Cuando los tradicionales roban, a uno le jode, pero no se sorprende y sabe que hay que luchar con fuerza para encarcelarlos, ya que son poderosos.
Pero cuando el que roba es alguien con supuesta altura moral para luchar contra esos poderosos de siempre, no solo a uno le jode, sino que se indigna y se decepciona. Me pasó con esos izquierdosos chilenos que le pidieron plata al yerno del que los asesinó y torturó. Ahora me pasa con los brasileros.
Por ejemplo, hace 28 años, un diputado llamado Lula, vociferaba esta frase en uno de sus discursos:
"CUANDO UN POBRE ROBA, VA A LA CÁRCEL; CUANDO UN RICO ROBA, SE CONVIERTE EN MINISTRO".