Guiones y cuentos

Cuentos serios de bufones #13

88014045_10222189600072350_4396633140446101504_n.jpgÉrase una vez, hace poquísimos años y en un lugar muy cercano, el nieto del retirado bufón de Palacio salió acongojado a las calles de aquel villorio a causa de la impotencia de ver a su abuelo deprimido por no tener ya la habilidad de hacer reír.
Pasando por una estrecha calle encontró a un hombre vendiendo flores, frente a un local con un letrero en su puerta que decía: “Escuela de graciosos”. No lo podía creer.

Cuentos serios de bufones #12

images_20.jpegÉrase una vez, hace poquísimo tiempo y en un lugar muy cercano, un bufón saliendo del Castillo a pasear y despejar su mente, cuando fue alcanzado por un famoso pintor.

—Necesito un favor tuyo –le pidió el artista.

—Por supuesto, dime –respondió el cómico.

—Hace falta que vayas a casa de una dama a la que recién le hice un retrato. Ella tiene algo extraño, porque no ríe con nada. Creo que está demasiado deprimida.

—Yo me encargo, Maestro, no se preocupe.

Desde ese día el bufón se hizo amigo de la mujer y comenzó a visitarla a diario para conocerla bien. A los poco días ya sabía que su pésimo ánimo era por una tremenda decepción amorosa que había tenido y aún sufría mucho por tal motivo.

Cuentos serios de bufones #11

ati.jpgÉrase una vez, hace poquísimos años y en un lugar muy cercano, un bufón entró a la Cámara Real del Palacio de aquella Villa, donde estaba en su lecho el Rey, padeciendo de una súbita enfermedad. Cuentan que en ese instante el bufón contó un breve chiste y el Monarca comenzó primero a sonreír y después a reír levantándose de la cama.
Y la risa, se extendió por los pasillos y dependencias del Palacio. Un cocinero que terminaba su turno de trabajo salió de allí riendo y contagió a su familia y a sus vecinos. En pocas horas se reía también toda la Villa.

Cuentos serios de bufones #10

abu.jpgÉrase una vez, hace poquísimo tiempo y en un lugar muy cercano, una solemne, severa y temida autoridad: era el Cardenal de Palacio, el cual aplicaba con suma rigidez sus leyes morales en aquel Reino, incluso por encima del Rey. Era famoso por castigar a los que se atrevieran a reír en público. Y sus castigos iban desde cadena perpetua por una sonrisa, hasta la guillotina por una risa.

Una mañana como otra cualquiera, recibió una carta firmada por La Muerte donde le decía que iría a llevárselo, inobjetablemente, esa misma noche.

La poderosa autoridad tembló de miedo, porque conocía esa antigua historia (muy requeteusada por los escritores, por cierto). Y estuvo un buen rato pensando, hasta que al fin decidió traer a su presencia y sin que nadie supiera, al bufón de Palacio. Al mismo que había desterrado como primera medida al inicio de su mandato.

Orión y Pipita. Cuento No.4

manywoman3_2.png"Los chocolates"

 

-¡Mira, esto, Orión!
-¿Qué cosa, Pipita?
-Mira a esa pareja que se instaló ahí frente a nosotros y que no paran de hablar.
-¡Ah, sí! Son raritos, ¿no?
-Raros, no. Pero demodé, sí.
-¿Qué quiere decir eso?
-Fíjate cómo están vestidos.
-¿Porqué no usan ropa normal?
-Bueno, cada cual se viste como le da la gana, Orión.
-Y cada cual se ríe también de lo que quiera, ¿no?
-Reírse de alguien es una falta de respeto.
-No, si lo hago sin que me vea, Pipita.

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