Humor y libros

Reseña del libro "Aquel. Humor en pocas palabras” de Alejandro Rojo Vivot

ale.jpgCon ustedes algunas opiniones sobre el libro “Aquel” (sobre éste, obvio).

Les confieso que cuando leí algunos de sus artículos y le eché un vistazo ligero a sus libros, le comenté al autor que me encantaba que siempre, en la introducción, desarrollaba todo un ensayo sobre el humor. ¡Porque es algo parecido a lo que hago con muchos de mis libros!

En este libro en cuestión duplicó la cuota, ya que nos ofrece un artículo ensayístico antes de comenzar el libro como tal y otro al final. Por lo tanto, me dio “por la vena del gusto”, como decía mi madre.

Ahora, ¿cuál es el argumento del libro? No, imposible responder literalmente esa pregunta, porque abarca cientos de temas diferentes. ¿Cómo?, se preguntará extrañado usted con toda razón. Le explico.

“Aquel” es el adjetivo demostrativo que escogió el autor para de ahí desarrollar breves cápsulas de humor, que nos recuerdan desde las “Greguerías” de Ramón Gómez de la Serna, hasta algunas formas fijas del folklore oral infantil, que me encantan.

Un dato: las escribió durante muchísimos años. Las creaba, las anotaba y las guardaba. Hasta que decidió publicarlas en este libro.

Les muestro algunos ejemplos:

Aquel hombre sándwich tuvo que cambiar de trabajo cuando le subió mucho el colesterol.

Aquel periodista decía siempre la verdad por eso era empleado en un quiosco.

Aquel cabezadura fue un buen testaferro.

Reseña sobre mi "Teoría Humor Sapiens" por Alejandro Rojo Vivot

captura_de_pantalla_2024-07-14_a_las_18.31.39.pngEs posible que tú, lector, tengas este libro ante los ojos, nó por derecho propio, sino porque lo hayas pedido prestado á un amigo...

Pero hay ciertos casos en que uno no debe ponerse jamás, como el de morir en un choque dé trenes, el de ser candidato a ministro,

el de escribir libros para que otros los lean gratis y tantas otras calamidades. (…)

Si el libro te agrada, si te hace reír alguna vez, abónamelo á mi cuenta y... prepárate a una segunda serie, Dios mediante.

Si no te agrada, arrójalo; pero te prevengo que no te he de devolver la plata”. (1) Valparaíso (1904).

Edigio Poblete (Ronquillo) (1868-1940)

 

A pesar de los muy numerosos estudios científicos y controversias de todo tipo que hemos leído sin encontrar suficientes fundamentos, es posible que el “Bisonte encogido”, la “Gran cierva” y el “Caballo ocre”, como otras bellísimas figuras rupestres de las “Cuevas de Altamira”, sean caricaturas de ciertos importantes personajes de la “Cornisa Cantábrica” con que se divertían los homo sapiens o hombres sabios (seres humanos) ancestrales; primates que ignoraban lo que el futuro les significaría a nosotros sus descendientes…

Reseña del libro "John y Deep", por Ricardo Guzmán Wolffer

portadajoyd.jpgDE TEATRO Y HUMOR

De pie, sobre la estepa horizontal y tozuda, almácigo vivo de tradición pensante, un roble preñado de acervo universal, Pepe Pelayo, erudito conocedor del humor, escribe la obra de teatro “John y Deep”, autoclasificada como historieta, donde dos personajes se dedican a divagar sobre los más diversos temas sin que se dé el conocido conflicto aristotélico teatral. Debido a la falta de trama anunciada, mientras hacen la mímica relativa a que caminan a tantos lugares como sketches desarrollan, los personajes se divierten con chistes fonéticos, chistes derivados de la cultura popular hispana, chistes literarios, chistes semióticos y cualquier cantidad de divertimentos para cautivar al espectador y evitar que deje esta obra de teatro, en apariencia escrita sólo para lectura. Aunque no faltarán los empresarios teatrales temerarios y menos los públicos mártires de la dramaturgia experimental o del teatro del absurdo, improbables casilleros para acomodar a estos dos personajes autoparódicos.

Si el recorrido de los cuasihéroes caminantes nos da ecos de “Bouvard y Pecuchet” de Flaubert, por el dúo central, la forma en que está presentado el conflicto ausente de la trama, conlleva una peculiar derivación de obras de teatro importantes como “Las tentaciones de San Antonio” del mismo Flaubert, donde se hacen anotaciones escenográficas imposibles de realizar en la época en que escribió por la cantidad de personajes que se supone aparecen ante el público y la complejidad en la presentación de las distintas bestias míticas convertidas en personajes con diálogos. Quizás Flaubert, grande entre los grandes, tuvo una premonición sobre esta obra de Pelayo y escribe en “Las tentaciones”: “Los que poseen las bellezas de las apariencias pueden seducir. ¿Pero cómo se puede creer en los otros, que son abyectos y terribles?”

Del libro "Doctor Tuga"

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Del libro "Divina gracia. Humor convenientemente impío"

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SUBE EL TELÓN. ESTÁ ENCENDIDO SÓLO UN ÁREA EN EL CENTRO DEL ESCENARIO. DOS HOMBRES ESTÁN SENTADOS DE FRENTE AL PÚBLICO. AMBOS VISTEN COMO CARDENALES DE LA CURIA ROMANA.

Cardenal 1: ...Pues a mí no. Yo prefiero el humor verde, el negro... ¡y el púrpura! Ja, ja, ja...

Cardenal 2: Dije humo blanco, Monseñor, no humor blanco. Dije que todos querían hoy el humo blanco.

Cardenal 1: ¡Ah!... Pues eso será difícil de conseguir en este Cónclave.

Cardenal 2: Es lo que yo digo. El Cardenal Mezzati y el Cardenal Edina están emparejados.

Cardenal 1: ¿Se comprometieron?

Cardenal 2: No, digo que en la votación van parejos.

Cardenal 1: ¡Ah!... ¿Entonces el que consiga un voto gana?

Cardenal 2: No, no se trata del 50% más uno. Se necesitan dos tercios.

Cardenal 1: No presumas de matemático, hijo mío. Sé un poco más humilde ante Dios y los hombres.

Cardenal 2: Es que no se requiere la mitad de la Curia, Monseñor, se necesita el 66,3% de los votos.

Cardenal 1: ¿Y cuál es el Cardenal cuyo voto vale 0,3%?

Cardenal 2: Todo tenemos un voto.

Cardenal 1: ¡Ah, no! ¡Yo tengo dos! El de pobreza y el de celibato.

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