Pelayaserías - Blog de Pepe Pelayo
Fábula No. 7
Fábula del hombre y el león
Cierto dya em una selva, un señyor dióse ha correr al ver ha un león persiguiéndolo ha él. Quando al animal teníalo encima, el señyor arrodíllósele ha dios y rezole pidiéndole queste león se convirtiérasele em cristiano.
E y emtonces sucediose el milagro: la fiera dexó de correr e púsose ha rezar tambyén, rogándole a dios ansí: “Dios mío, bendice deste alimento que me voy a comer en deste momento”.
Moraleja:
Cuando se tiene verdadera fe, no falta el alimento. Cuando le pidas algo a tu dios, cerciórate de que entendió. Cuando el mal es de comer, no valen leones verdes. Si naciste para alimento, del cielo te cae el aliño.
El Chiste (No. 4) "¿Quién inventa los chistes?"
Me refiero en esta reflexión a los tradiciones chistes orales, escritos, que cuentan una breve historia o situación.
Comencemos a descubrir ciertas teorías entonces. Por ejemplo, algunas mentes brillantes han intentado desentrañar el enigma de quién inventa los chistes populares, anónimos, como es el caso del escritor ruso de ciencia ficción Isaac Asimov, quien en el cuento “El chistoso” atribuye la autoría de estas bromas a una potencia extraterrestre.
Otra tesis la propuso la revista humorística española “El Jueves” , sugiriendo que los inventaba una sociedad secreta.
El mencionado ya Sigmund Freud, dijo al respecto: “se los inventa la gente”, así de sencillo y sorprendente, ya que uno esperaba una genialidad más complicada de ese señor.
“Hay personas más ocurrentes que otra, pero el chiste, por lo general, es un proceso de elaboración colectiva en el que intervienen muchas manos”, asegura el filólogo español Juan José Prat.
En realidad, muchos de los chistes que conocemos los ha inventado la humanidad en su conjunto: egipcios, griegos, romanos y otros pueblos. Quizás la gracia en bruto inicial, que dio lugar al chiste, probablemente surgió de una persona en concreto en una época determinada, y en su desarrollo posterior intervinieron miles de chistosos anónimos que lo pulieron y enriquecieron.
Partiendo de lo anterior, existen teorías que señalan que los chistes se originan en sitios donde trabaja mucha gente, por ejemplo, en grandes fábricas, en trabajos físicos en el campo, etcétera, y son creados por personas que desempeñan trabajos manuales y repetitivos, que les permiten dedicar los mejores años de su vida a maquinar ocurrencias agudas. (No estoy muy seguro. Creo que también a un ser solitario, medio ocioso en su casa, en una playa, en una cueva o donde sea, se le puede ocurrir esa gracia que circulará después cuando la cuente).
Otra teoría es que se crean en los bares o en las cárceles. Pero siempre donde la gente pasa muchas horas junta y, sobre todo, entre amigos. (Insisto, es una posibilidad, pero no creo que la única.)
Cabe mencionar al profesor de Psicología Positiva, máster en Antropología por la Universidad de Oxford y cofundador de “Humor Positivo”, el español Eduardo Jáuregui, quien afirma que en realidad sólo hay 27 chistes, el resto son variaciones. “Hay chistes que llevan contando desde hace cientos de años y que se adaptan a cada época”, afirma.
Nunca he estudiado esa materia tan profundamente, pero sí conozco esos chistes que se adaptan a épocas y lugares diversos, como él dice. Por ejemplo, cuando llegué a vivir a Chile, me contaban chistes del triste período de la dictadura de Pinochet, como éste: ¿Por qué los policías siempre andan en rondas de tres? Porque uno de ellos sabe leer, el otro escribir, y el tercero vigila a esos dos peligrosos intelectuales... Pues una variante del mismo chistela escuché en Cuba, mucho antes de oírlo en Chile, cuando comenzaron a pulular en La Habana los policías llegados -o traídos- de la zona oriental del país. Pero en ese caso iban de a dos. Uno sabía leer y escribir y el otro cuidaba al intelectual. Y curiosamente, tiempo después, leí que ese mismo chiste se contaba en Rumanía durante el régimen de Ceausescu.
“El chiste popular, oral, es la gracia anónima, la vena humorística que corre secretamente por la entraña social, y la riega y vivifica con su ingenioespontáneo” Ángel Marsá en La Risa del Mundo, Antología del HumorUniversal (Editorial Janés, España, 1947).
Para mí, existen dos clases de chistes inventados.
1) Los que lo crea una persona anónima y con el paso del tiempo otros lo pulen.
2) Los inventados “de autor”, creados para libros, guiones de TV y radio, para caricaturas, para Internet, etcétera. Claro, muchos de los chistes de autor, con el paso del tiempo y en el boca a boca, pierden la autoría y se vuelven anónimos, como los anteriores.
En este punto no puedo evadir un aspecto importante para mí: el plagio de los chistes de autor.
Una anécdota: cuando Virulo, humorista y director del Conjunto Nacional de Espectáculos de Cuba (CNE), nos invitó a compartir con Les Luthiers en la Sala Atril, la medianoche después de una actuación de los maestros argentinos en La Habana, estallamos de alegría. Recuerdo que ellos interpretaron informalmente varios números ante unas cien personalidades invitadas. Al terminar, Virulo se nos acercó y nos pidió que subiéramos al escenario.
Imagínese, después de nuestros ídolos, ¿qué podían hacer ahí unos principiantes provincianos? El nerviosismo nos consumía, porque nos batíamos entre hacer un papelazo y el orgullo de haber compartido escenario con ellos. Entonces se nos ocurrió algo: Aramís Quintero y yo escribimos una nota humorística en un rincón de la Sala a toda velocidad, y se la dimos al actor chileno Jorge Guerra, miembro del CNE para que la leyera. Nosotros estaríamos observando la reacción de los seis “lesluthiersianos” y si se reían, actuábamos, si no se reían, no. Virulo aceptó y Guerra leyó. Se rieron y actuamos.
La anécdota en sí ocurre después de nuestra actuación y de las felicitacionesde Les Luthiers. Nos repartimos a conversar por la Sala entonces con todos sus miembros, por esa necesidad de conocer, aprender. Entonces, me puse a dialogar informalmente con Marcos Mundstock y en un momento le pregunté si le había gustado el chiste “tal” que usamos en la nota leída previamente por Guerra. Y ese gran profesional me respondió que ese chiste lo habían usado ellos en un espectáculo hacía años. Yo quedé paralizado, pensando que ellos podrían creer que nosotros los habíamos plagiado (a pesar de que hacía menos de un año que conocíamos a ese grupo y sólo algunos números y ningún espectáculo completo). Le pedí disculpas de manera torpe y me contestó algo que nunca olvidé: “¡no, no te preocupes, a cualquier boludo se le ocurre el mismo chiste!”
Quedé de nuevo confundido. ¿Me ha dicho boludo? Pero por su sonrisa y desenfado me di cuenta de que era una broma y me explicó su opinión al respecto. Más tarde mi experiencia en el oficio le dio la razón, porque es cierto que a cualquiera se le puede ocurrir la misma idea.
El humorista argentino-español Darío Adanti, publicó un artículo muy interesante y simpático. Aquí lo dejo con un par de fragmentos de ese texto:
“Quiero denunciar aquí que el señor Joaquín Salvador Lavado, alias Quino, me ha estado robando mis mejores chistes durante décadas. Y no hablo de su célebre Mafalda, no, hablo de sus chistes recopilados en cualquiera de sus veinte libros publicados de humor gráfico.
Cada vez que se me ocurre un chiste soberbio, aquel que convertirá toda mi obra anterior en meros errores, busco en sus 20 libros de humor gráfico y descubro que dicho chiste ya fue hecho, y de forma mucho más fina y certera, por el mentado señor Quino. Así que aquí dejo asentada esta denuncia. Quizá mañana la justicia tome en cuenta los postulados de la física cuántica y el hecho de que el tal Quino los haya hecho en tiempos anteriores no le sirva como coartada para librarse de ser condenado por plagiar lo mejor de mi obra jamás realizada”.
Muy ingenioso, ¿no es cierto? Pues si cito esos párrafos aquí, es por lo que comentaba sobre ese punto polémico siempre entre los creadores en general y entre los humoristas en particular.
Muchas veces hemos escuchado o leído un chiste, o lo hemos visto dibujado o actuado y nos hemos preguntado “¿este chiste yo lo conocía o era uno parecido?”. Sin embargo, parece original, ya que está firmado por un creador o supuesto autor.
A veces los creadores de humor no tienen escrúpulos y toman un chistepopular, anónimo, y lo hacen suyo, sin señalar que es una recopilación –algo muy válido y necesario también.
Y están los que se aprenden un chiste que hizo o creó alguien y lo cuenta, escribe o dibuja por ahí, como si fuera de su propia cosecha.
Pero también nos encontramos a los que toman el chiste que les llega por cualquier vía y le hacen una mínima variación, como para justificar el plagio, diciendo que es una coincidencia porque “se parecen, pero no son iguales”.
Y sucede que algunos “chistosos” no se apropian descaradamente de la autoría del chiste de otro, pero tampoco dan el crédito del verdadero autor y dejan pasar el asunto y el que piense que es de él, que lo piense, “¡pero que conste que yo nunca dije que era mío!”.
Claro, hay veces que la mente te traiciona. Uno ve un chiste que le gustó y pasa el tiempo y de repente te viene la idea de ese chiste como si fuera original. O también pasa que uno duda si tu idea es original o ya la vio o escuchó; en fin, todo se le enreda en la cabeza.
Conclusión:
* Hay que crear siempre, y tratar de ser original, sin pensar que alguien inventó el chiste antes. “Ya casi todo está inventado”, dicen algunos.
* Hay que ser respetuoso y dar crédito si el chiste es de otro. Me molesta mucho esos que copian con gran frescura mis chistes en Internet y lo reproducen así, sin más ni más, creyéndose con derecho a usar mi creación como si fuera patrimonio de todos. Y ojo, me encanta que se difunda mi obra, que la copien y reproduzcan, pero por favor, que me den crédito, porque logran el mismo efecto y a mí me estimula más continuar creando.
* No hay que plagiar. Y no sólo porque no es honesto hacerlo, sino también porque más tarde o temprano te pillan y tu obra se verá muy dañada, porque pondrán en duda el resto de tus creaciones.
En fin, me uno al humorista autor de los párrafos que mencioné: cuando me llega un chiste buenísimo, la primera sensación y pensamiento es, “¡por qué no se me ocurrió a mí!”. Pero como no fue así, mi deber es estar agradecido de las genialidades de esos grandes creadores de humor y admirarlos, honrarlos y respetarlos siempre, mientras me esfuerzo por ser cada día mejor en mi creación.
* Y termino dirigiéndome a todos los lectores, sean inventores de chistes o no: si les llega un chiste anónimo o de autor a través de un dibujo, una historia que leyeron o escucharon, etc., disfrútenlo y conviértase en agente transmisor.
Muchos no tienen ni idea de lo importante que son para el ser humano.
(Mi próximo artículo en este especaio tratará sobre cómo crear un chiste, así que si no lo es ya, pronto podrá ser un respetado autor).
Fábula No. 6
Fábula del perro mascota y el perro callejero
Detúvose una perro vagabundo em un desierta esquina de una pueblo, para rascarse con violencia la panza,
usando movimientos rápidos con su pata trasera de él, tratando de echar las malditas garrapatas, cuando mírase
pasar a su amigo de él, un fermoso y cuidadoso perro coolie el qual vivíase en la callese principal.
-¡Teneís usted buenos y a provechables dyas, maese coolie! –salúdolo el vagabúndolo.
-Lo propio, don vago, amigo myo –respondióle la linajuda mascota-. ¿Y? Por sus frecuentes movimientos parece que no os enciende la moto de usted, ¿no es ansí?
-Lo que sucede es que tiénenme loco questas garrapatas –explicóle el perro callejérole, deteniendo su pata trasera de él-. ¡Oyga! ¡Face tiempo que no veíasele por estas calles!
-¡Es que desde que mys dueños compraron el árbol de Navidad tengo el baño myo en la propia cassa!
Moraleja:
A que a buen árbol se arrima, orina. No siempre que se reúnen muchos perros es el Festival de Cannes. Todos los perros se conocen de atrás, por ello siempre se huelen ahí.
Fábula No. 5
Fábula del gato y el loro
Penetróse el truhán gato en casa axena e de madrugada, con la único obxetivo de hurtar algo para calmar su profunda hambre de él. Estando a punto de llegar a el cocina y em plena oscuridad, de repente se escucha un mysteriosa voz la qual le dice:
-¡¡Jesús te está mirandooo!!
Entonces el gato sinverguenza asústase, siéntose con miedo, muévesele sus bigotes de él y detiénese. Una minuto más tarde, como viese que no ocurrióse nada más, presígnase como buen creyente e continúase su andar sigiloso de él. Pero de nuevo aquest voz reverbera en la fabitación, y repítele a él:
-¡¡Jesús te está mirandooo!!
El gato malandrín, con las pelos erizados de terror al verse a él descubierto em plena delincuencia, reúnese valor, préndele la luz e búscase con su mirada de él en todas direcciones. Ansí, descúbrese que la voz proveníase de un loro que estábase en su jaula de él, en un rincón deste salón.
-¡Qué susto dísteme! –sonrióse aliviado el pillo felino, saboreándose de antemano el banquete que daríase con aquest ave-. ¿Cómo os llamaís, pajarraco?
-Me llaman Moisés –respondióle el loro.
-Pero Moisés es un nombre muy extraño para bautizar a un loro -coméntale el gato malhechor, deslizándose facia él.
A lo que enseguidase el loro respondióle:
-Más extraño aún es el nombre de “Jesús” que pusiéronle al doberman que está ahí, mirándole a usted…
Moraleja:
Confía en tu voz interior, aunque ésta sólo te repita: “carehuevo”, “carehuevo”… Si en la vida, la luz de la sabiduría no te ilumina, usa una linterna o un fósforo… En la vida, la imagen de un doberman hacia ti vale más que mil palabras.
El Chiste (No. 3) "Técnicas y recomendaciones para crearlos"
Si usted tiene la intención de convertirse en un “inventor” de chistes (para ser contados de forma oral o escrita, aunque puede extenderse a las otras ramas artísticas), ya sea aficionado o profesional, el primer consejo que le doy es básico, fundamental: ¡consuma muchos chistes! Es decir, lea lo más que pueda libros de chistes, o pase horas y horas en Internet buscándolos y disfrutándolos. Mire o escuche hasta el cansancio a los chistosos profesionales en discos, radio y televisión, y también en videos en Internet, como dije.
Escoja los chistes que más le hacen reír y analícelos. Estudie por qué y cómo funcionan.
También observe todo a su alrededor. Deje abierto ese “botón” o “perillita” que hace que uno perciba enseguida, dónde surge el humor en la vida cotidiana. No es fácil, pero se practica y uno logra convertirse en experto o casi, si le pone empeño.
En la fila del banco uno de los clientes puede decir algo por su celular; en la espera de la consulta médica una señora puede decirle un disparate anatómico a su vecina; el taxista que lo lleva puede hacer un gesto o una mueca muy divertida; en el restaurante le sucedió algo cómico a usted u a otro; etcétera, etcétera. Siempre ocurren cosas así, lo importante es estar al tanto para grabarlas y recrearlas al hacer un chiste.
Ojo, me refiero a chistes de situaciones, de breves historias, porque un chiste pueden ser también un silencio, un dibujo, un movimiento, una desafinación, un tropiezo al caminar, una expresión del rostro, una exageración, etcétera, etcétera. Sólo debe cumplir con las condiciones indispensables para un chiste: ser breve, que tenga unicidad y que esté creado con la intención de hacer reír o sonreír.
¿Le preocupa que no se le ocurra sobre qué tema hacer el chiste? Le propongo que siga estos consejos: el mejor personaje que puede tener un chiste es usted mismo. Si inventa uno donde usted es el protagonista, tiene un buen % de la risa de su público asegurada. Claro, no se burle tanto tampoco, porque provocaría lástima.
También es efectivo que en su chiste tenga la culpa o algo que ver su pareja. Ojalá donde usted salga de víctima claro, pero al revés también funciona. Otro consejo: si es sobre “X” persona, ojalá sea alguien conocido suyo y del público. Es bueno que sea de un personaje famoso, por supuesto, pero la risaque da un personaje que todos conocen del mismo centro laboral, del barrio, etcétera, es mucha. Sobre todo si se menciona por su nombre. Se provoca una complicidad. Obviamente, que la "gracia" nos ea ofensiva.
Más consejos: también es eficaz que construya el chiste sobre grupos conocidos: abogados, niños, argentinos, tontos, islamistas, u otros, porque todos saben las características de ellos y así abrevia el chiste también.
Una recomendación: utilice absurdos, eso siempre funciona. También tonterías, no le de vergüenza usarlas, porque provocan mucha risa aunque usted no lo crea.
Otra forma de crear chistes es a través de la fórmula: “que pasaría si…” Ejemplo, tome una idea cualquiera y comience a ver todas las aristas posibles de que sucedan cosas risibles con eso de “y si pasa esto, si ocurre lo otro, si el personaje pensara o actuara así o asao”.
Una forma de crearlos también es anotando una idea, por ejemplo: “cocinero”. Ya tiene el quién, pero piense ahora cómo es él. Hay que buscarle un conflicto, entonces si huele mucho no tendrá nariz, si usa mucho las manos será manco o usa guantes de boxeo, o cosas así. Después, piense y escriba el dónde, el cuándo, el qué y el por qué, y a cada pregunta invente algo relacionado con el oficio de cocinero, lo que está cocinando, para quién cocina, qué y cómo cocina y ahí va mezclando las ideas hasta que de con algo que le provoque risa. Recuerde que el remate (el famoso “punch” inglés), tiene que ser lo que más risa produzca. No puede ser que algo de más risa al inicio o al medio del chiste.
Esto que acabo de señalar es una forma de crear. No es la mía. Yo soy más de ver o escuchar una palabra o una frase, observar un gesto o acción y que me “venga” el chiste o mejor dicho, el material en bruto y ahí sentarme a analizarlo y armarlo.
Como yo hago mucho humor infantil, me encantan los de forma fija: “¿Qué le dijo?”, “¿En qué se parece?”, ¿Cómo se llama la obra?”, “Ayer pasé por tu casa”, “¿Cuál es el colmo?”, “Era tan, pero tan…”, “¿Cómo se dice?”, “¿No es lo mismo?” y muchos otras formas más.
¿Por qué funcionan tanto este tipo de chiste? Porque la mente del receptor se adapta a lo mismo y además de facilitar la comprensión, ahorra tiempo en la introducción del chiste.
Por supuesto, me encantan los juegos de palabras: retruécanos, calambur, oximorón, etcétera.
Pero veamos algunos “truquitos” (técnicas) para crear chistes:
* Exageraciones.- Simplemente es tomar una acción, gesto, situación o lo que sea y llevarlo a la máxima expresión, a algo increíble. Por ejemplo, si desea transmitir que su personaje es alto, no puede pensar en que tenía dos metros, porque eso es posible en la vida real. Tiene que pensar en que su cabeza estaba a la altura de los aviones, y ahí inventar la situación, como saludar guiñándole un ojo a los pasajeros del avión, o trabajar como controlador de tránsito, qué sé yo. O pensar en que se toma un yogur y cuando le cae al estómago le llega vencido (ya existe ese chiste). Estas son las “exageraciones” que dan gracia. Aunque puede que no sean tan infantiles y uno haga el chiste exagerado más “intelectualmente”. Por ejemplo, el personaje dijo: ¿cómo está la temperatura por allá abajo?. (También existe).
* Minimizando.- Es lo contrario a la exageración; es decir, llevar la acción, el gesto, la situación, etcétera, a la mínima expresión, y también a algo increíble. Por ejemplo:
En un partido de fútbol, el árbitro le enseña la tarjeta roja a Suárez y éste le grita defendiéndose, casi sin entenderse por tener la oreja del otro jugador aún en la boca: “¡Pero si yo no le tocado!”
* Condensación.- Esta clasificación la usó Sigmund Freud por primera vez en su libro El chiste y su relación con el subconsciente. Se trata de unir, amalgamar, sílabas o palabras. Es un tipo de juego de palabras. Ejemplo:
Una vez visité una escuela donde se enseñaba muy mal, donde sólo había una maestra buena entre todas. Pues a ese Centro Educacional lo bauticé como: “Centro Eduocasional”.
Ese es un chiste por condensación, según Freud, ya que se fusionaron las palabras “educacional” y “ocasional”. Un simple juego de palabras para mí.
* Desplazamiento.- Otra clasificación de Freud. Para mí que casi todos los chistes cumplen con este encasillado. No es más que tratar de llamar la atención de la mente del receptor hacia una idea, hacia un concepto que ese receptor tenga en su memoria, en su conocimiento y de repente lo sorprende usted con algo que no esperaba. En otras palabras, es desplazar la atención del receptor para que no pueda adivinar el final. Insisto, es la base de casi todos los chistes de situación o de breve historia (digo casi para no ser absolutista). Por ejemplo:
-¿Para dónde ibas cuándo te caíste del caballo?
-Para el suelo.
Uno pensaba que respondería un lugar real y concreto del camino y sorprende la “lógica” respuesta.
*Regla de tres.- Una buena manera de llevarle la mente hacia un lado apartado al receptor es contar, mencionar, sumar, acumular, dos cosas lógicas, normales y sorprender con una tercera totalmente diferente, ya que el receptor espera que esa tercera sea de igual índole a las dos primeras. Por ejemplo:
-¿De donde vienes así?
-Estuve enterrando a mi suegra”.
-Pero por qué estás tan sucio y sudado,
-Porque había mucho sol, porque la tierra estaba muy compacta y porque la vieja no quería de ninguna manera.
Chiste viejo, pero bueno, ¿no? He probado con decir una y sorprender y he probado con decir tres y sorprender. Funcionan más o menos. Pero la mejor sin dudas es la “regla de tres”, decir dos y sorprender con la tercera. No falla.
* Polisemia.- Es cuando una palabra tiene varios significados. También cabe como chiste por “desplazamiento” y también como juego de palabras. La menciono porque la uso mucho en los chistes infantiles. Por ejemplo:
-¿Cuál es el colmo de un carpintero?
-Tener una hija cómoda.
Obviamente, la palabra “cómoda” es ese mueble que puede hacer un carpintero, pero también es esa chica acomodada (que también puede hacer un carpintero, ¿no es cierto?).
* Doble sentido.- Es otra manera de hacer chistes por “desplazamiento”. Y de nuevo también puede ser un juego de palabras. Esta vez se juega con frases, con significados, con ideas incluso. Casi todos los chistes que se conocen son de doble sentido. Claro, popularmente se acuñó que el doble sentido es solamente cuando el chiste es relacionado con el sexo, pero sabemos que eso no es así, o mejor dicho sí lo es, pero el tema sexual es un subconjunto. Ejemplo:
-Esto no me gusta nada -dijo el médico reconociendo a la paciente.
-A mí hace años que tampoco -le contestó el marido.
No se trata de que el marido diga eso por los síntomas de la enfermedad de su mujer (sentido directo se supone), se trata de que con esa frase está diciendo que lleva años soportando el matrimonio, porque no le gusta su mujer (ese es el sentido omitido que uno capta. El segundo, o doble sentido de la frase). También es conocido este chiste, ¿verdad? Pues usaré uno mío de ejemplo para no ser menos:
-¿Por qué llegas así tan desaliñada? ¡No me digas que ese hombre te puso una mano encima!”.
-No, me la puso abajo.
La persona se refería que al verla así podría ser que el hombre la hubiera golpeado, por ello usó la retórica al decir “te puso la mano encima” y ella parafrasea la frase, pero sabemos que lo que significa es que el hombre intimó con ella y a gusto incluso.
* Polisemia contextual.- Yo siempre lo he conocido como “Al pie de la letra”. Es una forma fácil de entender y fácil para crear chistes. Por ejemplo:
El Capitán dice: “¡Suban las velas!” y de los camarotes comienzan a subir a cubierta los marineros con las velas encendidas en sus manos.
Subir las velas se concretó realmente. O este otro ejemplo:
-Disculpa, ¿me puedes prestar cien pesos?”
-Está disculpado.
Aquí la persona responde evitando el tema del préstamo, sólo siguiendo literalmente el sentido del inicio de la pregunta que es una manera socialmente agradable de relacionarse. Sin dudas, otra variante de "por desplazamiento" también.
* Paronomasia.- Es cuando dos palabras se parecen en su sonido. Por ejemplo:
-¡Te veo más gorda!.
-Así es, estoy cada día más sorda!.
La gracia está en decir “sorda” por “gorda” (adrede o no). Este es un chisteviejo, así que voy a poner ahora también un ejemplo con uno mío:
Ella se desvistió muy fogosa.
-¿Me vas a apagar?” -le dijo a él.
-Sí, te voy a pagar. Pero al final -le respondió el hombre.
La gracia en este caso está en la pronunciación de “pagar” por “apagar”, para que el público escuche una por otra.
* Repetición.- Como bien dice Freud, esta “técnica” funciona muy bien. La he usado en teatro y en literatura. Repetir una palabra cada cierto tiempo, un gesto, un movimiento, una expresión del rostro, todo eso produce risa. Los receptores al principio no lo esperan, se sorprenden, pero después ya les da gracia “por saber que viene”. Ahí es cuando se debe jugar con ellos y tratar de sorprenderlos no haciéndolo o haciéndolo con mayor frecuencia, u otra variante.
* El mundo al revés.- Este mecanismo para crear chistes también fue mencionado por Freud y me ha dado muy buenos resultados. Por ejemplo, un niño cuidando a adultos para que otros niños puedan jugar. Y los castiga, los regaña, les da cosas para que se entretengan, etcétera. Pero también puede ser un hombre que aprende a buscar un palito y traerlo de vuelta, mover el trasero cuando está contento y otras características del perro como mascota y mil ejemplos más.
Bueno, pueden existir muchas maneras más de crear chistes, pero estas son las que utilizo con mayor frecuencia, si no me falla la memoria.
Le aconsejo lo siguiente: cree usted dos o tres chistes diarios y muéstreselos a su familia, a sus amigos, o súbalos a las redes sociales y ahí comprobará si les gustó o no a la gente. No sólo para desecharlos, sino para ir modificándolos.
Según Freud también, los chistes se dividen en inocentes y tendenciosos. Los inocentes son los blancos, los infantiles. Yo m inclino a calificar de “chistesblancos” a los que tienen la intención de hacer reír o sonreír solamente. Y él dice que los tendenciosos son los que tienen como temática, la burla, la agresividad, o lo sexual o erótico. Yo prefiero (con el mayor respeto, obvio), calificar como tendenciosos, a todos los chistes que tengan otra intención, además de la de hacer reír o sonreír. Es decir, a todos los que nos hacen pensar y que ese pensamiento pueda producirnos un sentimiento incluso hasta distinto que el placer por comicidad. Pero que se tiene que llegar a él a través del humor.
A mí me encanta, como he dicho, crear chistes infantiles, inocentes; pero también siento placer crearlos para adultos, con el objetivo de hacerlos reír sencillamente, o hacerlos pensar más allá de la risa.
Entonces si evalúo lo que hago, me considero un creador de chistes blancos. Es que no soy bueno inventando los tendenciosos de otro tipo, como políticos, escatológicos, groseros, sexuales o de temas contingentes. Claro, de vez en cuando los hago, pero la mayor satisfacción la siento creando esos chistes blancos.
Y usted, cuál prefiere ahora que será un creador(a) de chistes?
Fábula No. 4
Fábula del oso y el gallo
Introdúcese un enorme oso pardo de aplastante andar, con un canasta em su mano em la rústica tyenda de el gallo, un afable mercader, donde mézclase en aquest lugar la alpiste, la heno, la queso y los garrafas de miel, entre otros muchos productos esparcidos por los estantes deste surtido mercado.
De repente, el oso tómase de encima de la barra una pergamino que dícese: "Debed tener cuidado con el perro".
El plantígrado mírase a todas partes con el rabillo de sus dos ojos de él, sintióse la emoción de la peligro inminente, por lo que continúase caminando con sigilo, em puntillas de garras e y evitando tropezar con los estantes de abarrotes, a pesar de su volumen de él. Ansí, quien vase fasta el fondo de la local y al doblar a su derecha de él, de pronto encontróse con un diminuto, flaco y ridículo chihuahua, que comenzóse a ladrarle chillonamente una e otra vez.
-¿Y es deste el perro del qual debo cuidárome? –bramóle el ósose con su gran vozarrón de él, al dueño deste comercio.
-Sí, señyor oso -respondióle el buen maese gallo-. Mire, vuestra merced, hacerlo he porque antes de poner el letrero, todo el mundo pisábalo a él.
Moraleja:
A veces el tamaño sí importa y las apariencias sí engañan. Chihuahua que ladra quizás no muerda, pero es insoportable. Quien tiene de mascota un perro y un oso se vuelve canoso.
Fábula No. 3
Fábula de la liebre y el conejo
Arribóse maese lyebre a un hoyo-hostería em medyo de la campiña, em una tormentosa noche de vyento e frío. Ibase acompañado de su perro de él, un pastor alemán de magnífico pedigree e atemorizantes colmillos. Como el can de él no cabíase por la boca del oyo-ostería, maese lyebre lo dejóse atado a un árbol, al lado de la mismísima entrada.
Al cabóse de un rato, entróse al local don conexo de largas orexas, un conocido peregrino. Saludóse a todos, pidiósele al mozo una xarra espumeante de leche caliente e lanzóloles una pregunta a los allí reunídose:
-¿Os podeís decirme de quién es el can atado a la entrada de este noble recinto?
-Myo, señyor myo –respondióse maese lyebre ejtrañada.
-Pues mire, su merced de usted, siéntolo de veras, pero el perro myo acaba de matároslo y para siempre.
-Imposible, maese lyebre. ¡Con lo grande y feroz que es el can myo…! Empero dígame, ¿Cómo es el suyo de usted?
-Poca cosa, don conexo, os confieso. Es un diminuto enano entre los perros chihuahuas.
-¿Esto es una broma? –saltóse maese lyebre mirando a los presentes. Acto seguido volvióse muy seria al conexo orexudo-. ¿Aseguraís vos que su insignificante chichuahua de usted matóse al enorme pastor germano myo?
-Calmaos, maese lyebre. Io os explicareís. Lo que aconteció es que el chihuahua myo quedóse atragantado em la garganta de su bravío perro de usted…
Moraleja:
"En boca cerrada no entran chihuahuas” y “no todo es de boca para afuera”, así dijo un hincha de Boca Junior con <bocación> de guía espiritual. Y su enseñanza la pasa de boca en boca.
El Chiste (No. 2) "Todo lo que he podido averigüar sobre él"
Según un estudio realizado por la Universidad inglesa de Wolverhampton en el 2008, el chiste más antiguo del mundo data del 1900 a.C.. Procede de un proverbio de los sumerios, artífices de la primera civilización del mundo (actual sur de Irak).
Estos son los diez chistes que dicha Universidad estableció como los más antiguos de la historia:
1- 1900 a.C.: Algo que no ocurre desde tiempos inmemoriales: Una joven mujer que no se haya tirado un pedo en el regazo de su esposo.
2- 1600 a.C.: ¿Cómo entretienes a un faraón aburrido? Haces navegar sobre el Nilo una barca cargada de mujeres jóvenes vestidas sólo con redes de pesca y le pides al faraón que vaya a atrapar un pescado. (Este chiste apareció en el llamado "Papiro de Westcar", un texto egipcio escrito en tiempos de los hicsos, entre 1650 a.C. y 1540 a.C., que reúne cuentos mágicos y se guarda, desde 1866, en el Museo Egipcio de Berlín).
3- 1200 a. C.: Tres vaqueros de Adab estaban sedientos. Uno era dueño de un toro, otro de una vaca y otro de una carreta. El dueño del toro no quiso ir a buscar agua porque temía que un león se comiese a su toro. El dueño de la vaca tampoco quiso ir porque temía que su animal se perdiese en el desierto. El dueño de la carreta no quiso ir porque temía que le robasen su cargamento. Así los tres juntos se pusieron en camino a buscar agua. Durante la búsqueda, la vaca quedó preñada del toro y cuando nació un ternero, este se comió toda la carga de la carreta. ¿Quién es el dueño del ternero?
4- 1100 a. C.: Una mujer que es ciega de un ojo, ya tiene 20 años de casada. Un día su esposo dice: “Me divorcio, estás ciega de un ojo”. Ella responde: “¿Y eso lo descubres después de veinte años de matrimonio?.
5- 800 a.C.: Odiseo explica al cíclope que su nombre es “Nadie”. Cuando ordena a sus hombres atacar al cíclope, el gigante de un solo ojo grita: “¡Socorro, Nadie me ataca!.
6- 429 a.C.: Pregunta: ¿qué animal camina sobre cuatro patas en la mañana, en dos a medio día y en la tarde camina en tres patas? Respuesta: el hombre. Como crío gatea en sus cuatro extremidades, como hombre camina en sus dos pies y como abuelo anda con bastón.
7- Entre el 304 y el 30 a.C.: Un hombre es aún más ansioso de tener sexo que un burro. Su único obstáculo es la billetera.
8- Entre el 63 a.C. y el 29 d.C.: El emperador Augusto estaba viajando por su Imperio, cuando se encontró con un hombre que se parecía mucho a él. Impresionado le preguntó: “¿Quizás tu madre trabajaba de sirviente en el palacio?”. “No, su majestad,” respondió éste, “pero quizás mi padre”.
9- Siglos IV o V: Un comerciante que tiene fama de ser muy tacaño, quiso adiestrar a su burro para que no comiera. Al morirse el animal, el hombre comentó: “Qué pérdida, justo cuando había aprendido a no comer, se me muere.
10- Siglos IV o V: Un peluquero pregunta a un rey: “¿Cómo quiere que le corto su cabello?” Este le contesta: “Callado”.
Tendremos que creerle a esa investigación, pero entre usted y yo, ¡en general, los chistes son malos! Pero no podemos calificar eso “oficialmente”, porque es muy subjetivo, ya que es cuestión de gustos y de distintos sentidos del humor, ¿no?
Seguimos en la Historia. De la Antigua Grecia, se conserva una obra conocida como Philogelos, que cuenta con cerca de 260 chistes de la época. ¿Qué me dice? ¡Me encantaría leerlos! Ahora, ¿nos gustarán? Vuelvo al asunto de la subjetividad.
Mire esto, el investigador británico Richard Wiseman de la Universidad de Hertfordshire, intentó estudiar esta subjetividad y concluyó que existen diversos factores que nos causan gracia, aunque todo es relativo.
En el año 2002, Wiseman en su trabajo incluyó la difícil búsqueda del chiste más divertido del mundo. Para ello, pidió a nada menos que a un millón de personas que votaran por su chiste predilecto, dando como resultado un ganador indiscutido. Con usted entonces, el supuesto mejor chiste del mundo:
Dos cazadores están en el bosque y uno de ellos colapsa. No parece respirar y tiene los ojos vidriosos. El otro cazador, preocupado, saca su teléfono y llama al número de emergencia. “Mi amigo está muerto” ¿Qué puedo hacer?”, pregunta de forma histérica. La operadora le contesta: “Cálmese. Yo le ayudo. Primero tenemos que asegurarnos de que su amigo está realmente muerto”. Acto seguido, se hace un silencio y después se oye un disparo. El cazador regresa al teléfono. “Vale, ¿Y ahora qué?
Sin dudas, es muy gracioso. Sobre todo para mí, que me encanta el humor negro. Pero les confieso que jamás hubiera votado por él como el mejor del mundo en esa encuesta. Ni por ninguno con exactitud. Es que, repito, todo es cuestión de gustos y dependiendo de la formación cultural y del desarrollo del sentido del humor de cada persona.
Pero continué buscando información sobre el chiste y encontré esta curiosidad: según una investigación -tan seria como la que más-, los estadounidenses prefieren los chistes directos y agresivos, mientras que los británicos poseen un humor más oscuro y absurdo. ¿Tiene que ver el nivel cultural? No sé. Se supone que todo esto es en base a un promedio. Me imagino que no todos los estadounidenses viven en casas móviles y llegan del trabajo directo a abrir una cerveza y ponerse a ver televisión, ni los ingleses que votaron a favor del Brexit son Hooligans, o van del trabajo al pub por sus jarras de cerveza. Nada, que estas investigaciones no me convencen mucho.
En un estudio reciente, se registró la actividad cerebral a una serie de personas a las que se les leyeron treinta chistes. Los individuos seleccionados para el estudio (mientras estaba siendo escaneado su cerebro) apretaban un botón cada vez que encontraban gracioso u ocurrente uno de los chistes. Cada tipo de chiste, bueno o malo, gracioso o no, activó varias áreas del cerebro, según la información sensorial a procesar, su significado o las características del chiste. Pero lo interesante fue que hubo una convergencia en la activación de un área del cerebro que fue común a todos los chistes buenos o graciosos, cosa que no ocurrió en el caso de los chistes malos, independientemente del tipo de chiste y la manera de contarlos. Esta área fue la corteza prefrontal ventral medial. Es más, el grado de activación de esta área del cerebro durante el disfrute del chiste se correlacionó bastante bien con el grado o clasificación de “gracia u ocurrencia” que mostró el sujeto durante el escáner o tras terminar éste y leer él mismo los chistes. Lo interesante es que esta área prefrontal es parte importante de los sistemas del “cerebro emocional”, aquellos que se activan cada vez que una persona experimenta una sensación de placer. Otra razón más para afirmar que no todos podremos reaccionar iguales ante un chiste, ¿no es cierto?
“No hay un solo chiste que le agrade a todo el mundo. El humor es idiosincrásico porque depende de aquello que hace que todos seamos únicos: cómo nos enfrentamos a la discrepancia que reina en nuestro complejo cerebro”, asegura Weems, neurocientífico de la Universidad de California.
En 1986, después de la explosión del transbordador espacial Challenger con siete tripulantes a bordo, se hizo muy popular un chiste: “¿Qué significan las siglas NASA? “Necesitamos Ahora Siete Astronautas”. Un estudio mostró que los chistes sobre la tragedia surgieron unos 17 días después del accidente. El autor del estudio, Bill Ellis, de la Universidad del Estado de Pensilvania, clasificó los chistes sobre el Challenger por fecha y lugar de aparición. También estudió otros. Los surgidos después de la muerte de la princesa Diana de Gales, los cuales tuvieron un periodo de latencia más corto. Y el de los ataques terroristas del 11-S, que comenzaron a hacerse públicos en un tiempo mucho más largo.
Pero hay más. ¡Sorpréndase! Otra investigación del ya mencionado Weisman dio como resultado lo siguiente: Los chistes más divertidos tenían un promedio de 103 letras (no sé cómo logró medir eso). El animal más gracioso era el pato (no conseguí saber las razones). La hora que más risa da del día es a las 18:03 (difícil también saber eso, ¿eh?). Y el día más chistoso del mes es el 15 (¿se imagina a la gente guardando sus gracias durante un mes para hacerlas ese día?). En fin, yo no hubiera votado por ese día ni por ninguno. Nunca he contado las letras de mi chistes, ni la hora en que los creo o los cuento, pero tenemos que aceptar lo que opina la mayoría, ¿no?
Fábula No. 2
Fábula del gato jugador
Subióse un enorme gato siamés, aunque todos sabían que era hixo único, a una fuente cyrcular, de una plaza en forma de rectángulo, de un poligonal villorio. Su cola pendulábase de manera perpendicular a su cuerpo de él, dejando ejpuesto a la incisiva mirada pública un colorín e pelado ano de concéntricas circunferencias cada vez que la cola llegaba al ejtremo de ambos recorridos. Deste movimiento, casi uniforme, solo podía significar que aquest felino sentíase más félix que el Gato Feliz.
Bebióse unos cuantos centímetros cúbicos de agua e y echóse quan largo era sobre la piedra pulida por tantos traseros del murito sur de la fuente. Comenzóse emtonces a revolcarse y a miumiar una tonadilla de moda.
A pocos pasos de él, un asno, cuyo dueño dexó atado frente a la taberna para él verter algo de vyno de grano fermentado entre pecho e y espalda antes de irse ha pernoctar ha su casucha de él, para amanecer el lunes como dios manda… (pues parecióse que he usado demasiadas palabras para describiros esta escena, e y he perdido el hilo de lo que os estabais contando… ¡Ah!, ya me ha venido ha la mente), os decía que un asno vióse al gato ansí e preguntóle con malsana curiosidad:
-¿Por qué aquest notoria alegría, maese gato syn botas?
-Que conste que non uso botas para non morir con ellas puestas. Pero eso non importa ahora, porque ¡ay, mi buen amigo asno! ¡Lo que me ha sucedido es increíble! Sabéis vuestra merced que io xamás apuesto en las dominicales peleas de gallos del corral de los domínicos, ¿no es ansí?
-Ansí es –rebuznó el asno aguantando la risa, como es menester para evitar ofensa-. Usted se lo apuesta todo ha los naipes en el garyto de los dominicanos.
-Ejacto. Pues desta mañana pasé por el referido corral e a la primera apuesta la suerte se pone de mi lado e logro ganar una fortuna.
-¡Vaya! ¡Enhorabuena! –ejclamó el asno-. Oyga, pero por su contentura de usted, parece que el premio era byen gordo, ¿non?
-¿Que si sí? ¡Imagineselo! Como non tenían cómo pagármelo, ¡me diéronlo una trampa para cazar ratones, evaluada em mil maravedíes!
-¡¿Qué?! ¡Non, aquet non lo creo, maese gato!
-¿Pero por qué dudais de mí, curiósolo cuadrúpedo de carga?
-¡Porque ninguna trampilla de questas vale tanto, señor mío! ¡Imposible mil maravedíes!
-¡La que me diéronlo sí, válgame dios! ¡La prueba es que por él, ahí en la taberna, me diéronlo dos ratoncitos muertos evaluados en quinientos cada uno!
Moraleja:
A lo material no hay que darle tanto valor. Sin embargo, a veces otras cosas pueden dar mucho dinero también. A gato sarnoso todo son pulgas. Dinero que no has de tener, déjalo correr.
Fábula No. 1
Fábula de la jirafa y la vecina cebra
Frotábase su cabeza della contra la rama de un árbol la señyora xirafa. Parada, llegábase ha los cinco metros e medio de altura ha la sombra (lamentablemente, nunca habíase medido bajo el sol).
Teníase decidídolo que los veinte y cinco (XXV) minutos que siempre dormía dyariamente, lo haríase em su querido árbol della, de olorosas frutas e carnosas flores. Pero por mucho que lo intentóse, xamás pudo hacérolo.
¿Por qué no podíase dormir?, os preguntará usted, porque estáis em todo vuestro derecho de cuestionarse questa fábula, si así lo deseáis e y es mi plazer myo contároslo.
Pues ha causa del perro de la vecyna, doña cebra, que no dejábase de ladrar ni un segundo, como si estuviérase corriendo detrás de un carromátolo. Ésase es la verdadera e única respuesta, amamantísimo lector u lectora, según sea el caso, ya que non es menester profundizar em vuestra inclinación sexual.
Porello, em cuanto amanecióse, la señyora de los dos metros de cuello, púsose su collar de cuatro vueltas y fuésese directamente ha quejarse ha su vecyna della.
-¿Sabéis que su perro de usted se ha pasado toda la noche ladrando syn parar? –dijo la xirafa, mientras limpiábase la orexa derecha con su negra lengua, pasándosela por detrás de su cabeza della, más ejactamente por el lado izquierdo, para non taparse u interrumpir su mirada solemne e dygna dirigida facia su vecyna.
-Gracias, señora xirafa, noble vuestra intención de usted, fabla muy byen de usía el demostrar tanta preocupación por la salud de mi fumilde can –respondióle doña cebra, moviéndose su rábose qual aguxa de brúxula confundida, e agregóse o agregore-: Pero non os preocupéis por la salud de él. ¡Para estar ladrando ansí por las noches, el desgraciado duerme todo el dya! ¡Si es un granuxa de mil demonios!
Moraleja:
Perro que ladra no muerde, si no cierra la boca. En la vida, perro que no has de ladrar, déjalo dormir, porque no por mucho ladrar se amanece más can sado. En fin, que es mejor perro en mano que cien ladrando.