosotros seguimos contra viento y marea y logramos conquistar a toda Cuba, llegando a ser un grupo popular y de culto al mismo tiempo, a pesar de romper con todo lo establecido. Por eso es que yo critico mucho a los ejecutivos y productores de los canales que no se arriesgan, no experimentan. Ya sé que al principio costará y no ganarán tanto, pero después sí. No lo entienden. El humor blanco, inteligente, elaborado artísticamente es el que ha durado toda la vida. Es el humor universal, el que perdura porque es el más difícil de hacer (la gente no lo cree). Claro, junto con el sexual, el escatológico y la burla, pero éstos no elevan el espíritu, claro, es para los gustos más básicos, primitivos del ser humano. Excepto cuando la burla a un defecto del alma y no del cuerpo. Pero el humor contingente, siendo importante para medir sociológicamente, no dura. En un año más, por ejemplo, pocos recordarán al hijo de la Presidenta, al que todos le dan como caja ahora (merecidamente, claro). En fin, para mi gusto personal, prefiero el humor blanco, absurdo, hecho para pensar, lúdico, sano, bien elaborado artísticamente y a los humoristas de gran calidad que lo practican. Los demás (donde puedo caber yo mismo), es igual de necesario por la importancia de reír. Aunque reír de vulgaridades y burlas directas, no es importante. A subir el nivel entonces. Ya sé que es cuestión de mejor educación y nivel cultural. Como no puedo hacer más, este es mi granito de arena. Gracias por preguntar.

 

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¡Otro producto del Doctor Tuga! (No.2)

i.jpegTest No. 1

¿ES UD. UN IMBÉCIL O UNA IMBÉCILA?

Batería de Test: “Conózcase usted mismo o misma",

diseñado en el Centro de Psicosomatización Integral por el Doctor Tuga.

 

Marque en la casilla correspondiente, según su respuesta.

(Con una "x" si no sabe escribir, con una "y" si no sabe leer,

o con una "z" si se cree el zorro).

 

A) Si se da un golpe en un dedo, ¿nota Ud. que cualquier otro golpe que recibe después, siempre va a parar ahí?                                               

SI ___   NO ___   ¡QUÉ SÉ YO! ___   QUIZÁS___

B) ¿Se aprende Ud. de memoria las letras de los reguetones?

SI ___   NO ___   ¡QUÉ SÉ YO! ___   QUIZÁS___

C) ¿Quo vadis?

SI ___   NO ___   ¡QUÉ SÉ YO! ___   QUIZÁS___

D) ¿Piensa leer todo este test?

SI ___   NO ___   ¡QUÉ SÉ YO! ___   QUIZÁS___

E) ¿Es Ud. un imbécil o una imbécila?

SI ___   NO ___   ¡QUÉ SÉ YO! ___   QUIZÁS___

 

PARA SABER SI USTED ES UN IMBÉCIL(A):

1- Valore en un punto cada respuesta afirmativa. Si todas las respuestas fueron "si" y la suma le da seis puntos, evidentemente sumó mal, porque son solo 5 preguntas. Si rectifica y de nuevo le da seis puntos otra vez... es usted un imbécil o una imbécila. Por tanto, ya se conoció usted mismo o misma y hasta aquí su participación. Muchas gracias.

2- Quítese un punto por cada respuesta negativa. Excepto si no fue un "no" rotundo. De lo contrario, réstese  un % de puntos por cada respuesta.

3- Si contestó "¡qué sé yo!", súmele la mitad de los puntos cuando la respuesta fue afirmativa, multiplíquelo por dos, réstele la mitad, réstele también el número que había pensado al principio. Si al final el total le da seis puntos, ¡es usted de nuevo! (sí, el imbécil o la imbécila anterior y que no sabía sumar), así que por favor, abandone esto y ¡no me moleste más!

4- Si marcó alguna vez "quizás", no cabe duda: ¡es usted de nuevo! Si insiste en participar, ¡voy a tener que llamar a la policía! ¡Por favor...!

 

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Sexta presentación del humor en Festival de Viña 2017

descarga_4_7.jpegLe tocó el turno al señor Fabrizio Copano. Él es el más fiel representante del stand up comedy. Un género que se basa en la interacción con el público rompiendo la cuarta pared y apoyándose básicamente en el guión, con una forma natural de comunicación, sin relevantes elementos de actuación ni mucho menos.
Por lo tanto, me limito a decir que tres cuartos de su rutina se basó en lo político-ideológico y el resto en humor blanco, a veces picaresco, aunque no llegó a agredir cuando pasaba por la frontera. Según me percaté, dijo pocas malas palabras; aunque de esas pocas muchas fueron innecesarias, pero no quiero remarcar eso, porque parecería demasiado puritano. Sólo sí afirmo que yo no las diría en escena.

Puedo decir también que se ve que tiene una buena percepción de su entorno, de donde saca los materiales para sus guiones, que los procesa de manera aguda, con cierta tendencia al cinismo y la ironía dura.

Se ve que está en la parada de “no tengo pelos en la lengua”, “tengo derecho a decir lo que quiera”, etc. Y eso me parece bien. Sin embargo, no comparto la decisión de decir sus opiniones como si él tuviera toda la razón del mundo, si tuviera la verdad de la vida. No comparto que a veces use el micrófono para decir cosas serias, como un verdadero líder de opinión. Yo quisiera que respetaran que están haciendo humor, no dando discursos. O lo que es peor, que haga propaganda de su militancia política ideológica, descalificando al que no piense como él y los suyos. Por ejemplo, no toda la derecha es pinochetista, ni es corrupta, como tampoco me hubiera gustado que dijera que toda la izquierda es violentista o castrista.
(A propósito, me alegro de que no haya triunfado esa previa campaña para pifiarle a Copano solo porque era muy de izquierda. Es repudiable esa actitud).
Bueno, sigo, quizás yo sea un viejo de mierda, que ya estoy obsoleto y no estoy a la altura de esta juventud rupturista y que se las sabe todas.
No lo dudo. Yo sólo soy un creador que le gusta el humor elaborado artísticamente, incluso hasta cuando hago sátira política, o cuando critico lo mal hecho, cuando trato de abrirle la mente a mis lectores o espectadores sobre los errores y maldades de las autoridades. Pero no me gusta hacer campaña política-ideológica, no me gusta imponer mi pensamiento y menos de forma tan abierta.
Ojo, con mucho de lo que dijo yo estoy de acuerdo. Recuerden esta oración, para que en sus comentarios no me digan lo que piensa que yo pienso.
Ya lo dije en estos días en otro texto. Para mí el humor no tiene color político.
Claro, tiene derecho hacerlo y es válido el tipo de argumento de que al que no le guste que cambie de canal. Por supuesto que yo defiendo que él tenga el derecho a decir todo lo que dijo. Como yo tengo derecho a pensar distinto o no, y como tengo derecho a escribir estas líneas.
Bueno, conclusión, por momentos la pasé bien con ese señor (de nuevo pido que lean la oración anterior, para que en sus comentarios no aseveren que no me gustó para nada) y por momentos me molestó, pero prefiero mil veces mejor verlo a él que a los dos primeros que se presentaron.
Como espero se hayan dado cuenta, no estoy provocando ni atacando a los que se rieron mucho con ese señor, ni a los que comparten su ideología, ni a los que encontraron que es el mejor artista que ha pasado por el Festival en su historia.

 

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Quinta presentación del humor en el Festival de Viña 2017

descarga_17.jpegMe imagino que algunos dirán que es lo mejor que ha pasado por el Festival. Pero también otros dirán que no se rieron nada, como siempre sucede.
En realidad hay poco que decir. El señor Rodrigo Villegas pensó bien su rutina, porque le tocaba después de Maluma; es decir, actuar ante un público joven de dudoso gusto (me refiero a que son fanáticos de un género musical extremadamente básico y con letras chabacanas y vulgares). Así que comenzó con chistes sobre su gordura. Eso siempre funciona. Claro, hasta un punto, si te pasas y te ríes mucho de ti mismo, puede que provoques burlas en los espectadores al ver que ni tú te respetas.

Pero el hombre siguió con el tema de su obesidad y siguió y siguió. ¡Qué manera de arriesgarse! Pero le salió bien, por lo menos para los allí presentes. Hizo humor blanco, muchas veces pícaro, en ciertos momentos se pasó un poquitín, pero nada muy agresivo. Lo que sí dijo varios garabatos sin justificación.
Me imagino que por poco le da un infarto al ver que el público de la galería gritaba y él pensó que lo estaban echando a él, pero fue a un delincuente que carabineros se llevó. Un susto nada más.
Yo me alegro de que le haya ido bien, a pesar de que me hizo sonreír sólo un par de veces, pero la culpa es mía que soy muy exigente y prefiero otro tipo de humor, como siempre explico.

Entonces como no tengo mucho que decir de esta presentación, aprovecharé para aclarar algo importante para mí: estos comentarios críticos que he estado publicando sobre cada presentación de los humoristas en el Festival, ha tenido como objetivo solamente defender el buen humor, ayudar a la apreciación del mismo, ya que tengo la responsabilidad de que soy un humorista y estudioso del humor y siento que cada vez que tengo una oportunidad debo compartir humildemente mis conocimientos y experiencias en mi larga carrera en el humor. Por estas razones escribo estas reflexiones diarias. Y no para criticar a los colegas. Si se fijan, siempre en los análisis me refiero al humor este o aquel, pero no evalúo al humorista como debe hacer un verdadero crítico. Es que no me gusta hacerlo, por respeto al gremio y para que nadie piense “¡mira a este!”, “¿quién se cree?”, “¡Con qué derecho!” etc.
Así que a los que practican las viejas formas de hacer humor, a los que practican el stand up comedy y hasta los vulgares reguetoneros del humor, les deseo que les vaya super bien, que se superen los que necesitan hacerlo, que cambien los que han tomado una línea equivocada, en fin, a todos. Si se fijan, he subido siempre sus fotos con las Gaviotas en sus manos, siempre triunfantes.
Les digo de corazón que sigan haciendo humor y toquen techo. Ojo, les deseo eso, aunque vean que en mis comentarios confiese que no me he reído con ellos. Pero créanme, porque por encima de todo y de todos, está mi interés mayor: que la gente ría y ría con el humor bueno ojalá, pero si no, que ría con el humor mediocre y ya veremos cómo con educación y cultura mejoramos sus gustos. Lo importante es reír para la salud física y mental, más en estos tiempos difíciles.
Gracias.

 

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Stand up comedy versus vieja forma de hacer humor

descarga_1_12.jpegHe leído de opinólogos en los diarios que enfrentan, que ponen de enemigos, al estilo tradicional de hacer humor con el stand up comedy, inclinando sus preferencias hacia éste último argumentando eso de que “son los nuevos tiempos”, “lo que está pidiendo el pueblo” y otras frases que evidencian una ideologización; es decir, casi en primera lectura nos dicen lo necesario de pasarle la “retroexcavadora al viejo humor”, recordando el torpe, peligroso y tristemente célebre concepto expresado en nuestra política.

Para mí, total error. No existe un género, un estilo, mejor que otro. Ni la novela barroca es mejor que la poesía épica, ni la pintura abstracta es mejor que el cubismo, por poner dos evidentes ejemplos. Todas son manifestaciones artísticas de igual valor. Entonces no se trata de enfrentarlas, de enemistar a sus artistas practicantes.

Y también dejo bien claro que el humor no es de izquierdas ni de derechas. El humor es para divertir, también para hacer pensar, para criticar constructivamente lo mal hecho y satirizar a cualquier tipo de autoridad, por lo tanto el humor no está parcializado ni atado con nada ni nadie. Odio cuando lo manipulan.
Y en el arte, sólo existe el bueno y el malo. En nuestro caso, si un o una humorista tradicional presenta una rutina mala, el malo es él o ella, no el género. Si un “militante” del stand up comedy presenta una rutina mala, malo es él o ella, no el género.
A partir de este punto es mi reflexión.

En lo personal me gustan todos los estilos, todos los géneros de hacer humor, pero tengo mis preferencias, como es obvio. Me gusta el absurdo, de referencias culturales, me gustan los juegos de palabras, el humor blanco, el sano, el humor negro, el rupturista y el que hace pensar, claro. Por lo tanto, me gusta la forma de hacer humor de las generaciones pasadas sólo si lo hace bien. Y lo mismo ocurre para el humor que hacen las generaciones jóvenes. Incluso me gustan ambas aunque no me hagan reír. Porque respeto y entiendo el trabajo creativo de los colegas. Lo que sí no puedo es crear para esas dos formas de hacer humor, ni la tradicional, ni el stand up comedy. Es limitación mía, obvio, porque pienso que lo haría mal. Pero, repito, igual las respeto si se hace un humor de calidad.
Sin embargo, siento que el stand up comedy merece una reflexión mayor, porque es algo más nuevo, aunque no estoy convencido de eso tampoco, así que diría mejor algo más de moda.
Primero deseo recalcar que no pienso que sea mejor o peor que otra modalidad de un solista haciendo comedia en escena, como son los monologuistas, narradores orales, cuenchistes, etc.
Pero sí confieso que me parece muy difícil hacerlo brillante y muy fácil hacerlo mediocre.
Está bien, lo acepto, es una declaración al parecer polémica. Pero déjenme explicarme.
He escuchado fuertes críticas hacia los que practican el stand up comedy, argumentando que apenas actúan (no hacen personajes la mayoría de las veces), que se apoyan sólo en sus textos, que muchos ni tienen vis cómica y se atreven a pararse delante del micrófono a decir verdades o críticas directas que el público quiere oír y nada más. Yo he visto bastante de esos colegas y puedo asegurar que, como en todo las demás modalidades, la calidad no depende de las modalidades mismas, sino del criterio y del buen gusto del artista. Obvio que hay comediantes malos, regulares y buenos. Y todo dependerá del gusto y formación de cada espectador también. Pero el abanico es grande y abarcador para todos los gustos e intereses.
En mi criterio, el stand up comedy tiene un doble filo a tener en cuenta. Por una parte, comparado con las demás modalidades, es cierto que se requiere de menos lenguaje actoral, poco dominio del arte teatral. Se apoya demasiado en el guión, en el contenido de lo que se desea comunicar. Y todo eso atrae mucho a los mediocres –con algo de vis cómica o con casi ninguna-, que ven una oportunidad de convertirse en artista con su poco talento. Buscan temas que saben que el público aplaudirá, porque son verdades y las pueden decir sin elaboración, sin creatividad y serán bien recibidos igual. A eso se le agrega un racimo de groserías, malas palabras y vulgaridades, o burlas directas a personas con nombre y apellido, asegurando la risa además del aplauso. Sin contar que apenas se percibe un hilo conductor en las presentaciones y no hablemos de dramaturgia en sus guiones. Por último, esos mediocres aprovechan y "cuelan" en su rutina un buen párrafo "en serio", sobre un tema importante (política, sexismo, feminismo, corrupción, etc.) y se cree que con eso gana en relevancia, en prestigio su propuesta escénica o se convierte en comediante inteligente y culto. Para mí lo único que consigue es una peor evaluación, porque si desea dar moralejas, enseñanzas o discursos políticos, que lo haga, pero que incursione en otra modalidad, no en el humor. Y esto sirve para hombres y mujeres, porque yo no veo diferencias de género. De nuevo lo mismo: son buenos o malos artistas, esa es la única condición que entiendo.
Así que, lamentablemente, el stand up comedy les da esa posibilidad a los mediocres, como nunca antes dentro del arte de hacer humor, hay que aceptarlo.
Pero por otro lado, esa misma modalidad le da también la oportunidad al talentoso, que estudia su presentación, analiza y practica las pausas debidas, la entonación precisa, el gesto adecuado, la inflexión, el movimiento, la expresión y hasta el vestuario, la luz, el efecto de audio, etc. (domina entonces el lenguaje actoral y teatral) y con ingenio, profundidad, agudeza y elaboración artística dice esa verdad en el contenido de sus guiones, que el público siempre ríe y aplaude, pero porque premia la creatividad, la imaginación, las sutilezas y agradece que los haga reír y pensar. Y no tiene que decir una palabrota o grosería sin razón, sino sólo cuando es necesaria, ni tocar temas ordinarios o repulsivos. Hay que respetar el arte y los escenarios, no por puritanos, ni conservadores, sino por algo tan simple como elevar el espíritu.
En fin, ese talentoso artista tiene una mayor oportunidad de expresarse, de llegar a un público, que en otras modalidades de peor acceso, es cierto, ya que no se necesita producción, sólo un buen guión, prestancia y vis cómica. Así que por esta razón también es valido e importante el stand up comedy. Somos nosotros, los consumidores, los que tenemos que saber distinguir entre el abundante mediocre y el verdadero creador.
Lo demás es hacerle el juego a los talibanes ideólogos con tribuna, a los ignorantes maleducados que se esconden en el anonimato de las redes sociales y a los opinólogos públicos resentidos que tratan de enemistar a los humoristas y arrastrar con ellos a los receptores inocentes.

 

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Cuarta presentación del humor en el Festival de Viña 2017

descarga_2_8.jpegEs un placerazo no redactar estos comentarios sintiendo la mezcla del enojo, rechazo y dolor, al ver a mi querido humor pisoteado por el mal gusto, la chabacanería, grosería, vulgaridad o el facilismo, el oportunismo o la ignorancia y los complejos.

Lo anterior lo digo por lo que hizo el representante de la cuarta noche del humor en el Festival.

El señor Ja Ja Calderón pertenece a la vieja escuela, que por vieja no significa caduca (y lo digo pensando en mí también).

Utilizó en su rutina un abanico de tipos de humor.  Mayoritariamente desarrolló la crítica político-social y en ella encontré sátiras e ironías que clasifico dentro del humor. E hizo críticas burlonas no humorísticas que también dan risa, claro, pero que no es humor. Y además, dijo verdades directas y todos sabemos que las verdades provocan aplausos y risas de complicidad y aprobación. Siempre un tema delicado, como una crítica al gobierno o hacia alguna autoridad, sobre todo diciendo nombres y apellidos, como es algo que uno también desearía hacer pero no tiene cómo expresarla públicamente, nos identificamos con ese artista en escena que la dice y de esa manera uno ríe y aplaude de la alegría de ver que alguien “hizo justicia” diciéndolo por uno

Ja Ja Calderón también usó por momentos –para mi placer-, el humor negro, el humor costumbrista, el blanco con picardía y muchos juegos de palabras (algo que a mí me encanta).

Por lo tanto, sin ser brillante su rutina y sin ser un humor (en su mayor parte) que yo prefiera, me gustó mucho que triunfara.

Porque sin importarme si a muchos les encantó o no les gustó nada, siento que se hizo justicia, y por su trayectoria también. No es fácil llevar 20 años escribiendo humor, alimentando con sus guiones a otros colegas. Y más cuando tiene talento para el juego de palabras, el humor blanco y negro. No lo conozco personalmente, pero no me da que sea su principal objetivo hacer humor de crítica política. Lo hace, me imagino, porque hay que comer. Y como es talentoso, agudo observador y un gran creador, le sale bien. Pero de nuevo reitero, lo mejor: no se lanza a las manos de la vulgaridad y la grosería para hacer su arte.

Lo felicito. Aunque no me haya sacado tantas risas (por un problema de mi gusto personal), me alegro de que lo hayan premiado.

Y una última cosa. Por muy bien que le fue (20 veces mejor que los dos primeros), su rutina fue demasiado localista, algo que sigue en deuda en un Festival,  el cual se supone sea internacional.

 

 

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Tercera presentación del humor en el Festival de Viña 2017

descarga_3_8.jpegTuve temor. Pensé que le tocaba a un humorista colombiano, el señor Mono Sánchez, desconocido en Chile, que no hace stand up comedy, que amenazó en su conferencia de prensa que haría ¡humor blanco!, y más encima tenía que actuar detrás de Isabel Pantoja. Todas las apuestas estaban en su contra.

No hay mucho que decir. Hizo una actuación muy buena, tiene tremendo oficio, posee vis cómica y sí, hizo un humor blanco, aunque caminó muchas veces en los límites, ya que fue blanco, pero pícaro. Y en dos o tres breves momentos se pasó del buen gusto, pero levemente, insisto. Por lo menos no me sentí agredido.

Su estilo es tradicional, algo que no es bueno ni malo en sí. En este caso fue bueno porque le quedó bien. Es el único que me ha hecho reír hasta ahora. No es el humor que hago yo, no es el humor que más me gusta, pero lo sentí fresco, agradable. Muy bien.

Detalle que no hizo mal, pero que yo nunca lo hice en escena ni lo haré, es abusar tanto del “peo”, por ejemplo.  Mi problema no es que se diga esa palabra o se juegue con todo lo que rodea su significado. Mi problema es que se sabe que decir esa palabra o cualquier otra tabú, como los garabatos, sacan muy fácilmente la risa del público. Eso es un hecho. Por ello es que no me gusta, prefiero el desafío de hacer reír con algo de mayor nivel, de mayor elaboración, más “inteligente” que un peo, por muy original o llamativo que éste fuera . Pero repito, no critico al que lo haga. Que se entienda que no digo que esté mal. Es sólo que el señor Sánchez abusó un poco del tema.

Me alegro mucho de que le haya ido bien. Yo suspiré aliviado cuando vi que la mayoría del público era bien adulto, algo que da cierta garantía de una mejor educación formal, lo que se traduce en menos probabilidades de que sean tan mal educados como para pifiarlo y no dejarlo actuar, algo que sabemos que sucede a veces con algunos humoristas.

Así que a los que les gustó mucho, perfecto. A los que no les gustó nada, porque prefieren las cochinadas y los garabatos, perfecto.

Yo terminé contento con su presentación.

En fin, feliz de no tener que criticar el mal gusto de nuevo en mi querido humor.

 

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Segunda presentación del humor en el Festival de Viña 2017

descarga_5_2.jpegNo conocía a la señorita Chiqui Aguayo, menos su repertorio, su estilo. El problema es mío que no voy a los lugares donde se presenta, ni veo televisión (excepto los titulares de los noticieros por si me interesa algo y las series de Netflix, para “desconectar”).
Por tal motivo me sorprendió su rutina, como segunda representante de los humoristas chilenos en el Festival de Viña.

En mi comentario anterior dije que el primer humorista tuvo dos grandes y graves problemas: uno, que hacía crítica político social directa, sin elaboración, sin humor, llegando incluso a hablar en serio como líder de opinión; y dos, decía muchas palabras obscenas, groserías.
Pues esta señorita Chiqui Aguayo lo hizo mejor que él “cuantitativamente” hablando, ya que sólo tuvo uno de los dos problemas de su colega.
Repito, realmente me sorprendió su rutina. ¡Porque si la mido “cualitativamente” fue el doble de ordinaria, grosera, vulgar y obscena!

Y no le critico eso porque sea mujer, si es un hombre sentiría la misma vergüenza ajena igual. Critico el guión (y su mala decisión de hacerlo ahí y la mala decisión de los organizadores de permitirlo). De inicio a fin aquello sólo se trató de sexo, ¿contaron las veces que dijo o insinuó con gestos el sexo oral? Es increíble.
Ya sé que el público de Viña rió y aplaudió (aunque a mí eso no me dice nada), con esas vulgaridades. A mí, sin ser beato, al contrario, no me gustó nada la presentación, porque esas obscenidades me agredieron. No las encontré necesarias.
Y no critico al guión en sí, técnicamente, porque no estuvo mal desde el punto de vista de elaboración de humor, incluso hizo más humor que el anterior colega. ¡Pero es una rutina para hacerla en un centro nocturno, bien de noche, con un público ordinario y casi borrachos! 
¡Con tantas cosas importantes que hay en la vida para reírse de ellas! 
Claro, con el sexo, la grosería y la crítica directa los humoristas van al seguro, lamentablemente.
En fin, no es una rutina para hacerla en un Festival Internacional. Se han perdido las proporciones hace rato.
Por supuesto, ella y el que quiera es libre de presentar lo que le de la gana y el que no le gusta que cambie de canal o se va de aquel lugar, obvio. Sólo analizo lo que vi, porque también tengo derecho a opinar.
Pero creo que no merecen la pena más comentarios. Qué lástima, porque ella tiene vis cómica, domina la escena y los trucos de la comedia. Tengo la esperanza de que como es joven e inteligente tome en cuenta estas críticas y rectifique ese camino (lo más probable es que esta crítica no le llegue, pero sé que otras recibirá).
Para terminar, vi que en mis comentarios sobre el humorista anterior, marcó “me gusta” el señor Diego Vignolo, un magnífico hacedor de stand up comedy uruguayo, el cual tengo el honor de tener como amigo aquí en facebook y hasta tuve la oportunidad de entrevistarlo para HumorSapiens.com. Yo he visto sus rutinas por YouTube y les puedo asegurar que también dice malas palabras en sus presentaciones, pocas, pero las dice. Pues nunca me han agredido, nunca las he encontrado groseras. Según mi experiencia en mis años de comediante, las malas palabras hay que saber justificarlas en el guión y hay que saber cómo decirlas. Ojalá él u otro comediante de ese género tan en alza, nos comente aquí si tengo razón o no. Me encantaría entender qué está pasando. Si es una tendencia dentro del stand up comedy actual, o es que se equivocaron con sus rutinas los dos primeros humoristas en Viña.

 

Nota: A continuación agrego un comentario sobre el tema, que subí a las redes sociales, al otro día de esta crítica que acabas de leer:

Me contaron que la señorita Chiqui Aguayo dijo algo en una conferencia de prensa (no la vi), que ha servido también como argumento para la defensa de las vulgaridades, obscenidades, groserías y mal gusto que pulularon anoche en el Festival.
El argumento es: "así hablan las mujeres entre amigas. El que no lo acepta así tiene un doble estándar, una doble moral".
Entonces -digo yo-, siguiendo ese mismo argumento, en la intimidad de las amigas, donde ellas hablan del tamaño del pene de sus maridos, con tanta confianza como hay, seguro se sacan mocos, sueltan eructos, pedorrean y se rascan abiertamente el trasero, por poner otros ejemplos. De tal manera que sí los organizadores del Festival aceptan ese argumento de eliminar "esa doble moral aludida en ese argumento", en la próxima versión del año que viene los humoristas podrán vomitar y defecar en el escenario...
Bueno, esta ironía es para decir que cuesta entender cómo no se dan cuenta de que no es lo mismo lo que se dice y se hace en una reunión de amigos, que lo que se dice y se hace en un escenario artístico (da igual si es comunal, nacional o internacional). ¿Cómo explico que yo soy garabatero, que me encanta cualquier tipo de humor, incluyendo el de tema sexual, pero que jamás escribiría un libro o me presentaría en un escenario diciendo esas obscenidades o esos chistes o situaciones tan subidas de tono? Sabemos que en la rutina de esa señorita no hubo doble sentido, nada más hubo un solo sentido. Por favor, me encantaría que abandonaran esos argumento-excusas como "la doble moral", "así habla el pueblo", "la atacan porque es mujer", etc. Claro, yo pido que lo abandonen, pero si insisten, tienen derecho. Y yo tengo derecho a abandonar el debate también, porque cansa.
Gracias.

 

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Primera presentación del humor en el Festival de Viña 2017.

descarga_6_1.jpegComo hago año tras año, doy mi opinión sobre los humoristas que se presentan en el Festival de Viña. En la jornada inaugural, actuó el señor Juan Pablo López, alguien enmarcado en el estilo stand up comedy.
Aparentemente a todo el público presente le gustó su interpretación. Los periodistas hablan maravillas de él y lo prueban con el alto rating conseguido.

Por eso hoy me sorprendió el comentario que hizo el cantautor Mauricio Redolés, cuyo sentido del humor en su obra es como para catalogarlo como humorista también, según mi opinión. Pues Redolés dijo, entre otras cosas, que el cómico López denostó a la tercera edad y fue un acto de cobardía burlarse de la vejez del ex Presidente Lagos (sin ser él Laguista).
Yo vi la rutina de ese humorista y no voy a analizar aquí contenidos; es decir, no me referiré a si atacó merecidamente a alguien o no. Me dedicaré a hacer un par de breves comentarios sobre lo que percibí.

En primer lugar estoy hasta el último pelo de que los colegas exploten a los políticos, empresarios, el sistema, los bancos, etc. Y no porque no coincida con ellos la mayoría de las veces. Creo que muchos se merecen la crítica. Es obvio. Me refiero a que usen el espacio del humor para discursos serios, para dar mensajes, para mostrarse como líderes de opinión. Para mí un humorista se para en un escenario con el objetivo principal de hacer humor, hacer arte. Y eso no lo percibo últimamente. Tampoco en la presentación del señor López. Otro objetivo de los humoristas puede ser, si así lo entienden, además de hacer humor, hacer pensar. Maravilloso cuando eso sucede. Para eso es el arte, para elaborar el mensaje, haciendo reír o sonreír. Eso es humor. Pero a veces los colegas se confunden y piensan que su objetivo es hacer reír o hacer pensar sin hacer humor y ahí se pierden. Es muy fácil subirse a un escenario y decir que tal político es corrupto, que las mujeres están explotadas, que los gay son discriminados, que los ancianos se merecen mejor vida, que los pueblos indígenas deben ser valorados y un largo etcétera. Ahí se sabe que el público aplaudirá, lo recibirá con los abrazos abiertos. Ya tiene ganado más de la mitad del éxito. Entonces recurre a decir o verdades crudas o cinismos o sarcasmos contra tal personaje, aliñando la frase con malas palabras, con palabras obscenas. Con eso consigue las risas y el éxito total. Eso no es humor. 
Vi mucho en la rutina del señor López de atacar sin humor, vi muchas malas palabras sin justificación (estoy hasta el último pelo también de la excusa "de que así hablamos los chilenos". Señores, eso es grosería, vulgaridad y mal gusto, lo hable el pueblo o no. Me refiero a las obscenidades y groserías sin justificación. Aprovecho y aclaro: estoy lejos de ser beato, mi opinión no va por ese lado. Me refiero a buen gusto, a espíritu, etc.). Lo mejor, para mí, fue cuando abordó los temas costumbristas, claro, sin las groserías.
Pero es mi modesto y humilde criterio. Puedo estar equivocado, porque estos son temas subjetivos. Y a ese señor le deseo la mejor de las carreras, porque se ve que maneja el oficio de comunicar graciosamente. Insisto, para mí, solo le falta que comience a hacer humor de verdad (como a veces lo vi en algunos momentos pasajeros en su presentación).
Espero que no me ataquen tanto los que rieron con él y piensen distinto a mí. Les recuerdo que en esta página no se admiten vulgaridades ni ofensas.

 

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Homenaje póstumo: Miguelito de Cuba

61404681_10219570476675902_16272763501150208_n.jpgNo tengo ánimo para hacerlo, pero debo escribir unas palabras en memoria del negro.

Lo conocí estudiando Ingeniería Civil en La Habana y fuimos inseparables los últimos tres años. Al graduarnos, trabajamos en distintas empresas constructoras en Matanzas, pero no dejamos de vernos casi a diario. Así que puedo hablar sobre él de primera mano.

Miguel Valdés Oceguera fue un hombre humilde, introvertido, decente, fiel, limpio, bien educadito, noble, servicial, nunca hablaba mal de nadie, con gran sentido del humor, y solo, muy solo, siempre con necesidad de cariño y de pertenencia.

Fue, por sus gustos, un cubano típico, porque le apasionaba el béisbol, el dominó, la cerveza, la carne de puerco, la música, las mujeres y los carnavales. Sin embargo, paradójicamente, lo hacía de forma atípica porque siempre vestía formal, planchadito, y no gritaba, no decía malas palabras, era muy tímido con las mujeres y no sabía bailar.

Cuando nació La Seña del Humor, lo inscribí sin siquiera preguntarle.

De 1984 a 1991, compartí con él en el grupo, casi las 24 horas del día, por ello puedo hablar de él con conocimiento de causa, como se dice.

Así que puedo afirmar que Migue fue uno de los miembros más disciplinados y puntuales (si no el que más). Hacía todo lo que se le pedía sin cuestionar nada. Era el más querible de todos nosotros.

Su especialidad era hacernos reír a nosotros mismos fuera del escenario. Y no era tarea fácil que alguien hiciera reír tanto a esos humoristas-jodedores cuando nos juntábamos. Pero lo curioso es que sus “gracias” no las hacía para lograr ese objetivo.

Recuerdo en las decenas y decenas de giras por la provincia y por el país, sentado siempre al final del bus y en los pocos momentos de silencio, se escuchaba en voz baja el comentario hilarante del negro, pero dicho para él. Invariablemente los que se sentaban cerca reían y lo repetían a gritos para el disfrute de los demás.

Ejemplo, recuerdo en una ocasión entraba nuestro bus a La Habana y nos encontramos de pronto en medio de una algarabía, con gritos y pitazos de autos, creo que por un incidente de tránsito, pero en ese momento no sabíamos la razón. “¿Qué pasa, caballeros?”, nos preguntábamos. Y enseguida llegó el comentario de Miguelito en voz baja y calmada: “Parece que apareció Camilo”. Estuvimos riéndonos hasta llegar al hotel (es un chiste localista, sólo entendible por cubanos).

Después que emigré a Chile dejé de verlo y de saber de él. Supe que Miguelito se fue a su casa en la ciudad de Cárdenas y según me contaron, le dio un leve derrame cerebral, se retiró y volvió a trabajar, pero no como ingeniero. Tuvo la suerte de encontrarse con una gran persona que lo adoptó, nuestro amigo y colega Orlandito, director del grupo “Chou” de Cárdenas y humorista gráfico. Así Migue siguió actuando un poco y trabajando en plazas donde Orlandito le conseguía.

En el año 2002 nos hicieron un homenaje en Cuba. De Chile fuimos Aramís y yo. Allá nos juntamos con Moisés, a cargo ahora del diezmado grupo y presentamos un espectáculo en el Teatro Sauto de Matanzas (parte de él se puede ver en Youtube). Pues de pronto en escena, me viro hacia un lado y me encuentro a Miguelito con su eterna sonrisa. Le di un largo abrazo, porque sentí una inmensa alegría al verlo. Después, en camerino, de cerca y con calma, me di cuenta de que era un Migue muy débil, muy desgastado.

Nunca más lo vi, pero de vez en cuando Orlandito me contaba algo de él en sus correos. Hasta el fatídico mensaje donde me dice que estaba en Terapia Intensiva. Desde ese momento hasta ahora, no me abandona el dolor. Dolor porque sé que merecía otra vida mejor, dolor porque no era tan viejo para morir, dolor porque no estuve a su lado en sus últimos momentos y además, el dolor egoísta porque yo perdí un gran amigo.

Se ha ido un hombre extremadamente bueno, un compañero excepcional.

Sé que su muerte la sentirá su familia, sus amigos y todo el que lo conoció.

Donde quiera que esté (si existe ese lugar), Migue estará haciendo sus gracias en susurro, alegrándole la vida a todos a su alrededor.

Desde aquí agradezco a Orlandito por responsabilizarse de que en el funeral de Miguelito hubiera una corona a nombre de La Seña del Humor de Matanzas, que en estos días cumplió 33 años.

Deseo pensar que Migue escogió la fecha adrede, para que siempre lo recordemos.

Pero no era necesario. A nuestro negrito de la suerte, como le decíamos, no lo olvidaremos jamás. Imposible.

 

 

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