Me cuesta mucho asimilar todas y cada una de las teoría de conspiraciones, de las noticias inventadas (fake news) y del estiércol que corre por las cloacas, que son las redes sociales. Pero lo peor es que la mitad de la población mundial –como mínimo-, y un sinnúmeros de gente supuestamente inteligente, se las tragan fácil con papas fritas y kétchup, como cualquier comida chatarra.
Y todo se avala con frases como: “hay pruebas”, “lo dijo fulano de tal, que es un experto”, “está comprobado científicamente”, “no lo quieren reconocer porque no les conviene”, etc.. Así se cuelan en los cerebros como virus y se crean mitos, supersticiones.